Parece que mi vecino de arriba tiene algún problema gástrico. De otra manera no entendería el porqué del hedor que de la nada apareció en el baño(o toda la casa, porque el depto tiene el tamaño del mismo) y de su constante caminata por sobre mi crujiente techo.
Es eso, o me extrañó tanto este fin de semana ,que estuve en Faenza y Bologna, que me recibió con las tres flores de la costa (mier, sore y bos) a modo de bienvenida.
En fin... Son las cosas de la vida, son las cosas del querer, dirían Ángela Molina y Manuel Banderas.
Viernes y partimos hacia la estación de trenes de Ostiense. Previa espera de Jordan y mía a Ali, que jamás apareció a la hora pactada. Por supuesto, mis primeros pensamientos al ver que no llegaba y se nos iba el bondi, fueron, la asaltaron en el camino y le afanaron el celular, la violaron y la mataron tirándola al Tiber, entraron ladrones a la casa y la asesinaron...no pude pensar que se quedó dormida o que quizás no nos entendimos sobre en qué esquina nos encontrábamos. No. Yo sólo puedo imaginar nimiedades como estas. ¿Cuál sería el sentido de mi judaísmo si no? ¿De qué me serviría ser una idishe mame frustrada?¿Debo cambiar de psiquiatra?
Por suerte Alison llegó sana y salva a Faenza.
Muy lindo todo y todos. El hotel genial, sin quejas, salvo que sigo preguntándome qué problema tienen los europeos con el tema ducha. Todas miden 30cm x 40 cm, cosa que me obliga a hacer dieta o a entrar de chanfle por la mampara. Como se habrán dado cuenta por las fotos, opto por lo segundo.
La resultante de mi decisión es que todos caminan a los pedos, y yo quedo rezagada 30 km detrás. Pero a mi no me importa mientras sigan existiendo los gelattos y los zapatos italianos.
Faenza es muy linda, chiquita, barata en comparación a Roma, y no entendí aún porqué teniendo, ponele, 20 manzanas x 20 manzanas, la gente tiene autos de lujo que conduce cuál circuito de Monza.
Mientras el entusiasmo de Chris, Ali, Lori-Ann y Paolo, crecía por la capital de la cerámica italiana, Jordan y yo, poníamos el mismo entusiasmo en ver las vidrieras.
Entramos en un negocio, y vemos que los dueños nos miran raro y hablan entre ellos en italiano. Cuando ya nos íbamos, nos dicen algo que ninguno entendió, así que le dije: scuzzi ma non capisco italiano. Entonces me dicen en inglés: usted tiene colgada en el cuello la estrella de David (sí agárrense de los pelos, me compré una por primera vez en mi vida, luego de un brote de misticismo que me surgió el día que operaron a mi mamá). Le digo, ah, si! ¿Por? Me responde, es que nosotros somos judíos. La única familia judía en todo Faenza, y nos sentimos un poco solos.
Dios existe! Alguien que se siente más solo que yo! El milagro se hizo.
Así que, ya me conocen, aproveché y les dije que vengan a Roma para la inauguración. Estoy invitando a medio mundo. No conozco a ése medio mundo, pero ustedes saben cómo soy, capaz de hablar hasta con las piedras.
Io sonno una artiste de la ceramiche aryentini, e voy a fare una exposizione en decembre, io te aspetto allá. Así nomás, a lo tana-argento.
Domingo vuelta a Roma, previo paso por Bologna, solita con mi alma, hasta que saliera el tren. Tres horitas para pasear. O shopear. Porque ambas se combinan perfectamente. Bellísimo lo poco que pude ver, amén de una manifestación de 6 personas, protestando en frente de Mac Donalds, en contra de la matanza de animales. Ahora, putean a los yanquis, pero de la salchicha que le ponen a todo y el prosciuto di Parma, no se habla.
Lo que amo de Italia, es que los negocios abren los domingos, por lo menos hasta la 1 y media. Foto va, compra viene, llegué a la stazione pensando que el tren salía de ahí nomás. Cargada como un camello, porque encontré Zara Home y unas bellas zapaterías, más mi bolso que pesaba alrededor de 15 kilos de libros, caminé, sacando los bofes, 38 kms hasta llegar al terraplén 18. Salimos puntuales, y torré cuál marmota, babeando con la boca abierta, las dos horas y media de viaje. Esto de viajar, repito, es un trabajo pesado, que debería estar regulado por un sindicato, con sueldo, aguinaldo y vacaciones. Sin contar las horas extras, como por ejemplo, los 45 minutos que estuve esperando un taxi, en la Stazione Ostiense.
Y finalmente llegué a home sweet home,que sigue teniendo termitas, y tres pisos interminables.
La intención de la que suscribe al pie, es seguir viajando por la península itálica lo que quede de su estadía, para continuar con esta lucha sindical.
Elizabeth presidente, Dolce e Gabbana al poder!
École quá!
Elizabeth Dychter
www.elizabethdychter.com
Es eso, o me extrañó tanto este fin de semana ,que estuve en Faenza y Bologna, que me recibió con las tres flores de la costa (mier, sore y bos) a modo de bienvenida.
En fin... Son las cosas de la vida, son las cosas del querer, dirían Ángela Molina y Manuel Banderas.
Viernes y partimos hacia la estación de trenes de Ostiense. Previa espera de Jordan y mía a Ali, que jamás apareció a la hora pactada. Por supuesto, mis primeros pensamientos al ver que no llegaba y se nos iba el bondi, fueron, la asaltaron en el camino y le afanaron el celular, la violaron y la mataron tirándola al Tiber, entraron ladrones a la casa y la asesinaron...no pude pensar que se quedó dormida o que quizás no nos entendimos sobre en qué esquina nos encontrábamos. No. Yo sólo puedo imaginar nimiedades como estas. ¿Cuál sería el sentido de mi judaísmo si no? ¿De qué me serviría ser una idishe mame frustrada?¿Debo cambiar de psiquiatra?
Por suerte Alison llegó sana y salva a Faenza.
Muy lindo todo y todos. El hotel genial, sin quejas, salvo que sigo preguntándome qué problema tienen los europeos con el tema ducha. Todas miden 30cm x 40 cm, cosa que me obliga a hacer dieta o a entrar de chanfle por la mampara. Como se habrán dado cuenta por las fotos, opto por lo segundo.
La resultante de mi decisión es que todos caminan a los pedos, y yo quedo rezagada 30 km detrás. Pero a mi no me importa mientras sigan existiendo los gelattos y los zapatos italianos.
Faenza es muy linda, chiquita, barata en comparación a Roma, y no entendí aún porqué teniendo, ponele, 20 manzanas x 20 manzanas, la gente tiene autos de lujo que conduce cuál circuito de Monza.
Mientras el entusiasmo de Chris, Ali, Lori-Ann y Paolo, crecía por la capital de la cerámica italiana, Jordan y yo, poníamos el mismo entusiasmo en ver las vidrieras.
Entramos en un negocio, y vemos que los dueños nos miran raro y hablan entre ellos en italiano. Cuando ya nos íbamos, nos dicen algo que ninguno entendió, así que le dije: scuzzi ma non capisco italiano. Entonces me dicen en inglés: usted tiene colgada en el cuello la estrella de David (sí agárrense de los pelos, me compré una por primera vez en mi vida, luego de un brote de misticismo que me surgió el día que operaron a mi mamá). Le digo, ah, si! ¿Por? Me responde, es que nosotros somos judíos. La única familia judía en todo Faenza, y nos sentimos un poco solos.
Dios existe! Alguien que se siente más solo que yo! El milagro se hizo.
Así que, ya me conocen, aproveché y les dije que vengan a Roma para la inauguración. Estoy invitando a medio mundo. No conozco a ése medio mundo, pero ustedes saben cómo soy, capaz de hablar hasta con las piedras.
Io sonno una artiste de la ceramiche aryentini, e voy a fare una exposizione en decembre, io te aspetto allá. Así nomás, a lo tana-argento.
Domingo vuelta a Roma, previo paso por Bologna, solita con mi alma, hasta que saliera el tren. Tres horitas para pasear. O shopear. Porque ambas se combinan perfectamente. Bellísimo lo poco que pude ver, amén de una manifestación de 6 personas, protestando en frente de Mac Donalds, en contra de la matanza de animales. Ahora, putean a los yanquis, pero de la salchicha que le ponen a todo y el prosciuto di Parma, no se habla.
Lo que amo de Italia, es que los negocios abren los domingos, por lo menos hasta la 1 y media. Foto va, compra viene, llegué a la stazione pensando que el tren salía de ahí nomás. Cargada como un camello, porque encontré Zara Home y unas bellas zapaterías, más mi bolso que pesaba alrededor de 15 kilos de libros, caminé, sacando los bofes, 38 kms hasta llegar al terraplén 18. Salimos puntuales, y torré cuál marmota, babeando con la boca abierta, las dos horas y media de viaje. Esto de viajar, repito, es un trabajo pesado, que debería estar regulado por un sindicato, con sueldo, aguinaldo y vacaciones. Sin contar las horas extras, como por ejemplo, los 45 minutos que estuve esperando un taxi, en la Stazione Ostiense.
Y finalmente llegué a home sweet home,que sigue teniendo termitas, y tres pisos interminables.
La intención de la que suscribe al pie, es seguir viajando por la península itálica lo que quede de su estadía, para continuar con esta lucha sindical.
Elizabeth presidente, Dolce e Gabbana al poder!
École quá!
Elizabeth Dychter
www.elizabethdychter.com