Dejamos Sintra, la ciudad de cuento de hadas y nos dirigimos a Oporto.
Desde el vamos arrancamos mal. Preguntamos cuatrocientas cuarenta y ocho veces, si el tren desde Sete Rios nos llevaba sin escalas a Porto. Cuatrocientas cuarenta y ocho veces nos dijeron que sí.
Bueno...no, no nos llevaba. Cargadas con un bloque de cemento, que a esas alturas ya era nuestra valija, montamos y desmontamos tres veces más en los comboios. Puteamos mucho al simpatiquísimo chico de la recepción del hotel.
Llegamos a la estación de Porto Campanha, y cuál equecos, logramos bajar del tren. Pantallazo de la situación: valija mediana adentro de valija grande, mochila por detrás con 35kg, mochila por delante con 15 kgs , ya estábamos poco equilibradas, y bolsa eco, onda supermercado Disco, con todas las pelotudeces que nos olvidamos de guardar a último momento. Sep. No nos olvidamos la cabeza, porque la tenemos pegada al tujes.
Marchamos hacia las escaleras mecánicas para bajar a buscar un taxi, nosotras primero y la valija después, como corresponde. Pasamos las soysolas todas juntas, y hete aquí que la muy hija de puta de la valija, decide quedarse trabada ahí arriba en la entrada.
Como si un vaquero nos hubiese enlazado cuál ganado en el rodeo, nuestro brazo quedó agarrado de la maleta, y nuestro agraciado cuerpo, cayó de culo y codo en la Naranja Mecánica.
Mientras esa escalera endiablada nos arrastraba, una señora intentaba ayudar a levantarnos. Já! El Titanic ya estaba hundido.
Toda nuestra vida pasó delante de nuestros ojos en dos segundos, mientras pensábamos: "esta puta escalera nos va a amputar un pie... nos rompimos un brazo...nos reventamos la rodilla... seguro que si la máquina no nos traga nos vamos a morir de un ACV...¿se nos habrá visto la bombacha? ¿cuál nos habremos puesto?"
No muy delicadamente la escalera nos expulsó. Se ve que no come gordas. Logramos incorporarnos con la ayuda de dos personas, imágen patética si las hay, algo aturdidas y en estado de shock.
Arriba, un señor sostenía nuestra valija mientras la escalera seguía andando. Apenas nos levantamos, escuchamos gritos ,desde lo que parecían stairways to heaven, y vemos a nuestra valija salir eyectada cual saeta de Guillermo Tell, directo hacia nosotras, y ...¡Strike! nos voltea como palos de bowling. Vuelta a caer al piso y hacernos mierda lo poco que nos quedaba sano. Mientras todos nos hablaban en portugués, nosotras respondíamos en castellano: "estamos bien las treinta y tres en el refugio. No, no llamen a un médico, si nos rompimos algo ya nos vamos a enterar en un rato. No, moito obrigada, ya está, ahora llegamos al hotel nos tomamos un Rivotril y listo..."
Digamos que la sacamos barata. Un codo lastimado e inflamado, una rodilla ensangrentada, un culo estampado con las rayas de los escalones metálicos, un julepe de aquellos y el orgullo herido.
Ergo, el primer día en la bella Porto, lo pasamos con hielo en el codo y apenas si dimos una vuelta para reconocer el territorio enemigo.
Al día siguiente, ya más compuestas, salimos a pasear. Llegada la hora del almuerzo, nos sentamos a comer un pulpito recién muertito. Polvo le dicen al pulpo los portugueses...Deben ser devotos del antiguo testamento...del polvo venimos y al polvo vamos...porque así lo dejamos al pobre octópodo.
Seguimos paseando y viendo cerámicas, azulejos y más azulejos. Catamos oporto, compramos oporto, y finalmente nos encariñamos un poco con el bello río Duero y la ciudad que casi nos mata.
Contentas de irnos a Barcelona y poder hablar en castellano, nos tomamos un low cost de Vueling, rezando para que el piloto no hiciera lo mismo que el de GermanWings.
Ya empezamos a darnos cuenta cómo viajar sin tener que empastillarnos. Habíamos dicho primero, el horario de madrugada saca el pánico, y ahora encontramos que estar hechas mierda físicamente, nos hace querer subirnos a un avión antes que tener que bajar por otra escalera mecánica de una estación.
Aterrizamos sanas y salvas en Catalunya, para descubrir, que en cuatro años se quintuplicó la cantidad de gente que habla en catalán. Para encontrar alguno que nos hable en castellano, tenemos que llamar a casa para hablar con nuestro contestador.
Así que aquí seguimos parlando un po d´italiano, english, francés, portugués, castellano cordobés y jeringozo, mientras intentamos aprender a hablar en catalán: No hem trobat cap paraula que coincideixi exactament de donar per cul.
Desde el vamos arrancamos mal. Preguntamos cuatrocientas cuarenta y ocho veces, si el tren desde Sete Rios nos llevaba sin escalas a Porto. Cuatrocientas cuarenta y ocho veces nos dijeron que sí.
Bueno...no, no nos llevaba. Cargadas con un bloque de cemento, que a esas alturas ya era nuestra valija, montamos y desmontamos tres veces más en los comboios. Puteamos mucho al simpatiquísimo chico de la recepción del hotel.
Llegamos a la estación de Porto Campanha, y cuál equecos, logramos bajar del tren. Pantallazo de la situación: valija mediana adentro de valija grande, mochila por detrás con 35kg, mochila por delante con 15 kgs , ya estábamos poco equilibradas, y bolsa eco, onda supermercado Disco, con todas las pelotudeces que nos olvidamos de guardar a último momento. Sep. No nos olvidamos la cabeza, porque la tenemos pegada al tujes.
Marchamos hacia las escaleras mecánicas para bajar a buscar un taxi, nosotras primero y la valija después, como corresponde. Pasamos las soysolas todas juntas, y hete aquí que la muy hija de puta de la valija, decide quedarse trabada ahí arriba en la entrada.
Como si un vaquero nos hubiese enlazado cuál ganado en el rodeo, nuestro brazo quedó agarrado de la maleta, y nuestro agraciado cuerpo, cayó de culo y codo en la Naranja Mecánica.
Mientras esa escalera endiablada nos arrastraba, una señora intentaba ayudar a levantarnos. Já! El Titanic ya estaba hundido.
Toda nuestra vida pasó delante de nuestros ojos en dos segundos, mientras pensábamos: "esta puta escalera nos va a amputar un pie... nos rompimos un brazo...nos reventamos la rodilla... seguro que si la máquina no nos traga nos vamos a morir de un ACV...¿se nos habrá visto la bombacha? ¿cuál nos habremos puesto?"
No muy delicadamente la escalera nos expulsó. Se ve que no come gordas. Logramos incorporarnos con la ayuda de dos personas, imágen patética si las hay, algo aturdidas y en estado de shock.
Arriba, un señor sostenía nuestra valija mientras la escalera seguía andando. Apenas nos levantamos, escuchamos gritos ,desde lo que parecían stairways to heaven, y vemos a nuestra valija salir eyectada cual saeta de Guillermo Tell, directo hacia nosotras, y ...¡Strike! nos voltea como palos de bowling. Vuelta a caer al piso y hacernos mierda lo poco que nos quedaba sano. Mientras todos nos hablaban en portugués, nosotras respondíamos en castellano: "estamos bien las treinta y tres en el refugio. No, no llamen a un médico, si nos rompimos algo ya nos vamos a enterar en un rato. No, moito obrigada, ya está, ahora llegamos al hotel nos tomamos un Rivotril y listo..."
Digamos que la sacamos barata. Un codo lastimado e inflamado, una rodilla ensangrentada, un culo estampado con las rayas de los escalones metálicos, un julepe de aquellos y el orgullo herido.
Ergo, el primer día en la bella Porto, lo pasamos con hielo en el codo y apenas si dimos una vuelta para reconocer el territorio enemigo.
Al día siguiente, ya más compuestas, salimos a pasear. Llegada la hora del almuerzo, nos sentamos a comer un pulpito recién muertito. Polvo le dicen al pulpo los portugueses...Deben ser devotos del antiguo testamento...del polvo venimos y al polvo vamos...porque así lo dejamos al pobre octópodo.
Seguimos paseando y viendo cerámicas, azulejos y más azulejos. Catamos oporto, compramos oporto, y finalmente nos encariñamos un poco con el bello río Duero y la ciudad que casi nos mata.
Contentas de irnos a Barcelona y poder hablar en castellano, nos tomamos un low cost de Vueling, rezando para que el piloto no hiciera lo mismo que el de GermanWings.
Ya empezamos a darnos cuenta cómo viajar sin tener que empastillarnos. Habíamos dicho primero, el horario de madrugada saca el pánico, y ahora encontramos que estar hechas mierda físicamente, nos hace querer subirnos a un avión antes que tener que bajar por otra escalera mecánica de una estación.
Aterrizamos sanas y salvas en Catalunya, para descubrir, que en cuatro años se quintuplicó la cantidad de gente que habla en catalán. Para encontrar alguno que nos hable en castellano, tenemos que llamar a casa para hablar con nuestro contestador.
Así que aquí seguimos parlando un po d´italiano, english, francés, portugués, castellano cordobés y jeringozo, mientras intentamos aprender a hablar en catalán: No hem trobat cap paraula que coincideixi exactament de donar per cul.