domingo, 18 de octubre de 2015

Marche un baño de agua y sal

Esperá que me recupero y te cuento.
Muy a pesar de Máximo Ravenna entramos en el vestido de fiesta.
Estamos en la etapa en que se te casan los hijos de tus amigos, los de tus primos y en algún momento, los de tu familia directa. Ya hemos hablado de estos menesteres en estos dos últimos años, pero no está demás repetirlo, a ver si de una vez por todas a vos te entra en la cabeza, que nos estamos poniendo grandes.
De ser, hace no muchos años, parte de la juventud que ocupaba el centro de la pista, pasaste
 sin darte cuenta, a ser la generación que baila en el borde. O sea, la famosa bordeadorea. Sos parte de "los viejos". "Los viejos", sea porque sos la madre (o padre) de alguno de los novios, tía, prima o porque pertenecés a ése minúsculo 1% de invitados que los contrayentes ceden generosamente a sus padres, para que inviten al enlace.
(Mientras escuchamos de fondo a Lanata, entrevistando a un grupo de imberbes hablando de política, no podemos dejar de notar, que deben tener la misma edad que la juventud que anoche se ponía en pedo, bailaba y saltaba frenéticamente al son de Agapornis, y pensar ¡dios mío, estos son los gobernantes del futuro!)
Volvamos a la noche de anoche, valga la redundancia.
¿Cómo darte cuenta que estás mayor?
1) Las únicas personas más grandes que vos, son tu madre y los abuelos de los novios.
2) Durante la ceremonia, no parás de moquear y acordarte del novio cuando era chiquito.
3) El barman de la barra te dice: si quiere le hago un trago con menos alcohol.
4) Tu comida es sin sal.
5) Intentás acercarte a bailar con los novios el famoso Hava Naguila, y salís eyectada cuál cañita voladora, al chocar con una pared de treintañeros.
6) Los únicos sobrios son tus compañeros de mesa, mayores como vos, y los de las mesas de al lado de los parlantes, o sea, los ancianos de verdad.
7) Tenés faja debajo del vestido y miras con nostalgia, u odio, a las hermosas mujeres de veintipico, que usan transparencias y andan sin medias.
8) Te pasás toda la noche quejándote de la altura del taco de tus zapatos, y bailás cortito, sin saltar mucho, porque los pies te están matando.
9) El volumen de la música te resulta insoportable.
10) No reconoces ninguna de las canciones remixadas, y puteas al dj que no pone música de los 80.
11) Preguntas ¿Esos son los Agapornis? Ahhh, mira vos!
12) Al momento de retirarte, tipo siete de la mañana, estás pensando cómo carajo vas a hacer para recuperarte esta semana.
13) Tras semejante desgaste físico, igual te despertás a la hora de costumbre, añorando esas épocas en las que dormías como una marmota, doce horas seguidas.
Podríamos seguir enumerando, pero para qué seguir torturándonos. Bastante tenemos con que se acerca nuestro cumpleaños número cincuenta, y todavía andamos con el pescado sin vender.
En fin... a pesar de los síntomas del avance del tiempo, te sentís plena por haber podido disfrutar de una fiesta hermosa, y estás deseando en tu interior, que el próximo casorio sea al mediodía.