Sentadas en el cómodo asiento de TGV con destino a París, ya medio adormecidas antes de partir, porque el tren es nuestro nuevo Alplax, nos enteramos que debíamos bajarnos porque el bendito aparato no salía. Paro de controladores de trenes. Parece que hicieron un curso acelerado en pocos meses, con Aerolíneas Argentinas y Metrovías, para que cuando llegáramos a Francia nos sintiéramos como en casa. Así que vuelta al levantamiento de pesas, cargamos nuestras valijas y salimos corriendo cuál Jugos Olímpicos para el andén F. Aclaramos, nuestras valijas con cuatro rueditas cuatro, ya no ruedan. No por rotas, sino por llenas, al igual que nuestra silueta desdibujada.
Nuestros compañeros de la primera formación, eran unos cuántos franceses, una familia colombiana y nosotras. Si no nos gustaban los brasileños en marzo, ni los marselleses árabes en agosto, no les puedo contar, lo que detestamos a los colombianos en septiembre. En cualquier momento empezamos a odiar al resto del mundo y completamos el mapamundi.
Nos tocó un adolescente caribeño, con tono monocorde insoportable. Insoportable su tono y el pibe.Sus estupideces eran a saber: mama, mama, mama, ponte el sombrero para la foto. Mama, mama, mama, ponte el sombrero para la foto. Mama, mama, mama, y no hace falta que diga el final porque durante cinco minutos escuché lo mismo. Tras eso, saca un papel y se pone a leer un rezo.¡Cagamos! pensamos nosotras.¡Hare krishna no son, deben ser infiltrados de EI, y van a volar el tren! No, si para exageradas no nos andamos con chiquitas…Y ni les cuento cuando nos sentamos en el segundo ferrocarril y el Reverendo Alegría, dice: Mama, seguro que nos cambiaron de tren porque había una amenaza de bomba en el otro.¡Bomba, bomba, bomba! Cantaba el imbécil. No lo ahorcamos porque estamos en contra del maltrato animal. Pero se ve que la cosa venía de familia, porque la tía, o abuela, no entendimos quién era en la foto, le dice: (sic) eh tú!, pareces un "mongólico", no se te entiende cuando hablas por estar todo el tiempo delante de los jueguitos esos de la internet!
No sabemos el número de teléfono del Inadi colombiano, porque correspondería hacerle una doble denuncia por discriminar a los que padecen síndrome de down y a los nativos de Mongolia. Ninguno merece ser comprado con semejante energúmeno de Barranquilla.
Y por fin llegamos a destino. París reivindica a los franceses. Retiramos lo dicho sobre ellos hasta el día de la fecha. Amamos la ciudad luz y sus habitantes. Como diría nuestra estimada CFK, a los habitantos. A las habitantas las envidiamos. Para quienes gustan de la moda masculina, les cuento que el azul es el nuevo negro. Toddddos trajeaditos de azul marino, con pantalones tipo chupín. Dato al pedo que damos, pero que describe a la sociedad francesa al fin, y delata el hecho de que ya conocemos todos los museos y estamos disfrutando de mirar nomás. Acá hay menos olor a chivo también. Algo cambió desde nuestro último viaje. O cambiaron las cañerías y funciona mejor Eau Français, o descubrieron para qué inventaron los perfumes... vaya a saber!
Ya tenemos un enamorado gastronómico como todos los años. Llámese esta vez Ahmed o Sanjay, porque no le sacamos todavía el origen, que todas las mañanas cuando vamos a desayunar nos dice: Bonjour Argentine! Petit déjeneur pour madame! No sabemos cómo puede estar tan contento a las ocho de la mañana…NADIE en este mundo puede estar contento a esa hora. A esa hora se duerme, carajo!
Seguimos sosteniendo y ahora más que nunca, que el ser turista es un trabajo que debería ser remunerado y con vacaciones y aguinaldo pagos. Levantamos peso (valijas, bolsos, bolsas de shopping, libros que llevamos, souvenirs y etcs), dormimos poco, nos arruinamos la salud porque comemos en exceso cosas que no deberíamos, sea por ahorrar o sea porque pasamos por una patisserie. Estudiamos un poco de cartografía para descifrar el mapa de los metros y buses. Hacemos colas de horas para entrar a ver antigüedades y cosas rotas, y como si todo esto fuera poco, nos empobrecemos económicamente porque todo cuesta en euros. ¡Exigimos sindicato ya!
Este año, decidimos tomarnos París con calma y recorrerla sin mapa, porque ya no nos perdemos tanto. La tercera es la vencida. Así que caminamos, y caminamos como nuestro famoso y bienamado Pepinucho Coliflor (N. de la R. ver posteos anteriores para saber la historia de Pepinucho). Aprendimos también a tomarnos los subtes fganceses, que al principio nos parecían chinos, hasta que los entendimos.
Y, nos fuimos a Versailles. Ahí entendés la Revolución Francesa. Dicho lo cuál, pasamos a los quiero.
Quiero el Château ídem, con todos los châteaucitos circundantes. Quiero los jardines para hacer raku, y el lago para bañarme en bolas, total, es tan grande que nadie te ve.
Quiero el salón de los espejos para bailar el minué o lo que se bailara en ésa época, y colgarme de las arañas como Tarzán de las lianas.
Quiero la cintura de María Antonieta, aunque no quiero al Delfín porque parece una Mojarrita. Tampoco quiero la cabeza de María Antonieta.
Quiero un señor que mantenga mi château de Versailles, en la provincia de Buenos Aires aunque sea.
Quiero encontrarme a mí misma en los laberintos del Grand Trianon, y dejar perdidos por ahí a mis otros yos.
Y quiero en un día como hoy en el que perdimos creativos, que deje de morirse gente talentosa, que hay poca, y que partan al limbo desconocido, todos aquellos que sólo hacen de este mundo, un lugar peor.
Nuestros compañeros de la primera formación, eran unos cuántos franceses, una familia colombiana y nosotras. Si no nos gustaban los brasileños en marzo, ni los marselleses árabes en agosto, no les puedo contar, lo que detestamos a los colombianos en septiembre. En cualquier momento empezamos a odiar al resto del mundo y completamos el mapamundi.
Nos tocó un adolescente caribeño, con tono monocorde insoportable. Insoportable su tono y el pibe.Sus estupideces eran a saber: mama, mama, mama, ponte el sombrero para la foto. Mama, mama, mama, ponte el sombrero para la foto. Mama, mama, mama, y no hace falta que diga el final porque durante cinco minutos escuché lo mismo. Tras eso, saca un papel y se pone a leer un rezo.¡Cagamos! pensamos nosotras.¡Hare krishna no son, deben ser infiltrados de EI, y van a volar el tren! No, si para exageradas no nos andamos con chiquitas…Y ni les cuento cuando nos sentamos en el segundo ferrocarril y el Reverendo Alegría, dice: Mama, seguro que nos cambiaron de tren porque había una amenaza de bomba en el otro.¡Bomba, bomba, bomba! Cantaba el imbécil. No lo ahorcamos porque estamos en contra del maltrato animal. Pero se ve que la cosa venía de familia, porque la tía, o abuela, no entendimos quién era en la foto, le dice: (sic) eh tú!, pareces un "mongólico", no se te entiende cuando hablas por estar todo el tiempo delante de los jueguitos esos de la internet!
No sabemos el número de teléfono del Inadi colombiano, porque correspondería hacerle una doble denuncia por discriminar a los que padecen síndrome de down y a los nativos de Mongolia. Ninguno merece ser comprado con semejante energúmeno de Barranquilla.
Y por fin llegamos a destino. París reivindica a los franceses. Retiramos lo dicho sobre ellos hasta el día de la fecha. Amamos la ciudad luz y sus habitantes. Como diría nuestra estimada CFK, a los habitantos. A las habitantas las envidiamos. Para quienes gustan de la moda masculina, les cuento que el azul es el nuevo negro. Toddddos trajeaditos de azul marino, con pantalones tipo chupín. Dato al pedo que damos, pero que describe a la sociedad francesa al fin, y delata el hecho de que ya conocemos todos los museos y estamos disfrutando de mirar nomás. Acá hay menos olor a chivo también. Algo cambió desde nuestro último viaje. O cambiaron las cañerías y funciona mejor Eau Français, o descubrieron para qué inventaron los perfumes... vaya a saber!
Ya tenemos un enamorado gastronómico como todos los años. Llámese esta vez Ahmed o Sanjay, porque no le sacamos todavía el origen, que todas las mañanas cuando vamos a desayunar nos dice: Bonjour Argentine! Petit déjeneur pour madame! No sabemos cómo puede estar tan contento a las ocho de la mañana…NADIE en este mundo puede estar contento a esa hora. A esa hora se duerme, carajo!
Seguimos sosteniendo y ahora más que nunca, que el ser turista es un trabajo que debería ser remunerado y con vacaciones y aguinaldo pagos. Levantamos peso (valijas, bolsos, bolsas de shopping, libros que llevamos, souvenirs y etcs), dormimos poco, nos arruinamos la salud porque comemos en exceso cosas que no deberíamos, sea por ahorrar o sea porque pasamos por una patisserie. Estudiamos un poco de cartografía para descifrar el mapa de los metros y buses. Hacemos colas de horas para entrar a ver antigüedades y cosas rotas, y como si todo esto fuera poco, nos empobrecemos económicamente porque todo cuesta en euros. ¡Exigimos sindicato ya!
Este año, decidimos tomarnos París con calma y recorrerla sin mapa, porque ya no nos perdemos tanto. La tercera es la vencida. Así que caminamos, y caminamos como nuestro famoso y bienamado Pepinucho Coliflor (N. de la R. ver posteos anteriores para saber la historia de Pepinucho). Aprendimos también a tomarnos los subtes fganceses, que al principio nos parecían chinos, hasta que los entendimos.
Y, nos fuimos a Versailles. Ahí entendés la Revolución Francesa. Dicho lo cuál, pasamos a los quiero.
Quiero el Château ídem, con todos los châteaucitos circundantes. Quiero los jardines para hacer raku, y el lago para bañarme en bolas, total, es tan grande que nadie te ve.
Quiero el salón de los espejos para bailar el minué o lo que se bailara en ésa época, y colgarme de las arañas como Tarzán de las lianas.
Quiero la cintura de María Antonieta, aunque no quiero al Delfín porque parece una Mojarrita. Tampoco quiero la cabeza de María Antonieta.
Quiero un señor que mantenga mi château de Versailles, en la provincia de Buenos Aires aunque sea.
Quiero encontrarme a mí misma en los laberintos del Grand Trianon, y dejar perdidos por ahí a mis otros yos.
Y quiero en un día como hoy en el que perdimos creativos, que deje de morirse gente talentosa, que hay poca, y que partan al limbo desconocido, todos aquellos que sólo hacen de este mundo, un lugar peor.