Quiero una pared infinita donde colgar los recuerdos, ya que en mi cabeza no caben. Son tantos y tan lindos, que debería empapelar la Muralla China y todavía me quedaría corta.
Quiero cinco minutos al día para apagar el switch de mi cerebro y desconectarme del mundo, o que el mundo se desconecte de mí.
Quiero un regalo de Navidad sin Navidad, de cumpleaños sin cumpleaños, porque odio las fiestas recordatorias de que el Mundo es Mundo y que se ha hecho para joder a media humanidad. El Mundo, digo. Las fiestas también.
Quiero un submarino amarillo, no sé muy bien para qué, pero supongo que será para sumergirme en el fondo de mi alma y encontrar si la tengo todavía, o la perdí allá lejos y hace tiempo.
Quiero una casita en Siena, porque el color siena es el de la nostalgia, y quiero ser nostalgiosa porque eso me da un aire de misterio onda Mona Lisa.
Cada vez queremos más a George, yo y mi otro yo. Ella más que yo, porque todavía tiene cierta ingenuidad infantil, que la sigue haciendo un poco más especial que a mí. Yo ya perdí las esperanzas con Clooney, el día que me convertí en traficante de toallas sucias. ¿Qué le digo cuando me ofrezca un Nespresso? Hello, my name is Elizabeth and I only drink decaf cause I need to be awake when my dirty towels arrive because I´m a smuggler?
Quiero ser un retrato de Modigliani para parecer flaca y alta. No importa que tenga una expresión de tristeza constante, porque entre la cara que tengo y esa, saldría favorecida.
Quiero un Planetario para mí sola, con la flecha Jacinta que me vaya mostrando las constelaciones. A lo mejor encuentro entre tanta estrella, la que dicen que corresponde por ser capricorniana, extraterreste, interplanetaria, incomprendida, insoportable e inmensamente hincha pelotas. Creo que se llama: Piquito de Oro, bautizada así por el portero de la calle Ayacucho y Guido en el año 1969.
Quiero ser el Dalai Lama, para no tener problemas conmigo misma, ya que sólo lo tendría con los chinos, que me superan en cantidad. No en masa, porque en eso les gano a todos.
Quiero ser introspectiva, y menos pedigüeña. Aprender a callarme la boca cuando es necesario, y cuando no lo es, también.
Quiero un verano templado, no caluroso, porque el calor es sólo para aquellos que lo disfrutan, y para las que estamos cerca de la menopausia es una tortura.
Quiero el Glaciar Perito Moreno, el Himalaya, los Apeninos, los Pirineos y los Alpes. No quiero los Andes, para no ser comparada con el Libertador General San Martín, porque perdería por no saber andar a caballo.
Quiero un barco con 55 metros de eslora, no sé para qué, porque no sé cuál es la eslora y para qué sirve. Sólo lo quiero porque estoy acostumbrada a querer todo. O a lo mejor para poder decirle a alguien: andáte a la c#@a de la eslora.
Quiero el trabajo de turista, que aún cuando es duro, es más placentero que ser local. Quiero vivir en un eterno viaje de ida, sin vuelta, perderme en el más allá, recorrerlo todo, y si algún día me canso de viajar, saber que en el más acá, no me espera nada más que mi locura.
Quiero cinco minutos al día para apagar el switch de mi cerebro y desconectarme del mundo, o que el mundo se desconecte de mí.
Quiero un regalo de Navidad sin Navidad, de cumpleaños sin cumpleaños, porque odio las fiestas recordatorias de que el Mundo es Mundo y que se ha hecho para joder a media humanidad. El Mundo, digo. Las fiestas también.
Quiero un submarino amarillo, no sé muy bien para qué, pero supongo que será para sumergirme en el fondo de mi alma y encontrar si la tengo todavía, o la perdí allá lejos y hace tiempo.
Quiero una casita en Siena, porque el color siena es el de la nostalgia, y quiero ser nostalgiosa porque eso me da un aire de misterio onda Mona Lisa.
Cada vez queremos más a George, yo y mi otro yo. Ella más que yo, porque todavía tiene cierta ingenuidad infantil, que la sigue haciendo un poco más especial que a mí. Yo ya perdí las esperanzas con Clooney, el día que me convertí en traficante de toallas sucias. ¿Qué le digo cuando me ofrezca un Nespresso? Hello, my name is Elizabeth and I only drink decaf cause I need to be awake when my dirty towels arrive because I´m a smuggler?
Quiero ser un retrato de Modigliani para parecer flaca y alta. No importa que tenga una expresión de tristeza constante, porque entre la cara que tengo y esa, saldría favorecida.
Quiero un Planetario para mí sola, con la flecha Jacinta que me vaya mostrando las constelaciones. A lo mejor encuentro entre tanta estrella, la que dicen que corresponde por ser capricorniana, extraterreste, interplanetaria, incomprendida, insoportable e inmensamente hincha pelotas. Creo que se llama: Piquito de Oro, bautizada así por el portero de la calle Ayacucho y Guido en el año 1969.
Quiero ser el Dalai Lama, para no tener problemas conmigo misma, ya que sólo lo tendría con los chinos, que me superan en cantidad. No en masa, porque en eso les gano a todos.
Quiero ser introspectiva, y menos pedigüeña. Aprender a callarme la boca cuando es necesario, y cuando no lo es, también.
Quiero un verano templado, no caluroso, porque el calor es sólo para aquellos que lo disfrutan, y para las que estamos cerca de la menopausia es una tortura.
Quiero el Glaciar Perito Moreno, el Himalaya, los Apeninos, los Pirineos y los Alpes. No quiero los Andes, para no ser comparada con el Libertador General San Martín, porque perdería por no saber andar a caballo.
Quiero un barco con 55 metros de eslora, no sé para qué, porque no sé cuál es la eslora y para qué sirve. Sólo lo quiero porque estoy acostumbrada a querer todo. O a lo mejor para poder decirle a alguien: andáte a la c#@a de la eslora.
Quiero el trabajo de turista, que aún cuando es duro, es más placentero que ser local. Quiero vivir en un eterno viaje de ida, sin vuelta, perderme en el más allá, recorrerlo todo, y si algún día me canso de viajar, saber que en el más acá, no me espera nada más que mi locura.