martes, 24 de marzo de 2020

Día 5, virus attack


Finalmente ayer, decidimos que era hora de salir a hacer unas compras.O nos mata el coronavirus, o la abstinencia por comer algo rico. Pero no salimos solo por eso, compramos lo necesario para no tener que volver a bajar, al menos hasta que se nos termine la medicación. Rivotril para todos debería ser el lema de este gobierno.
Fuimos al supermercado de la otra cuadra, en el que dejan entrar sólo de a tres personas.
Como el protocolo lo indica, llevamos nuestras propias bolsas, no tocamos un changuito ni por putas, y metimos todo ahí. Volvimos raudamente a nuestro hogar como si nos estuviera persiguiendo el lobo de Caperucita y ahí empezó el panic attack.
¿Qué hacemos primero? ¿Nos sacamos la ropa o limpiamos los productos?
Hicimos todo junto. Tiramos la ropa adentro del lavarropas, los productos en la pileta, y agarramos en rociador con agua y lavandina y empezamos a frotar todo. Luego por las dudas, le pasamos alcohol, y todo, todo, lo sacamos de sus envases y lo colocamos en frascos. Después nos lavamos las manos veinte veces, limpiamos el piso y las mesadas, y por último nos dimos una ducha, y casi que nos lavamos los intestinos por dentro.
 Transpiramos como chanchos en Navidad, pero ahora estamos surtidas de milanesas, galletitas, detergente, jabón para la ropa y limpiadores varios para pisos y cocina.
Cabe aclarar, que después de todo ese trabajo, no quisimos comer nada, por si las moscas que hubiera quedado algún virus por ahí. No por nada te somos fóbicas y venimos pagando un terapeuta hace siglos.
Mañana tenemos terapia online, y seguramente por las dudas, desinfectaremos la pantalla.
La cuarentena tiene sus cosas positivas. Ya bajamos un kilo y medio, porque estamos racionando la comida con tal de no tener que volver a pasar por lo de ayer.
Hoy, día cinco de la cuarentena, nos levantamos, que ya es mucho decir.