Acá estamos. Mientras asistimos al concierto de perros ladradores, que nos brindan su ópera prima a las 21 hs exactamente todas las noches, queríamos contarles como andábamos.
Excelente, para qué mentirles. Tenemos un taller, que sería el soñado si no tuviésemos que pagar alquiler y el aire acondicionado anduviera.
Excelente, para qué mentirles. Tenemos un taller, que sería el soñado si no tuviésemos que pagar alquiler y el aire acondicionado anduviera.
Vivimos frente al mar presenciando todos los días unos atardeceres maravillosos. Salimos a caminar por una ciudad semi desértica, lo cuál nos confirma que vivimos 54 años en el país equivocado.
No está demás comentarles, sin ningún tipo de pudor, que si pudiésemos, echaríamos a los pocos habitantes de Punta del Este, para tenerla para nosotras solas. Somos dos, yo y mi otro yo...quién necesita más...¿no?
No está demás comentarles, sin ningún tipo de pudor, que si pudiésemos, echaríamos a los pocos habitantes de Punta del Este, para tenerla para nosotras solas. Somos dos, yo y mi otro yo...quién necesita más...¿no?
Habitamos un edificio de alrededor de 102 departamentos, ocupado en estos momentos al 10% con suerte. Solas en nuestro piso 14...¿qué más se puede pedir?
Bueno...se puede pedir que el pendejo pelotudo que sale a las 12 de la noche a andar en patineta por una avenida desierta, se deje de joder y se meta la patineta en el orto.
Hoy lo vimos en la calle. Cómo lo reconocimos se preguntarán.
Por la patineta obviamente. Acá todos caminan con una tabla de surf debajo del brazo, cuál periódico matutino. Menos el mamerto este, al que le calculamos unos casi 30. De pendejo, nada.
Ya que estamos en tren de quejas, para no perder la costumbre, nos seguimos quejando del enamoramiento de los charrúas por los caños de escape. Todavía no decidimos si preferimos los colectivos de Juramento o las motos de Av. Salazar. Bueno, ninguna de las dos para ser honestas. En cualquier momento le escribimos a nuestro presidente don Lacalle Pou para que reglamente este mal uruguayo. Podrían ponerlos en cuarentena...o confiscarles las motos...no sé, tiramos ideas...
Sí, leíste bien. Nuestro presidente. Porque Alberto no es más nuestro presidente. Ya te somos locales, pero sin mate. Luis ya nos dio la vacuna, cosa que Alberto no tiene idea cuándo.
No te extrañamos nada ni a nadie, sin ánimo de ofender. Menos que menos a Alberto.
Llegamos a la conclusión de que nuestra fantasía de vivir en una isla desierta con insumos cerámicos, supermercado y farmacia, todo libre de impuestos, no es tan errónea. Podríamos tranquilamente vivir solas de toda soledad. Ni a Wilson necesitaríamos.
S.O.S hay gente.