jueves, 8 de septiembre de 2016

De Portugal al Everest

Nuestra primera impresión de Portugal fue: la amamos, el hotel tiene bidé. No podemos entender los países que no tienen ése accesorio en el baño. fundamental para la vida.
Empezamos bien.
Así como en Israel no parábamos de mirar a la gente y pensar, son todos judíos, en este país, no dejamos de decir cerámica, cerámica, cerámica. Hacia dónde miremos hay azulejos. Esos que acá observamos con admiración, y en casa de la abuela le decíamos, sacá esa porquería que ya está vieja.
Pero no por nada crecemos y aprendemos a amar las antigüedades. Bueno, por ahora, los objetos antiguos, porque las antigüedades de carne y hueso todavía no nos gustan. Nos hemos dado cuenta que cada vez miramos tipos más pendejos. Y los miramos con nostalgia pensando ¡quién tuviera edad! Porque si a una conclusión (temprana) hemos llegado en este viaje, es que los turistas están catalogados en dos tipos. Los Under Fifty y los Over Fifty. O sea, la generación 3.0 y la 6.0. La 5.0 anda escaseando, o vienen con una 2.0.
Ya volveremos al tema.
Retomemos Lisboa. Un hotel inmejorable desde todo punto de vista. Ubicación, atención, comodidad, detalles....Tantos detalles tenía el baño, jabones, cremas, gorras, necessaire, toallas para todas las partes del cuerpo, anche la que estás pensando, pantuflas, abanico de cortesía, que cuando encontramos la esponja, pensamos, ¡qué grosos los de este hotel!¡Te ponen esponja y todo!
Así que procedimos a bañarnos muy contentas, para salir de la bañera, ponernos los anteojos y darnos cuenta que nos habíamos enjabonado todo el cuerpo con la esponja para lustrar zapatos. ¿Pero quién nos quita lo bailado, eh?
Lisboa es bellísima. Un poco sucia, pero bella. Los portugueses son muy amables e hicimos un descubrimiento. Veníamos sabidas de que el portugués de Portugal no se parecía ni remotamente al portugués de Brasil. Pero, hete aquí que lo que descubrimos es porqué Portugal se llama así. Es la combinación de portugués y gallego. Portu-Gal. Si prestan atención, se darán cuenta que tenemos razón, que todos hablan un mejunje de gallego y portugués.
Nosotras notamos que nuestro lenguaje mutó. Ya no hablamos ni castellano ni portuñol. Nuestras frases se conforman de la siguiente manera: Bom día, ehhh, usted falha español?¿ inglés? Sta bom, ninguein. So, I need to sacar un billete para el comboio. ¿Cuándo sale? Y de dove? Merci ,gracias y moito brigada. Se dici obrigado u obrigada? Ahhh, según si son mujer u homen. Non capisco nada....
Estamos olvidando el castellano y nos preocupa. Somos como una especie de camaleón. Nos mimetizamos con el local y el extranjero.
Si pensábamos que Buenos Aires era la capital mundial de bares y restaurantes por cm2, no seores, en Lisboa, tenés uno al lado del otro y en dúplex. Y má que bife de chorizo ni bife de chorizo! Vivan las gambas al ajillo, el bacalao al forno y el pastel de belém! Después de haber visitado el oceanario y concientizarnos de la desicticolización de los mares, nos dio un poco de cosita morfarnos unos bichos de mar , pero el veganismo se nos pasó cuando nos trajeron los platos.
Si un consejo tenemos para darles a los que quieran visitar este hermoso país, es, vengan antes de cumplir 50. Acá todo es cuesta arriba literalmente. Y si ya los pasaron, traigan bastones.
Así como en casa, nos peleábamos con los vecinos conservacionistas del empedrado de Belgrano, acá no decimos ni mu.
Cargadas como mulas, llegamos a Sintra. Un lugar de ensueño. Es una mezcla de Colonia del Sacramento y Salzburgo, pero de acá. No debe tener más de 10 km2, con toda la furia. Pero esos 10 km son toditos para arriba. Si te gusta hacer step, este es tu lugar.  Subimos a la Quinta da Regaleira, al Castelho dos Mouros y al Palacio da Pena. Todos bellísimos. Unos jardines impresionantes, unas vistas de locura, pero se quedaron con nuestros pulmones.
Subimos a lo mas alto de la Quinta da Regaleira, nos trepamos a las murallas del castelho dos mouros, del que casi volamos al precipicio, por el viento que había, y por último, nos fuimos a visitar el Palacio da Pena, al que llegamos en bondi. Nos dejaron en la entrada y nos ofrecían subir en un pequeño tranvía. ¿Qué? dijimos nosotras. Ni en pedo. ¡Ya llegamos hasta acá entrenadas! Si la señora OF (over fifty) está subiendo, ¿cómo no vamos a subir nosotras? Son 525 metros nada más hasta la puerta del palacio...Lo que nadie te avisa, es que esos 525 mts son a lo que al Everest 2800 mts.
A medida que íbamos subiendo, veíamos a los UF (under fifty) resoplar, a los OF pedir que los maten, y nosotras llegamos apunadas y con tubo de oxígeno en mano. Eso es hasta la puerta. Todavía nos faltaba subir al castillo!! Resistimos estoicas y lo hicimos...pero hablar, recién pudimos hacerlo a los 20 minutos.
Suponíamos que en este viaje íbamos a bajar de peso...nop...subís, comés, bajás, comés, caminás, comés, y no comés minetras dormís, pero soñás con mariscos.
Ya mañana partimos para Porto, donde no sabemos si también tendremos que escalar montañas hasta para ir al baño, pero lo que sí sabemos es que no nos pondremos en pedo, porque el Oporto no nos gusta.