miércoles, 2 de diciembre de 2015

Black Friday o Black Frida

Bye, bye New York, aló Presidente. Porque Miami es Venezuela, Brasil, México, Puelto Lico, Honduras, Cuba y Argentina. Es la nueva República Bananera made in USA. Bueno, nueva, lo que se dice nueva, no es. Sí es la nueva Moscú. Mucho ruso y no de los nuestros. Estos son rusos posta. Vienen llenos de rublos mal habidos (dice la prejuiciosa). No te hablan una palabra en inglés, pero coparon la parada. Playa, bares, restaurantes, beach resorts, Louis Vuitton, etc. Los distinguís porque son blancos, blaaaancos. Como los que Luisito D´Elía odiaría.
Y entre medio de todos ellos, nosotras. Frida que cuaja bien con los rusos porque es blanca siberiana, y nosotras, que no combinamos con nada. Ni con las cortinas.
Tras una maravillosa, pero agotadora estadía en Nueva York, Miami se suponía iba a ser el paraíso del descanso. Niet. Hete aquí que niet.
Ocho días ocho de lluvia y viento. ¡Queremos nuestra plata de vuelta! ¡Devuélvanos Miami como lo conocíamos! El cambio climático no solo trajo a los rusos, también mucha lluvia.
Por ende, nuestros días transcurrieron entre el bondi y el shopping. O sea, del hotel al bondi, del bondi al shopping, de shopping al bondi, del bondi al hotel.
Bueno, también festejamos, como dice Frida, el Día del Pavo o Thanksgiving. Pero el mayor festejo fue el famoso Black Friday, que para nosotras, fue black monday, tuesday, wednesday, thursday y friday. Todo rebajado. ¿Cuánto querés? ¿El 50%?¿El 75% de rebaja? Era el deme dos de los argentinos en Miami del año 77. La gloria. Con decirte que hasta nos compramos zapatillas...ZA-PA-TI-LLAS.¿Para qué carajo queremos nosotras ese calzado inútil? Pero estaban baratas, y nosotras la palabra descuento la llevamos en la sangre. Y ni te cuento Frida. Labura en el Once, así que está acostumbrada a que le regateen, y tenía que poner en práctica lo que aprendió durante todos estos años en el Eleven.
Lo divertido era vernos todas las noches, pesando las valijas a ver si no nos habíamos pasado de peso en el equipaje. Creo que si no sacamos músculo, es porque definitivamente no tenemos. También entendimos porqué Frida no engorda como nosotras. Ella es experta en esos menesteres. Se la ve acostumbrada. Está para los próximos Juegos Olímpicos. Si se inventara la categoría, Frida traería la medalla de oro en Levantamiento de Valijas.
Buena compañera de viaje. Ya la estoy extrañando.
Como nos quedaba un día sandwich, decidimos venirnos a Cayo Hueso, o Key West. Madrugón a las 5 de la matina, salida a las 6 a.m. Cinco horas de viaje para llegar a Villa Gesell. Porque esto es Villa Gesell. Mucho hippie, mucha barba, mucho alcohol, mucho negocio de artesanías. La diferencia es que acá no hay gente joven. Son mayorcitos. Digamos...todos los que sobraron de Woodstock y no pudieron volver porque el porro no los dejaba orientarse, cayeron acá en Cayo Hueso.
Otra particularidad de Key West. Los gallos andan sueltos por la calle. Deben ser sagrados como las vacas en la India. Mañana averiguaremos.
Así y todo como nos quejamos, ya encontramos el reemplazo de Shorsh. El barman del puerto. Sólo por él nos quedaríamos a vivir acá. No tenía pinta de hippie y nos hizo un daikiri sin alcohol. Era asqueroso pero no nos importó nada, porque Shorsh II, así lo bautizamos, nos sonrió y nos habló!!
Tenía anillo de casamiento, pero siempre puede enviudar. No perdamos las esperanzas.
Y acá estamos, añorando Juramento, nuestra cama, el ruido de los bondis, los putos partidos en River...mientras disfrutamos del paraíso perdido en el tiempo, porque a nosotras no hay poronga que nos venga bien.