martes, 18 de junio de 2013

Talento se busca

Llamado a la sociedad en general. Se busca talento perdido en algún momento del año. Quien tenga datos sobre su paradero, por favor acercarlos a la dependencia psiquiátrica más cercana a mi domicilio, o a cualquiera....a esta altura voy hasta Turkmenistán de rodillas si alguien logra encontrarlo.
De ser posible, contactarse primero con mi psiquiatra, no sea cuestión que de la impresión, no lo reconozca. Hace tanto que no lo veo, que dudo poder sentir que me pertenece.
También se solicita a las almas caritativas que lo encuentren, que por favor lo cuiden y estimulen. De nada sirve si me devuelven el talento en malas condiciones.
Aprovechando este espacio cedido por el momento de lucidez, el único del día, continuamos con los llamados a la solidaridad. Hace dos segundos, al escribir, se ha acabado la misma (la lucidez, se entiende), con lo cuál, se ruega encarecidamente, a quién le sobre un poco, que la comparta.Sé que es un producto caro en estos tiempos que corren, pero estoy dispuesta a pagar en moneda extranjera de Exranjia. Por el momento, todas las monedas conocidas como dólares, euros, libras, francos suizos, reales, pesos uruguayos, han sido suplantadas por papelitos de colores con la cara de Evita, que no sirven mucho, ni siquiera como valor artístico. Pero es lo que hay.
También se reitera un pedido diario. Paciencia. Ya no recuerdo qué era, y si alguien tuviese la amabilidad de conseguirme aunque más no sea un poquito, será bien recompensado. Recompensado con Alplax, Foxetin, Rivotril y pastillitas de colores, que ya no me causan el efecto deseado. Son como los Evita de 100, muchos colores, poca eficacia y menor duración.
Seguimos con los pedidos, porque una vez que empecé, para qué parar?
Se necesita con suma urgencia, inyectarme una dosis de tolerancia ante la estupidez humana, un oído selectivo para filtrar lo que no quiero escuchar, ojos condescendientes para mirar la vida con un poco más de indulgencia, y juicio para no enloquecer ante los hechos cotidianos.
En la tolerancia hacia la estupidez, el pedido incluye a mi pobre psiquiatra, que a veces me pregunto cómo todavía se mantiene cuerdo tras una sesión conmigo.