martes, 16 de julio de 2013

Expresión corporal y no con Beatriz Ferrari

Las apuestas daban 30 a 1 que lo que me había picado era una araña y no...a mi cuerpo se le dió por expresarse y gritó HERPES!!
¿No tenía otra manera de manifestarse? Mi cuerpo y yo, siempre fuimos muy cuidadosos de nuestra intimidad, con lo cuál, cualquier síntoma de emoción, siempre fue bien reprimido.
¿Quién le pidió ahora que sea tan emotivo y sentimental? Se me rebela el cuerpo? Se une al movimiento nacional y popular que necesita ser oído y clama por atención? Nadie le explicó a mi humanidad que estamos en contra de los piquetes, y en especial piquetes en la espalda porque somos de los que creemos en el derecho de expresarse sin joder al semejante? Qué necesidad tiene el mundo entero de escuchar a mi cuerpo quejarse por exceso de stress post operatorio?¿Y cómo es que un herpes llega a la espalda? Pero más importante aún, cómo cuernos voy a hacer para ponerme la pomada en esa parte?. Porque a mi no me salen en cualquier lado...No señores, el hijo de una mala madre, decidió ubicarse en el lugar más incómodo para alguien que tiene brazos de 25 cm como yo. Posición exacta: debajo del omóplato, tirando para el lado de la columna. O sea, no hay por dónde entrarle. Si voy por arriba sólo llego a ponerme un puntito de crema. Si voy por el costado, me traban las lolas y la panza. En todo vano intento por untarme el ungüento, termino enredada en mi propio cuerpo, como Carlitos Nuñez Cortez, de Les Luthiers, en Canción para Moverse.
Es ahí, en ése mismísimo instante ,en la que una desearía haber nacido contorsionista china, o como mínimo hija de los acróbatas del Circo Tihany.
Se ve que debo tener el sentido premonitorio en alerta, porque no hace mucho, pensaba en que debería reinventar el famoso rascador de espalda, en su versión pasador de cremas varias para solos y solas. El artefacto se compondría por un palo no muy grueso, en diferentes largos, sea para seres con brazos cortos, medianos y largos, o en su defecto con el dorso desproporcionado para dichos miembros.
Obviamente contaría con una mano generosamente grande y abierta, y lo que se me complicaba un poco, era definir el material. Sería silicona? Cuero sintético? Imposible misión, la crema no penetra, con perdón de la palabra. Tela? Toalla? Tampoco, porque antes que te la puedas pasar, ya se absorbió. ¿Entonces? Sólo queda que sea una mano con piel de verdad. Viva en lo posible, porque muertita me impresiona un poco y además estaría un tanto fría.
Todo esto, que evidentemente mi cuerpo entendió antes que yo, es para decirme a mí misma y a quién quiera escucharlo, que se necesita con urgencia, mano ni blanda ni dura, preferentemente masculina, que ya haya tenido varicela, con natural disposición para el pasaje de crema corporal, caricia y masaje.
No es un pedido mío, sino de mi cuerpo. A pesar de llevarnos muy bien, somos seres completamente independientes como se ve. Elizabeth jamás hubiese elegido el método herpético para expresarse, pero parece que este cuerpito de Dios así lo prefiere.