sábado, 11 de enero de 2014

48, il morto chi parla

Ya transitando el último día de mis 47 años siento, como siempre y en todos los aspectos de mi vida, una gran ambivalencia. O sea, nada nuevo.
Siendo desprendida como creo que soy, no entiendo porqué me cuesta tanto despegarme de los 47. ¿Qué? ¿Le tomé cariño de golpe al número impar? Si durante toda mi existencia tuve la certeza de que los impares eran de mala suerte, cosa que comprobé este 2013, ¿resulta que ahora los amo y me niego a dejarlos partir? ¿Me habré vuelto una idishe mame, que me cuesta tanto largar a los añitos a que hagan su vida, no sea cosa que después tenga el síndrome del nido vacío? Oy vey! ¿Fueron años de sangre, sudor y lágrimas, para verlos crecer a lo largo y más a lo ancho, para ahora, así como así, decirles adiós? ¡No, no y no! ¡No quiero! ¡No quiero crecer más!
Habíamos hecho un pacto. ¿Era con Dios o el Diablo? No me acuerdo, pero no importa. Yo me comprometía a ser una inmadura toda mi vida, si a cambio me estancaba en los 40 redondos. ¿Para qué sigo cumpliendo con mi parte, si ellos hace 7 que no cumplen con la suya? ¿De quién es la culpa? ¿Del chancho o del que le da de comer? No pregunten quién es el chancho…
El día que cumplí 40, una amiga me dijo: vas a ver que ahora, estás más allá del bien y del mal, te cagás en todo. Y tenía razón. Con la pequeña diferencia, que no me dijo, que cuando llegás a los 48, te cagás, pero encima.
48, il morto chi parla.  ¿Será que es lo mismo que estar muerto pero vivo? Digamos, seguís respirando pero es como si no existieras.
Los niños te miran con cara de susto cuando les hablás, porque te ven grande. Para los pendejos sos una vieja chota, porque ya ni entrás en la categoría de me cogí una veterana. Veterana sos a los 33.
A los 40 sos mayor y te miran los de 60, y vos como eso todavía te parece algo exótico, salís.
A los 48 (no me jodan, es lo mismo que 50) te piropean los de 75 para arriba, si es que no se les caen los dientes al abrir la boca. Uno de tu edad, es una utopía. O están casados, o están con esas trolas de 30. Sí, porque cuando estás llegando a los 50, las de 30 pasan a ser el enemigo número uno.¡Otra que la celulitis! La celulitis es tu mejor amiga al lado de una mina de treinta y pico.
Así como cuando éramos pendejas íbamos de levante a los boliches, y agarrábamos muchas veces, lo que otras dejaban suelto, entre los 60 y los 70, iré a la puerta de los cementerios a levantar viudos, si es que no están seniles o cerca del arpa. Dientes seguro que no tendrán, y es muy probable que yo ya no tenga ni ganas de tocar ni de que me toquen, con lo cuál, parece que ahí está mi oportunidad de encontrar la llave de la felicidad, o del mausoleo.
Sex and the City y la puta que te parió! ¡Y lo mismo para vos, Comer, rezar, amar!
¡He recorrido el mundo entero y nada! ¡Sólo comer!
Cualquiera podría decir que soy una resentida. No señores, no estoy resentida, cumplo 48 años en 24 horas y en todo caso, estoy deprimida. Pero resentida, jamás. Las capricornianas no nos resentimos nunca, nacimos de mal humor, nada más.
En pocas horas más voy a festejar que me convertiré en una vieja solterona, sin hijos, sin marido, sin pareja, sin actividad aparente, ni física ni neuronal, sin candidato a la vista y sin vista.
Esos que te felicitan y te dicen, ¡qué bien!¡Estás en la mitad de tu vida! NO, no estoy en la mitad de mi vida, porque dudo mucho llegar a los 96, antes me suicido. Imaginate si a los 48 soy así, lo que puedo llegar a ser con más de 90. El Guasón plastificado, con el cuerpo de María Martha Serra Lima y la ironía de mi zeide Salomón. ¡Dios no les permita cruzarse en mi camino!
Y si siempre pido porque sí, hoy voy a pedir tres deseos porque es mi cumpleaños.
Quiero tener 40.
Quiero tener 30.
Y quiero a George Clooney envuelto para regalo con una Nespresso bajo el brazo.