Hello world! Hola mundo!
Llevamos en los Iunaited Steits algo así como 13 días y la venimos pasando bomba. Bueno, bomba no es una palabra adecuada en este país, porque con solo mencionarla podemos terminar presas.
Llegamos a JFK, que insistimos en aclarar, no es CFK, más quisiera ella, después de la alerta roja al pedo, y tanto el de migraciones como el señor de la salida, deben haber olido, cual perros antinarcóticos, la cantidad de Rivotril que llevábamos en sangre, que ambos dos nos hicieron un cuestionario extensísimo sobre porqué, cuándo, cuánto, cómo y dónde estaríamos en el país. Faltó nomás que nos hicieran un ADN rectal.
Habíamos reservado un traslado al hotel, que tras una hora de espera, nos dimos cuenta que nos dejaría plantadas, así que los llamamos, los puteamos en inglés y logramos que nos devolvieran la guita. ¡¡¡Esta es la nueva Soysola!!! ¡Desde que sacamos el registro de conducir que se agrandó Chacarita!
La cuestión ahora era cómo llegar a Manhattan sin que nos rompieran el tujes.
Por suerte, no éramos las únicas en la misma situación así que unimos fuerzas con una chica llamada Leila, y enfilamos a la zona de taxis.
¿ Jau mach por llevarnos a la Big Apple? le preguntamos a un hindú , al que bautizamos Raj.
Fifty four, 54, nos dice. Y Jau mach por repartirnos en dos hoteles diferentes?, le preguntamos.
Ten, 10, more, nos responde. Guat???? , le decimos nosotras? Es mucho, macho!
Hacenos un descuento hermano, somos dos chicas sueltas en Yanquiland.
¿Discount? No discount Soysola, acá no hay discount que valga porque es tarifa fija, estás en New York baby. Esto no es Aryentain y la mafia de los taxis de Ezeiza! Y ahí nos dimos cuenta que además de Maradona y Messi, teníamos otras virtudes por las cuales ser conocidos en el mundo…
Leila resultó una divina que comercializa fajas reductoras.¡Habernos conocido antes! Mientras nosotros charlábamos, Raj nos seguía sacando cuentas. Ma’am, terti seven cada una, nos decía, entre tanto nosotras intercambiábamos tarjetas.
Está todo ok Raj, relajá y seguí manejando. El indio insistía, terti seven, no too much.
Okey Raj, córtala que si no nos bajamos y el seven te va a quedar terti!
Llegamos cada una a su destino, compromiso mediante de seguirnos en redes.
New York acusó recibo de la pandemia y la inflación. La de ellos y la nuestra. Mucho negocio cerrado, mucha mugre, mucho homeless.
En el 2019 cada dos pasos oías hablar en porteño, en cordobés y te podría decir que hasta en salteño y santacruceño.
Hoy, poca gente en los negocios, mucha en la calle. Mucho italiano, español, brasileño, americano y canadiense, los chinos y los rusos no vinieron por razones obvias, pero sudacas como nosotros, pocos.
Soysola, vos no entendiste nada! Nuestra economía está creciendo tanto, que la gente prefiere hacer turismo interno y seguir apostando al país! Discúlpanos Alberto por la ignorancia…
Dejamos New York por el momento, y enfilamos a lo que vinimos a hacer. Ir a un casamiento.
Tren a Northampton, varadas una hora y media en Springfield, todavía no supimos porqué, ya que el señor encargado de dar las noticias por altavoz, hablaba un inglés desconocido para nosotras, y seguramente para Miss Annie que nos enseñó, también.
Llegamos al hotel, de estilo señorial del siglo pasado, una habitación enorme, pero cuando nos asomamos al baño, descubrimos que el inodoro estaba encajonado entre dos paredes. Medimos el ancho y temimos no entrar…Lo logramos… pero te la regalo cuando tengas que limpiarte el upite. Ahí te quiero ver! Desde el mismísimo momento en que lo intentamos, el sanitario pasó a denominarse: inodoro ataúd. ¿Será que algún pariente de Drácula fue el diseñador?
Ni que hablar que el yanqui cree que el bidet es un bebedero ridículamente puesto en un baño.
Mañana partimos hacia Boston en donde ya hicimos una investigación sobre dónde está ubicado el trono en nuestro próximo alojamiento. Todo ok.
Manhattan=1 Soysola=1
Northampton =10, Inodoro=0,
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