No quiero superhéroes llamados Batman o Robin disfrazados de murciélagos, porque los murcis te pegan enfermedades como la rabia, y tenés ganas de matarlos. Ni un Superman de acero, porque la gente de acero será muy fuerte, pero el corazón debe ser del mismo material. Eso de que por fuera es indestructible y por dentro blando como un flan, no está probado por la Unión de Obreros Metalúrgicos, ni tiene el sello IRAM. Tampoco un Guasón que se nos cague de risa en la cara, ni un Hombre Araña que larga telarañas por todos lados. Las telarañas te atrapan, o sea Spiderman es un psicópata que necesita que la presa caiga en su trampa. Además no estamos andando con un plumero todo el día, para limpiar ese tipo de porquerías.
Menos que menos un Increíble Hulk que anda con un humor de perros , y te trae la ropa para zurcir.
Quiero una Fundación de Lucha contra el mal de Amores, y encontrar la cura, para ganar el Premio Nobel de Química Orgánica aplicada al desasosiego amoroso.
Quiero un hombre de carne y hueso, con más carne que hueso, dada mi circunstancia extracorpórea llamada adiposidad sobrante.
Quiero un candado para mi boca, entre otras cosas, para no comer porquerías todo el día, y de paso si me sirve, para no hablar boludeces. Cumpliría con dos funciones fundamentales en la vida de cualquier ser humano que me rodee. No putearme cuando como lo que no corresponde, y no escuchar la cantidad de gansadas que digo por segundo cósmico.
Quiero ser más sofisticada que simple. Para simple ya soy bastante complicada.
Quiero alguien que me vea como Don Quijote a Dulcinea, y no siempre encontrarme con los Sancho Panzas montados en un burro, que siguen a un loco que lucha contra molinos de viento. Eso denota falta de seso o exceso de altruismo al pedo.
Quiero un romántico empedernido, no un meloso que empalague. Si llegaras a cruzarte con éste último, primero tomarse un Omeprazol y luego espantarlo, acercándole un panal de abejas. Eso debería hacerlo huir al menos por unos años.
Quiero derretirme con el pincel de Dalí, y no con la humedad de Buenos Aires. Se necesita un papel secante gigante en esta ciudad, para absorber los efluvios corporales de la gente y del asfalto.
Quiero vivir la muerte como se vive la vida, de manera inconsciente. La conciencia no te hace más feliz.
Quiero ir y volver, volver e ir, quedarme un rato, o ratearme para siempre. Quiero el libre albedrío de hacer con la vida lo que te plazca, sin joder al prójimo que no te hizo nada. Al que te hizo, jodámoslo. De jodida nomás que soy.
Quiero un rato para mí , apagar la luz de mi cerebro, y quedarme a oscuras dentro mío y pensar en cómo liberarme del ser extraño que vive en mi interior.
Quiero el gualicho para el amor, y enamorarme de mí misma, que parece es la receta adecuada, para lograr la felicidad.
En definitiva, todo se reduce siempre a lo mismo: quiero un George Clooney que me traiga un Nespresso vestido de Armani todo el día, para poder mirarlo, y decirle a las otras, miralo y no lo toques.
Menos que menos un Increíble Hulk que anda con un humor de perros , y te trae la ropa para zurcir.
Quiero una Fundación de Lucha contra el mal de Amores, y encontrar la cura, para ganar el Premio Nobel de Química Orgánica aplicada al desasosiego amoroso.
Quiero un hombre de carne y hueso, con más carne que hueso, dada mi circunstancia extracorpórea llamada adiposidad sobrante.
Quiero un candado para mi boca, entre otras cosas, para no comer porquerías todo el día, y de paso si me sirve, para no hablar boludeces. Cumpliría con dos funciones fundamentales en la vida de cualquier ser humano que me rodee. No putearme cuando como lo que no corresponde, y no escuchar la cantidad de gansadas que digo por segundo cósmico.
Quiero ser más sofisticada que simple. Para simple ya soy bastante complicada.
Quiero alguien que me vea como Don Quijote a Dulcinea, y no siempre encontrarme con los Sancho Panzas montados en un burro, que siguen a un loco que lucha contra molinos de viento. Eso denota falta de seso o exceso de altruismo al pedo.
Quiero un romántico empedernido, no un meloso que empalague. Si llegaras a cruzarte con éste último, primero tomarse un Omeprazol y luego espantarlo, acercándole un panal de abejas. Eso debería hacerlo huir al menos por unos años.
Quiero derretirme con el pincel de Dalí, y no con la humedad de Buenos Aires. Se necesita un papel secante gigante en esta ciudad, para absorber los efluvios corporales de la gente y del asfalto.
Quiero vivir la muerte como se vive la vida, de manera inconsciente. La conciencia no te hace más feliz.
Quiero ir y volver, volver e ir, quedarme un rato, o ratearme para siempre. Quiero el libre albedrío de hacer con la vida lo que te plazca, sin joder al prójimo que no te hizo nada. Al que te hizo, jodámoslo. De jodida nomás que soy.
Quiero un rato para mí , apagar la luz de mi cerebro, y quedarme a oscuras dentro mío y pensar en cómo liberarme del ser extraño que vive en mi interior.
Quiero el gualicho para el amor, y enamorarme de mí misma, que parece es la receta adecuada, para lograr la felicidad.
En definitiva, todo se reduce siempre a lo mismo: quiero un George Clooney que me traiga un Nespresso vestido de Armani todo el día, para poder mirarlo, y decirle a las otras, miralo y no lo toques.