Y llega otra vez, mi otro yo, esta vez para instalarse, por un trimestre por lo menos. Aparece cuando menos la necesito, o podría decirse, que no la necesito a menos que aparezca. Seamos honestas, viene cuando creo que no quiero, y se queda hasta que se le da la gana. Nunca la echo, porque soy muy educada. Si tengo visita, aunque inesperada, yo la recibo con cara de tujes, pero la recibo igual. Así me enseñaron generaciones y generaciones de madres, abuelas, tías y tías abuelas judías.
Le pongo una sonrisa impuesta, le doy una palmadita en la espalda, y por más sutilezas que tenga, no logro que se vaya hasta que se le cante. Le doy unos knishes, un tei mit limene, y si me sobró leicaj de miel, se lo ofrezco con la excusa de que endulza la vida.
Calculo que su inteligencia, la de mi otro yo, se entiende, debe estar un poco por encima de la mía, ya que intuyo, aparece en momentos cruciales de mi vida, como por ejemplo, fin de año.
¿Quién le dijo al mundo, que toda la humanidad es feliz con la llegada de la Navidad, Hannuka , Año Nuevo y mi cumpleaños?
No festejo el nacimiento de Jesús, porque sería una dicotomía, que si los judíos lo matamos, festejemos que nació. Soy retorcida pero no tanto. Podría, digamos, festejar la muerte de un ex cuñado, por ejemplo, pero no la de Jesús que no me hizo nada. Eso habla bien de mí y de mi otro yo, porque en algún punto de nuestra locura, tenemos cierta coherencia.
Todo muy lindo, todo muy bien, pero, ¿por qué debo festejar que tengo un año más de vida, cuando en realidad, cada año que pasa, tengo uno menos? No soy Benjamin Button que cumple al revés.
A mi no me cae bien estar por cumplir 48 años, y a mi otro yo, ni les cuento. La gente te llama y te saluda, como si te quisiera, cosa que si analizás detenidamente, no es verdad.
Decime vos, reverendo hdp, qué corno me llamás para desearme un feliz cumpleaños, si lo único que está pasando acá, es que cumplo más y vivo menos? ¿O desde cuándo cumplir años te hace más jóven? Ni que hablar, cuando te recuerdan que ya pasaste la "mitad de tu vida".¡Ah,sí! ¡Qué felicidad! ¡Ahora en vez de quedarme por delante treinta años, me quedan veintinueve! ¡Festejemos! Eaeapepe!!
La tasa de suicidios sube en cada festejo de fin de año. No voy a ponerme en Jim Jones, pero la verdad es que nadie se suicidó porque yo cumplo años, salvo mi anterior otro yo. Este que vino a visitarme, es nuevo.
Así que el quiero de hoy, vendría a ser una cosa por el estilo: Quiero quedarme en los cuarenta y ocho, ni uno más ni uno menos. El cuarenta y siete, será de ahora en más, mi número de la mala suerte.
Quiero un calendario juliano, azteca, maya, lunar o cualquiera que no sea el gregoriano.
Quiero un febrero con 32 días en vez de 28 o 29, porque eso te alarga la vida y trae suerte, según Mirta Legrand.
Quiero lo que siempre quiero y después no. Quiero un Judas que me niegue tres veces, y se venda por un puñado de dinares. Los dinares no se devaluaron como el peso, por ende, seguiré valiendo mi peso en oro, y es algo que le conviene mucho a quien vaya a venderme. Todos los días subo, como dicho metal.
Quiero un Mundo Marino que me acepte como soy, mitad sirena, mitad ballena. Ustedes armen el rompecabezas y decidan qué parte quieren arriba, y cuál abajo. Yo sugeriría que la de sirena me la dejen arriba, porque en la cabeza de la ballena, no sabemos bien dónde están los ojos, y mis ojos, dicen, son lo más lindo que tengo.
Quiero ser Penélope tejiendo y destejiendo, esperando a mi Ulises que tiene la cara de George Clooney. No me importa que venga ciego, encadenado o medio muerto, mientras sea George.
Quiero que me retiren la orden de restricción para hablar, mencionar, o acercarme al señor Clooney, porque mi otro yo se está volviendo loca y no sé cómo controlarla. A lo mejor con un Nespresso la calmamos. Descafeinado s´il vous plait.
Quiero mi isla propia, con palmeras sin cocos, arenas blancas y mar azul, sin Christian Castro, y de paso sin Fidel ni su hermano.
Quiero llegar al fin del mundo, mirar un ratito, y volver caminando despacio, porque nadie me apura.
Quiero la felicidad en frasquitos con gotero, para ir dosificandola de a poco, y no tener que internarme después por una sobredosis, porque para eso todavía no encontraron la cura. Encontraron la lo-cura.
Quiero esta locura que tengo, que no la entiendo, pero que me acompaña como fiel seguidora, a todos lados, sin cuestionarme, sin juzgarme y fundamentalmente, dejándome ser.
Le pongo una sonrisa impuesta, le doy una palmadita en la espalda, y por más sutilezas que tenga, no logro que se vaya hasta que se le cante. Le doy unos knishes, un tei mit limene, y si me sobró leicaj de miel, se lo ofrezco con la excusa de que endulza la vida.
Calculo que su inteligencia, la de mi otro yo, se entiende, debe estar un poco por encima de la mía, ya que intuyo, aparece en momentos cruciales de mi vida, como por ejemplo, fin de año.
¿Quién le dijo al mundo, que toda la humanidad es feliz con la llegada de la Navidad, Hannuka , Año Nuevo y mi cumpleaños?
No festejo el nacimiento de Jesús, porque sería una dicotomía, que si los judíos lo matamos, festejemos que nació. Soy retorcida pero no tanto. Podría, digamos, festejar la muerte de un ex cuñado, por ejemplo, pero no la de Jesús que no me hizo nada. Eso habla bien de mí y de mi otro yo, porque en algún punto de nuestra locura, tenemos cierta coherencia.
Todo muy lindo, todo muy bien, pero, ¿por qué debo festejar que tengo un año más de vida, cuando en realidad, cada año que pasa, tengo uno menos? No soy Benjamin Button que cumple al revés.
A mi no me cae bien estar por cumplir 48 años, y a mi otro yo, ni les cuento. La gente te llama y te saluda, como si te quisiera, cosa que si analizás detenidamente, no es verdad.
Decime vos, reverendo hdp, qué corno me llamás para desearme un feliz cumpleaños, si lo único que está pasando acá, es que cumplo más y vivo menos? ¿O desde cuándo cumplir años te hace más jóven? Ni que hablar, cuando te recuerdan que ya pasaste la "mitad de tu vida".¡Ah,sí! ¡Qué felicidad! ¡Ahora en vez de quedarme por delante treinta años, me quedan veintinueve! ¡Festejemos! Eaeapepe!!
La tasa de suicidios sube en cada festejo de fin de año. No voy a ponerme en Jim Jones, pero la verdad es que nadie se suicidó porque yo cumplo años, salvo mi anterior otro yo. Este que vino a visitarme, es nuevo.
Así que el quiero de hoy, vendría a ser una cosa por el estilo: Quiero quedarme en los cuarenta y ocho, ni uno más ni uno menos. El cuarenta y siete, será de ahora en más, mi número de la mala suerte.
Quiero un calendario juliano, azteca, maya, lunar o cualquiera que no sea el gregoriano.
Quiero un febrero con 32 días en vez de 28 o 29, porque eso te alarga la vida y trae suerte, según Mirta Legrand.
Quiero lo que siempre quiero y después no. Quiero un Judas que me niegue tres veces, y se venda por un puñado de dinares. Los dinares no se devaluaron como el peso, por ende, seguiré valiendo mi peso en oro, y es algo que le conviene mucho a quien vaya a venderme. Todos los días subo, como dicho metal.
Quiero un Mundo Marino que me acepte como soy, mitad sirena, mitad ballena. Ustedes armen el rompecabezas y decidan qué parte quieren arriba, y cuál abajo. Yo sugeriría que la de sirena me la dejen arriba, porque en la cabeza de la ballena, no sabemos bien dónde están los ojos, y mis ojos, dicen, son lo más lindo que tengo.
Quiero ser Penélope tejiendo y destejiendo, esperando a mi Ulises que tiene la cara de George Clooney. No me importa que venga ciego, encadenado o medio muerto, mientras sea George.
Quiero que me retiren la orden de restricción para hablar, mencionar, o acercarme al señor Clooney, porque mi otro yo se está volviendo loca y no sé cómo controlarla. A lo mejor con un Nespresso la calmamos. Descafeinado s´il vous plait.
Quiero mi isla propia, con palmeras sin cocos, arenas blancas y mar azul, sin Christian Castro, y de paso sin Fidel ni su hermano.
Quiero llegar al fin del mundo, mirar un ratito, y volver caminando despacio, porque nadie me apura.
Quiero la felicidad en frasquitos con gotero, para ir dosificandola de a poco, y no tener que internarme después por una sobredosis, porque para eso todavía no encontraron la cura. Encontraron la lo-cura.
Quiero esta locura que tengo, que no la entiendo, pero que me acompaña como fiel seguidora, a todos lados, sin cuestionarme, sin juzgarme y fundamentalmente, dejándome ser.