miércoles, 18 de diciembre de 2013

La calor me pone loca

La ola de calor que se cierne en estos días en el país, ha logrado freír los cerebros de algunos habitantes de la nación. El alerta naranja, no sirvió de nada para que estos mal llamados seres pensantes, se protejan de los efectos nocivos del deterioro de la capa de ozono.
A saber en el día de la fecha, he oído y leído cosas como las que paso a comentar.
"Para el Gobierno, los cortes de luz son por el crecimiento económico. Según Capitanich, la demanda energética crece porque más argentinos han accedido al empleo y por ende, a bienes durables como los aires acondicionados"
No sé si reírme o pegarle. Creo que optaría por lo segundo si tuviese enfrente a este híbrido nacido de la cruza de Palito Ortega con Antonio Banderas.
"Proponen que la Argentina dé asilo a los gays de Rusia e India. El activista por la diversidad sexual, Alex Freyre, dijo que el país debería ser embajador de quienes son ilegales en sus lugares por su orientación sexual".
Ok, juro que no tengo problemas con los gays, que vengan todos los que quieran. Pero me pregunto ¿no estaría bueno empezar por casa? Digo, ¿no sería genial que los gays y trans que vienen del interior del país, no tengan que prostituírse por no conseguir laburo? Ponele.
Además imaginate, si ya tenemos problemas de energía porque todo el mundo se compra aires acondicionados, si vienen millones de rusos e indios, ¿qué hacemos? ¿Compramos abanicos? Y eso es algo que se vende en el Barrio Chino, así que seguiríamos aumentando el crecimiento laboral y por ende económico, con sus consecuentes cortes de luz por exceso de consumo de energía. Y entonces deberíamos construír otro Yacyretá, y así seguiríamos creciendo energéticamente nosotros y el consumo. Todo se concatena con todo en este bendito país. Y como diría Soledad Silveyra, ¡adelante mis valientes!
Después escuchás a Rial, a Fantino, a Chiche Gelblung, Wanda Nara y la Xipolitakis y el combo de la cajita feliz está completo. Sin olvidarnos de la noticia más relevante del día: la reconciliación de las filósofas pos-contemporáneas Moria Casan y Sofía Gala. ¡Menos mal, porque no sabés lo mal que me tenía eso! Estuve a punto de pedirle una sesión extra a mi psiquiatra porque no podía dormir pensando en esa tragedia griega.
¿Me puse muy seria? Bah, yo no, mi otro yo. A mí últimamente, me importa poco y nada todo. Con lo cuál todo se convierte en la nada misma. Y de nada sirve. Eso, según Moris, es escaparse de uno mismo. Y como ya sabemos, yo me escapo y mi otro yo me trae de vuelta. No entendimos muy bien para qué. Yo quiero estar en Europa o en el Caribe, y mi otro yo, insiste en que me tengo que quedar acá, cagándome de calor, y hacerle el aguante a los compañeros de Edenor, Edesur y los de Plumas Verdes, que vendría a quedar en la con#@a de la lora. Porque es ahí a donde vamos a ir a parar todos algún día.
Con lo dicho y como cierre, haremos el pedido del día.
Quiero un verano con 26 grados constantes. Una reposera en primera fila en La Bristol frente a los lobos marinos. Lo único es que a lo mejor, la gente se pararía a mi lado para sacarse la foto, confundiéndome con los bichos de cemento. Aunque a mí, todavía algo de cuello me queda.
Quiero ponerme un conchero y bajar las escaleras del Lido de París como Josephine Baker.
Tener cintura de avispa para volar por el mundo y esparcir el polen de mi sabiduría (prohibido reírse). El aguijón no lo quiero porque soy alérgica a las picaduras, y con mi suerte, es probable que me la clavara a mi misma.
Quiero ser la musa inspiradora de un Chagall, o de un Picasso, y no ser una musaraña en la casa de Marc o Pablo. Si tengo que elegir, elijo quedarme en la casa de George C., como musaraña, araña pollito, o babosa de jardín. Con cualquiera de estas opciones, mínimamente sabría quién soy, gracias al jardinero o al servicio de desinfección domiciliaria.
Quiero el Taj Mahal. Necesito hacer natación, por mi hiperlordósis, y nada mejor que unos cuántos largos en la pileta de entrada.
Quiero el País del No me Acuerdo, porque la memoria ya me falla, y ahí sería Reina aunque sea por un día, ya que al siguiente no me acordaría de nada.
A mi otro yo, la calor la pone pedigüeña. Sabrán comprender.