jueves, 7 de noviembre de 2013

Des-variaciones varias.

Hay días en el que el dolor no te deja respirar, otros en los que te arranca una sonrisa a regañadientes.
El humor va y viene...generalmente va, y de vez en cuando viene. Siempre del mismo color: negro.
Ni que el mío alguna vez hubiese tenido otro tinte...
Te preguntás qué diría. Abrazás el aire por las dudas que el espíritu te ande rondando. Te das cuenta de las veces que se pelearon, quisite acogotarlo y seguramente él quiso darte un tortazo, y se contuvo porque ya eras adulta. Y te preguntás porqué no aprovechaste más el tiempo. Cuarenta y siete años no es toda una vida. Los padres deberían vivir hasta que los hijos los alcancen en edad. Ahora que estoy leyendo Inferno de Dan Brown, la teoría de la tecnología genética no me parece tan descabellada. Deberíamos conseguir que a partir de los ochenta años, el tiempo biológico se detenga para ellos, y nos esperen como Walt Diseny, hasta que nosotros lleguemos a la misma edad. Entonces nos vamos juntos, y nadie sufre la pérdida.
Nadie dijo que estoy cuerda. Sólo mi psiquiatra podría afirmarlo, y no creo que lo haga en estos días, ni en un futuro cercano.
Mi papá no era de ningún cuadro. Cuando le preguntabas de qué equipo era, te decía: a mi me gusta el fútbol. Mientras sea un buen partido, me gusta el fútbol.
Yo, por otro lado, no soy amante del fútbol ni de ningún deporte en particular, ni en general. Se podría decir que mi deporte favorito es el pensar boludeces. Como cuando le propuse a mi segundo ex, cambiar el reglamento de arbitraje del fútbol. Me parecía cruel, dos amarillas, una roja y estás fuera del juego. ¿Por qué, si no hiciste un foul a propósito, quedás a disposición del humor cambiante de un tipo que está corriendo por toda la cancha y no tiene ojos multidireccionales? ¿Y si se equivocó? ¿Por qué no darle un changüí al jugador, eh? En ése entonces mi propuesta era: ante la primera falta, una amarillo patito, para ir anticipándole que te está haciendo enojar. Con la segunda, una amarillo huevo duro. A la tercera, amarillo huevo rabioso. Antes de echarlo, luego de la tercera advertencia, sacarle una tarjeta rosa, en aviso que ya te estás calentando. Y por último recién, la roja. El arco debería medir como el del hockey. Me dan no sé qué esos equipos que pierden 6-0, 5-1, o con una diferencia vergonzante. Para ahorrarles esos disgustos, o el arco es más chico, o por cada gol del contrincante, al equipo contrario se le computa medio gol a favor. Así nos vamos todos más o menos contentos a casa.
Las camisetas deberían tener todas el número 10, cosa de que nadie se sienta más que el otro, y la autoestima ayude a ambos equipos y a los hinchas, porque todos tendrían al mejor jugador.
Como dije anteriormente, nunca fui amante del fútbol. Es más, me parecen veintidós tarados corriendo detrás de una pelota, o sea, no sé porqué me preocupo por cambiar algo. No entiendo el sentido del juego, ni las copas Libertadores, Playmóvil, Verano, Invierno, Sudemaricana, Intercontinental ni la Comebol, que ya de por sí suena rara.
Otra cosa, el Fútbol, no es el deporte nacional. Es el Pato. Quiero Pato para todos y todas!! Canal Siete transmite, "Pato para todos", "A las 6, a las 7 y a las 8, al agua Pato!"y "El romance del Moreno y la Patovica"protagonizada por Pito Fáez y Andrea del Boca.
De a poco la vida se va normalizando…la de los otros…la mía sigue patas para arriba.