domingo, 8 de septiembre de 2013

El ropavejero

En esto de preparar un viaje con valija incluída, una se olvida de dejarse ropa afuera por si tiene que ir a un cumpleaños por ejemplo. Cosa que sucedió en el día de hoy. Dos a falta de uno.
Nos encaminamos hacia el placard, y sólo vemos ropa que no nos entra, porque la que se usa para los kilos de este año, ya está empacada.
Vamos por un vestido, y no, parecés un matambre al que le acaban de sacar el hilo para morfárselo.
Probamos con una calza, pero las remeras que te tapan el tujes, ya están bien guardadas en la valija. No sea cosa de andar mostrándoles el culo gordo a los europeos, que dicho sea de paso, parecen de Biafra. No se puede creer que en el país del queso, el vino y el pan, sean todos flacos. No tienen derecho. Dejen París para nosotras las gordas que sí sabemos apreciar la comida, y ustedes vayan a vivir a Etiopía!
Pero volviendo a lo que nos atañe, el dilema de los extra pounds y la ropa, seguimos revolviendo placares para ver qué encontramos.
Pantalón negro que dejaste de usar antes de la operación porque ya te estaba apretando, lo tomás entre tus brazos casi sin esperanzas. Y oh milagro! entra!
Eso puede significar varias cosas. Una, que estás tan gorda como antes de operarte, y que curiosamente te pone contenta. Dos, que la panza colgante post operatoria, está retirándose de la costa cuál tsunami antes del desastre, y te da un changüí de tiempo como para que lo puedas usar antes de morir ahogada. Y tres, que en realidad, a cuatro días de irte de viaje, no pensás comprarte nada, y te importa tres carajos que los rollos te desborden del pantalón, porque no fuiste al cumple a levantarte a nadie, y al que le guste bien, y al que no, que se joda, o que te compre ropa si no le gusta ver tus carnes de Michelin.
Sea lo que sea, el pantalón entró. Ahora había que ver qué ponerse arriba. Ya sabemos que todo lo que te tapa el orto está custodiado bajo cuatro llaves, y encontrás una remera que no te cubre todo, pero lo suficiente como para mentirte diciéndote a vos misma, que te queda bastante bien.
Otro problema que se presenta. Saco, saquito, campera, tapado....porque siempre hay que ir bien cubierta. Con 498% de humedad, no te da para saco de lana, ni para manga corta porque tus brazos son de murciélago, con lo cuál empezás a revolver cajones, a ver qué quedó por ahí.
Una camperita diviiiiiiina de Custo Barcelona, que te compraste para el verano pasado y jamás usaste. O sea, te vestís de invierno/verano en una sola postura, que vendría a ser algo así como la comida agridulce. Digamos, un asco. El jean negro con remera de mangas largas negra, y campera con agujeritos tipo respiradero en blanco, naranja y violeta, es a la moda lo que el pollo con ananá al restaurante El Bulli de Ferrán Adriá.  No necesita explicación. O sí, qué se yo. Mirándolo desde el lado positivo, podría llegar a estar marcando tendencia.
Lo más grave del asunto, es que te dejás fotografiar, como si no pasara nada, y que la foto sea subida al Facebook, y lo que es peor, quede para la posteridad en el álbum de tu amiga la cumpleañera, por los siglos de los siglos.
Y bueno, al que quiere celeste que le cueste. Sí, digo esta frase, aunque me gane un Adiós para Siempre.
Charles de Gaulle recibirá a una Marta Minujín sobredesarrollada e igual de ridícula, y devolverá a nuestra amada Argentina, una figura rubenesca, vestida de Prada si Dios quiere y si los galeristas venden mucho.