lunes, 9 de junio de 2014

Remitente desconocido

Soysola ha cambiado de estado. De estado lamentable al de esperanzada sin restricciones.
No es que vaya a dejar de querer, porque queriendo es como se consiguen las cosas. De tanto pedir y querer, alguna vez alguien te escucha y te concede los deseos. A veces vienen en avión desde Miami, y otras pareciera que en carreta desde Katmandú. Tardan pero llegan. Son encomiendas delicadas. 
Te aparecen así, de repente, como quién no quiere la cosa, y te revolucionan el mundo que conocías y en el que creías estar comodísima. 
Tres ring y un raje y Fedex te deja un paquete bien embalado con cincuenta y tres estampillas. Vos no sabés muy bien que hacer, pero te animás y lo dejás entrar. Al principio, y como buena desconfiada que sos, lo mirás con recelo, pensando que en cualquier momento explota una bomba. Por las dudas, sacás tus púas de puercoespín dispuesta a largar un puntazo ante cualquier movimiento fallido del bulto en cuestión. 
Lo das vuelta, le buscás la quinta pata al gato, la falla de fábrica,  esperás que aparezca el Mr. Hyde que lleva adentro, y nada. No parece tener nada malo. Bien decimos "parece" porque así, a primera vista y tacto, viene limpito, perfumado y con mucho Vivere. No importa cuánto se esmere en decirte que no va a llover, por las dudas andás siempre con el paraguas de hierro abierto. No sea cosa que de golpe y porrazo empiece a granizar.
Y así de soysola te convertís en yanosoysolahayalguienallado. 
Ahora quiero el doble. Quiero todo por duplicado. Hay que compartir ¿viste?
Quiero un programa hecho con salud, porque se siente la adolescencia en el aire, aún cuando estoy más cerca de un corte, una quebrada y volvemos.
Quiero un biplaza del tamaño de un jumbo, porque me dan miedo los aviones chiquititos y tendremos que desplazarnos seguido.
Quiero dos Monet, dos Boticcelli y dos Mona Lisa sentadas en el living de casa. Quiero que quiera lo que yo quiero pero que siga queriendo lo que quiere sin que se sienta obligado a quererme. La obligación hace al monje lo mismo que el hábito.
Quiero lo tuyo, lo mío y lo nuestro. Que no es lo mismo que lo tuyo es tuyo y lo mío es tuyo. Quiero la independencia de pensamiento, la libertad de raciocinio y la dependencia de los besos.
Quiero dar la vuelta al mundo en sulky, porque en globo ya la dieron. Sigo queriendo comer, rezar y amar, aunque por lo pronto con dos de tres me quedo contenta. La tercera se la dejamos al Papa con el Rabino y el Imán, que lo van a hacer mejor que yo seguro.
También sigo queriendo a George, al que jamás dejaré de querer, pero ahora damos la opción también de querer a Angelina, a Brad, a Penélope y a Javier.
Como se ve, se huele y se siente, todo cambia y no cambia nada.