Viernes a la noche, ya no es para nosotras...ni para mí, ni para mi otro yo. Combinás encontrarte con tus amigos en un bar, y como siempre llegás primera, y ellos cuarenta minutos después. Mientras tanto, vos te quedás como una boluda, esperando, porque a pesar de los años que tenés, no te animás a sentarte sola en una mesa. Entonces lo que hacés, es quedarte paradita en la esquina, cagándote de frío, intentando no parecer que te dejaron de garpe ,ni pasar por un travesti de Palermo, o lo que es peor, una vieja chota desesperada esperando levantarse uno de los del after hour. Y como si esto fuera poco, mientras te hacés la tarada mirando el reloj, el celular, los autos que pasan, lo ves sentadito enfrente a Ricardo Fort, con su tapado de zorro blanco. Vos sos el Yeti negro, y el es el Tío Cosa blanco. No tenías suficiente con el choborra que estaba con un whisky en la puerta, que todavía tenías que observar al Johnny Bravo vernáculo, y cómo los cholulos se le acercaban a pedirle fotos. Es como un muñeco de torta y la gente se le para al lado tipo cartón pintado. Dale Cholo, sacame la foto, mirá quién es, Richard Ford, el de los chocolates! Lo que se hace por un minuto de fama por dios!
Mientras, yo seguía silbando bajito y puteando a mis amados amigos porque no llegaban.
Finalmente, minutos después, aparecieron casi al unísino los cuatro faltantes. Somos el Quinteto Los Chopanes, pero no cantamos, morfamos.
Nos sentamos y acto seguido, nos pedimos un daiquiri de frutilla y tres caipirinhas. La quinta integrante, cabe aclarar, Mrs F, es alcohólica intermitente. O sea, no toma, se pide agua, y cada rato te saca tu trago y el del resto para probar nomás ¿viste?
Pero esto de jamás salir un viernes a la noche y por los lugares de onda, hace que no tengamos muy en claro el tema de los códigos pendejeriles o salidoreños.
Ejemplo, tras el primer trago cada uno, el mozo se acerca para ofrecernos otro. Mrs R, le dice, si no me lo cobrás te lo acepto. Veinte minutos dilucidando porqué el tipo no nos quería cobrar el segundo trago....era el happy hour!! Dos por uno! Pero nosotros que estamos un poco mayores y herrumbrados por lo visto, del happy hour sólo teníamos noticias por las propagandas o por los hijos...Con lo cuál al segundo trago, ya estábamos más para irnos a dormir que para seguir la noche. Lo que se dice una cultura alcohólica y noctura que otra que Cacho Castaña!
Pero estóicos ahí partimos al tablao donde había reservado Mr H para cenar.Tomar, ya no podíamos tomar, porque no íbamos a arriesgarnos al control de alcohlemia, y tampoco a un cóctel explosivo de ron cubano con antidepresivos, ansiolíticos, antihipertensivos, anticoagulantes y anticolesterolemia. Todo esto último en mi caso. Los otros son sanitos, no como yo.
Mucho tablao, mucho flamenco, mucho pincho y mucho grupo de mina sola, que demuestra lo que vengo sosteniendo hace rato, y que es la falta de hombres. Pero lo que te deschava la edad, es que detrás de tu mesa, hay un grupete de pendejas quilomberas, a las que a los dos minutos empezás a mirar con odio, a tratarlas de maleducadas, y a tener ganas de pedirles por favor que se callen de una vez por todas. O sea, perdiste la paciencia rapidísimo, como Héctor Larrea, y te convertiste en la chota amarga que rogabas nunca ser. Pero todo llega en la vida...Y así como hoy fuimos nosotros, mañana serán ellas las que estarán en nuestro lugar de mierda, mirando con una semisonrisa desaprobatoria, a otro grupo de cándidas jóvenes tratando de divertirse. Y ése día será mi revancha. Cuando ellas lleguen a los 50, y a vos ya ni te importe que tenés más de 65, porque a esa altura de tu vida estás de vuelta de todo, o quizás ya ni salís de tu casa, o no te acordás de nada por falta de memoria. Ni hasta del resentimiento contra la juventud ajena que hoy tanto te molesta, o para sincerarnos, tanta envidia te da.
Y heme aquí en mi casa, tratando de mantener los ojos abiertos para llegar hasta el dormitorio y al menos haberme lavado los dientes antes.
No, si ahora entiendo porqué los viernes y sábados se hicieron para los jóvenes. Mi cuerpo hace rato que pide a gritos la cama.
Mientras, yo seguía silbando bajito y puteando a mis amados amigos porque no llegaban.
Finalmente, minutos después, aparecieron casi al unísino los cuatro faltantes. Somos el Quinteto Los Chopanes, pero no cantamos, morfamos.
Nos sentamos y acto seguido, nos pedimos un daiquiri de frutilla y tres caipirinhas. La quinta integrante, cabe aclarar, Mrs F, es alcohólica intermitente. O sea, no toma, se pide agua, y cada rato te saca tu trago y el del resto para probar nomás ¿viste?
Pero esto de jamás salir un viernes a la noche y por los lugares de onda, hace que no tengamos muy en claro el tema de los códigos pendejeriles o salidoreños.
Ejemplo, tras el primer trago cada uno, el mozo se acerca para ofrecernos otro. Mrs R, le dice, si no me lo cobrás te lo acepto. Veinte minutos dilucidando porqué el tipo no nos quería cobrar el segundo trago....era el happy hour!! Dos por uno! Pero nosotros que estamos un poco mayores y herrumbrados por lo visto, del happy hour sólo teníamos noticias por las propagandas o por los hijos...Con lo cuál al segundo trago, ya estábamos más para irnos a dormir que para seguir la noche. Lo que se dice una cultura alcohólica y noctura que otra que Cacho Castaña!
Pero estóicos ahí partimos al tablao donde había reservado Mr H para cenar.Tomar, ya no podíamos tomar, porque no íbamos a arriesgarnos al control de alcohlemia, y tampoco a un cóctel explosivo de ron cubano con antidepresivos, ansiolíticos, antihipertensivos, anticoagulantes y anticolesterolemia. Todo esto último en mi caso. Los otros son sanitos, no como yo.
Mucho tablao, mucho flamenco, mucho pincho y mucho grupo de mina sola, que demuestra lo que vengo sosteniendo hace rato, y que es la falta de hombres. Pero lo que te deschava la edad, es que detrás de tu mesa, hay un grupete de pendejas quilomberas, a las que a los dos minutos empezás a mirar con odio, a tratarlas de maleducadas, y a tener ganas de pedirles por favor que se callen de una vez por todas. O sea, perdiste la paciencia rapidísimo, como Héctor Larrea, y te convertiste en la chota amarga que rogabas nunca ser. Pero todo llega en la vida...Y así como hoy fuimos nosotros, mañana serán ellas las que estarán en nuestro lugar de mierda, mirando con una semisonrisa desaprobatoria, a otro grupo de cándidas jóvenes tratando de divertirse. Y ése día será mi revancha. Cuando ellas lleguen a los 50, y a vos ya ni te importe que tenés más de 65, porque a esa altura de tu vida estás de vuelta de todo, o quizás ya ni salís de tu casa, o no te acordás de nada por falta de memoria. Ni hasta del resentimiento contra la juventud ajena que hoy tanto te molesta, o para sincerarnos, tanta envidia te da.
Y heme aquí en mi casa, tratando de mantener los ojos abiertos para llegar hasta el dormitorio y al menos haberme lavado los dientes antes.
No, si ahora entiendo porqué los viernes y sábados se hicieron para los jóvenes. Mi cuerpo hace rato que pide a gritos la cama.