miércoles, 9 de octubre de 2013

Grin pis

Noveno día de mi vida en Roma y parece que mi rostro mutó al de una italiana. La gente me para por la calle a pedirme indicaciones de cómo llegar al Vaticano o a Piazza Santa María di Trastevere. Lo que se dice : Vini, Vidi, Vinci. Sonno romana senza el idioma que sigo sin cazar una. Mis respuestas suelen ser del tipo: io non sonno di qui, ma siga dereito (mezclo portugués también para que vean que soy políglota) e doble a la sinistra, y ahí va a ver la chiesa (me persigno por si no me entienden cuando dibujo en el aire una iglesia)  Capisce? Para cuando hago esta última acotación, ya me importa un comino, porque huí antes que me puedan responder. O sea, soy toda una tana hecha y derecha. En cualquier momento empiezo a las puteadas con los automovilistas. Stronzo! Me nefrega, va fangulo!
He logrado también a fuerza de carisma o cara de desesperación, que mi bienamado mozo de la pizzería de al lado, me diga un par de palabras en castellano. Anoche hasta me tocó el hombro. Atenti! Primer contacto humano masculino en lo que va del viaje! Ojo que Elizabeth se convirtió en la Mata Hari del Trastevere! Empezamos con un mozo y quien te dice que terminamos con monseñor, el dueño del edificio donde está el taller. Con tal de conseguir taller, cualquier cosa....
Yo sabía que Italia era un país católico, pero lo que no me había imaginado, era que a dónde quiera que mires, hay un cura. Conste que estoy en Roma y no en el Vaticano, pero esto es como una iglesia a cielo abierto. Lo más dramático de todo, es como hablábamos hoy con los chicos, los curas son cada vez más jóvenes y buen mozos. Si es el efecto Bergoglio, por favor que vuelva Ratzinger.
Se ve que el año pasado estaba demasiado entretenida yendo a museos y ruinas, que no reparé en el curerío. Ahora que soy italoargentina, tengo más tiempo para observar.
 Las campanas de las iglesias, muy lindas, muy lindas, pero avísenle a alguien que los horarios de tocada, son a las y media y en punto. Necesitan un suizo que les sincronice los campanarios, porque hoy eran las 18.39 y dale que va con el ding dong.
Mi departamento sigue siendo una bosta, no importa cuán local me sienta. Los tres pisos que tengo que escalar todos los días, cada vez me parecen más altos. Hoy llegué, y detrás mío entro mi vecina de piso, que debe tener unos diez años más que yo. Mientras ella iba por el segundo ,yo estaba todavía en el rellano del primero. Hay dos cosas que es hora que los europeos entiendan. Una, para algo se inventaron los ascensores, y dos, el bidet es más higiénico y ecológico que el papel.
Otra cosa. Estamos en contra del reciclaje. Estamos, yo y mi otro yo, que volvió para hacerme compañía.
Los lunes y miércoles tenés que sacar la basura orgánica. Los martes y viernes, el papel. Los jueves el plástico, los sábados no me acuerdo y los domingos nada. Pero mi antigreenpeace, se debe a que por muy ambientalistas que parecen, en este edificio, la basura se acumula toda la semana sin que nadie la saque, con el consecuente aroma del Cairo. Las calles están llenas de bolsas que el Ceamse romano no se digna a levantar. O sea, para qué tanto reciclaje si Roma es lisa y llanamente una mugre, y yo ya estoy podrida de tener tres recipientes diferentes que huelen a lo que son, en un departamento de 3 x 4.
Para qué no digan que lo único que hago es quejarme, también hay cosas buenas acá. A saber, los zapatos. Ya pasamos por la experiencia de comprar, y esperemos que podamos seguir haciéndolo, cosa que nos llena de alegría a mí y a mi otro yo.
En este mismo instante, siendo las once de la noche,escucho fuera de la ventana, el ruido de algo que no logro identificar. Las posibilidades son estas: gansos o patos que vuelan hacia el Tiber, murciélagos que chillan y el sonido rebota en las casas antiguas, el perro de enfrente haciendo quilombo, o cientos de gatos en celo.
Los dejo con la incógnita hasta que la devele el día que pueda comunicarme en castellano con algún ser humano.
Arrivederci e buona serata.