Hace cuatro días que no hacemos otra cosa que ver al Papa Francisco en su gira por Cuba y Estados Unidos.
Nosotras, judías apoteóticas porteñas, estamos pegadas a la tele, escuchando cómo Fran les mete el dedo en el upite a los yanquis, les corta el rostro a Cristina y a Inmaduro, y cómo un buen estadista, puede convertirse en una especie de rock star.
Y nos preguntamos qué haríamos nosotras si tuviésemos tanto poder.
Cual Encíclica Papal o Tablas de Moisés, a saber (II):
Primero: Llamaríamos a los líderes espirituales de todas las religiones, incluido el Pastor Giménez, y les pediríamos colaboración para terminar con las estupideces esas de que todos somos hermanos. Si somos hermanos, tenemos la misma religión. Ni judíos, ni católicos, ni budistas, ni musulmanes, ni nada. Ergo, todos ateos. A lo sumo, todos Elizabethistas.
Segundo: Cambiaríamos el uniforme papal. El blanco engorda.
Tercero: Seríamos menos políticamemte correctas, y mandaríamos a Putin, Merkel y Obama al mismo lugar que a D´Elía, Cristina y Maduro. Todo para que no piensen después, que por ser argentinas tenemos favoritismos.
Cuarto: Distribuiríamos la riqueza del Banco del Vaticano entre los pobres y algunos parientes. Nosotras más no necesitaríamos porque ya nos garpan por rezar y pensar. Algo que hacemos habitualmente. Rezar para adelgazar y pensar al pedo. ¿Qué más se puede pedir?
Quinto: Sacaríamos quinientos cuarenta peldaños de la cúpula del Vaticano, porque, aunque necesitemos hacer ejercicio, subir todos los días 551 escalones para tomar el mate viendo el atardecer, es un poco mucho.
Sexto: Como Francisco, nosotras también nos conformamos con un Fiat 600. Pero hacénos un banquito en la papisamóvil, que andamos con problemas de ciático.
Séptimo: Cambiaríamos el horario de misa a las 11 y media de la mañana. No nos jodan con eso de levantarnos al alba. Al alba no hay nada que hacer. Sólo dormir.
Octavo: El rojo de los zapatos, sería usado solamente en los Louboutin. En la suela.
Noveno: Si Dios le da pan a quien no tiene dientes, mandaríamos entonces, un contenedor lleno de dentaduras postizas, para que puedan comer más saludablemente. El pan, también engorda.
Décimo y último: Obligaríamos a Shorsh a dejar a Almohadín, tomar los hábitos (los hábitos de venir a la noche a vernos), y vivir en la habitación de al lado, jurándonos lealtad y amor eterno.
Como puede notarse, ninguna de nuestras prioridades es hacer el bien. ¿Para qué? Mirá como terminaron los que quisieron hacer el bien a la humanidad...Martin Luther King, asesinado. Gandhi, asesinado. John Lennon, asesinado. Gianni Versace, asesinado.
Nosotras nos queremos vivas y haciendo el mal, que al fin y al cabo el infierno es eterno y más divertido, dicen...
En resumidas cuentas, el mundo debería dar gracias que nacimos judías, poco creyentes y con un currículum extensísimo de puteadas y malas costumbres.
Non habemus Papa.
Nosotras, judías apoteóticas porteñas, estamos pegadas a la tele, escuchando cómo Fran les mete el dedo en el upite a los yanquis, les corta el rostro a Cristina y a Inmaduro, y cómo un buen estadista, puede convertirse en una especie de rock star.
Y nos preguntamos qué haríamos nosotras si tuviésemos tanto poder.
Cual Encíclica Papal o Tablas de Moisés, a saber (II):
Primero: Llamaríamos a los líderes espirituales de todas las religiones, incluido el Pastor Giménez, y les pediríamos colaboración para terminar con las estupideces esas de que todos somos hermanos. Si somos hermanos, tenemos la misma religión. Ni judíos, ni católicos, ni budistas, ni musulmanes, ni nada. Ergo, todos ateos. A lo sumo, todos Elizabethistas.
Segundo: Cambiaríamos el uniforme papal. El blanco engorda.
Tercero: Seríamos menos políticamemte correctas, y mandaríamos a Putin, Merkel y Obama al mismo lugar que a D´Elía, Cristina y Maduro. Todo para que no piensen después, que por ser argentinas tenemos favoritismos.
Cuarto: Distribuiríamos la riqueza del Banco del Vaticano entre los pobres y algunos parientes. Nosotras más no necesitaríamos porque ya nos garpan por rezar y pensar. Algo que hacemos habitualmente. Rezar para adelgazar y pensar al pedo. ¿Qué más se puede pedir?
Quinto: Sacaríamos quinientos cuarenta peldaños de la cúpula del Vaticano, porque, aunque necesitemos hacer ejercicio, subir todos los días 551 escalones para tomar el mate viendo el atardecer, es un poco mucho.
Sexto: Como Francisco, nosotras también nos conformamos con un Fiat 600. Pero hacénos un banquito en la papisamóvil, que andamos con problemas de ciático.
Séptimo: Cambiaríamos el horario de misa a las 11 y media de la mañana. No nos jodan con eso de levantarnos al alba. Al alba no hay nada que hacer. Sólo dormir.
Octavo: El rojo de los zapatos, sería usado solamente en los Louboutin. En la suela.
Noveno: Si Dios le da pan a quien no tiene dientes, mandaríamos entonces, un contenedor lleno de dentaduras postizas, para que puedan comer más saludablemente. El pan, también engorda.
Décimo y último: Obligaríamos a Shorsh a dejar a Almohadín, tomar los hábitos (los hábitos de venir a la noche a vernos), y vivir en la habitación de al lado, jurándonos lealtad y amor eterno.
Como puede notarse, ninguna de nuestras prioridades es hacer el bien. ¿Para qué? Mirá como terminaron los que quisieron hacer el bien a la humanidad...Martin Luther King, asesinado. Gandhi, asesinado. John Lennon, asesinado. Gianni Versace, asesinado.
Nosotras nos queremos vivas y haciendo el mal, que al fin y al cabo el infierno es eterno y más divertido, dicen...
En resumidas cuentas, el mundo debería dar gracias que nacimos judías, poco creyentes y con un currículum extensísimo de puteadas y malas costumbres.
Non habemus Papa.