domingo, 7 de noviembre de 2021

ARGENTINA POTENCIA

Alguna vez nos tocaba venir a Buenos Aires, muy a pesar nuestro.
Llegamos después de casi 9 horas de viaje, a una ciudad lluviosa. La única alegría es que en el puerto nos esperaba una amiga y una sobrina postiza. Primera vez en la vida que alguien que no sea Daniel ,el remisero, nos va a buscar.
Venir de Uruguay a Argentina es más complicado que viajar de acá a Reykjavik. Y los buquebusenses no te la hacen más fácil tampoco. Y Alberto menos. Dos hisopados en 24 hs, es, iba a decir casi, un abuso nasal que podría equipararse a un tacto rectal. Bien aplicada estaría entonces la puteada "pandemia del orto".
Hace un año que nos fuimos y seguimos en pleno proceso de divorcio de la Argentina. Estar acá para nosotras, es como sentarnos a negociar la división de bienes con nuestro último ex, al que a pesar de los años seguimos odiando como el día que nos separamos. 
Obviamente excluímos de nuestra disputa territorial a parientes y amigos, porque ellos no tienen la culpa de haber nacido acá. Vendrían a ser como los hijos en un divorcio. Tienen que mantenerse neutrales, y los adultos no deben involucrarlos. En este caso la adulta vendríamos a ser nosotras, y el hdp que nos cagó la vida, el país. Para que los patriotas no se enojen, ya saben que nosotras siempre exageramos. O no tanto...No va a faltar quien nos mande a vivir a otro lado...Señor...ya nos fuimosi!!
Juramento nos recibió con bastante mugre y con la feliz noticia de que el horno y el lavarropas se habían roto. Desde junio, que vinimos por una semana, nadie vivió acá. ¿Cómo se rompieron las cosas? Misterio...Será el fantasma Gasparín, enojado porque no lo llevamos a Punta.
Subimos a un taxi para ir a ver a Madre, y el taxista despotricó todo el camino contra el gobierno. Nos habíamos olvidado que los tipos puteaban. Segunda alerta para querer irnos.
Por si se preguntan de que hablan los taxistas allá, hablan de la política de Argentina. ¿Capisce? No hablan de la de ellos porque es un país estable.
Otro síntoma de que no debemos vivir acá, es que perdimos el DNI y la tarjeta de débito. ¿Dónde? En Farmacity. ¿Fuimos a ver si estaban ahí? Sí, fuimos. ¿Estaban? No...otro misterio. 
Síntoma cuatro, en CABA no hay aire. No se puede respirar. No hay cielo, no corre la brisa. Hay mucho colectivo y hay demasiado argentino. Allá hay más uruguayos, cosa que hace una gran diferencia.
Quinto y por ahora último indicativo de que este no es nuestro lugar en el mundo, caminando por Cabildo, vimos a un suponemos que chorro, sacar una faca de 20 cm, a plena luz del día, y ponérsela a afilar contra la baranda del subte, como si fuera el afilador. ¿Había policía cerca? No, no había, ni habrá.
Eso que nosotras sostuvimos por tantos años, de que no nos sentíamos muy argentinas que digamos, finalmente es cierto.
¿Volveremos a vivir acá? Lo dudamos. Tendría que cambiar la cabeza del argentino o a lo mejor nosotras deberíamos subir la dosis de Rivotril.
Y parafraseando a los próceres de este bendito país, si están en su casa en remera y patas es porque acá solo hay piquetes de la abundancia, y nos va como nos va porque somos Argentina potencia ya que llegamos en barcos, no como los mexicanos que salieron de los indios y los brasileños de la selva. Y ojo! si apuestan al dólar pierden. No los voy a defraudar.
Salute y arrivederci!