Día tres.
Nos levantamos con todas las pilas, como si fuese un viernes de la época de juventud, abrimos las ventanas, pusimos la música a todo volumen para que escucharan los vecinos, y nos pusimos a bailar mientras limpiábamos al ritmo de We will rock you, de Queen.
El frenetismo por limpiar y bailar al mismo tiempo, nos duró exactamente los tres minutos que dura el tema.
Los vecinos, no nos acompañaron, ni siquiera para ver el patético espectáculo que estábamos dando. Si hubiésemos cobrado por entrada, bueno, pero locos, se los dábamos gratis!
El resto del día nos la pasamos mirando películas y haciendo video llamadas con los amigos con los que ya no tenemos mucho más para contarnos, porque hablamos tres veces por día.
Día cuatro.
Nos levantamos a las 11.03. Esta vez decidimos que los vecinos se jodan y no les bailamos en la ventana.
Fuimos a la cocina a hacernos un café y a poner el lavarropas por quincuagésima vez en cuatro días, y la puta puerta se rompe, con la ropa adentro. Menos mal que somos compradoras compulsivas de bombachas, porque tres quedaron en el interior,
Dada la cuarentena, tendremos que volver a la época del segregacionismo y lavar la ropa a mano.
Vamos por el mediodía y todavía no hicimos nada de lo que nos prometimos.
Veremos cómo se desarrolla el resto del día...todavía mantenemos la ilusión de hacer algo.
Prendimos la tele y la cara apocalíptica de Guillermo Andino nos alarma más que el coronavirus. Preferimos ver la cara de culo de Feinman, con eso te decimos todo.
Desde que empezó el tema del virus, que nosotras ya estábamos tomando las medidas correspondientes, lavábamos todo, pasábamos lavandina hasta por el tujes, no entró nadie a casa y nadie salió de acá. Entonces ¿por qué pensamos que todo lo que está acá adentro tiene coronavirus?
Calculamos que es por Andino. Decidimos apagar, para no asustarnos más.
Seguimos con nuestros sueños de libertad.
Anoche soñamos que estábamos con nuestra amiga Luciana, comprando pelotudeces en las papelerías de Nueva York, esas que a nosotras nos encantan. Por supuesto lo hacíamos rapidísimo porque estábamos violando la cuarentena. Para que nuestras amigas psicólogas se deleiten, nos llevaba nuestra madre en auto. No sea cosa que Soysola se independice alguna vez.
Nos quedan ocho días por delante, que suponemos serán siete más, esperando no enloquecer en el intento por cuidar nuestra salud y la de los demás.
Mañana podríamos ofrecer una obra de teatro con títeres, hechos con medias, total que de esas tenemos un cajón lleno, a ver si entretenemos a los vecinos de enfrente, que quizás llaman a la policía y nosotras por lo menos tenemos con quién hablar.
Otra vez les digo. Quédense en casa. Cumplan las reglas de la cuarentena. Traten de no ser el banana argentino, porque esta vez se van a convertir en el pelotudo nacional.
Cuídense que de esa manera nos cuidamos todos.
Nos levantamos con todas las pilas, como si fuese un viernes de la época de juventud, abrimos las ventanas, pusimos la música a todo volumen para que escucharan los vecinos, y nos pusimos a bailar mientras limpiábamos al ritmo de We will rock you, de Queen.
El frenetismo por limpiar y bailar al mismo tiempo, nos duró exactamente los tres minutos que dura el tema.
Los vecinos, no nos acompañaron, ni siquiera para ver el patético espectáculo que estábamos dando. Si hubiésemos cobrado por entrada, bueno, pero locos, se los dábamos gratis!
El resto del día nos la pasamos mirando películas y haciendo video llamadas con los amigos con los que ya no tenemos mucho más para contarnos, porque hablamos tres veces por día.
Día cuatro.
Nos levantamos a las 11.03. Esta vez decidimos que los vecinos se jodan y no les bailamos en la ventana.
Fuimos a la cocina a hacernos un café y a poner el lavarropas por quincuagésima vez en cuatro días, y la puta puerta se rompe, con la ropa adentro. Menos mal que somos compradoras compulsivas de bombachas, porque tres quedaron en el interior,
Dada la cuarentena, tendremos que volver a la época del segregacionismo y lavar la ropa a mano.
Vamos por el mediodía y todavía no hicimos nada de lo que nos prometimos.
Veremos cómo se desarrolla el resto del día...todavía mantenemos la ilusión de hacer algo.
Prendimos la tele y la cara apocalíptica de Guillermo Andino nos alarma más que el coronavirus. Preferimos ver la cara de culo de Feinman, con eso te decimos todo.
Desde que empezó el tema del virus, que nosotras ya estábamos tomando las medidas correspondientes, lavábamos todo, pasábamos lavandina hasta por el tujes, no entró nadie a casa y nadie salió de acá. Entonces ¿por qué pensamos que todo lo que está acá adentro tiene coronavirus?
Calculamos que es por Andino. Decidimos apagar, para no asustarnos más.
Seguimos con nuestros sueños de libertad.
Anoche soñamos que estábamos con nuestra amiga Luciana, comprando pelotudeces en las papelerías de Nueva York, esas que a nosotras nos encantan. Por supuesto lo hacíamos rapidísimo porque estábamos violando la cuarentena. Para que nuestras amigas psicólogas se deleiten, nos llevaba nuestra madre en auto. No sea cosa que Soysola se independice alguna vez.
Nos quedan ocho días por delante, que suponemos serán siete más, esperando no enloquecer en el intento por cuidar nuestra salud y la de los demás.
Mañana podríamos ofrecer una obra de teatro con títeres, hechos con medias, total que de esas tenemos un cajón lleno, a ver si entretenemos a los vecinos de enfrente, que quizás llaman a la policía y nosotras por lo menos tenemos con quién hablar.
Otra vez les digo. Quédense en casa. Cumplan las reglas de la cuarentena. Traten de no ser el banana argentino, porque esta vez se van a convertir en el pelotudo nacional.
Cuídense que de esa manera nos cuidamos todos.