domingo, 16 de junio de 2013

Quieros reciclados



Proponerme escribir un sábado a la noche, después de una semana con el sindrome de burn out, es como pedirle peras al olmo. Así que voy a recurrir a la vieja estrategia de recuperar textos anteriores y publicarlos, porque como diría Mirta, el público se renueva. O para ponerlo en términos elizabethianos, no siempre somos todos los que somos ni estamos todos los que estamos. Es como, me pongo el pongo y me saco el saco, o a caballo regalado no se le miran los dientes. Yo vendría a ser el caballo regalado, y mis textos los dientes. Y con respecto a lo del pongo y el saco, sería algo así como intentar entender lo que digo, cosa cuasi imposible si las hay, porque ni yo misma sé qué quiero decir a veces, si es que digo algo.
Todo este prólogo, es para desorientar al lector, y que no se dé cuenta que estoy sentada en mi casa, escribiendo paparruchadas, un fin de semana, porque no tengo nada mejor que hacer. Dicho esto, aquí vamos.

 Ante la tan consabida crisis de la mediana edad, a algunos se les da por rajarse con una pendeja, a otras por hacerse cirugías estéticas, ir al gimnasio, buscarse un chongo/trola y ponerse botox hasta parecer muñecos de cera. Injertarse pelos del tujes en la pelada de fraile, tomar Viagra por las dudas, subirse las tetas hasta el cuello, cosa que terminás no sabiendo si es la Nuez de Adán o dos pelotas de tenis porque el médico se quedó sin siliconas gracias a las leyes de importación de Guillermo Moreno....Y así, podría seguir nombrando características de los cuarenta y largos. Pero hete aquí, que a con dicha crisis, a mí, se me ha dado por convertirme en pedigüeña. Es mejor eso, que hacerle daño a alguien. Traducido: es mejor soñar con lo que no voy a tener, y llorarle a mi almohada porque la hija de puta no me cumple los deseos, que hacerte el harakiri con la 303.
Por ende aquí el pedido de hoy. Quiero un jet privado del tamaño del Empire States, o en la versión vernácula, el Palacio de la Papa Frita.
Un jardín japonés, con bonsáis un poco más bajos que yo, porque no quiero que las palomas se posen y me caguen desde arriba.
Un libro donde cada día se escriba un nuevo capítulo de mi vida, y que el autor sea Tim Burton. Total, entre lo que hay, y lo que puede escribir, no hay mucha diferencia.... Quiero una playa junto al mar, que no me haga sucundun ni shalalala porque nunca supe qué significa sucundun .Podría ser un rito satánico escrito por Donald y nosotros lo repetimos como tarados. O las islas Fidji, que bien podrían convertirse en las Islas Fendi y que en vez de cocos en las palmeras ,cuelguen carteras.
Quiero tener inspiración diaria para ser una gran artista y no ser una artista que aspira.
Quiero seguir estando así de loca y de ser posible, más aún.
Quiero, un mundo de sensaciones, con Sandro resucitado a imagen y semejanza de cuando era jóven, o en la versión yanquilandesa, Elvis.
Manzanas acarameladas sin pochoclo y sin Pocho la Pantera.
Tomarme un cohete a la luna de Valencia, que queda más cerca que la otra. Tantas horas de vuelo me resultarían insoportables conmigo misma.
Una biblioteca parlante, que me vaya cantando los títulos de los libros, por órden alfabético: Anita la huerfanita, Babar el elefante,Cuentopos de Gulubú, Dailan Kifki, El principito,Juan Salvador Gaviota, Luzul el muchacho espacial...y así...para recordarme también,que algún día fui niña. Los de grandes ya se van a acomodar solos, cuando acomode mi edad. O mi edad se acomode a mí...no sé...es como el huevo y la gallina...
Quiero un no Arjona que me diga que las señoras de las cuatro décadas, tienen ese qué se yo...y no un yo que sé, que suena bastante desagradable y no es lo mismo.
Quiero un interruptor de cerebros, con las indicaciones de on/off, así puedo desconectarme del mundo cuando se me da la gana. Se entiende que mayormente estaría en estado off.
Quiero verde que te quiero verde, que significa, quiero muchos, muchos verdes. Verdes de los blue, o de los negros. Me da lo mismo, no soy racista.
Quiero poder entenderme a mi misma, sin necesidad de andar dándome demasiadas explicaciones. Para complicada ya está mi otro yo.
Un Chagall de los que están en el museo de Niza, porque pidiendo no se pierde nada. Una casita en el Lago di Como, con un Clooney incluído en el boleto de compra/venta (avisé que el muchacho sería un pedido reiterado)
Un contrato de por vida con la vida, pero que venga con una cláusula en el inciso B del artículo 18974635, que diga que se puede rescindir, cuando ya no tenga más ganas de seguir jugando.
Y me parece que hoy ya no quiero más nada, porque no quiero pasar por insatisfecha.