Mis sobrinas se quejan, o mejor dicho se quejaban, que yo hacía demasiados chistes con mi muerte, o con la etapa previa. Hoy, creo que ya nadie se asusta de las locuras de la tía, más bien están empezando a tomar nota, si es que quieren heredar.
He aquí algunas ideas que les fueron otorgadas a las niñas, por la futura occisa, o sea yo.
Por ejemplo, llegado el caso que sospechen o noten que los frenos cerebrales patinan un poco, tienen la opción de llevarme de viaje al Gran Cañón del Colorado, y desde la misma punta, decirme: tía, mirá qué lindo el paisaje! Y pum, empujarme un poquito para que caiga al precipicio. Un poquito digo, porque a esa altura dudo que tenga mucha más estabilidad si es que sigo con mi preciada medicación. Después, a la vuelta, deberán llegar llorando y diciéndo: no sabés lo que pasó!! La tía se resbaló y se cayó de la montaña!!
Nooo, si yo te la preparo, te la preparo con tutti!! A controladora no me gana nadie, ni muerta! No vaya a ser que dejemos cabos sueltos y tengamos un problema con el FBI.
Opción dos: en cuanto empiecen a notar que rompo mucho las pelotas y no tengo miras a morirme hasta los 104, están habilitadas para contratar un geriátrico en Groenlandia, y decir que la tía se les perdió en una excursión a ver los osos polares. Con lo cuál todos supondrían que me morfó alguno. No sé si sonaría muy convincente, pero andá de nuevo a congelarte el tujes en Kuut a ver si me encuentran.
Opción tres: Al primer síntoma de pérdida del sentido de la realidad, pueden llevarme a Disney, disfrazarme de Tribilín o Pluto, que igual ya están yirando como pelotudos por Magic Kingdom y uno más no haría la diferencia. Y ahí quizás, el día que tengan hijos o nietos, se les ocurre visitarme. Ellas en realidad proponer meterme en un geriátrico en Miami, así tiene la excusa para ir a verme. La mayor fue más honesta y dijo: Geriátrico en Miami, el más top, eso sí, seguro que cuando estamos en el avión de vuelta a Baires, decimos: uy!! Puta madre! Yo sabía que me olvidaba algo! No fuimos a ver a la tía!!
Opción cuatro: Si quedo en estado irrecuperable, están en la libertad de mandar a alguien de noche al sanatorio a que me desenchufe. Con guantes por favor, que no quede evidencia que pueda incriminar a nadie. Yo les planifico mi asesinato, pero como las amo tanto no podría permitir jamás que culpen a alguna. No podría estar muerta y culposa. Digamos, conociéndome, podría...la culpa hasta post mortem!! A judía no me gana nadie!
Quinta y última opción: sentarme frente al televisor a ver Intrusos, Tinelli, Marley, Chiche Gelblung, cadenas nacionales, Feinman, Mauro Viale, y políticos en general, hasta que me salten los tapones neuronales, y espiche frente a la TV.
Creo que de todos los métodos éste último es el más cruento de todos, así que espero que mis sobrinas tengan piedad de su tía.
Sólo tienen una condición más que cumplir antes de cobrar un mango y es la siguiente:
Como ya está establecido por ley natural, hay cuatro amigos míos que heredarán mis anillos de todos los días. Humber, Diani, Fri y Ro. No pienso dejar por escrito cuál es para cada uno, así que chicos, con todo el amor del mundo les digo, arránquense los ojos. Eso sí, deberán solemnemente prometer, que el día de mi entierro, todos y cada uno de ustedes llorarán a moco tendido, aunque sea pour la galèrie porque si no, no hay anillo pa´ninguno. Deberán ir vestidos de leopardo los cuatro, o con algún detalle animal print, para recordar los momentos vividos en nuestras maravillosas cenas a la luz de un daiquiri.
Cuando me preguntan si estoy loca, al decir todas estas cosas, respondo que no, sólo soy previsora.
He aquí algunas ideas que les fueron otorgadas a las niñas, por la futura occisa, o sea yo.
Por ejemplo, llegado el caso que sospechen o noten que los frenos cerebrales patinan un poco, tienen la opción de llevarme de viaje al Gran Cañón del Colorado, y desde la misma punta, decirme: tía, mirá qué lindo el paisaje! Y pum, empujarme un poquito para que caiga al precipicio. Un poquito digo, porque a esa altura dudo que tenga mucha más estabilidad si es que sigo con mi preciada medicación. Después, a la vuelta, deberán llegar llorando y diciéndo: no sabés lo que pasó!! La tía se resbaló y se cayó de la montaña!!
Nooo, si yo te la preparo, te la preparo con tutti!! A controladora no me gana nadie, ni muerta! No vaya a ser que dejemos cabos sueltos y tengamos un problema con el FBI.
Opción dos: en cuanto empiecen a notar que rompo mucho las pelotas y no tengo miras a morirme hasta los 104, están habilitadas para contratar un geriátrico en Groenlandia, y decir que la tía se les perdió en una excursión a ver los osos polares. Con lo cuál todos supondrían que me morfó alguno. No sé si sonaría muy convincente, pero andá de nuevo a congelarte el tujes en Kuut a ver si me encuentran.
Opción tres: Al primer síntoma de pérdida del sentido de la realidad, pueden llevarme a Disney, disfrazarme de Tribilín o Pluto, que igual ya están yirando como pelotudos por Magic Kingdom y uno más no haría la diferencia. Y ahí quizás, el día que tengan hijos o nietos, se les ocurre visitarme. Ellas en realidad proponer meterme en un geriátrico en Miami, así tiene la excusa para ir a verme. La mayor fue más honesta y dijo: Geriátrico en Miami, el más top, eso sí, seguro que cuando estamos en el avión de vuelta a Baires, decimos: uy!! Puta madre! Yo sabía que me olvidaba algo! No fuimos a ver a la tía!!
Opción cuatro: Si quedo en estado irrecuperable, están en la libertad de mandar a alguien de noche al sanatorio a que me desenchufe. Con guantes por favor, que no quede evidencia que pueda incriminar a nadie. Yo les planifico mi asesinato, pero como las amo tanto no podría permitir jamás que culpen a alguna. No podría estar muerta y culposa. Digamos, conociéndome, podría...la culpa hasta post mortem!! A judía no me gana nadie!
Quinta y última opción: sentarme frente al televisor a ver Intrusos, Tinelli, Marley, Chiche Gelblung, cadenas nacionales, Feinman, Mauro Viale, y políticos en general, hasta que me salten los tapones neuronales, y espiche frente a la TV.
Creo que de todos los métodos éste último es el más cruento de todos, así que espero que mis sobrinas tengan piedad de su tía.
Sólo tienen una condición más que cumplir antes de cobrar un mango y es la siguiente:
Como ya está establecido por ley natural, hay cuatro amigos míos que heredarán mis anillos de todos los días. Humber, Diani, Fri y Ro. No pienso dejar por escrito cuál es para cada uno, así que chicos, con todo el amor del mundo les digo, arránquense los ojos. Eso sí, deberán solemnemente prometer, que el día de mi entierro, todos y cada uno de ustedes llorarán a moco tendido, aunque sea pour la galèrie porque si no, no hay anillo pa´ninguno. Deberán ir vestidos de leopardo los cuatro, o con algún detalle animal print, para recordar los momentos vividos en nuestras maravillosas cenas a la luz de un daiquiri.
Cuando me preguntan si estoy loca, al decir todas estas cosas, respondo que no, sólo soy previsora.