El otro día quería uno, dos y tres, y hoy para no ser menos quiero cuatro, quiero cinco y quiero seis.
De pedigüeña nomás que soy. No es que me falte nada, más bien me sobra. Me sobra grasa, cansancio, dolor de cuello, de cintura, años, canas, y unas ganas tremendas de irme a la mismísima mierda.
Ah! Y me sobra mucho, pero mucho pesimismo.
Quiero ser una Chica Superpoderosa, Bellota o alguna otra fruta seca, menos una pasa de uva, porque me parecería a mi misma dentro de un par de añitos.
Quiero ser Jessica Rabbit en contraposición a la pasa rubia de la línea de arriba.
Quiero un rascador de espalda que tenga bien hecha la manicura, para rascarme de arriba abajo, o mejor dicho de dorso a dorso, que vendría a ser de punta a punta y a lo ancho de mi pectoral de atrás.
Quiero El Grito de Munch, porque mi garganta está un poco cansada a esta altura del año, de gritar boludeces a los cuatro vientos.
Quiero pavimento para todos y empedrado para Pedro y Wilma Picapiedras.
Quiero diez cabritos en una montaña. No sé para qué los quiero, ni siquiera me gusta el queso de cabra.
Quiero ser un pez, para tocar mi nariz en tu pecera, aunque dudo que las burbujas sean de amor, más me huele que son gases.
Quiero el mundo entero para recorrerlo despacio y con tiempo, de Ushuaia al lado de enfrente del Estrecho de Bering, en territorio ruso, y poder decir spasiva con un gorro de piel en la cabeza, como Illya Kuriaky sin los Valderrama.
Quiero ser más consistente y menos voladora, porque mis pensamientos pesan más que lo que el aire puede levar sin ponerle un motor.
Quiero mis ojos anteriores de vuelta, porque estos que tengo no ven más que la realidad que quieren ver.
Quiero un changuito cargado de frustraciones, para dejarlo en la casa de otro, y decirle: una vez que la mercadería traspasó su puerta no tiene devolución.
Quiero un pasaporte al más allá, con o sin fecha de caducidad, para ir y venir cuando se me da la gana, decirles los amo, darles muchos besos y un abrazo eterno.
Quiero a Shorsh porque ya es costumbre, aunque también quiero a Mr. Downey Jr. que me va a dar la misma bola que me dieron Paul Newman, Robert Redford y De Niro en su momento. O sea….como Shorsh.
Quiero las manos de Camille Claudel, el parque de la casa de Rodin en París, y el monolito de Óbelix a quién ya me parezco.
Quiero a mis tres neuronas en fila, porque van a tomarnos asistencia y pretendo pasar de grado.
Quiero vivir la vida día a día y no que un día venga algún vivo a querer vivir la mía.
Quiero ser un ser no pensante por un rato, o como diría mi amado viejo, decime dónde está el switch así lo apago.
Quiero reencontrarme conmigo misma, esa que perdí en algún lado de tanto encontrar otras dentro mío.
Quiero subir las escaleras, peldaño a peldaño, hasta que me canse de andar, quiera volver atrás y ya no pueda.
De pedigüeña nomás que soy. No es que me falte nada, más bien me sobra. Me sobra grasa, cansancio, dolor de cuello, de cintura, años, canas, y unas ganas tremendas de irme a la mismísima mierda.
Ah! Y me sobra mucho, pero mucho pesimismo.
Quiero ser una Chica Superpoderosa, Bellota o alguna otra fruta seca, menos una pasa de uva, porque me parecería a mi misma dentro de un par de añitos.
Quiero ser Jessica Rabbit en contraposición a la pasa rubia de la línea de arriba.
Quiero un rascador de espalda que tenga bien hecha la manicura, para rascarme de arriba abajo, o mejor dicho de dorso a dorso, que vendría a ser de punta a punta y a lo ancho de mi pectoral de atrás.
Quiero El Grito de Munch, porque mi garganta está un poco cansada a esta altura del año, de gritar boludeces a los cuatro vientos.
Quiero pavimento para todos y empedrado para Pedro y Wilma Picapiedras.
Quiero diez cabritos en una montaña. No sé para qué los quiero, ni siquiera me gusta el queso de cabra.
Quiero ser un pez, para tocar mi nariz en tu pecera, aunque dudo que las burbujas sean de amor, más me huele que son gases.
Quiero el mundo entero para recorrerlo despacio y con tiempo, de Ushuaia al lado de enfrente del Estrecho de Bering, en territorio ruso, y poder decir spasiva con un gorro de piel en la cabeza, como Illya Kuriaky sin los Valderrama.
Quiero ser más consistente y menos voladora, porque mis pensamientos pesan más que lo que el aire puede levar sin ponerle un motor.
Quiero mis ojos anteriores de vuelta, porque estos que tengo no ven más que la realidad que quieren ver.
Quiero un changuito cargado de frustraciones, para dejarlo en la casa de otro, y decirle: una vez que la mercadería traspasó su puerta no tiene devolución.
Quiero un pasaporte al más allá, con o sin fecha de caducidad, para ir y venir cuando se me da la gana, decirles los amo, darles muchos besos y un abrazo eterno.
Quiero a Shorsh porque ya es costumbre, aunque también quiero a Mr. Downey Jr. que me va a dar la misma bola que me dieron Paul Newman, Robert Redford y De Niro en su momento. O sea….como Shorsh.
Quiero las manos de Camille Claudel, el parque de la casa de Rodin en París, y el monolito de Óbelix a quién ya me parezco.
Quiero a mis tres neuronas en fila, porque van a tomarnos asistencia y pretendo pasar de grado.
Quiero vivir la vida día a día y no que un día venga algún vivo a querer vivir la mía.
Quiero ser un ser no pensante por un rato, o como diría mi amado viejo, decime dónde está el switch así lo apago.
Quiero reencontrarme conmigo misma, esa que perdí en algún lado de tanto encontrar otras dentro mío.
Quiero subir las escaleras, peldaño a peldaño, hasta que me canse de andar, quiera volver atrás y ya no pueda.