lunes, 23 de junio de 2014

Oie chico!

Fibrón Pelikán grueso en mano, y partimos a París. Manuelita llegó un poquito caminando y otro poquitito a pie. Yo llegué sin raya en el tujes, por eso el marcador trazo grueso. Recomiendo el más gordo, juro que con el finito es lo mismo que nada.
Este año a la autopista aérea Buenos Aires- París, se nota que le dieron una manito de alquitrán. Estaba lisita, lisita. Ni un pozo siquiera al pasar por Brasil. Se ve que los hermanos capoeira metieron toda la guita en el Mundial, incluído carreteras aéreas.
Una vez en el aeropuerto de la ciudad luz, se vino la primera parte relatable. La señora aduanera, me vió cara de narco, y me palpó hasta el upite, metiéndome mano en el aro del corpiño, para ver si no llevaba una ristra de ajos rellenos de cocaína. Mientras yo le decía, le juro que no son siliconas, son todas mías aunque parezca mentira.
Más luego, en la cola para pagar cables de la compu (tax free), una señora semi árabe (la otra mitad no sé de dónde era) con hijos, intenta hacer una compra fallida. Se va con los dos niños que portaban, uno camiseta amarilla, el otro la albiceleste con el Messi en la espalda.
A los dos minutos se escuchan gritos desgarradores por todo Charles de Gaulle. "Nuuun, Nuuuuuuun, Nuuuuuuuuuuuuuun!!! Era la señora que había perdido al pequeño émulo de Messi. Sí, la pesadilla de toda madre. Perder un niño en un aeropuerto gigante. Por un momento me sentí como en la película de Jodie Foster que le roban la hija en el avión. De más está decir que todos los presentes, incluyéndome, junto a mis otros yo, estábamos buscando al pequeño Nun (o Noon, no sé cómo se escribe).
Nosotras tres un poco menos que el resto, porque teníamos miedo de perder la conexión a Praga. Pero bueno, el pequeño saltamonte debe haber aparecido porque luego de veinte minutos de búsqueda, ya no se escuchaba a la pobre madre. O habrá muerto de un infarto, vaya uno a saber…
Con una hora y media de demora, salimos a Praga, con el sentimiento culposo de no haber ayudado más en la búsqueda de Aladino.
Se ve que la crisis europea ha llegado al cielo, mucho pozo….. O el piloto no sabía manejar, cosa que me resulta más creíble. El tipo estaba entre si subir más arriba o quedarse por abajo, así que por las dudas, iba de arriba abajo, y de abajo arriba. Se movía de un costado al otro porque creía que estaba piloteando un planeador o un barrilete quizás. A la hora de aterrizar, casi se morfa la pista, y de pedo no chocamos contra el cordón.
Bajé sana y salva, un tanto mareada por la batidora y otro tanto por los Rivotriles, y me dirijo a cambiar unos morlacos para tener coronas checas aunque sea para pagar el bondi. Señores, no lo hagan en el aeropuerto. Curran. Pero bueno, cambié poquito.
Unos señores centroamericanos, me preguntan si vale la pena cambiar ahí. Les digo, no, pagan poco. Uno se me queda hablando. ¿Que de dónde tu eres? ¿Argentina? ¿Y qué vienes a hacer aquí? A pasear, le digo. ¿De dónde son ustedes? Cubanos, me dice. ¿Conoces Cuba? No, me debo el viaje, respondo. ¿Qué es lo que tu haces? Soy artista plástica, contesto. Ustedes son músicos por lo que veo. Sí, me dice, estamos de gira. Ah! Qué bueno! digo yo. ¡No!¡Que no es bueno! ¡Que yo ya estoy cansado! contesta, tenemos dieciocho conciertos! ¡Que genial! seguía yo.
¿Hasta cuándo te quedas aquí? Hasta el 27, digo. ¿Pues por qué no nos vienes a ver al concierto? Espera que le digo a nuestra representante que te anote con una entrada (viene representante y me pide nombre y apellido) y te vienes a saludarme al camarín. Anota: actuamos en el Congress Palace, y mi nombre es Elíades Ochoa. ¿Has oído hablar de Buena Vista Social Club? Siiiiiiiiiii, grito yo. Amo a Buena Vista Social Club!! ¿Son ustedes? Sí, me responde el señor. Pues te espero el 25 en el concierto. Adiós Elizabeth!
Mandíbula al piso, y saltando de alegría mientras va con su valija, la nueva groupie, a la aduana a que la toqueteen de nuevo.
Llego a la ciudad vieja. Gente, si creí haber visto un lindo gatito los años anteriores, esto no tiene palabras. Bello es poco. Es como estar en un cuento de hadas, sin olvidarse de todo lo que pasó en la Segunda Guerra. O por lo menos a mí me pasa eso.
Todo es lindo. Todo es antigüo. Todo es como de cuento de los hermanos Grimm.
Y recién voy por el primer día de viaje.
Me vuá bañar que la mugre no sale sola.
Adío.