Así como dios nos ha desprovisto de novios, nos ha llenado de amigos.
Somos las mejores amigas del hombre. Como los perros. Vendríamos a ser unas perras salchichas poilishes. O sea un wurscht.(embutido, fiambre)
A nosotras nos gusta más compararnos con unos galgos afganos, estilizados, elegantes, pero para ser honestas, nos parecemos más a un San Bernardo.
Somos leales, confiables, cariñosas y rescatamos almas perdidas. Es por eso que en el universo de los soysolos, somos de lo más requerido.
Como Roberto Carlos, tenemos un millón de amigos. Amigos de toda la vida, de media vida y de corta vida. Están aquellos que nos acompañaron en los malos momentos, en los buenos, en los más o menos y en esos tiempos que es mejor olvidar.
Hay amigos inolvidables, y de los olvidables también. Pero como mencionábamos anteriormente, como los canes, ante la caricia del amo, perdonamos todo.
En pocas palabras, somos fáciles.
Somos amigueras. Tenemos facilidad de oratoria, en tanto y en cuanto el Rivotril nos lo permita.
Hemos heredado el gruñido de madre doberman, y el ladrido de padre ovejero alemán. La lealtad de un pitbull, la delicadeza de un perro callejero, y el sarcasmo del zeide Salomón, que no era un animal pero merecería serlo. (zeide z´l te amo).
Y todo esto venía a cuento de que comienza hoy, otro nuevo Día del Amigo.
A los amigos de la vida, saben que los amamos, que los guardamos en el corazón y que siempre cuentan con nosotras.
Y a los señores que hoy se acercan en plan amistoso, les estamos eternamente agradecidas. Pero pasamos. El cupo de amistades masculinas está cubierto. Y muy bien cubierto. Lo que buscamos es otra cosa. ¿Capisce?
Así, que hoy los quieros se los dedicamos a las/os perros atorrantes que nos acompañan en el vagabundeo de la vida.
Como ya sabemos, a la hora de querer, nuestras múltiples personalidades vuelven a reunirse en una sola, por una simple cuestión sintáctica.
Quiero recorrer el arcoiris y que al final del mismo, en vez de la olla de oro, los encuentre a ustedes.
Quiero ser el león de la Metro Goldwyn Mayer, en vez de Humpty Dumpty sentada en al borde del precipicio.
Quiero legarles lo único que no me han sacado las sanguijuelas. Mi amor.
Quiero una parcela en el paraíso, el monumento a la paciencia, y un sinfín de perlas cultivadas, para enhebrarlas en la horca.
Quiero la inestabilidad de mi vida, a la vida ordenada de los que creen en la verdad absoluta.
Quiero escuchar alguna vez, hello from the other side, I must have called about a thousand times, to tell you I´m sorry.
Quiero pescar un Clooney en los lagos de Como, y devolverlo al agua, porque sí. De resentida nomás.
Y por último, no quiero menos que decirles a todos los que quiero, cuánto los quiero no sin querer, sino queriendo.
Somos las mejores amigas del hombre. Como los perros. Vendríamos a ser unas perras salchichas poilishes. O sea un wurscht.(embutido, fiambre)
A nosotras nos gusta más compararnos con unos galgos afganos, estilizados, elegantes, pero para ser honestas, nos parecemos más a un San Bernardo.
Somos leales, confiables, cariñosas y rescatamos almas perdidas. Es por eso que en el universo de los soysolos, somos de lo más requerido.
Como Roberto Carlos, tenemos un millón de amigos. Amigos de toda la vida, de media vida y de corta vida. Están aquellos que nos acompañaron en los malos momentos, en los buenos, en los más o menos y en esos tiempos que es mejor olvidar.
Hay amigos inolvidables, y de los olvidables también. Pero como mencionábamos anteriormente, como los canes, ante la caricia del amo, perdonamos todo.
En pocas palabras, somos fáciles.
Somos amigueras. Tenemos facilidad de oratoria, en tanto y en cuanto el Rivotril nos lo permita.
Hemos heredado el gruñido de madre doberman, y el ladrido de padre ovejero alemán. La lealtad de un pitbull, la delicadeza de un perro callejero, y el sarcasmo del zeide Salomón, que no era un animal pero merecería serlo. (zeide z´l te amo).
Y todo esto venía a cuento de que comienza hoy, otro nuevo Día del Amigo.
A los amigos de la vida, saben que los amamos, que los guardamos en el corazón y que siempre cuentan con nosotras.
Y a los señores que hoy se acercan en plan amistoso, les estamos eternamente agradecidas. Pero pasamos. El cupo de amistades masculinas está cubierto. Y muy bien cubierto. Lo que buscamos es otra cosa. ¿Capisce?
Así, que hoy los quieros se los dedicamos a las/os perros atorrantes que nos acompañan en el vagabundeo de la vida.
Como ya sabemos, a la hora de querer, nuestras múltiples personalidades vuelven a reunirse en una sola, por una simple cuestión sintáctica.
Quiero recorrer el arcoiris y que al final del mismo, en vez de la olla de oro, los encuentre a ustedes.
Quiero ser el león de la Metro Goldwyn Mayer, en vez de Humpty Dumpty sentada en al borde del precipicio.
Quiero legarles lo único que no me han sacado las sanguijuelas. Mi amor.
Quiero una parcela en el paraíso, el monumento a la paciencia, y un sinfín de perlas cultivadas, para enhebrarlas en la horca.
Quiero la inestabilidad de mi vida, a la vida ordenada de los que creen en la verdad absoluta.
Quiero escuchar alguna vez, hello from the other side, I must have called about a thousand times, to tell you I´m sorry.
Quiero pescar un Clooney en los lagos de Como, y devolverlo al agua, porque sí. De resentida nomás.
Y por último, no quiero menos que decirles a todos los que quiero, cuánto los quiero no sin querer, sino queriendo.