Y finalmente nos ganamos bien ganada nuestra libertad condicional. Nos fuimos de Vallauris, pero seguimos en Francia. Ya estamos empezando a tenerle un poquito de fastidio a los monsieures y madames, con perdón de los amigos francoargentolatinoamericanos.
Así como el otro día habíamos decidido que ya no sabíamos hablar el idioma, hoy a fuerza de no tener más remedio, nos largamos como si fuésemos no foráneas.
Ya anoche, para pedir un taxi, tuvimos que hacernos entender por teléfono. Acá no había lenguaje de señas que valga. ¿Parlez vous anglais? No, fue la respuesta del otro lado. D´accord y ahí nomás arreglamos horario y lugar por donde nos pasaba a buscar.
Salimos tempranito de la ville, así teníamos tiempo de bajar y subir las escaleras, hacia el andén, con nuestros 800 kgs de exceso de equipaje y panza. Conste que una semana antes, mandamos 2 (dos) cajas con un total de 30 kg, entre materiales, libros y ropa usada. Lo que comúnmente para la aduana se llaman "efectos personales"si logramos convencer al aduanero. Nosotras para reforzar la idea, pusimos un toallón sucio arriba de todo.
Nos fuimos a Cannes, y de ahí, cambio de formación hasta la ville de la mer. Lo oís llegar, chucu-chu, chucu-chu, el Intercity número 16438 con destino a St. Raphaël, Toulon, y Marsella. Eso, señores, es un tren directo en la France. Nosotras chochas…hasta que se abren las puertas, y vemos los cuatro escalones cuatro, a cincuenta centímetros del piso, los cuales tenemos que subir con senda valija y bolso. Decidido, cuando llegamos a BA, urgente clases de yoga y estiramiento. ¿Cómo hacemos?¿Subimos nosotras primero y vamos tironeando de la manija de la valija reventando las rueditas de la Samsonite?¿Hacemos a la una a las dos y a las tres y tiramos el bolso como bola de bowling, o trepamos primero y agarramos el bolso después? Todo una cuestión, que en tres años de viajando sola con soysola, no hemos logrado dilucidar. Por supuesto en cada una de estas incursiones de los indios ranqueles, nos decimos: es el último año que traigo tanta ropa! La próxima, dos bombachas, dos remeras, un saquito y dos pantalones. Y zapatos, nada! Sólo vendremos con los puestos, si no es que venimos descalzas! Bah, esto último es una utopía, porque descalza en el sur de Francia, te arriesgas al pie de atleta como mínimo, y como máximo a contagiarte de hepatitis ABCD, por pisar el meo y los escupitajos de los señores habitantes de la Costa Azul y Provence.
Se hace un llamado a los señores/as médicos/as que quieran venir a hacer una investigación científica sobre la costumbre de estos lares, de andar aclarándose la garganta a los gargajos limpios (limpios es un decir) y largarlos a modo de flema inmunda, al lado de los pies de los transeúntes desprevenidos (en este caso, nosotras)
Como siempre que llegamos a un lugar nuevo, nos perdemos. No importa que miremos puntos de referencia, igual a los dos minutos el Alzheimer no nos los deja recordar. A veces les sacamos fotos para no olvidarnos, pero cuando las vemos, nos preguntamos ¿dónde carajo quedaba esto? Por eso, para empezar, nos tomamos un taxi. El señor, un árabe bastante rústico, que nos hablaba en no sé qué, y lo único que le entendimos es "iala, iala". O su traducción, vamos gorda, apurate.
Desmitifiquemos la Côte D´Azur. Todo es muy bello la primera vez que venís. La segunda ya empezás a verle todo lo malo. Dejemos de quejarnos de nuestra maravillosa Argentina, y vayámonos todos a vivir a Punta del Este que esas sí son playas!
Por ahora no nos perdimos mucho en Marsella, porque solamente nos animamos a la caminata obligada por el puerto, Vieux Port, y a las Galerías Lafayette, a comprar una valija que no me haga sacar músculos como los de Sylvester Stallone en Rambo CCCXXII.
Mañana iremos a ver al Conde de Montecristo, que si llega a estar, lo más probable es que nos peguemos un jabón de aquellos. Y hablando de jabones, llegamos a la conclusión de que los hacen de cera. Siguen sin lavar.
Nos queda toda una semana de aventuras en la ciudad de la mafia marsellesa, en dónde todo el mundo nos recomienda no salir de noche, cosa que no cumpliremos, seguramente.
Y sí, fue acá nomás donde se inventó La Marsellesa. ¿Originales, no? Ya nos la vamos a aprender de memoria para cantarla en contraposición a la Marcha Peronista.
Soysolaporelmundo ya ha decidido que en próximos viajes, se deshará sin miramientos de ningún tipo y factor, del resto de sus otros yos. No la ayudan con el equipaje, ni tampoco a pensar en otro idioma. Todo lo contrario, sólo le piden pain au chocolat y la hacen gastar guita al pedo.
A bientôt, o a maltôt!! (que vendría a ser lo mismo)
Así como el otro día habíamos decidido que ya no sabíamos hablar el idioma, hoy a fuerza de no tener más remedio, nos largamos como si fuésemos no foráneas.
Ya anoche, para pedir un taxi, tuvimos que hacernos entender por teléfono. Acá no había lenguaje de señas que valga. ¿Parlez vous anglais? No, fue la respuesta del otro lado. D´accord y ahí nomás arreglamos horario y lugar por donde nos pasaba a buscar.
Salimos tempranito de la ville, así teníamos tiempo de bajar y subir las escaleras, hacia el andén, con nuestros 800 kgs de exceso de equipaje y panza. Conste que una semana antes, mandamos 2 (dos) cajas con un total de 30 kg, entre materiales, libros y ropa usada. Lo que comúnmente para la aduana se llaman "efectos personales"si logramos convencer al aduanero. Nosotras para reforzar la idea, pusimos un toallón sucio arriba de todo.
Nos fuimos a Cannes, y de ahí, cambio de formación hasta la ville de la mer. Lo oís llegar, chucu-chu, chucu-chu, el Intercity número 16438 con destino a St. Raphaël, Toulon, y Marsella. Eso, señores, es un tren directo en la France. Nosotras chochas…hasta que se abren las puertas, y vemos los cuatro escalones cuatro, a cincuenta centímetros del piso, los cuales tenemos que subir con senda valija y bolso. Decidido, cuando llegamos a BA, urgente clases de yoga y estiramiento. ¿Cómo hacemos?¿Subimos nosotras primero y vamos tironeando de la manija de la valija reventando las rueditas de la Samsonite?¿Hacemos a la una a las dos y a las tres y tiramos el bolso como bola de bowling, o trepamos primero y agarramos el bolso después? Todo una cuestión, que en tres años de viajando sola con soysola, no hemos logrado dilucidar. Por supuesto en cada una de estas incursiones de los indios ranqueles, nos decimos: es el último año que traigo tanta ropa! La próxima, dos bombachas, dos remeras, un saquito y dos pantalones. Y zapatos, nada! Sólo vendremos con los puestos, si no es que venimos descalzas! Bah, esto último es una utopía, porque descalza en el sur de Francia, te arriesgas al pie de atleta como mínimo, y como máximo a contagiarte de hepatitis ABCD, por pisar el meo y los escupitajos de los señores habitantes de la Costa Azul y Provence.
Se hace un llamado a los señores/as médicos/as que quieran venir a hacer una investigación científica sobre la costumbre de estos lares, de andar aclarándose la garganta a los gargajos limpios (limpios es un decir) y largarlos a modo de flema inmunda, al lado de los pies de los transeúntes desprevenidos (en este caso, nosotras)
Como siempre que llegamos a un lugar nuevo, nos perdemos. No importa que miremos puntos de referencia, igual a los dos minutos el Alzheimer no nos los deja recordar. A veces les sacamos fotos para no olvidarnos, pero cuando las vemos, nos preguntamos ¿dónde carajo quedaba esto? Por eso, para empezar, nos tomamos un taxi. El señor, un árabe bastante rústico, que nos hablaba en no sé qué, y lo único que le entendimos es "iala, iala". O su traducción, vamos gorda, apurate.
Desmitifiquemos la Côte D´Azur. Todo es muy bello la primera vez que venís. La segunda ya empezás a verle todo lo malo. Dejemos de quejarnos de nuestra maravillosa Argentina, y vayámonos todos a vivir a Punta del Este que esas sí son playas!
Por ahora no nos perdimos mucho en Marsella, porque solamente nos animamos a la caminata obligada por el puerto, Vieux Port, y a las Galerías Lafayette, a comprar una valija que no me haga sacar músculos como los de Sylvester Stallone en Rambo CCCXXII.
Mañana iremos a ver al Conde de Montecristo, que si llega a estar, lo más probable es que nos peguemos un jabón de aquellos. Y hablando de jabones, llegamos a la conclusión de que los hacen de cera. Siguen sin lavar.
Nos queda toda una semana de aventuras en la ciudad de la mafia marsellesa, en dónde todo el mundo nos recomienda no salir de noche, cosa que no cumpliremos, seguramente.
Y sí, fue acá nomás donde se inventó La Marsellesa. ¿Originales, no? Ya nos la vamos a aprender de memoria para cantarla en contraposición a la Marcha Peronista.
Soysolaporelmundo ya ha decidido que en próximos viajes, se deshará sin miramientos de ningún tipo y factor, del resto de sus otros yos. No la ayudan con el equipaje, ni tampoco a pensar en otro idioma. Todo lo contrario, sólo le piden pain au chocolat y la hacen gastar guita al pedo.
A bientôt, o a maltôt!! (que vendría a ser lo mismo)