domingo, 10 de enero de 2021

LA FELICIDAD

Extrañamos un poco Juramento, solamente porque ahí conocíamos a los vecinos a los que podíamos putear.

Acá todavía no nos conocemos ni a nosotras mismas, menos al vecindario. En un piso de seis apartamentos, sólo lo habitamos dos, el 1401 y el 1406. Y uno de esos dos grita, no siendo nosotras una de ellos. 

Los de arriba, descubrimos, son nuestros imitadores. Si vamos al baño, ellos también, pero bajan el agua unos segundos antes, cosa que a nosotras nos da la sensación de que nos están cagando encima. Unos amorosos.

Otros, no sabemos de qué piso, hacen asado todos los días. Como acá es con leña usualmente, siempre estamos con el matafuegos en la mano pensando que se incendia el edificio.

Otro cantar son los vecinos de ciudad. Muchos todavía no conocen el término "distanciamiento social" así que nos la pasamos eludiendo a los antibarbijo. Pero parece que eso no es solo acá y es mundialmente conocido como "los pelotudos de siempre".

Los uruguayos, además del fútbol, tienen otra pasión que notamos anoche. Aparentemente es un deporte nuevo y consta de prender los motores, acelerar y ver quién sostiene más tiempo el pie en el acelerador. El que más ruido haga es el ganador suponemos. Si no, no estaríamos entendiendo la gracia del juego. Anoche debe haber habido un campeonato, al que casi salimos a celebrar como los criollos a los ingleses en las famosas Invasiones. Decí que desde un piso 14 el aceite llega frío a la planta baja.

La playa, bien gracias, solo la pisamos dos veces. Somos el Grinch de las vacaciones.

Como ya conocemos los bueyes con los que aramos, no va a faltar quién nos diga: "ehhh, vos siempre te la pasas quejándote". 

Y sí, así somos. Y les respondemos con todo el amor del mundo y la delicadeza que nos caracteriza "andáte al aparato o cavidad reproductora de tu abuela".

Nosotras somos felices a nuestro modo. Y aunque no lo crean, acá somos felices.