De nuevo en Montevideo para festejar el cumpleaños de prima Eli, reservamos habitación en el hotel donde conocimos a Gloria.
Tan deseosas estábamos de verla, que lo primero que hicimos fue entrar al baño.
Gloria se abrió de par en par para darnos la bienvenida. Literalmente subió sola la tapa del inodoro y comenzó a auto limpiarse anunciándolo con un pitido.
Qué bueno! ,pensamos, en agosto no hacía estas cosas. Por ese entonces nos auto aseaba el tujes solamente.
Ya puestas al día, porque tuvimos una larga conversación, nos despedimos para ir a dar una vuelta.
Al cabo de una hora volvimos a la habitación, entramos al baño, y nuevamente Gloria hizo todas sus gracias.
Nos tiramos en la cama a descansar, y nos dimos cuenta que habíamos dejado el celular sobre la mesada, así que abrimos nuevamente la puerta del sanitario y por tercera vez, levanta la tapa, se limpia, hace el pip, etc.
Oiga señora!- dijimos-, ¿qué onda? ¿Va a ser así todo el día?
Y…sí…porque la mina se acciona cada vez que uno abre la puerta del baño.
Después de la cuarta vez, Gloria ya no nos parecía tan simpática.
Por momentos se activaba sola, sin siquiera nosotras acercarnos al pasillo.
Creemos que nos lee el pensamiento. Tenemos miedo de dormirnos, que venga al lado de nuestra cama y nos haga pfsss piiip al oído.
Ahora cada vez que la miramos, no podemos dejar de pensar en la planta carnívora de The Little Shop of Horror cuando decía, “Seymour, feed me”
Gloria nos diría “Soysola, pish me”.
Alguien nos dijo alguna vez, segundas partes nunca fueron buenas. Es un hecho.