Ya perdimos la cuenta de cuánto hace que estamos encerradas en casa. Suponemos que a los presos les pasa algo similar. En cualquier momento empezamos con los palitos en la pared. Tizas tenemos y si no una de las treinta y cinco biromes que no andan, servirán para el mismo propósito. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, tacho la doble.
Volvieron nuestras pesadillas. Anoche soñamos que nos volvíamos a casar con marido dos, dios nos perdone. Hacíamos una fiesta a la cuál asistían todas nuestras ex compañeras de la secundaria, incluídas aquellas que no invitamos. Especialmente las que no invitamos. También estaba nuestra hermana del medio, que curiosamente estaba de muy buen humor porque había tenido una beba a los casi sesenta años. Algo que no nos sorprendía vaya a saber porqué.
Nuestro vestido de novia era un conjunto de pollera y blusa negras. Se ve que el inconsciente nos estaba avisando que volver con marido dos no era una buena idea.
Así y todo nos casábamos felices y cuando llegábamos a la cama empezábamos a discutir. O sea, lo que hicimos durante los cuatro años que estuvimos juntos en la cama, en la mesa, en el trabajo, en la calle, en la.... Lo miramos, en el sueño, y pensamos: es por esto que nos separamos la primera vez, y ahí nos despertamos. Menos mal. A ver si se nos pegaba el entusiasmo de nuestra hermana por tener hijos a esta edad.
Nos queda todavía una semana más de aislamiento, y seguimos sin tocar un ser humano. Creemos que cuando termine esto, tampoco vamos a tocar otro ser humano hasta bien entrado el año que viene. Con suerte.
La bitácora de la cuarentena se está agotando. No vamos a contarles todos los días que limpiamos toda la casa y miramos series. Un embole lo que se dice. A falta de salir a la calle y caminar hasta el supermercado, estamos caminando por nuestra casa. Hoy nos dimos cuenta que ya estamos trotando, cosa que vamos a dejar de hacer en lo inmediato, no sea que no nos muramos de Covid-19 pero sí de un infarto. Al pedo.
Veremos qué soñamos hoy, es el único entretenimiento que nos queda.
Volvieron nuestras pesadillas. Anoche soñamos que nos volvíamos a casar con marido dos, dios nos perdone. Hacíamos una fiesta a la cuál asistían todas nuestras ex compañeras de la secundaria, incluídas aquellas que no invitamos. Especialmente las que no invitamos. También estaba nuestra hermana del medio, que curiosamente estaba de muy buen humor porque había tenido una beba a los casi sesenta años. Algo que no nos sorprendía vaya a saber porqué.
Nuestro vestido de novia era un conjunto de pollera y blusa negras. Se ve que el inconsciente nos estaba avisando que volver con marido dos no era una buena idea.
Así y todo nos casábamos felices y cuando llegábamos a la cama empezábamos a discutir. O sea, lo que hicimos durante los cuatro años que estuvimos juntos en la cama, en la mesa, en el trabajo, en la calle, en la.... Lo miramos, en el sueño, y pensamos: es por esto que nos separamos la primera vez, y ahí nos despertamos. Menos mal. A ver si se nos pegaba el entusiasmo de nuestra hermana por tener hijos a esta edad.
Nos queda todavía una semana más de aislamiento, y seguimos sin tocar un ser humano. Creemos que cuando termine esto, tampoco vamos a tocar otro ser humano hasta bien entrado el año que viene. Con suerte.
La bitácora de la cuarentena se está agotando. No vamos a contarles todos los días que limpiamos toda la casa y miramos series. Un embole lo que se dice. A falta de salir a la calle y caminar hasta el supermercado, estamos caminando por nuestra casa. Hoy nos dimos cuenta que ya estamos trotando, cosa que vamos a dejar de hacer en lo inmediato, no sea que no nos muramos de Covid-19 pero sí de un infarto. Al pedo.
Veremos qué soñamos hoy, es el único entretenimiento que nos queda.