Seguimos de tour por Italia, y nos olvidamos, antes de salir de Baires, de pedirle a Pablito Moyano, que en el paro reclamara por la creación del sindicato de viajeros.
Seguimos insistiendo, como en viajes anteriores, que esto es un trabajo insalubre. Hermoso laburo, pero agotador. No es cuestión de dar lástima, simplemente creemos que es un reclamo legítimo.
Ya imagino a quienes nos criticarán diciendo que el país está en llamas y nosotras reclamando pelotudeces. Sí, porque son nuestras pelotudeces. Nadie nos quitará lo bailado, pero tampoco es que nos devuelven el IVA, ni las zapatillas gastadas de tanto patear, ni siquiera nos dan el 40% de descuento en antiinflamatorios por cargar valijas. Tampoco nadie nos da un voucher para la comida, y ni que hablar de los viáticos. Huguito y Pablito no tocaron en su vida un camión y consiguen todo. A la vuelta del viaje convocamos al paro ,qué joder!
Dejando de lado el sindicalismo barato, volvamos a Italia.
Caminamos. Caminamos. Caminamos. No sé si queda claro que nos duelen las patas. Fuimos al Coliseo y subimos hasta las gradas donde se sentaban los pobres. Llegamos a la conclusión de que los romanos o tenían patas muy largas, o los emperadores eran unos sádicos de mierda que mandaban a hacer escalones doble altura, solamente para joder a la plebe, y a nosotras.
Todas las escaleras en Italia son muy empinadas y con treinta centímetros de más entre escalón y escalón. Ya sólo por eso descartamos este país para vivir.
Después fuimos al Vaticano a putear un poco al Papa, pero no lo vimos porque estaba reunido con la curia argentina. Al pedo ¿no? Si igual no piensa ir al país hasta que Mauricio se vaya. Esto es un Papa como los de antes! Infiriendo en la política como los Borgia.
En realidad lo que nosotras hubiésemos querido decirle a Francisco, es que ya que habla tanto de ayudar a los pobres, porqué no vende alguna de las cruces, cálices, candelabros o relicarios de oro macizo y piedras preciosas que tienen en el Tesoro del Museo del Vaticano, que están ahí al re pedo, porque ni siquiera te los dejan fotografiar. O quizás alguien pagaría una fortuna por el dedo de San Pedro revestido en oro. Si total San Pedro ya no lo necesita!
Después fuimos a ver a Moisés. Entre tanta iglesia y crucifijo necesitábamos estar un poco entre los nuestros. Pero Moishe vive en la iglesia San Pietro in Víncoli. ¡Oy vey!
Cuestión que recorrimos toda Roma en tres días. Eso sí, siempre perdidas. Decidimos que vamos a hacerle caso a nuestra intuición, que dice, nunca nos des bola, doblá siempre para el lado contrario que así vas a llegar.
Seguimos buscando al morocho que predijo la bruja, pero parece que no se enteró que nosotras estábamos en Roma.
Nuestro italiano va empeorando con el correr de las horas, y nuestro inglés se va pareciendo al de Vito Corleone. Vaya a saber porqué desde que estamos acá, hablamos english con acento mafioso. Esciusssmi, lui espiqui inglishhhe?
Dejamos la cità de la dolce vita, y partimos a Faenza. Se nos acabó la joda. Ahora a trabajar 24 x 7 que la expo está a la vuelta de la esquina.