jueves, 26 de junio de 2014

Na shledanou Praha o adiós Praga

Y sí, será hora de que tras un tercer viaje a Europa, me decida a largar los mapas y cualquier aplicación tipo GPS. No hay caso, mi brújula está rota, me pierdo hasta en el baño.
Tres días buscando el edificio natal de Kafka, y estaba a media cuadra del hotel. Pero no es así como así la cosa. Me senté en el bar que se llama Kafka, donde hay un busto de Kafka y ni ahí me dí cuenta que ésa era la casa. Vamos mal pero venimos bien.
Todo es difícil en Praga. Las calles son circulares, te hablan en checo que no se parece a ningún idioma conocido, y todo cuesta 400 coronas para arriba. Vos pagás con un billete de 500, que te parece un montón, y los tipos te devuelven dos moneditas de mierda, de 50 cada una. Y ahí se te fue la guita, en no sabés qué, porque está escrito en checo, y lo más factible es que diga: este es su vuelto, jódase por venir a nuestro país.
Anoche me fui de pachanga a ver a mis amigos de Buena Vista Social Club. Me animé y me tomé el subte. Dos líneas para llegar. La verde hasta Muzeum (fácil) y combinación con la roja hasta Vyserhad (pronúnciese Visherjhad, difícil). Divinos los coches, lástima el idioma. Te avisan con tiempo cuál es la próxima parada, pero a uno le suena a que hablan en….bueno, en checo.
Llegué sana y salva al teatro. Me siento, y al lado mío se sientan dos cubanos con una checa. Uno con camisa verde, aparentemente era un músico muy reconocido por todos, menos, obviamente, por mí. Yo vivo colgada de una palmera, pero este cubano era muy yanqui. Mucho reloj, mucho oro, mucho celular último modelo, y una adicción al sms que no dejó en todo el concierto. No, si el comunismo ya no es el de antes... Además un envidioso (prejuzga la mina), porque no dió bola ni cuando cantó Omara Portuondo y tampoco bailó como todo el resto de la sala, a modo de Casi Ángeles.
La cuestión es que el chow fue una maravilla a pesar del vecino de asiento con sus mensajes de texto. Como pude (como pude quiere decir siguiendo al músico de camisa verde y adicto al texto) llegué a los camarines a saludar a don Elíades Ochoa. Siete veces le dije a siete personas diferentes, que no quería molestar, que lo había conocido en el aeropuerto,  que me habían invitado y sólo quería agradecer. Al ratito aparece un muchacho y me dice: eh, tú, dice don Elíades que ahora sale. Guauuuu, el tipo se acordaba de mi!! Un honor! ¿O la loca del aeropuerto? Sale, y casi me tiro al piso a besarle los pies por haberme invitado. ¿Se acuerda de mí, del aeropuerto? digo onda cholula. ¡Pues sí, cómo no me voy a acordar! Le agradecí mil setecientas veces, y ¡¡me pide disculpas!! porque hay mucha gente para saludar. Antes de irme, me dice:¿Que ya te vas? ¿No te tomas una foto? Me da vergüenza, digo. Pues que nada de vergüenza! Un grande el hombre. Ahí mismo le juré amor eterno. La foto, en FB.
Hoy, a Cesky Krumlov. Pueblo pequeño, patrimonio de la Unesco, recomendado por mi psiquiatra, que no sólo es psiquiatra sino también ahora, guía de turismo.
Un huevo y la mitad del otro salió el paseo, pero valió la pena. En el micro éramos la ONU. Yanquis, canadienses, australianos, brasileros, colombianos y yo. Más las dos checas. Una manejaba y la otra traducía en simultáneo al español y al inglés.
Obviously, los colombianos y yo, nos hicimos amigos. Porque dios los cría y ellos se juntan. Un matrimonio encantador, de la cole casualmente, Enrique y Tita, mi alma gemela en cuestión de shopping. ¡Andá a encontrar algo para comprar en Cesky Krumlov! Pero ahí estábamos, Tita y yo, para   lograr lo imposible!!¡¡ A la carga mis valientes!! Las dos adquirimos algo con la piedra local, la moldavita verde, a la que llaman kriptonita, porque dicen que posee poderes curativos. O sea, es una piedra energética, y yo, con tal de comprar, te creo en cualquier cosa te creo.
Vuelta a casa (el hotel) con anillo y amigos nuevos. Ahora a hacer la valija, que mañana partimos para Budapest a ver qué podemos comprar, digo, ehhh, conocer!!

lunes, 23 de junio de 2014

Oie chico!

Fibrón Pelikán grueso en mano, y partimos a París. Manuelita llegó un poquito caminando y otro poquitito a pie. Yo llegué sin raya en el tujes, por eso el marcador trazo grueso. Recomiendo el más gordo, juro que con el finito es lo mismo que nada.
Este año a la autopista aérea Buenos Aires- París, se nota que le dieron una manito de alquitrán. Estaba lisita, lisita. Ni un pozo siquiera al pasar por Brasil. Se ve que los hermanos capoeira metieron toda la guita en el Mundial, incluído carreteras aéreas.
Una vez en el aeropuerto de la ciudad luz, se vino la primera parte relatable. La señora aduanera, me vió cara de narco, y me palpó hasta el upite, metiéndome mano en el aro del corpiño, para ver si no llevaba una ristra de ajos rellenos de cocaína. Mientras yo le decía, le juro que no son siliconas, son todas mías aunque parezca mentira.
Más luego, en la cola para pagar cables de la compu (tax free), una señora semi árabe (la otra mitad no sé de dónde era) con hijos, intenta hacer una compra fallida. Se va con los dos niños que portaban, uno camiseta amarilla, el otro la albiceleste con el Messi en la espalda.
A los dos minutos se escuchan gritos desgarradores por todo Charles de Gaulle. "Nuuun, Nuuuuuuun, Nuuuuuuuuuuuuuun!!! Era la señora que había perdido al pequeño émulo de Messi. Sí, la pesadilla de toda madre. Perder un niño en un aeropuerto gigante. Por un momento me sentí como en la película de Jodie Foster que le roban la hija en el avión. De más está decir que todos los presentes, incluyéndome, junto a mis otros yo, estábamos buscando al pequeño Nun (o Noon, no sé cómo se escribe).
Nosotras tres un poco menos que el resto, porque teníamos miedo de perder la conexión a Praga. Pero bueno, el pequeño saltamonte debe haber aparecido porque luego de veinte minutos de búsqueda, ya no se escuchaba a la pobre madre. O habrá muerto de un infarto, vaya uno a saber…
Con una hora y media de demora, salimos a Praga, con el sentimiento culposo de no haber ayudado más en la búsqueda de Aladino.
Se ve que la crisis europea ha llegado al cielo, mucho pozo….. O el piloto no sabía manejar, cosa que me resulta más creíble. El tipo estaba entre si subir más arriba o quedarse por abajo, así que por las dudas, iba de arriba abajo, y de abajo arriba. Se movía de un costado al otro porque creía que estaba piloteando un planeador o un barrilete quizás. A la hora de aterrizar, casi se morfa la pista, y de pedo no chocamos contra el cordón.
Bajé sana y salva, un tanto mareada por la batidora y otro tanto por los Rivotriles, y me dirijo a cambiar unos morlacos para tener coronas checas aunque sea para pagar el bondi. Señores, no lo hagan en el aeropuerto. Curran. Pero bueno, cambié poquito.
Unos señores centroamericanos, me preguntan si vale la pena cambiar ahí. Les digo, no, pagan poco. Uno se me queda hablando. ¿Que de dónde tu eres? ¿Argentina? ¿Y qué vienes a hacer aquí? A pasear, le digo. ¿De dónde son ustedes? Cubanos, me dice. ¿Conoces Cuba? No, me debo el viaje, respondo. ¿Qué es lo que tu haces? Soy artista plástica, contesto. Ustedes son músicos por lo que veo. Sí, me dice, estamos de gira. Ah! Qué bueno! digo yo. ¡No!¡Que no es bueno! ¡Que yo ya estoy cansado! contesta, tenemos dieciocho conciertos! ¡Que genial! seguía yo.
¿Hasta cuándo te quedas aquí? Hasta el 27, digo. ¿Pues por qué no nos vienes a ver al concierto? Espera que le digo a nuestra representante que te anote con una entrada (viene representante y me pide nombre y apellido) y te vienes a saludarme al camarín. Anota: actuamos en el Congress Palace, y mi nombre es Elíades Ochoa. ¿Has oído hablar de Buena Vista Social Club? Siiiiiiiiiii, grito yo. Amo a Buena Vista Social Club!! ¿Son ustedes? Sí, me responde el señor. Pues te espero el 25 en el concierto. Adiós Elizabeth!
Mandíbula al piso, y saltando de alegría mientras va con su valija, la nueva groupie, a la aduana a que la toqueteen de nuevo.
Llego a la ciudad vieja. Gente, si creí haber visto un lindo gatito los años anteriores, esto no tiene palabras. Bello es poco. Es como estar en un cuento de hadas, sin olvidarse de todo lo que pasó en la Segunda Guerra. O por lo menos a mí me pasa eso.
Todo es lindo. Todo es antigüo. Todo es como de cuento de los hermanos Grimm.
Y recién voy por el primer día de viaje.
Me vuá bañar que la mugre no sale sola.
Adío.


miércoles, 18 de junio de 2014

La Banda Oriental europea

Y se viene la próxima aventura en solitario de soysola (o nosoysola). Sí, así como leés. En solitario. Es difícil seguir a la chica y su otro yo, que en este caso sigue siendo mi otro yo-yo, y no el yo del otro que no soy yo. Para los viajes seguimos soysoleando. Es muy pronto para otra cosa. Y cada uno tiene que tener  su vida, que al fin y al cabo es lo más sano, ché!
Ya tenemos la angustia pre-viaje, que se manifiesta en la absoluta idealización de Gador-Bagó, de quién nos agarramos como sanguijuela al cuello. Señores bioquímicos, utilícenme como conejillo de Indias, que voy con todo gusto.
Tengo toda la sintomatología descripta en las revistas científicas, psicológicas y en las Corín Tellado.
Ya comencé a preocuparme por cosas inexistentes, me agarra la culpa hija/madre, me operaron de urgencia y ahora tengo lumbalgia. No sea cuestión de que pueda levantar la valija tranquilamente y tener un viaje placentero. No, las palabras placentero y tranquilamente, no existen en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Dychteriana.
Pero bueno, es lo que hay. No me quejo…o no me quejo tanto…Si no me quejara, no estaríamos en nuestro sano juicio yo y mi otro yo.
¿Curioso no? Porque uno pensaría que al haber aparecido alguien en mi vida, mi otro yo debería haberse esfumado. Pero no, todo lo contrario…se potencia y se hace notar. Y mucho.
Es más, descubrí que tengo otro yo de mi otro yo! Apalalá!!¡¡Esa no te la esperabas!! Algún día vamos a profundizar en dicha revelación. Hoy no, es tarde y a nadie le interesa.
Vayamos pidiendo lo que corresponde antes de emprender la travesía.
Quiero que el domingo no haya tormenta y no se atrase el avión. Este punto tiene tres motivos. Uno, cabulero, porque el año pasado estaba lluvioso, y terminé mal, segundo porque si las pastillas hacen efecto me quedo dormida en el pre-embarque y el otro, porque pierdo la conexión a Praga.
Quiero no olvidarme de tomarme dicho avión a Praga, porque en mis sueños, estoy caminando por París y de golpe me acuerdo dos días después, que debería estar en la República Checa.
Quiero que los checos y los húngaros hablen inglés, porque si no estoy perdida. En Viena puedo arreglarme, porque el yiddish y el alemán se parecen y algo pesco.
Quiero Venecia sin tí, y Marsella juntos.
Esta vez no quiero que por lo menos un homeless me mire. Lo único que quiero es que el que está en home, no mire a otra.
Quiero encontrarme con George y decirle, mirá boludo lo que te perdiste. Ahora andá y tratá de ser feliz con esa árabe millonaria, sosa y desabrida que te buscaste, a ver si podés!
Quiero el reloj cucú, el Danubio Azul y el castillo de Sisi, para decirle Nono, porque sisi dije por muchos años, sin buenos resultados.
Quiero mi Vallauris querido, cuando yo te vuelva a ver, no habrá más penas, ni olvidos.
Quiero llenarme de inspiración y que la porcelana se me haga amiga. No hay nada peor que tenerla de enemiga. Como me dijo un ceramista conocido como El Kelper, "la porcelana es muy puta". Y…sí.
Y por último, por el momento, quiero llenarme de tí, Alplax, Rivotril y Quetiazic.
A tôut à l´heure!!



lunes, 9 de junio de 2014

Remitente desconocido

Soysola ha cambiado de estado. De estado lamentable al de esperanzada sin restricciones.
No es que vaya a dejar de querer, porque queriendo es como se consiguen las cosas. De tanto pedir y querer, alguna vez alguien te escucha y te concede los deseos. A veces vienen en avión desde Miami, y otras pareciera que en carreta desde Katmandú. Tardan pero llegan. Son encomiendas delicadas. 
Te aparecen así, de repente, como quién no quiere la cosa, y te revolucionan el mundo que conocías y en el que creías estar comodísima. 
Tres ring y un raje y Fedex te deja un paquete bien embalado con cincuenta y tres estampillas. Vos no sabés muy bien que hacer, pero te animás y lo dejás entrar. Al principio, y como buena desconfiada que sos, lo mirás con recelo, pensando que en cualquier momento explota una bomba. Por las dudas, sacás tus púas de puercoespín dispuesta a largar un puntazo ante cualquier movimiento fallido del bulto en cuestión. 
Lo das vuelta, le buscás la quinta pata al gato, la falla de fábrica,  esperás que aparezca el Mr. Hyde que lleva adentro, y nada. No parece tener nada malo. Bien decimos "parece" porque así, a primera vista y tacto, viene limpito, perfumado y con mucho Vivere. No importa cuánto se esmere en decirte que no va a llover, por las dudas andás siempre con el paraguas de hierro abierto. No sea cosa que de golpe y porrazo empiece a granizar.
Y así de soysola te convertís en yanosoysolahayalguienallado. 
Ahora quiero el doble. Quiero todo por duplicado. Hay que compartir ¿viste?
Quiero un programa hecho con salud, porque se siente la adolescencia en el aire, aún cuando estoy más cerca de un corte, una quebrada y volvemos.
Quiero un biplaza del tamaño de un jumbo, porque me dan miedo los aviones chiquititos y tendremos que desplazarnos seguido.
Quiero dos Monet, dos Boticcelli y dos Mona Lisa sentadas en el living de casa. Quiero que quiera lo que yo quiero pero que siga queriendo lo que quiere sin que se sienta obligado a quererme. La obligación hace al monje lo mismo que el hábito.
Quiero lo tuyo, lo mío y lo nuestro. Que no es lo mismo que lo tuyo es tuyo y lo mío es tuyo. Quiero la independencia de pensamiento, la libertad de raciocinio y la dependencia de los besos.
Quiero dar la vuelta al mundo en sulky, porque en globo ya la dieron. Sigo queriendo comer, rezar y amar, aunque por lo pronto con dos de tres me quedo contenta. La tercera se la dejamos al Papa con el Rabino y el Imán, que lo van a hacer mejor que yo seguro.
También sigo queriendo a George, al que jamás dejaré de querer, pero ahora damos la opción también de querer a Angelina, a Brad, a Penélope y a Javier.
Como se ve, se huele y se siente, todo cambia y no cambia nada.




miércoles, 4 de junio de 2014

Queriendo lo que se quiere, se encuentra lo que se busca…o algo así

Hace mucho que no quiero y es hora de andar queriendo un poco, no sea cosa que se me haga costumbre el no querer nada.
Quiero perderme y encontrarme tantas veces como sea necesario para retomar el camino a casa. En el camino se pierden las pelos, pero no las mañas. Sigo con mis mañas a cuestas porque si las dejara por ahí, seguro me conducirían a Alaska, porque eso de que todos los caminos conducen a Roma es mentira. Día tras día me perdía en la città de la Dolce Vita, dando vueltas como en la calesita.
Quiero pararme de cabeza en el medio del desierto, para ver si la arena caliente le devuelve a mis neuronas un poco de actividad y de paso veo si encuentro un pozo de petróleo, cosa que no me vendría nada mal.
Quiero los tulipanes holandeses, no sé muy bien para qué, porque nunca en mi vida ví uno de cerca. Los únicos que alguna vez tuve en la mano, son los famosos forros. Bien digo alguna vez, porque hace tiempo que no me acuerdo ni para qué sirven. Son los famosos guantes para el pene, pero con un solo dedo. Menudo susto me voy a pegar si me encuentro un señor que tenga cinco dedos ahí abajo.
Quiero mi paz mental, que es mucho más importante que la mundial. Para la mundial ya están el Papa, Shimón Peres, Ghandi, Martin Luther King, Pérez Esquivel y algunos otros. Para la mía, sólo me tengo a mí misma que no es garantía de nada. No pienso firmar ningún armisticio a menos que mi otro yo lea bien todas las cláusulas. No quiero después reclamos de ninguna parte, como eso de : ahora que te dí la paz mental, vos tenés que firmarme los derechos de autor de la libertad es libre, toco el aire y no te toco, porque sería falsificación de firma y mi rúbrica es bastante personal. Tengo letra de computadora, porque desde que me acostumbré a usar el Word, nunca más volví a tocar una lapicera.
Quiero la 303 y volver a la primaria, que por lo menos hasta tercer grado la pasé bomba. Después crecí y ya en quinto tenía tetas, con lo que dejé de ser una niña para convertirme en el objeto de deseo de mi chaleco azul de lana. No me lo sacaba nunca de encima, ni en verano. En mí, esa etapa funcionó como la época de empollar las neuronas en los pechos, porque en el cerebro empezaba a desarrollarse la simple y llana neurótica.
Quiero un desamor sincero a un amor lleno de mentiras. Quiero encontrarme en tus ojos y reconocerme.
Quiero el laberinto de pasiones a la mediocridad del te amo para siempre. Siempre no existe, es un invento de la modernidad. No por nada desde Abraham, existe la poligamia.
Y por último quiero dos cosas mundanas. Una, que pare el viento que se levantó. Y dos, aunque me meta los cuernos con la millonaria árabe, sigo queriendo a George Clooney, o en su defecto, el brillante que le regaló a la mina. Me lo merezco por perseverante.