martes, 23 de febrero de 2016

Sangre, sudor y balanza.

Andamos flojas de toda flojera. Se nos aflojaron las piernas, las neuronas y las ganas.
Después de nuestras cortas vacaciones, encaramos el nuevo estado, el de la mediana edad, con pocas ganas de todo.
Esto de llegar a los cincuenta, nos hizo reflexionar sobre las cosas que quedaron atrás, las que ya no podremos hacer, y lo que nos viene por delante. Digamos..., nada de qué alegrarse.
Pero así de esperanzadas y todo, decidimos que era hora de hacer algo por lo poco que queda de aquella Soysola que conocimos una vez. El último intento de adelgazamiento.
Nos inscribimos como corresponde en un programa multidisciplinario. Médico, nutricionista, gym, grupo de contención y cero hidratos. Llevamos una semana de abstinencia y ya se nos nota el cambio. Adelgazamos 0,0002 gramos e hicimos media hora de gimnasia para obesos en la cuál perdimos 300 litros de sudor. Pero bien eh! Estamos contentas! Descubrimos que no somos las únicas que sacan los bofes cuando tienen que levantar una gamba. Hay quienes están peor. Mal de muchos, consuelo de tontos. O sea, soy una idiota feliz.
Pero a no desesperar...calculamos que dentro de unos cinco años, cuatro meses, diez días, veintitrés horas, diez minutos y cuarenta segundos, estaremos listas para correr la media maratón de la vuelta manzana, sin desmayarnos.
Henos aquí, otra vez en modo low fat, preparándonos para una vejez digna... de lástima.
Decidimos que para querer nos volvemos una sola, porque ya tenemos bastante con compartir en la terapia de grupo.
Y como no por mucho madrugar amanece más temprano, pasaremos a los pedidos de este nuevo estado gravitacional.
Quiero churros con dulce de leche light, y bolas de fraile con rocío vegetal.
Quiero la sanguchera, el sánguche y la máquina de hacer sanguchitos, antes que la yoghurtera 0%.
Quiero papas fritas al por mayor, o al mayor papa frita que exista.
Quiero vino patero antes que al Pato Donald y sus sobrinos.
Quiero regresar al planeta de los simios y vestirme de rosa aunque mona quede
Quiero el estandarte de tu piel dorada, y las manos cálidas en la espalda.
Quiero los jardines de Luxemburgo y la Tahití de Gaugin.
Quiero el otoño en Nueva York, el verano en Acapulco, la primavera de Vivaldi y el invierno en tus brazos.
Quiero las Islas Órcadas y el Kilimanjaro, porque sí.
Quiero lo que quiero y si no, no quiero nada.


lunes, 8 de febrero de 2016

Mamysitter

Prefacio:
Amo a mi madre y no quiero ser mal interpretada. Este relato, si bien es bastante cercano a la realidad, no implica que de un modo masoquista, no lo esté disfrutando. Fue mi decisión y no soy ninguna santa. Sólo me considero una buena hija. Todo lo que aquí se escriba, no debe ser tomado al pie de la letra. Madre hay una sola, y no sé si la cambiaría. Hay peores.


Capítulo I:
Help, I need somebody help! Not just anybody, help!
Los Beatles nos dedicaron esta canción hace cincuenta y un años. O sea, uno antes que naciéramos. Como todos sabemos Lennon era un visionario. En abril del año 65 intuyó que Mother se embarazaría de nosotras y previendo nuestro destino, compuso Help. Lamentablemente, si bien fuimos la musa inspiradora, no cobramos regalías.
Tres veranos atrás, decidimos ganarnos el cielo, por lo cuál dedicamos una semana entera al año a vacacionar con nuestra queridísima madre que nos parió, que de otro modo se quedaría en casa cagándose de calor.  Por siete, le hacemos de enfermera, mucama, vestuarista, madre, hija y terapeuta ocupacional. No nos quejamos, simplemente nos arrepentimos.
Este año, la Crucifixión nos cayó en Carnaval aunque el Rey Momo no nos está clavando.
Llegamos al hotel, y nos pusieron la pulserita como la de las maternidades. No sea cosa que nos cambien a mamá por otra. A esta ya la conocemos de sobra, y no andamos con ganas de criar madres ajenas.
Mother o La Reina (de ahora en más ése es su nombre), tiene sus mañas. Todo debe estar en el orden que ella exige y en el momento que ella quiere. O sea, si en su casa quiere que le traigan medio tomate pelado, todo bien, pero que en el hotel pretenda que le traigan la rúcula sin el cabito, vamos mal. Así empezamos las vacaciones. Con la rúcula que tiene palito, el pan que tiene mucha sal, el melón que está duro, la cama que es muy alta, el aire que está muy fuerte, los chicos que gritan mucho y la tele que se corta. Esto, por mencionar sólo algunas cosas.
Nosotras tendríamos ganas de decirle algo, pero nos contenemos, admitiendo que nos parecemos bastante a la Reina, cosa que nos convierte en una Princesa insoportable. La única diferencia está, en que la rúcula no nos encanta, así que si fuese por nosotras, se podrían meter el cabito en el tujes, con rúcula y todo.
Siendo absolutamente honestas, debemos decir que si ella es feliz, nosotras también. ¿Querés poner la tele en TVMonde? Buenísimo, nosotras practicamos francés...¿Querés subir el volúmen a cincuenta y cinco? Ok, para eso nos trajimos tapones para los oídos. ¿Querés ir al baño trescientas cuarenta y cuatro veces en diez minutos? Genial, tenemos que hacer ejercicio nos dijo el médico...
¿Querés compartir el plato porque te resulta muy grande? Ni en pedo! No nos jodas. Hasta ahí llegó nuestro amor. No nos toques las papas fritas porque te cortamos un dedo por más madre nuestra que seas.
Mañana sacamos carnet de pileta. Ahí vendrán el : abrí la sombrilla, cerrá la sombrilla, corré la silla para acá, mejor correla para allá, hace calor, tengo frío, poneme protector, no tanto, acompañame a la pileta, pero no me mojes, quiero un cortado, mitad y mitad, un poco más de leche que de café, pero no lágrima, y una jarrita de leche caliente por las dudas.
Este año no tenemos, como el año pasado,a las madres del Rally Dakar para decirnos que les gustaría tener una hija como nosotras. Habrá que buscar entre los huéspedes del hotel quién nos levante el ego...No les pedimos que nos levanten otra cosa porque pesa.
Y aquí estamos, en el primer día de Geriatría I, aprendiendo lo que el día de mañana le enseñaremos a nuestras sobrinas, si pretenden heredarnos.