Si creíste que era imposible empacharse con arroz, es más que posible.
Al tercer día de comer paella, ya no queríamos saber nada más. De sólo oír la palabra, se nos empezaba a revolver el estómago.
¿Qué vas a comer en Valencia si no es una paella valenciana? Y nosotras, que de chicas no te comíamos más que bife con papas fritas, ahora se nos dió por el tour gastronómico. Salvo en Andorra, que no nos animamos al buey, hasta el momento te probamos todo. Bueno, tampoco le hicimos honor a la horchata. Por impresión nomás. Por el famoso dicho ése, ¿qué tenés? ¿Sangre de horchata?
Por las dudas, no vaya a ser que después de tomarla ya no corriera sangre por nuestras venas.
Valencia es hermosa. Todo es lindo. Calatrava y su ciudad de las Artes y Ciencias, el Palacio del Marqués de Dos Aguas, la Catedral con su brazo disecado y su bebé de Rosemary, la playa, el mercado central, y la fideua.
Los y las valencianas son elegantísimos. Hasta los turistas son elegantes.
Ahí tenemos que hacer un punto y aparte.
Explíquenos ¿cómo carajo hacen esos turistas para mantenerse impecables todo el día? Si nosotras ya salimos del hotel que parecemos homeless, imagínense al final del día. Chivadas, cansadas, con los pelos erizados de la humedad, la ropa que pareciera recién salida del tacho de basura y esta gente, de punta en blanco. Hasta andan con cartera y zapatos. Nosotras no pudimos despegarnos las zapatillas de los pies ni la mochila de la espalda desde que llegamos.
Los odiamos. Es nuestra declaración de guerra. No son dignos turistas. El turista según el reglamento, debe ser un ser desaliñado, andar con zapatillas o Birckenstork, mochila colgando, botellita de agua , los pelos desordenados y la cara roja de andar reventando todo el día. Así no va a haber Shorsh que nos mire...
Pero a pesar de los antituristas, Valencia es un buen lugar para vivir. Además hemos conocido a una ceramista, María, que nos hizo de guía por Manises. Eternamente agradecidas.
Y llegamos al final de nuestra breve pero fructífera estancia en Valencia partiendo para Madrid, que será nuestro último destino antes de partir a casa.
Prometemos en algún momento, sentarnos a escribir nuestra teoría de porqué los argentinos tenemos el país que tenemos, y los demás tienen uno mejor.
Faltando sólo cuatro días para que termine el partido España-Francia, podríamos decir que el primero ganó por goleada.
España 8- Francia 1