sábado, 30 de septiembre de 2017

Pa ella y pa mi (chiste fácil)

Si creíste que era imposible empacharse con arroz, es más que posible. 
Al tercer día de comer paella, ya no queríamos saber nada más. De sólo oír la palabra, se nos empezaba a revolver el estómago. 
¿Qué vas a comer en Valencia si no es una paella valenciana? Y nosotras, que de chicas no te comíamos más que bife con papas fritas, ahora se nos dió por el tour gastronómico. Salvo en Andorra, que no nos animamos al buey, hasta el momento te probamos todo. Bueno, tampoco le hicimos honor a la horchata. Por impresión nomás. Por el famoso dicho ése, ¿qué tenés? ¿Sangre de horchata?
Por las dudas, no vaya a ser que después de tomarla ya no corriera sangre por nuestras venas.
Valencia es hermosa. Todo es lindo. Calatrava y su ciudad de las Artes y Ciencias, el Palacio del Marqués de Dos Aguas, la Catedral con su brazo disecado y su bebé de Rosemary, la playa, el mercado central, y la fideua.
Los y las valencianas son elegantísimos. Hasta los turistas son elegantes.
Ahí tenemos que hacer un punto y aparte.
Explíquenos ¿cómo carajo hacen esos turistas para mantenerse impecables todo el día? Si nosotras ya salimos del hotel que parecemos homeless, imagínense al final del día. Chivadas, cansadas, con los pelos erizados de la humedad, la ropa que pareciera recién salida del tacho de basura y esta gente, de punta en blanco. Hasta andan con cartera y zapatos. Nosotras no pudimos despegarnos las zapatillas de los pies ni la mochila de la espalda desde que llegamos.
Los odiamos. Es nuestra declaración de guerra. No son dignos turistas. El turista  según el reglamento, debe ser un ser desaliñado, andar con zapatillas o Birckenstork, mochila colgando, botellita de agua , los pelos desordenados y la cara roja de andar reventando todo el día. Así no va a haber Shorsh que nos mire...
Pero a pesar de los antituristas, Valencia es un buen lugar para vivir. Además hemos conocido a una ceramista, María, que nos hizo de guía por Manises. Eternamente agradecidas.
Y llegamos al final de nuestra breve pero fructífera estancia en Valencia partiendo para Madrid, que será nuestro último destino antes de partir a casa.
Prometemos en algún momento, sentarnos a escribir nuestra teoría de porqué los argentinos tenemos el país que tenemos, y los demás tienen uno mejor.
Faltando sólo cuatro días para que termine el partido España-Francia, podríamos decir que el primero ganó por goleada.
España 8- Francia 1


miércoles, 27 de septiembre de 2017

Adeu y benvinguda la República

Barcelona anda un poco agrietada. Entre los independentistas y los españolistas,  nos daba la sensación de estar en casa con los k y los pro.
Así encontramos a Barcelona, tras un año de ausencia. Mucha marcha por el sí, mucha discusión callejera y mucha muchedumbre muchedumbreando, o sea, mucho turista dando vuelta.
Los catalanes quieren la independencia tanto de España como del turismo. Están hartos de vernos, de responder nuestras preguntas geográficas y existenciales. Se quieren separar del Rey y del mundo entero. Calculamos que dentro de no mucho, terminarán pidiéndole a Trump las piedras que le sobren del muro de México. Eso sí, nosotras no te sabemos si volveremos o no. Dependerá de si nos piden visa para entrar a la República de Cataluña. Algo del idioma ya cazamos. Aprendimos a decir: carrer, benvinguda, avinguda, Ferrán, Adriá y patatas. Al principio nos costaba eso de la butifarra, pero finalmente dejamos de reírnos al pensar en ella.
Nuestra semana transcurrió muy tranquila, entre paseos, comida, amigos, comida, compras, comida.
Dos cosas se han modificado notablemente en este último viaje. Una, las papilas gustativas y dos, nuestros gemelos. La primera porque hemos llevado a nuestra boca, cosas que jamás creímos que llevaríamos. No pregunten qué...menos eso, todo.
Y la otra, menos mundana y sibarita, son nuestras pantorrillas. Llegamos con piernas más o menos femeninas, y nos vamos con las pantorrillas de Schwarzenegger.
Hemos descubierto que las zapatillas no muerden. Hasta nos hemos hecho amigas. No vamos a ningún lados sin ellas.
Despidiéndonos de la  Barcelona que amamos, nos dirigimos a una Valencia desconocida aún. 
Tras un plácido viaje de tres horas, en las que nos tocó un marido de cien años, que dormía y no nos dejaba pasar para ir a mear, logramos bajarnos del tren con las veinte toneladas de adoquines que tienen nuestras maletas, sin caernos.
Taxi hasta el hotel, y como era de esperarse, nos tocó un conductor verborrágico. Que porqué habíamos elegido el hotel en esa zona, que había prostitutas, que a menos que quiera que le paguen no se siente en esa plaza, que no tomemos taxis con paquistaníes, que siempre, siempre, recuerde la dirección de su hotel, pero eso sí, que Valencia es muy segura.
Tras la diatriba taximetril, encaramos la ciudad.
Encontramos nuestro quincuagésimo sexto lugar en el mundo donde podríamos vivir. Mezcla lo antiguo con lo moderno de una manera impecable.
Nos encaminamos hacia el Museo de la Cerámica, para descubrir que hubiésemos querido ser la Marquesa de Dos Aguas para vivir en ese palacio, que hoy alberga el museo.
Después de recorrerlo de punta a punta, nos fuimos a calmar nuestros pensamientos pecaminosos a la Catedral. Allí descubrimos que los valencianos veneran un brazo disecado de un mártir, cosa escalofriante, con perdón de los creyentes.
Mientras dábamos vueltas observando los frescos y las tallas de alabastro, no pudimos dejar de escuchar el llanto de un niño. El bebé en cuestión, lloró desde que entró hasta que se fue, por lo que dedujimos que era el anticristo, reencarnado en un bello crío de pecho. Huímos lo más rápido que pudimos, no fuera a ser que al pibe le empezara a girar la cabeza, y como ya se sabe, nosotras somos impresionables.
Dejando a Demian atrás, seguimos pateando callejuelas hasta el anochecer. Probamos la famosa paella valenciana, y nos quedamos con la fideua de Javier.
Ya agotadas, y con las advertencias de nuestro taxista amigo, nos desplomamos en una cama de dos por dos. Solas. Mañana será otro día.

España =6 , Francia= 1

lunes, 18 de septiembre de 2017

La cornisa (y no la de Majul)

Partimos de Andorra con la certeza de no habernos equivocado con la elección del destino sino con el tiempo de estadía. Esta vez nos quedamos cortas, teniendo en cuenta que La Vella vendría a ser nuestro quincuagésimo cuarto lugar en el mundo donde nos quedaríamos a vivir.
De seguir encontrando lugares para nuestra vejez temprana, no quedará sitio en el mundo donde Shorsh pueda evitarnos. Esa es la idea.
Arribamos a Girona atravesando Barcelona en la Diada, entre cientos de miles de catalanes pidiendo por la independencia de Cataluña. Los entendemos. Si nosotras fuésemos cataláns, también querríamos dejar de pertenecer al Reino de España y pasar al Principado de Andorra...Ah, perdón, no era así! Aunque debería...que total hablan el mismo idioma...
Girona.
Apenas llegadas notamos que nuestro hotel estaba ubicado como el orto. Lejos de los lugares turísticos y demasiado cerca de Zara. Como habíamos quedado con nuestra petit sobrina, de vernos en Figueres, hacia allí partimos en un tren lechero a la mañana siguiente. Nos adentramos en la locura de Dalí y nos lamentamos una vez más, no tener el talento de estos tipos, y su prolificidad. 
Vuelta a Girona con lo que los calambres y la fascitis plantar nos permitieron, caminamos ida y vuelta, de arriba abajo, las juderías. No te subimos a la catedral porque estaba muy alta, y como es de público conocimiento, tenemos vértigo.
Como ya hemos dicho, Europa es un pañuelo, mas no podríamos decir lo mismo de las distancias a recorrer entre Girona y la Costa Brava. 
Resulta ser que si mirás en el mapa, todo queda acá nomás, pero a la hora de los bifes, no tenés un tren directo a ningún lado. Así fue que para ir a Cadaqués, nos tomamos un tren a Figueres y de ahí un bondi a 4000 metros sobre el nivel del mar, por camino de cornisa,  para bajar y encontrarnos con nuestro quincuagésimo quinto lugar en el mundo para vivir. 
Tras escalar la segunda montaña del día, llegamos a Portlligat, casa de Dalí y Gala. Sólo se accede a pie, y nos preguntamos dos cosas. Una ¿cómo hacía Dalí para llegar hasta ahí todos los santos días y trasladar los materiales al taller? Y dos ¿cuántos bofes vienen en el cuerpo humano, si los que creíamos tener los habíamos dejado ya en Carcassonne?
Un párrafo aparte merece la odisea en el Costera Criolla de Catalunya.
Resulta que así como los trenes y los buses suelen funcionar como relojería suiza, también está la excepción a la regla.
Y nos toca a nosotras.
Debíamos haber salido a las diez en punto hacia Cadaqués, pero hete aquí que el micro no llegaba. Después de quince minutos de retraso, y como a nadie se le ocurría preguntar qué pasaba, nos acercamos a averiguar. "Se ha averiado, pero llegará en quince minutos " nos responde la empleada.
Nuestro cuarto yo interior, nos decía "mmmm, averiado no es bueno..." Pero tres pensar que nuestro psiquiatra nos diría " subite y no jodas" esperamos treinta minutos más al bus arreglado. Finalmente apareció un bondisero recién levantado de la cama, a las puteadas limpias porque lo habían sacado de su casa en su día libre.
"Bueno" pensamos, "bondi nuevo anda bien. Subamos."
A las diez cuadras de haber arrancado, el tipo para. Se baja, y se escuchan golpes atrás. Sube. Dos cuadras y vuelve a parar. Se repiten los mismos ruidos y sube. Dos cuadras más y lo mismo. La mina que tenemos detrás empieza a los gritos, "qué pasa? Qué pasa? Que algo anda mal Dios mío! Que algo anda mal!" Nosotras queríamos responderle, "cállate, cállate que me desespeeeras", pero preferimos guardarnos el aire para lo que vendría después. El chofer se sube al micro diciendo "hoy me voy a infartar, hoy me voy a infartar". 
Las que casi nos infartamos fuimos nosotras, que al ver el camino de cornisa que teníamos por delante, con un autobús al que se le caían pedazos y un chofer al borde del síncope, le rezábamos a Krishnamurti, repitiéndonos el mantra "No debíamos haber venido. Jodemos demasiado con que nos vamos a morir jóvenes, y al final va a ser cierto "
Por fin llegamos, con el estómago revuelto de tanto zigzagueo en la ruta, pero sanas y salvas.
Vuelta a Girona para hacer las valijas y partimos en el AVE hacia Barcelona.
Con Freddy Mercuri y Monserrat Caballé, en la mente, cantando, vamos a ir dando por terminada esta semana.
España= 4, Francia=1




lunes, 11 de septiembre de 2017

Con acento fgancés

Nous avons arrivé à Carcassonne, que como la etiqueta del vino, es bien añeja.
A esta altura del viaje, han vuelto los otros yo, que creíamos haber dejado en Buenos Aires . Sí, esos que no añorábamos dijeron presente. Una de nosotras  intenta hablar en francés, otra piensa en castellano y la última responde siempre en inglés, vaya a saber pourquoi. Creemos que es porque se vanaglorian de ser una ciudad multilingüe, en la que nadie habla un idioma correctamente. Por momentos nos daban ganas de decirles a los carcassonesses "sabés qué? Hablanos en druso que vamos a entenderlo mejor que a tu francoangloespañol". Pero nos abstuvimos y seguimos parlando un peux en todos los idiomas que nos acordábamos.
Se nos venían por delante tres noches en la Gran Manzana. Bien decimos, The Big Apple porque toda la ciudad amurallada, dentro de la que habíamos reservado hotel, ocupaba lo que nosotros conocemos como una vuelta manzana. Ahora entendemos porqué en la época medieval, resultaba tan fácil conquistar ciudades. ¡Andá a conquistar ahora sí te animás, eh!
La ciudad es hermosa, no podemos negarlo. El castillo es medio trucho, pero quienes somos nosotras para criticarlo. Bueno, somos turistas qué carajo! Tenemos derecho a criticar. El castillo fue restaurado a mitades del siglo XIX para fines turísticos. O sea, que lo que hay de original es poco y nada, y te cagamos la ilusión de la ciudad amurallada. ¿Recomendaríamos la Cité a los ilusos viajantes? Definitivamente sí. Una cosa no quita la otra y como somos muchas no nos importa que creas que somos incongruentes, porque lo somos.
Tres días es mucho para quedarse ahí, más si en tu hotel están registrados dos contingentes de Pami. Uno de Inglaterra y el otro de Nueva Zelanda. 
Así que habiendo recorrido toda la ciudad unas trescientas veces, decidimos ponernos a observar y pensar.
Y pensamos...boludeces generalmente. Una conclusión a la que llegamos, luego de tres días dedicadas a la observación de la fauna, es que nosotras no conseguimos novio no porque estemos gordas. Porque en estos lares evidentemente las gordas cotizan en bolsa. O sea, que descartamos el Soysolaygorda.  Habiendo tachado la doble, nos dijimos, "bueno, será que estamos grandes". Más no. Nos cruzamos con varias parejas estilo Macron y señora, pero en el caso de las esposas éstas, eran viejas y feas. Así que eliminamos el Soysolayvieja...O sea, que llegamos a la conclusión de que el problema somos nosotras y nuestro carácter de mierda. Soysolayloca vendría a ser....
Habiendo descubierto América y hartas de hablar en fracuñol, partimos hacia Andorra. "¡Por fin vamos a hablar castellano sólo!", pensamos. Otra vez no. En Andorra la Vella y sus alrededores, el idioma oficial es el catalán. Bueno, el catalán, el francés, el castellano, el inglés y el ruso. Pero, los vellos, creen que si vos hablás castellano, es porque obviamente parlas catalá. Lo que no comprendimos aún, es la raíz del idioma.  Sospechamos que es jeringozo y ellos no lo saben. Divinos los andorranos. Divina Andorra y 
los Pirineos. Decidimos que el día que aprendamos a esquiar y no nos caguemos de frío, nos mudamos para allá. Lo único que tenemos para criticarle es el morfi. Buey y pato no sería nuestro menú preferido.
Nos despedimos de nuestro futuro hogar enfilando para Girona.
Recomendación, no vengas a Girona desde Andorra porque Colón te sacaría ventaja con las carabelas.
Bilbao- San Sebastián-Andorra= 3, Biarritz- Toulouse-Carcassonne = 1



martes, 5 de septiembre de 2017

Europa siempre estuvo cerca 🎼

Llegamos a Toulouse después de un largo viaje con cambio de trenes incluídos, deseando que nos encantara, más no. No nos gustó tanto.
La ciudad entera estaba siendo refaccionada, como cuando a Larreta le agarra el baile san vito y sale a arreglarte todas las calles juntas.
Si habíamos pensado que en Toulouse íbamos a caminar a lo loco, no, nos equivocamos. Resulta que es cierto eso de que toda Francia cabe en la provincia de Buenos Aires. O sea, que Toulouse, entraría en Belgrano, por ejemplo. Ni te cuento Carcassonne, que vendría a ser tan grande como el living de mi casa.
Pero volvamos a Toulouse.
A decir verdad, si no estuviera media ciudad cortada, sería muy bonita. O sea, deberíamos volver cuando pase el furor larretista. Sus habitantes son bastante agradables. Quizás porque hay una mezcolanza de etnias importante y a nadie le importa un catzo lo que hace el otro. Fuimos bien recibidas hasta en las Galerías Lafayette a pesar de estar completamente chivadas, y disfrazadas de turistas. Nos dejaron probarnos todo.
Total, que entre nuestra baranda y la francesa, no hay mucha diferencia. El parfum de chèvre es de uso corriente por estos lares. No vamos a andar gastando nuestro Chanel nº5 al pedo.
En la cité hemos visto a las mujeres y hombres negros, más lindos del planeta. Y me permito decirles negros y no gente de color, porque son negros, negros. Nada de café con leche ni sus derivados. Son negros africanos posta. Y hermosos. Lástima que ninguno nos dió bola, que si no, chau Shorsh. Mr. Clooney, todavía seguís siendo nuestro preferido, don't worry.
La tendencia gay friendly, está haciendo estragos en nuestro cometido de conseguir novio en los viajes. O claudicamos, o nos lesbianizamos. Por ahora ni lo uno ni lo otro.
Digamos entonces, que esta ciudad bien podría ser citada en las canchas argentinas, con el famoso cántico : " ya todos saben que Toulouse está de luto, son todos negros, son todos pu..." . En fin...que por suerte nosotras no somos racistas ni nos gusta la cancha.
Lo bueno de los países europeos, es que Europa queda cerca. Si nosotras en Buenos Aires, no te tomamos un bondi para ir a Lanús y volver al día siguiente, acá nos tomamos trenes para ir a pueblitos que quedan a una hora y media de viaje. Y lo hacemos en el día. O sea, tres horas ida y vuelta, para recorrer media hora de pueblo. Sí, vos, amiga que vivís en provincia, podés putearnos tranquila, que tendrías toda la razón del mundo.
Así conocimos los Midi Pyrénées, que con el traductor de Google, significa los Doce en punto Pirineos, para los mapas franceses traducidos, Mediodía Pirineos y con nuestro poco cerebro, vendrían a ser los Pirineos Medios o Valles de los Pirineos.
Bellos pueblos. Realmente bellos. No tenemos nada sarcástico para decir. Snif.
Ahora estamos descansando en Carcassonne por tres noches y después descansaremos tres noches más en Andorra. Porque si hay algo en que la pifiamos esta vez, es con la longitud del viaje. Nos estarían sobrando dos noches en ciertos lugares. Por ejemplo en Biarritz, Carcassonne y Andorra.
Pero no se lo cuenten a mamá, que se nos andaba quejando de que la abandonábamos por tanto tiempo, y no es la idea ceder ante sus caprichos, y menos dar el brazo a torcer.
Próximo destino Andorra la Vella y su tax free.
España = 1, Francia =1/2