viernes, 28 de febrero de 2014

E.T phone home, nueva aventura en solitario.

27 de febrero
20 hs pasa Daniel a buscarme. Antes de cerrar la puerta de casa, va al buche el segundo Rivotril del día.
Daniel, está nublado otra vez!
No, sólo un poco, arriba el cielo está celeste.
Ok, vamos.
Av.General Paz, 20:40 hs, Daniel, eso es niebla?
No sé, si querés te digo que sí.
No, quiero que me digas que no se va a mover el avión.
21:30hs check in listo, por máquina inteligente y por gente estúpida.
21:54, whatsapp a psiquiatra.
Pablo, 23:10 embarco, a qué hora me tomó el Quetiazic? Y me puedo meter un sublingual?
21:55, otro whatsapp a psiquiatra. A las 8 tomé el otro Rivo.
Silencio en el whatsapp.
21:59, ya está, ya me metí un sublingual.
21:59:10 segundos, llamada entrante de psiquiatra. Elizabeth! (Riéndose) sos fatal, no me diste tiempo a responder! Escribílo en tu blog!
Sigo sentada en sala de preembarque con 350 gramos de droga en mi cuerpo, y ningún síntoma de psicodelia. Todo sigue tan gris como hasta entonces.
Llegan Mario Pergolini y familia. ¿Pensamiento repentino y absolutista de la mina? Si está Pergolini con la flia, el avión no se puede caer. No veo los titulares del diario diciendo: "Pergolini:Terrible drama. Cayó avión que iba hacia Miami y pereció toda la familia. El país llora la pérdida del tipo que cambió la manera de hacer radio"
Si estuviera solo, bue, a lo mejor tenemos la mala leche, ¿pero yendo en viaje familiar? Naaaaa, me quedo tranquila.
Llamada a nave 23:10 en punto. Eso tienen los yanquis, te son puntuales, puntuales.
Subimos. Primero entran los súper ricos con M.P a la cabeza, luego los ricos  después los de clase media, y al final nos toca a los pobres. Es una cagada. Te sentís como una rata miserable, y bajás la cabeza al pasar por primera, business,  economy superior hasta llegar a tu asientito de mierda, chiquito y apretado de tarifa barata.
¿Primer pensamiento de resentida? Si el avión se cae, ellos se mueren primero porque cae de punta. Que se jodan.
Me calzo almohadita, antifaz, tapones en los oídos y placa antibruxismo. Me doy cuenta que no recé la oración del viajero. Como no me la sé de memoria, la tengo que leer. Así que me saco antifaz y leo varias veces, por las dudas, no sea que justo Dios esté distraído y no me haya escuchado.
Me encomiendo a Buda y me tapo nuevamente los ojos. Empieza el carreteo por la pista. ¿Cuánto carajo puede tardar un avión para despegar? ¡No terminábamos nunca de pasear por Ezeiza!
Finalmente el avión empieza a subir y me digo: bueno, ya está. Si me muero, me muero. Y después no recuerdo nada, hasta las 3:30 a.m que me despierta un crío llorón, que no paró hasta que llegamos a Miami.
Mientras intentamos dormir, hay que buscar soluciones a este problema. ¿Única posible? Mandamos un avión paralelo con las criaturas y niñeras para todos, así a mi me dejan de joder.
No me volví a dormir y por si alguno no lo recuerda, tenía mucha pero mucha pasta encima. Aprovechemos el tiempo. Nota mental para Macri o la Presidenta. Desde Buenos Aires hasta Cuba, el camino estaba muy poceado. Mucho pavimento roto, mucho adoquín. Hagan algo muchachos, que éste es el vuelo que más toman los argentinos.
Desde Cuba hasta Miami, una seda, no se movió nada. No sé si es gestión de Obama o de Castro, ahora que se están acercando de a poquito. Van allanando el camino, capisce?
Lo bueno de estar tan empastillada, es que te chupa un huevo que el avión se mueva tanto y tenés el tercer ojo abierto a para pensar más boludeces.
Aterrizamos en el país de Danny de Vito, al que es más posible que conozca, que a George Clooney.
6:30 a.m.....¿¡ A quién se le ocurre!? Hay que hacer aduana. En eso somos iguales, una lentitud exasperante. Y te enterás además de las internas de los trabajadores del aeropuerto. No registrando en absoluto que el avión venía cargado de gente hispano parlante, un centroamericano le dice a otro, con respecto a compañeros aeroportuarios negros: les dan más trabajo, les pagan más y todavía se quejan!
O sea, en todos lados se cuecen habas.
Tomo shuttle ídem al francés, pero en vez de hindú, me viene portorriqueño. Desde qué pisé la tierra prometida, no hablé ni una palabra en inglés.
Pero antes, el camino del aeropuerto al hotel. ¡Quéjate de la Gral Paz o del puente Pueyrredon! Cinco millones de autos por centímetro cuadrado a las 7 de la mañana. ¿Para qué se levantan tan temprano? Me ponen nerviosa.
Mucho aire acondicionado en todos lados, a pesar de los 16 grados y un día asqueroso. Nacieron con el aire acondicionado debajo del brazo. Y bueno, algunos vienen con el pan, otros con el mate y estos con la calor.
¿Esto era Miaaami chico? Una porquería. Todo autopista con paredón y palmeras por detrás. ¡¡No hay villas!! O las que hay se parecen más al country Los Lagartos que a la 31. Nadie te salta al auto para limpiarte el vidrio y pedirte la monedita loco.
Lo que se dice toda una inmundicia de pulcritud. Es como Nordelta, pero más grande.
Conclusión, ya fui al shopping, perdí un pulóver, un pendejo israelí con tal de venderme cremas, me apoyaba (y yo me dejaba). El hombre más joven y buen mozo con el que hablé, se llama Charlie es haitiano y es el fercho del hotel. Todavía no vi ni la playa ni la parte "linda".Y me vine hasta tan lejos para todavía no haberme cruzado con un puto yanqui.
Próxima parada, el camarote del barco.

lunes, 24 de febrero de 2014

Vamos a la playa oh, oh, oh, oh, oh

Valija, valijita, bolso, bolsito, palito, bombón, helado! Para la cartera de la dama o el bolsillo del caballero, café, caféééééé!!
Esto de preparar valijas no es lo mío. Cada año me digo, esta vez llevo poco. Y como siempre ése poco, termina siendo ropa que seguramente jamás usaré.
¿Qué te llevás a un barco? Malla, ojotas, short, y un jean. Bueno, eso es lo que yo quería, hasta que me mandaron el código de vestimenta. Una noche de cena formal, una noche de cena semi-formal, y para los shows, parece que no te aceptan en tanga. Bue, tampoco es que la fuese a usar, pero se entiende lo que quiero decir. Ahora viajan conmigo un twin set con lentejuelas, un pantalón negro, un vestido, sandalias de taco alto, maquillaje y algo de bijouterie por las dudas. Por las dudas al pedo. Yo no tenía dudas. Las dudas vienen y se instalan en la cabeza y ahí se quedan. Seguramente esas mismas dudas se irán, cuando vea el estilo chic americano, y confirme que estaba bien el jean y la remera. Probablemente también, me pregunte porqué no uso bikini, si las morsas que me cruzaré en el crucero, valga la redundancia (o la abundancia), las usan.
Bueno, todo sea por el Arte de la Elegancia de Jean Cartier. Mientras el barco no sea el Titanic, me pongo lo que me pidan.
Obviamente antes de llegar al barco, tenemos el pequeño problema de pasar por el avión.
Ya estoy ansiando que llegue mañana para empezar con el Rivotril. Hace meses que no lo tomo y lo extraño. Es parte de la familia. La familia que conformamos yo y mi otro yo, junto con el pánico y las fobias. Familia tipo. O si prefieren, familia ensamblada. Para mí es mi familia, así que me da lo mismo el rótulo que quieran asignarle.
Mi familia no es un dibujo, pero sí tiene algo de imaginario. Yo soy yo, mi otro yo no sé si es femenino o masculino, no lo/a veo mucho, el pánico es el nene mayor, y la fobia la más chiquita. Y todos juntos conformamos la familia Gador Bagó.
Nos vamos a la Isla de la Fantasía, dónde espero que no nos reciba Tatoo, porque está muerto lo mismo que el Jefe, Jefe, el avión, alias Ricardo Montalbán o Mr. Roark, que de ser así, es más que seguro que me pegue un cagaso de aquellos. Además, llego en barco y no en avioneta.
Con todo ya listo y preparado para el Vapor de la Carrera, sólo falta hacer algunos pedidos.
Quiero que me reciban con los collares de flores hawaianos, aunque no voy a Hawaii. Quiero un pareo tahitiano, que esté pintado por Gauguin, por más que tampoco vaya a Tahití.
Quiero un viaje placentero, plantar la sombrilla en la playa y encontrar un tesoro oculto. Ya que voy a una isla, quiero un Johnny Deep, vestido como pirata ,o sin vestir también se acepta. Quiero un Bryan Adams que me cante Have you ever really loved a woman, mientras estoy tirada en la arena esperando a que venga George Clooney a buscarme. Sí, ya sé, puedo esperar sentada…
Quiero un caballito de mar, por las dudas que el barco encalle. El salvavidas me vino incorporado de nacimiento. Quiero no encontrarme con Emilio Disi ni Gino Renni como bañeros, porque la sola vista me arruinaría las vacaciones.
Quiero un títere con cabeza, porque sin cabeza tuve muchos, y dejé otros tantos en el camino.
Quiero ir y volver, volver e ir, y así eternamente hasta que no me den más las patas.
Quiero lo que quise siempre y nunca pude tener, y lo que pude tener y no tuve.
Quiero la mar en coche, y los cochecitos adyacentes, como quería la chancha y la máquina de hacer chorizos.
Y hasta acá llegamos con los pedidos, porque tengo que dejar algo para querer en el viaje, sino me voy a cagar de embole.





miércoles, 19 de febrero de 2014

Electroshock a la derecha por favor.

Cuando mi psiquiatra me dice que se toma vacaciones, o que se va a un congreso, siempre le pregunto lo mismo: ¿Vos me pediste permiso? Él, obviamente se ríe. Yo no.
Hay profesiones que no deberían tener días libres, por ejemplo los médicos en toda su amplia gama de especialidades. Más específicamente, la psiquiatría.
Yo estoy loca los 365 días del año, no me tomo vacaciones como paciente. Me las hacen tomar de prepo. Ni siquiera estoy libre en Iom Kippur.
Si ellos están cansados, a embromarse queridos, ¡hubiesen elegido ser abogados que tienen todo el mes de enero de feria para rascarse! Y si no, llévense a sus pacientes con toda la familia, que a esta altura ya somos parte, ¡qué joder!
Tres semanas sin terapia es como un año canino para una persona como yo. Todo se magnifica por siete. Veintiún días sin contención y no darle de comer a los leones, vendría a ser lo mismo.
¿Cómo hacés para en cincuenta minutos, meter tres semanas de pánicos, angustias, pesadillas, depresiones, y fobias varias? Mínimo deberían darte una sesión de dos horas y media, no sea cuestión de ser demasiado pretensiosa.
Y ni con ése tiempo, te alcanza para describir tu primer quilombo de la semana.
Para honrar a la verdad, debo decir que el mío, en ausencias prolongadas, me ha hecho alguna que otra sesión vía Skype. Pero mis viajes no son de puro placer, son de mucho trabajo, el de turista, y para colmo sola, con lo que significa una loca suelta en Europa, que tiene miedo de perderse en el subte francés, y por eso se camina París de punta a punta, con los zapatitos de Pepinucho Coliflor (viejo cuento familiar que ya he relatado).
E imagínense, a la que escribe, sin hablar con nadie o casi nadie, durante dos meses y medio. Para aquellos que no me conocen personalmente, les cuento que soy de hablar un poco mucho. Mi excusa es que vivo sola, no tengo hijos, ni pareja, pocos amigos y casi no suena el teléfono en casa, con lo cuál cuando tengo oportunidad hablo. Y parece que MUCHO. Yo me doy cuenta, pero es cómo una adicción, no puedo parar. Y para colmo de males, tengo el sindrome Chiquita Legrand: interrumpo.
Ahora díganme: ¿necesito o no necesito un psiquiatra personal, como un personal trainer o lazarillo? Lo de acompañante terapéutico no me gusta, me suena a loca sin retorno. Yo todavía vuelvo.
En mi refugio de todas las mañanas, Sálvame María, siempre decimos con las camareras, que voy a terminar como otra clienta habitué, que se sienta, abre su pastillero, en donde hay grageas de cientos de colores, y se pone a llorar en la mesa. Abrimos las apuestas para ver cuándo la encontramos colgada en el baño. Gracias a Dios estos días la veo mejor. Ya tuvimos un muerto, Richard que en paz descanse, así que Sálvame se está convirtiendo en la remake de Sexto Sentido. Falta nomás que mañana, se me siente uno de los niños que pululan por ahí, y me diga I see dead people. Y cantamos bingo.
Ya llenamos la casa con los políticos que vienen los fines de semana a hablar de vaya a saber qué, y con lo que sólo por ser quién soy, no sé pero me opongo.
Pero me fui del tema y vamos a hacer un par de llamados a la solidaridad de la Asociación Psicoanalítica Argentina. Primero: psiquiatras disfrazados de hombres solteros apetecibles, cosa que de entrada ya le estás contando del hijo de puta de tu ex marido y encima te suben la autoestima porque pensás que te lo levantaste. Dos: Acortar las vacaciones del staff argentino, a dos días por año. Navidad y Año Nuevo. El primero de enero ya tienen que estar atendiendo porque la tasa de suicidios sube, y además si hay algo que me pone loca, es que no encuentre un puto lugar para tomar un café.
Tres: un psiquiatra por habitante. Eso también amén de ayudar al paciente, contribuiría con éste gobierno y su economía con el alza del trabajo y bajaría la tasa de desempleo.
Y cuatro: una ley que obligue al psi a acompañar al loco (este caso la loca) al vuelo que se tiene que tomar la semana que viene.
Las pastillas ayudan. Tres Rivotril, una quetiapina y media, un pedacito de Alplax, tapones para los oídos, máscara para los ojos, frazada para taparte hasta la cabeza, rezarle a todos los dioses habidos y por haber ,leer cuatro veces el rezo del viajero para llegar sana y salva, pero no estaría de más la mano de tu psiquiatra amigo, para apretujar en el despegue.
Dicho todo esto, espero que mi terapeuta no lo lea, porque mañana retomamos sesión, y no quiero que me aumente los honorarios por estar más loca de lo que él había diagnosticado.

martes, 11 de febrero de 2014

Revuelto de quieros

Hace mucho que no quiero, y me parece que va siendo tiempo de empezar a desear nuevamente.
Como siempre me dijo mi madre, vos pedí, que el NO ya lo tenés asegurado. Esas palabras marcaron mi vida negativamente. Por eso pido y pido al pedo.
Hoy quiero la lista de deseos perdidos. Los que perdí allá lejos y hace tiempo, y los recientemente extraviados. Quiero el reloj de Armando Manzanero, que no marque las horas, porque voy a enloquecer. Sé que no es cosa de otro mundo, pero un poco más de locura y me internan de por vida. Y eso no queremos. A nosotras nos gusta andar locas pero libres.
Quiero un cuadrito de Picasso para colgar en el techo de mi dormitorio. Así cuando me voy a dormir, por las noches, le rezo para que me regale un poco de talento, y quizás por la mañana despierte contenta y pintando.
Quiero un necessaire con hilo, aguja, tijerita, botones, dedal, alicate, lima, peine y el espejo de la madrastra de Blanca Nieves, para que me diga que soy la más linda. Para lo contrario, ya tengo a la vida misma y un espejo en el baño.
Quiero un planeta de uso exclusivo para gente pava. Como Babia ya existe y está llena , éste se llamará Nabeando y sólo entrarán gente como Marley, Karina Jelinek, Barbie Simmons,  Mirtha Legrand, Ivo Cutzarida, Guido Kazcka, Luciana Salazar, Mariano Iúdica, Mauricio Macri, Axel Kicillof, Kunkel, Lilita,D´Elía, Chiche Gelblung, Moyano, Moreno y algunos pseudo filósofos contemporáneos y demás actores de la realidad económica y social.
Para ver el planeta hay que usar anteojos 3D, o en su defecto un casco de astronauta, para no afectar ni tu vista ni tu psiquis. Vendría a ser como un eclipse solar, mucho más dañino a la salud humana, de los humanos verdaderos. Los de Nabeando, han dejado de ser seres pensantes hace años.
Quiero un par nuevo de pies, porque los que tengo me duelen, aún con plantillas chinas. O mejor quiero ser un ciempiés, y de paso comprarme muchos zapatos.
Quiero el poder de Grayskull, no sé para qué, pero si He-Man lo quería, yo también. Porque yo quiero todo, y todo es mejor que nada. Si ya tengo el no, es que no tengo nada, así que vamos por todo que de golpe alguien se apiada y me dice que sí.
Quiero el raciocinio para diferenciar a los que me quieren bien de los que me quieren mal. Hasta el momento vamos 0 a 4 y me estoy empezando a enojar con mi raciocinio.
Quiero que mi vida sea interpretada por Clak Gable y Vivien Leigh, o mejor por George Clooney y por mí. También se aceptan para el casting a Richard Gere, Ralph Fiennes, Robert Redford así viejo, Paul Newman muerto, o Jeremy Irons.
Quiero mi cerebro intacto, mis neuronas vivas, mis arterias libres de colesterol, y mi ciático en estado.
Quiero volver a los treinta, cuando estoy pasando por los cuarenta y llegando a los cincuenta.
Alguien que amo me dijo una vez: el día que naciste, se escribió el día en que vas a morir.
Quiero la vida misma o la muerte misma, que de todas maneras, siguen siendo lo misma historia.



martes, 4 de febrero de 2014

S.O.S fantasma en Barrancas.

Ya asumida mi condición de mujer cercana a los 50, con aspecto físico incluído, me dediqué esta semana pasada, los siete días completos, a verificar que no existo.
Quiero decir, sí existo, pero no como ser humano femenino atractivo a los ojos de seres masculinos en la misma condición y no tanto.
Vengo a ser una especie de espíritu fantasmal que deambula por las Barrancas de Belgrano y alrededores, sin ser registrada por ojos libidinosos especialistas en mirar culos y tetas. Quizás porque mi culo está un tanto ancho, pero que no me miren las lolas, que siempre fueron como dos mapamundi, eso ya es algo preocupante.
Mi teoría sostenida en estos últimos años, de que pasados los cuarenta y cinco, sólo te piropean los de sesenta y cinco a ochenta, está derrumbándose.
¡¡Ni eso!!¡No me miran ni los viejos chotos! Creo que hoy daría cualquier cosa para que a un señor de ochenta y pico se le cayese la dentadura postiza, intentando abrir la boca para babearse al pasar por al lado mío. Pero no. Me miran como si no existiera. Miran a la de atrás, que todavía no llegó a los cuarenta y cuatro.
No hay hombres me dijo mi amigo el quiropracta del alma, reconociendo lo que le vengo insistiendo hace unos años. Ahora son todos trolos, hasta los viejos. Esa es la única explicación posible que encuentro.
¿Decime que aún estando como estoy, no soy digna de ser mirada por un señor sentado en la puerta del geriátrico? Parece que tampoco. Y eso que paso todos los días por ahí, los miro y les sonrío. Pero nada. A lo mejor están momificados y no me dí cuenta, qué se yo.
Mientras andaba de observadora de la fauna local, tratando de terminar la tésis sobre mi tratado de cómo conseguir un hombre después de los cuarenta, noté que sí se han formado algunas parejas, como diría Roberto Galán Z´L. Hay muchas parejas enwebeadas (llámese enwebeado a quienes se han conocido por métodos tecnológicos artificiales). Lo he visto con mis propios ojos. O sea, abona la teoría de que a la que no mira nadie es a mí.
¿Vos no tendrás muchas pretensiones? me preguntan. ¿No serás muy exigente? me dicen los que no me conocen. Los que sí me conocen de toda la vida, saben que si hubiese sido pretensiosa o exigente, jamás me hubiese casado con quién me casé, ni hubiera seguido cometiendo el mismo error las otras dos veces subsiguientes. Señores, si hay alguien que no tiene humos de diva, esa soy yo. Mi primer marido era parecido a Marty Feldman en la película El Jóven Frankenstein. El segundo a Groucho Marx, y el tercero a Larry de los Tres Chiflados pero más feo y malo.
Dicho esto, ¿ahora entienden por qué me merezco a George Clooney? Me lo gané por derecho propio y ajeno. Soy una santa que merece el cielo.
Volviendo al tema de mi espectralidad, es un hecho. De hoy en adelante, me pasearé por el barrio con una sábana y cadenas, para asustar a los hombres, así por lo menos logro que alguno se entere de que ando por acá.