Valija, valijita, bolso, bolsito, palito, bombón, helado! Para la cartera de la dama o el bolsillo del caballero, café, caféééééé!!
Esto de preparar valijas no es lo mío. Cada año me digo, esta vez llevo poco. Y como siempre ése poco, termina siendo ropa que seguramente jamás usaré.
¿Qué te llevás a un barco? Malla, ojotas, short, y un jean. Bueno, eso es lo que yo quería, hasta que me mandaron el código de vestimenta. Una noche de cena formal, una noche de cena semi-formal, y para los shows, parece que no te aceptan en tanga. Bue, tampoco es que la fuese a usar, pero se entiende lo que quiero decir. Ahora viajan conmigo un twin set con lentejuelas, un pantalón negro, un vestido, sandalias de taco alto, maquillaje y algo de bijouterie por las dudas. Por las dudas al pedo. Yo no tenía dudas. Las dudas vienen y se instalan en la cabeza y ahí se quedan. Seguramente esas mismas dudas se irán, cuando vea el estilo chic americano, y confirme que estaba bien el jean y la remera. Probablemente también, me pregunte porqué no uso bikini, si las morsas que me cruzaré en el crucero, valga la redundancia (o la abundancia), las usan.
Bueno, todo sea por el Arte de la Elegancia de Jean Cartier. Mientras el barco no sea el Titanic, me pongo lo que me pidan.
Obviamente antes de llegar al barco, tenemos el pequeño problema de pasar por el avión.
Ya estoy ansiando que llegue mañana para empezar con el Rivotril. Hace meses que no lo tomo y lo extraño. Es parte de la familia. La familia que conformamos yo y mi otro yo, junto con el pánico y las fobias. Familia tipo. O si prefieren, familia ensamblada. Para mí es mi familia, así que me da lo mismo el rótulo que quieran asignarle.
Mi familia no es un dibujo, pero sí tiene algo de imaginario. Yo soy yo, mi otro yo no sé si es femenino o masculino, no lo/a veo mucho, el pánico es el nene mayor, y la fobia la más chiquita. Y todos juntos conformamos la familia Gador Bagó.
Nos vamos a la Isla de la Fantasía, dónde espero que no nos reciba Tatoo, porque está muerto lo mismo que el Jefe, Jefe, el avión, alias Ricardo Montalbán o Mr. Roark, que de ser así, es más que seguro que me pegue un cagaso de aquellos. Además, llego en barco y no en avioneta.
Con todo ya listo y preparado para el Vapor de la Carrera, sólo falta hacer algunos pedidos.
Quiero que me reciban con los collares de flores hawaianos, aunque no voy a Hawaii. Quiero un pareo tahitiano, que esté pintado por Gauguin, por más que tampoco vaya a Tahití.
Quiero un viaje placentero, plantar la sombrilla en la playa y encontrar un tesoro oculto. Ya que voy a una isla, quiero un Johnny Deep, vestido como pirata ,o sin vestir también se acepta. Quiero un Bryan Adams que me cante Have you ever really loved a woman, mientras estoy tirada en la arena esperando a que venga George Clooney a buscarme. Sí, ya sé, puedo esperar sentada…
Quiero un caballito de mar, por las dudas que el barco encalle. El salvavidas me vino incorporado de nacimiento. Quiero no encontrarme con Emilio Disi ni Gino Renni como bañeros, porque la sola vista me arruinaría las vacaciones.
Quiero un títere con cabeza, porque sin cabeza tuve muchos, y dejé otros tantos en el camino.
Quiero ir y volver, volver e ir, y así eternamente hasta que no me den más las patas.
Quiero lo que quise siempre y nunca pude tener, y lo que pude tener y no tuve.
Quiero la mar en coche, y los cochecitos adyacentes, como quería la chancha y la máquina de hacer chorizos.
Y hasta acá llegamos con los pedidos, porque tengo que dejar algo para querer en el viaje, sino me voy a cagar de embole.
Esto de preparar valijas no es lo mío. Cada año me digo, esta vez llevo poco. Y como siempre ése poco, termina siendo ropa que seguramente jamás usaré.
¿Qué te llevás a un barco? Malla, ojotas, short, y un jean. Bueno, eso es lo que yo quería, hasta que me mandaron el código de vestimenta. Una noche de cena formal, una noche de cena semi-formal, y para los shows, parece que no te aceptan en tanga. Bue, tampoco es que la fuese a usar, pero se entiende lo que quiero decir. Ahora viajan conmigo un twin set con lentejuelas, un pantalón negro, un vestido, sandalias de taco alto, maquillaje y algo de bijouterie por las dudas. Por las dudas al pedo. Yo no tenía dudas. Las dudas vienen y se instalan en la cabeza y ahí se quedan. Seguramente esas mismas dudas se irán, cuando vea el estilo chic americano, y confirme que estaba bien el jean y la remera. Probablemente también, me pregunte porqué no uso bikini, si las morsas que me cruzaré en el crucero, valga la redundancia (o la abundancia), las usan.
Bueno, todo sea por el Arte de la Elegancia de Jean Cartier. Mientras el barco no sea el Titanic, me pongo lo que me pidan.
Obviamente antes de llegar al barco, tenemos el pequeño problema de pasar por el avión.
Ya estoy ansiando que llegue mañana para empezar con el Rivotril. Hace meses que no lo tomo y lo extraño. Es parte de la familia. La familia que conformamos yo y mi otro yo, junto con el pánico y las fobias. Familia tipo. O si prefieren, familia ensamblada. Para mí es mi familia, así que me da lo mismo el rótulo que quieran asignarle.
Mi familia no es un dibujo, pero sí tiene algo de imaginario. Yo soy yo, mi otro yo no sé si es femenino o masculino, no lo/a veo mucho, el pánico es el nene mayor, y la fobia la más chiquita. Y todos juntos conformamos la familia Gador Bagó.
Nos vamos a la Isla de la Fantasía, dónde espero que no nos reciba Tatoo, porque está muerto lo mismo que el Jefe, Jefe, el avión, alias Ricardo Montalbán o Mr. Roark, que de ser así, es más que seguro que me pegue un cagaso de aquellos. Además, llego en barco y no en avioneta.
Con todo ya listo y preparado para el Vapor de la Carrera, sólo falta hacer algunos pedidos.
Quiero que me reciban con los collares de flores hawaianos, aunque no voy a Hawaii. Quiero un pareo tahitiano, que esté pintado por Gauguin, por más que tampoco vaya a Tahití.
Quiero un viaje placentero, plantar la sombrilla en la playa y encontrar un tesoro oculto. Ya que voy a una isla, quiero un Johnny Deep, vestido como pirata ,o sin vestir también se acepta. Quiero un Bryan Adams que me cante Have you ever really loved a woman, mientras estoy tirada en la arena esperando a que venga George Clooney a buscarme. Sí, ya sé, puedo esperar sentada…
Quiero un caballito de mar, por las dudas que el barco encalle. El salvavidas me vino incorporado de nacimiento. Quiero no encontrarme con Emilio Disi ni Gino Renni como bañeros, porque la sola vista me arruinaría las vacaciones.
Quiero un títere con cabeza, porque sin cabeza tuve muchos, y dejé otros tantos en el camino.
Quiero ir y volver, volver e ir, y así eternamente hasta que no me den más las patas.
Quiero lo que quise siempre y nunca pude tener, y lo que pude tener y no tuve.
Quiero la mar en coche, y los cochecitos adyacentes, como quería la chancha y la máquina de hacer chorizos.
Y hasta acá llegamos con los pedidos, porque tengo que dejar algo para querer en el viaje, sino me voy a cagar de embole.
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