lunes, 28 de abril de 2014

Farewell por ahora.

Todo concluye al fin, nada puede escapar, todo tiene un final, todo termina, dice Presente. Y esto también.
Por ahora, o por el momento, o por el hasta cuando y hasta siempre. Quizás sólo por hoy, o también por mañana.
Quizás de tanto querer, terminé queriendo menos y teniendo más, o teniendo menos y queriendo más. ¿Quién lo sabe? Yo no.
Es como un círculo vicioso. Quiero, empieza y termina con una letra redonda como el infinito. Y no quiero el infinito para mí. Quiero la finitud y el misterio del más allá. No ahora, no dentro de poco, pero tampoco dentro de mucho. Lo mucho no sirve y lo poco tampoco. Pero prefiero la escasez a la abundancia, porque es el motor de búsqueda de la verdad. Quiero lo que quiero y quiere todo el mundo. Quiero un poco de amor y un poco de paz. Y por mucho que lo quiero, lo que más tengo son desamores y guerras propias y ajenas.
Se me va la vida en los quereres, se me van los años en las batallas. Y no me hago más jóven con el devenir de los días. Mi otro yo se queda estática, mientras mira cómo la que va envejeciendo soy yo. Y así de fácil le resulta seguir viviendo a través de los otros, o en este caso de mí.
No, permanecer y transcurrir no es perdurar, no es existir, ni honrar la vida, escribía sabiamente Eladia Blázquez. Y soysola transcurre, mientras la vida le pasa por el costado.Sale a buscarla, pero se le escurre entre los dedos.
¿Quién sabe mañana qué pase? ¿Quién dice que no vuelva a querer a George Clooney? ¿Que no intente ser Lola Mora, o Toulouse Lautrec retratando bailarinas en los cabarets de París?
Quizás sólo venga una etapa de bitácora de viajes. A lo mejor París, Viena, Praga o la Costa Azul, me hagan olvidar por un momento todo aquello que quiere mi fantasía y me concentre un poco más en la realidad. O quizás cumpla mis fantasías. ¿Qui lo sa?
Mi querer va queriendo quererse un poco más que solamente lo que quiere imaginariamente.
A lo mejor lo que viene es otra manera de relacionarme con ustedes y conmigo y sigue teniendo algo de lo querido, de lo querible y de lo queriente.
Quiero la libertad absoluta de permitirme ser. Y por primera vez siento que soy, y es factible que lo sea sin querer.
Quiero la inspiración continua. Quiero creer que soy buena. Quiero recorrerte el alma apenas rozándote con la punta de mis dedos. 
Quiero la inmensidad del mar, pero no las profundidades. Esas son oscuras y para oscuridad alcanza y sobra con la mía.
Quiero que mi melancolía no sea interpretada como depresión. La melancolía es buena a veces, porque te forma un hueco en el medio del alma, calentito, cómodo, y necesario. Lo otro no.
Hasta pronto. Hasta luego. Hasta mañana o pasado. Hasta siempre, o hasta dentro de un rato.
Conmigo no se sabe, y con mi otro yo, ni te cuento-
P.D: Quiero una casa en Santorini o St Barth, y cantar Mamma Mía.

miércoles, 23 de abril de 2014

Chocotorta Attack o Manifiesto contra los postres.

Hay cosas que deberían estar prohibidas en el universo alimenticio, como el caso de la Chocotorta. Esto lo digo, a riesgo de ponerme en contra a una horda de flacos con metabolismo prodigioso, a los que claramente odiamos. Ya me veo en los diarios: "Grupo de vecinos lincha a señora gordita que propone la eliminación de las grasas saturadas".
Invento argentino si los hay, la Chocotorta vino al mundo, sólo para joderle la vida a personas como yo, que no le hacemos ningún mal a nadie, más que tener unos kilos de más.
¿Cuál es el aporte nutricional y vitamínico de dicho manjar? Ninguno. Niente. None. Ninguein. Ningunen.
Sólo aporta un sentimiento enorme de culpa después de haber comido el primer bocado, que sigue hasta que se termina la fuente. Y la culpa pesa. No es lechuga. Es culpa. Está comprobado que el sentimiento de culpabilidad engorda tanto como el dulce de leche que se le incorpora a la bendita Chocotorta.
El equivalente sería: 1 pote de dulce de leche = 7859 Kcal guilt . Con lo cuál, sumado al pote éste, el queso crema, las Chocolinas, el café y el chocolate en polvo arriba, la cuenta te da: 1 chocotorta = 435.824 Kcal culpa. Y ahí engordás. Hasta sólo con pensarla.
A pesar de la china que me trató en el crucero y me dijo que lo mío era sólo retención de líquidos, mis líquidos vienen mezclados con culpa y chocolate.
No tuve mucho quórum en Twitter al lanzar la campaña #Erradiquemoslachocotorta, pero tampoco tuve detractores. Con lo cuál asumo, a nadie le importa un pito que yo siga engordando.
Al primero que por la calle a modo de ayuda y estímulo, me grite : "largá los postres gorda", mi respuesta será: "primero firmá el petitorio, forro, o andá a estimular a tu abuela, idiota".
Mientras exista una Chocotorta sobre la Tierra, no descansaré con mi cometido en esta vida. Ayudar a las víctimas de las Kcal culpa. ¡Contra el mal, la Hormiga Atómica!
Pedidos del día: Quiero la Chocotorta Diet, cero en grasas y calorías.
De no conseguirse el fin, quiero que pierda todos sus poderes engordantes antes de llegar a mi boca.
Quiero un país con todo light y sabroso. Quiero perder el control y bañarme en chocolate cobertura.
Quiero inventar un nuevo método no invasivo para eliminar grasas. Ejemplo: que te pasen una varita mágica alrededor del cuerpo y ante las palabras "abracadabra panza de grasa, si no despareces hoy, conviértete en agua mañana", paf, como por arte de magia, al día siguiente estar flaca. Eso sí, te measte en la cama, en la calle, en el laburo, pero no importa, todo sea por la salud.
Quiero poder comer lo que se me canta y que no se vea reflejado en ningún espejo. Quiero desaparecer los espejos.
Quiero nacer de nuevo y heredar los genes de alguna familia flaca, aunque no sea la mía.
Si bien quiero seguir siendo quien soy, sin cambiar nada, cambio kilos por diez centímetros de altura.
También quiero otras cosas que tienen que ver con el cuerpo. Quiero ser Betty Boop, Mis Piggy, Jessica Rabit y la Vaca Aurora. Porque así como quiero una cosa, también quiero otra. Porque yo quiero. Quiero a pesar de todo. Quiero todo para pesar. Quiero pensar todo y no quiero pensar nada.
Quiero ser y quiero estar. No quiero ser imprescindible, pero tampoco prescindente. Y mucho menos presidente.
¡Quiero el fin de la Chocotorta y la torta de manzana al poder!



domingo, 20 de abril de 2014

Todos los caminos conducen a Scalabrini Ortiz (consultorio psiquiátrico)

Todos los días me pregunto cómo es que todavía me quedan cosas por querer. Y sin embargo siempre me falta algo. Soy lo que se llama, una insatisfecha serial. O una pedidora compulsiva. ¿Quizás una querendona desaforada?
Quiero ser una bailaora de flamenco, o al menos tener el vestido. Si el atuendo viene con Joaquín Cortés, mejor aún. Visto y considerando que George Clooney no entiende castellano, o se hace el desentendido, un español será muy bienvenido.
Quiero ser la abeja reina, y estar rodeada de zánganos…Bah, de esos ya tuve demasiados…Prefiero ser la Reina Batata , sentarme en un plato de plata y ver cómo crecen los tubérculos con los que se está poblando la Patagonia. ¡Ah!¡No! Esa ya existe y no soy precisamente yo. Tampoco mi otro yo. Es Ella.
Quiero un jardín lleno de camelias y ser Margarita Gaultier pero no morir tísica, sino retirarme como Greta Garbo en la oscuridad de mis aposentos.
Quiero que lo que el viento se llevó, lo traiga de nuevo. Sea lo que sea, porque nunca nadie dijo qué fue. Si se llevó a mi ex, el que de tan reiterativo repite tres veces la inicial de su nombre, no, a ése no se lo acepta ni aunque fuera el último hombre en la Tierra. Antes me coso todos los orificios de entrada y salida del cuerpo.
Quiero volver a los diecisiete, después de vivir un siglo, pero quiero volver en el siglo veintiocho si es que todavía queda algo.
Quiero los nenúfares de Monet y las rosas rococó de Rosa María Martínez Suárez, pero ni en pedo quiero ser Mirtha Legrand.
Quiero un diamante en bruto, para pulirlo a mi gusto y piacere. Brutos sin diamantes han pasado varios y juro que no es lo mismo.
Quiero el espejo de Blancanieves para preguntarle si soy la más linda, y romperlo a pedazos cuando me diga que no, que la más linda es mi otro yo.
Quiero entender a los que no me entienden, y a los que sí, no quiero entenderlos porque deben estar locos.
Quiero aprender todos los idiomas que se hablan en la Torre de Babel, porque siendo políglota en estos tiempos, tenés más posibilidad de conseguir laburo. O por lo menos tenés más chances de poder irte.
Quiero que baje el dólar tarjeta porque me voy de viaje.
Quiero que los diarios dejen de contarme cosas de gente que no me interesa, y que de vez en cuando hablen de mí, que soy más interesante que ellos.
Quiero hacer una instalación de esculturas que empiece en Buenos Aires y termine en Alaska.
Quiero no querer tantas cosas, porque cuanto más quiero menos tengo, y cuanto menos tengo más me deprimo y cuando más me deprimo, Gador y Bagó se llenan de guita. En resumidas cuentas, todos mis pedidos siempre van a parar a los bolsillos de los laboratorios farmacéuticos, que es lo mismo que decir, en saco roto.
Y hablando de saco roto, quiero a George Clooney.



miércoles, 16 de abril de 2014

La religiosidad al palo

Pesaj y Pascuas todo en un siete días es too much. Eso de empezar comiendo guefiltefish con krein, matzá, latkes de papa y terminar con una rosca rellena de huevo y crema pastelera, con un conejo de chocolate de postre, es como para acabar descompuesto y agarrado al inodoro, diciéndole cómo te quiero hermano, como te quiero. Y ni te cuento, si tu familia es mitad turca, mitad rusa, y mezclás kipes con sopa de kneidalaj y bamias con farfalaj.
Pero así somos los judíos argentinos. No te comemos harinas por una semana, y el domingo de Pascuas te manducás una rosca entera. Eso sí, el menú gira siempre en torno al pescado y al pollo, porque en ninguna de las dos comemos carne. Los cristianos por el cuerpo y la sangre de Cristo y nosotros porque  en el desierto sólo había un mayorista de maná, y con la maldición a Egipto de las siete plagas, el ganado escaseaba y no ibas a andar arriesgándote al virus de la vaca loca en el medio de la nada, sin Swiss Medical a la vista.
Las fiestas judías y las católicas deberían estar separadas por lo menos por un mes, cosa de que morfes como un cerdo kosher en una y tengas tiempo para hacer una dieta líquida de treinta días hasta la otra.
Pero no, te juntan Pesaj con Pascua, y Navidad con Hannukah. A fin de cuentas, somos todos lo mismo.
Así que pidamos al Señor:
Quiero un sistema digestivo que me permita separar la comida, por unidad de peso y calorías y redistribuirlo por el cuerpo. Por ejemplo, todas las proteínas a los músculos, las verduras a las caderas, los latkes de papa y los kipes a los dedos de los pies, que total no jode más grasa ahí, y los huevos de chocolate y dátiles al cabello, para engrosarlo y no se caiga, y no al tujes con el mismo propósito.
Quiero un respirador para poder dormir tranquila, después de semejante comilona, sin riesgo de morir ahogada por los makarundlaj que te suben y bajan.
Quiero que los que van a la iglesia con las ramitas de olivo no tiren las hojas muertas en el palier de mi edificio.
Quiero entrar a Jerusalem en un Porsche convertible y no en un burro blanco, porque no soy el Mesías ni lo quiero ser. Ya bastante tengo con cuidarme a mí misma y no sé si podría con el mundo entero.
Quiero que mi otro yo se independice un poco y no me siga a todos lados, porque la están empezando a confundir conmigo y eso no me gusta. Somos dos seres diferentes que convivimos en un mismo cuerpo, cosa que no quiere decir que seamos la misma persona.
Quiero aprender a diferenciar el blanco mate del blanco semi mate, porque entre medio hay un sinfín de tonalidades que me estoy perdiendo.
Quiero lo que nunca quise, que es ser quien quiero ser y no la que quieren los otros. Los otros no me conocen, sólo me conozco yo misma y a medias. Las otras mitades de mí misma, ni siquiera saben quién soy, por supuesto menos lo saben los demás.
Quiero recorrer el Nilo en una canasta de precios cuidados, porque en la canasta familiar no entramos.
Quiero la gallina de los huevos de oro, porque como no tengo quién me regale nada, con el ovíparo tendría asegurados todos mis cumpleaños.
Quiero dar la vuelta al mundo en un jet privado. Privado de turbulencias, de pilotos con problemas psiquiátricos y principalmente privado de accidentes.
Quiero ser la reina del universo paralelo, porque en éste sólo sería la versión femenina del Rey Momo.
Y por último, quisiera decir que no quiero nada, pero estaría mintiendo.
Felices Pascuas.




sábado, 12 de abril de 2014

Testeando Mentos o Testamentos

No es bueno llegar a viejo, me dijo el tío de mi amiga Frida, el otro día. Y…no.
Lo mejor es a la mitad de la vida, a los 43, que ya pasé hace rato, comenzar con la planificación geriátrica. O sea, a mis 48, estamos en tiempo de descuento, porque a los 96 no quiero llegar. Ni lúcida, ni borracha.
Como soy una mujer precavida, que vale por dos (MP>48=2) mis planes empezaron a los 16, cuando creía que me iba a morir a los 32, porque según yo, ya estaba exactamente a 16 años más de dejar de respirar. Según mi psicólogo del momento, todo se relacionaba con mi nariz y con los nazis. Nunca le entendí. Quizás él veía en mi nariz a un enemigo, teniendo en cuenta que tenía una pequeña protuberancia que luego erradicó un cirujano plástico. Creyó que ese sobrehueso tenía entidad propia y lo iba a atacar. No sé, me parece que el tipo andaba necesitando un psiquiatra más que yo.
Pero me fui por las ramas, como suelo hacer.
Volvamos a los planes para la viejez:
1)Apenas vuelva de Francia, buscar un bello hogar de ancianos e ir reservándolo para el 2044.
2) Empezar a pagar las cuotas del geriátrico, para terminar antes de que no pueda seguir disfrutando.
3) Anotar la dirección y pegarla en un lugar visible, la heladera por ejemplo, para cuando ya no me acuerde a dónde tenía que ir.
4) Con la guita que me sobre, tras saldar la cuenta, irme de viaje al Himalaya, y escalar el Everest con todos los zapatos que me compre mientras espero hacerme vieja.
Supongamos que ningún geriátrico me acepte, porque hay que aceptarme a mí y a mi otro yo, ¿cuáles serían las opciones, además de las ya escritas en algún blog anterior?
Llevarme al Mar Muerto, y dejarme ahí, que siendo hipertensa, con tanta sal dudo que dure viva más de un día.
Ponerme enfrente de la tele con Cadena Nacional y la Sra hablando, cosa que me agarre un infarto cerebral, y fenezca.
Darme de comer un costillar de vaca entero, cortado finito, y que el colesterol me suba hasta espichar. Moriré, pero eso sí, moriré con la panza llena y contenta.
Yo soy así de prolijita y te dejo todo por escrito. No quiero dejarle a mis sobrinas la preocupación de qué carajo hacer con la tía. Ya bastante van a tener con sus propios padres, pobrecitas, como para andar teniendo que ocuparse de mí.
Yo no soy de esas artistas que te dicen: "mis hijos son mis obras". No, no me hacen el tei mit limene cuando estoy engripada, no me dicen mámele vos sos la mejor madre del mundo. Directamente no me hablan. Sólo están ahí, ocupando lugar en casa, al pedo, como maridos parásitos. Dicho sea de paso, si me hablaran las esculturas, no esperen a que envejezca, intérnenme mañana mismo en Badaracco.
Y como dicen que pidiendo a veces se consiguen cosas, vamos a pedir.
Quiero volver a tener 25 y que el salmón rosado no me caiga pesado. Quiero ver de cerca y de lejos.
Quiero la casita del bosque, con siete enanos que se parezcan a George Clooney y me traigan diamantes todos los días. Esto se relaciona directamente con el pedido anterior, no sea que por no haber cambiado los anteojos a tiempo, me lo confunda a Tatoo con George.
Quiero encontrar una actividad que me guste más que comprar, porque eso no me adelgaza.
Quiero ir a la Provence a ver los campos de lavandas. Quiero La Piedad y el Moisés en el palier de casa. Quiero Roma para mí sola, y París para dos.
Quiero un hombre que acepte mi locura y no la quiera cambiar. Quiero no querer cambiar por un hombre loco. Quiero tirar abajo la muralla que separa mi corazón de mi razón. Quiero deshacerme de mis miedos y pasárselos al Príncipe Valiente que no sirve para nada.
No quiero ser Blancanieves, porque el morocho con una vincha roja me queda mal.
Y quiero que Arjona no componga más canciones que se llamen Apnea. Quiero decir, por favor, que no componga más.



miércoles, 9 de abril de 2014

Me explota, me explota, me expló...

Así como mi viejo decía, el día que naciste se escribió el día que vas a morir, se ve que el día en que nací, se decretó que no tendría suerte con los aparatos. Los de ningún tipo. O sea, ni los tipos, ni las máquinas.
O quizás es esta casa, que tiene la maldición de Tutankamón, y me jode todo artefacto doméstico que compro…y todo hombre que toco. ¿O todo aparato que toco y todo hombre que compro? No sé, la cuestión es que ninguno de los dos me duran mucho. Los hombres, ya ni me acuerdo lo que eran. ¿Qué eran? 
Con lo que me queda solamente, acordarme de los electrodomésticos.
Cuatro computadoras en seis años, todas muertas, fenecidas. Tercer termotanque en lo que va de mi divorcio, kaput a los dos meses de uso. Teléfonos inalámbricos fallecidos, varios. Equipo de música, uno, que no anda hace una década. Heladeras, dos - Lavarropas, dos. Empate. Cafeteras, pavas eléctricas, televisores, despertadores, contestadores,celulares cuatro por categoría. Consoladores, uno. Señores, tres, sin contar los 1300 más o menos, de las épocas en las que no sabía decir que no. Porque yo te soy como Julio Iglesias en versión femenina. Ya no recuerdo cuántos fueron, y a mí me tenés que mirar de un sólo perfil. En lo posible del derecho y del cuello para arriba.
No sé si mi casa está embrujada, si los cables andan mal (según el electricista no) o directamente si tengo tanta energía concentrada en el cuerpo, por falta de ejercicios de contacto con el sexo opuesto, que las cosas me explotan. No me niego al sexo puesto, conste.
¿Qué significarán estas detonaciones? ¿Serán orgasmos contenidos que emanan de mis dedos? Suena a poco delicado lo que escribo, pero estoy barajando todas las posibilidades habidas y por haber. No quiero quedarme con el entuerto.
Dicho esto, es hora de los pedidos de la semana.
Quiero cambiar el cableado eléctrico de mi cuerpo, ya que parece que está sobrecargado de voltios. Como quien no quiere la cosa, y ya que estamos en tren de pedir, que sean de 10, para poder resistir todos los tapones que me faltan por saltar. Y de paso enchufo el horno de cerámica.
Quiero un robot que cumpla con todas las funciones, sin pedirme nada a cambio. Todas. Y nada a cambio. Ando necesitando que me cambien el cuerito. 
Quiero cosas menos terrenales que una maquina perecedera. Quiero un algo perenne. Todavía no sé qué es ése algo, el día que lo sepa lo comunico en clave morse, cifrada, lacrada bajo cinco sellos, no sea cuestión de que alguien se me adelante y me lo choree.
Quiero ir al más allá, pero un poco más acá. Quiero el Puente de Avigñon, donde todos cantan y bailan, porque ni canto ni bailo. Soy Pinocho en formato fémina.
Ahora que soy Serpiente de Madera en el horóscopo chino, quiero ser Pingüino de Látex, para estar más acorde a los tiempos que corren.
Quiero seguir oponiéndome toda la vida, porque si estuviese de acuerdo la pasaría mejor, pero no es lo que me hace sentir cómoda. Opositora hasta la muerte.No sé de qué se trata pero me opongo.
Quiero seguir siendo esta que soy, medio loca, medio cuerda. Como buena hija de relojero, no hace falta que nadie se acuerde de darme cuerda para seguir andando. 
Quiero viajar hasta los confines de la Tierra, y volver cuando se me dé la gana y sin que me apuren, silbando bajito y decir: he visto un lindo gatito.
Quiero encontrar al enano solo al final del arco iris, porque el cofre con oro me lo gastaría en zapatos y ya traje muchos de Miami. 
Quiero los Pirineos, los Alpes, los Apeninos y los Urales, para sentarme en la punta y sentirme la dueña del Universo.
Por último, sigo queriendo a George, pero si alguien me encuentra al sudafricano del barco, le estaré eternamente agradecida.





sábado, 5 de abril de 2014

Mucho animal suelto (o furia de viernes a la noche)

En este momento aciago, con Animales Sueltos en el aire, y la casa llena de olor a bife, procederemos al pedido del fin de semana.
Pedimos al Señor que le mande una faringitis a Alejandro Fantino y tenga a bien recluírse en su casa y callarse la boca por un largo tiempo.
Que un alma caritativa le acerque a Luciana Salazar, la pomada Manzan para las hemorroides que le salieron en la boca. Y un guardarail para que no choque con esos dos neumáticos que tiene a modo de tetas, que en cualquier momento explotan.
Un pantalón con forro para Hernán Caire, o un forro para que no procree gente ignorante como él.
Un peine para el señor Ángel Mahler o alguien que le diga que la permanente pasó de moda. Un whisky Black Label o Chivas para Coco Sily, así larga de una vez por todas el Añejo Doble V, que te revienta el hígado.
Quiero una programación de televisión digna de ver, y no una parva de pseudo conductores pelotudos, que te provocan cagarlos a puteadas.
Quiero no ponerme tan seria un viernes a la noche, pero es evidente que al no tener nada que hacer, el mejor pasatiempo es la crítica constructiva.
Quiero mi celulitis ortomolecular y no el cerebro lleno de alpiste de las vedetongas del Mercosur.
Los Náufragos escribieron una canción para mí, pero tuvieron que cambiarle la letra por ser anti popular. La original comenzaba así: Quiero gritar lo que quiero, que me desespero por ir a putearte, por ir a cantarte todas mis canciones, que no hablan de vos. Quiero tenerte a mi lado, dejarte en el campo, que moje el rocío, tu pelo y no el mío, saber que me quieres y decirte que no. Porque yo sé que en un lugar del mondongo tendrás, recuerdos de aquel ardor (ardor, ardor, ardor), etc, etc.
Quiero la magia de la memoria, que recuerda lo que se le canta y lo que no lo borra.
Quiero ser menos transparente de lo que soy, y morderme un poco más la lengua a riesgo de morir por mis propios colmillos, ahora que descubrí que soy Serpiente de Madera en el horóscopo chino. No sé,¿las serpientes de madera mueren envenenadas por su propia savia?
Quiero que la sangre llegue al río antes de que se me quede en el ojo. Es más saludable para mi vista, y menos contaminante para el mundo. Soy factor cero positivo, o sea, que ahora entiendo de dónde sale mi pesimismo. Al río le viene bien un poco de mala onda elizabethiana para que no sea siempre tan prístino y cristalino.
Seguimos queriendo a nuestra locura, yo y mi otro yo. Mi otro yo apareció de nuevo, luego de varios días de ostracismo, en demostración del descontento provocado por la vuelta del Caribe. Ella quería quedarse en St Thomas comprando, y yo quería quedarme en St. Maarten tomando sol. Ninguna salió ganando porque las dos estamos en la húmeda Buenos Aires que no es lo mismo que la neblinosa Londres.
Sigo pensando que tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe, así que quiero otra vez a George Clooney, y hasta que no se entere de que lo andamos buscando, no pararé de nombrarlo. Quiero lanzar la campaña mundial #GeorgeClooneyElizabethiswaitingforyou, hasta que al chabón le caiga la ficha de que su destino es a mi lado.
O sea, quiero que Interpol no lea esto, porque van a venir a arrestarme por acosadora cibernética.
Todo bien George, don´t worry, be happy. No te asustes, peores son los pastores brasileños que están en Telefé. Ellos te sacan el demonio del cuerpo, y yo lo que quiero es todo lo contrario.
Quiero dejar de escribir estupideces en este mismo momento. Uno, dos, tres, ya.
Buenas noches queridos conejos.







martes, 1 de abril de 2014

Sale un café express de quieros

Volvemos a los quiero, porque estoy en Buenos Aires y no hay nada interesante para relatar, más que mis viajes en taxi. Salvo por el que me preguntó por el Piñón (sic) de Gibraltar, no hay nada digno de comentar.
Así que quiero: que Nespresso me cumpla con George Clooney. Si no, voy a reclamar con la garantía en mano. A mí me podrás ver la cara de boluda, pero cuando me prometés algo, yo te la peleo a muerte.
Me vendieron por la tele que cuando tomabas un Nespresso te aparecía GC de sopetón. Bueno, ahora lo quiero. Y lo quiero todas las mañanas cuando prendo la cafetera en casa.
Quiero un poco de paz, un poco de guerra, firmar la rendición del enemigo, porque la mía jamás será entregada. Yo moriré con los Michael Kors puestos, así me los tengan que despegar de las patas.
Quiero todo lo contrario al dicho, que me cuiden de mis enemigos, porque de mis amigos no tengo porqué cuidarme. Bah, de ciertos amigos por favor protéjanme con un collar de ajos, que el vampirismo está de moda y lo que es moda no incomoda, y al parecer se pusieron los Dracu-Dracu, sedientos de la sangre que no se llevaron los mosquitos del sábado.
Quiero la eternidad con fecha de vencimiento porque si fuese eterna, eterna, seguramente me aburriría a los pocos años.
Quiero el crucero Allure of the Seas para mí sola. Con la tripulación, pero sin brasileños. Especialmente con un tripulante sudafricano que me gustó mucho y al que probablemente jamás en mi vida me volveré a cruzar. No me lo cruzaba en el barco que eramos ocho mil personas, imaginate con siete mil quinietos millones de habitantes en el planeta, se me acabaron definitivamente las chances.
Quiero volver al Muro de los Lamentos y sacar mi papelito que decía : quiero la Paz en el mundo.
Tenía diecisiete años y no sabía lo que decía ni lo que quería. Debería haber previsto mi futuro y poner: quiero un novio que no me deje, que sea actor, yanqui, morocho con canas, con una sonrisa impecable, y que se llame George Clooney. Ya que dicen que soy bruja y presiento las cosas….
Pero el muro me devolvió un yanqui rubio, que sonreía como Patán, con los labios apretados, porque le faltaba algún que otro molar. Y después me mandó dos morochos, que no se le parecían en nada a Georgie, ni siquiera en el talento.
Ahora parece que no me manda nada de nada, porque yo ando medio incrédula de Dios. Es muy probable que el de allá arriba piense: andá a pedirle a la Muralla China a ver si te da bola.
Quiero pensar que no pienso porque pensado lo contrario la presión me sube por las nubes.
Quiero ser una boluda feliz, que una culta con preocupaciones. Esto de ser pensante trae sus consecuencias, y te caga la salud. Mejor no pensar en nada, vivir en una burbuja, y creerte el cuento que te inventaste. Estamos en el 2014. No creo necesitar ser más precisa y dar nombre y apellido, número de documento y posición dentro del gobierno, para saber quién es mucho más feliz que yo, viviendo en la Isla de la Fantasía.
Quiero seguir teniendo la cabeza enquilombada como la tengo, y un poco más de orden en mi casa.
¿O mi casa desordenada y orden en mi cabeza? Me parece que opto por lo primero.
Quiero ser, quiero ver, quiero entrar, pero no quiero ser Serú Girán.
Quiero seguir estando totalmente loca, pero con la credibilidad intacta. Antes creía que no quería ser quien era, y hoy quiero ser quien soy siendo yo misma sin cambiar ni un pelo. Esto es lo que hay y hay que asumirlo. Asumirlo entre todos. Vos, yo, ellos, y los otros. El único cambio en oferta es: kilos por masa cerebral en buenas condiciones. ¡A comprar que dentro de poco se acaban!