martes, 18 de marzo de 2025

Dando pelea

No nos estaría gustando este mundo en el que vivimos. Atemoriza. Mejor dicho aterroriza.
No encontramos la parada para bajarnos. Tocamos el timbre varias veces, pero no frena.
Estamos transitando un ciclo de la historia que da miedo. Y cuando te digo que da miedo, quizás vos no entiendas muy bien porqué, porque tu realidad es diferente a la mía. 
Yo soy judía. Y aún cuando no me da temor decirlo, porque lo porto con orgullo, en algún rincón de mi humanidad, un poquito de miedo me da.
Una vez, cuando todavía no había pasado el 7 de octubre, una idiota que se autopercibe como inteligente, me dijo, al hablar de mi judaísmo y del Holocausto: "ah, mirá vos...nosotros los normales no vivimos eso".
No quise decirle: vos de normal solo tenés el antisemitismo, porque en ese momento no es que no le haya dado importancia, pero era un episodio más de racismo que vivía y sabía que mi vida no corría peligro. 
Casi cuatro años después de ese evento, mi vida sí corre peligro.
Antes no te preguntabas quién era tu aliado y quién no, y hoy me encuentro preguntándome quiénes de mis amigos me esconderían y cuáles me delatarían. No es que no lo tenga claro, de hecho si sospechara que alguno, llegado el caso, podría delatarme, no estaría ya siendo más mi amigo.
Pero esas son las preguntas que nos hacemos los judíos hoy en día. Como en 1939.
En una clase de arte, hoy, el profesor dijo algo así como: "no es que el mundo se repite, nos repetimos nosotros." 
Debe ser cierto. El humano se repite porque no aprende. Comete siempre los mismos errores y juzga siempre con la misma vara. Una vara inexistente, hecha a medida de la narrativa personal de gente que tiene una agenda en donde no cabe el otro.
Y yo vendría a ser, como hace miles de años, el otro.
Mi primera pelea que implicó la xenofobia, la tuve a los 10 años, hace 49, imaginate, con una nena que me dijo que los judíos matamos a Jesús. Recuerdo haberme violentado por dentro, pero responderle, palabras más, palabras menos, que era una ignorante.
La segunda fue a los 15 con la reverendísima hija de puta de la Prof. Becker, que al llegar al capítulo de Historia donde se hablaba del Holocausto, dijo sin ningún pudor, "esta parte la salteamos porque es todo mentira", provocando en mi trasero una especie de resorte, que hizo que me levantara y le respondiera "¿quiere que le traiga a mi papá para que le cuente lo que usted dice que es mentira?". Mi respuesta tuvo como consecuencia , no solo que mi vieja tuviese que ir a hablar con la directora, sino que las dos materias que daba la basura esa, Historia y Contabilidad, me las llevara a diciembre, marzo y previa, porque mientras Becker estuvo en la mesa, jamás me aprobó. Hoy esperamos sinceramente que se esté revolviendo en el infierno.
La tercera fue alrededor de los 16 con la madre de una amiga, Marita, que me dijo :"vos sos la única judía que soporto". Mi respuesta fue bastante elegante, cosa que hasta a mí me sorprendió. Le dije "entonces no tenemos nada más que hablar", me levanté y me fui. La pobre Marita, atrás mío pidiéndome perdón, pero sin retorno. Fue, por supuesto, el fin de la amistad.
La tercera, la cuarta, quinta y quincuagésima octava vez, fue con los taxistas de Buenos Aires, amén de alguno uruguayo.
Como verás, no es la primera vez que experimento en carne propia el antisemitismo, pero sí es la primera vez que me da miedo. O me doy miedo. Me doy miedo porque reacciono. Y hoy no es chiste reaccionar ante un antisemita. Es peligroso.
Y volvemos a la frase del profe, no es el mundo el que se repite, somos nosotros los que nos repetimos. 
Y yo me repetiría una y mil veces, porque de muy chica me juré que a mí los nazis no me iban a matar sin pelear. Y acá estoy, peleando todos los días, como creí que nunca iba a tener que hacerlo. 
Peleo por mi viejo, mis abuelos y mis tíos. Peleo por mis sobrinas y mis sobrinas nietas. Peleo por vos que sos mi amigo/a y también por vos que no lo sos. 
Porque si no peleo ganan ellos. 
No, no me estaría gustando el mundo en que vivimos, pero si me bajo en la próxima parada, perdí.




No hay comentarios:

Publicar un comentario