viernes, 30 de diciembre de 2016

Feliz 2017

Papá Noel se fue, y con él se va otro año. Uno en el que el segundo semestre parece no haber llegado jamás, ¿o es que hemos vivido el primer semestre más largo de todos los tiempos?
Mauri parece no saber cuántos meses tiene un semestre y quizás sus promesas de mejoría vengan en en el segundo semestre del próximo año bisiesto. Pero bueno, no vamos a hablar de política, porque ésa nunca fue la preocupación de Soysola.
Nuestra preocupación, como todos saben, es ver cómo carajo hacemos para encontrar a Shorsh. No perdemos las esperanzas de convertirnos en los Brangelina del subdesarrollo, o sea los Shorshabeth.
Ya sabemos, suena a jabón en polvo. ¡Una medida de Shorshabeth rinde veinte lavados de tujes! ¡Compre ya o calle para siempre!
No importa cuánto intenten nuestras amigas en convencernos de que el tipo es gay, que el matrimonio es sólo una pantalla, que el pibe no nos merece, que se parece a Pocho la Pantera (Z`L), etc, nosotras lo seguimos amando como el primer día. Y sí...te somos persistentes para los imposibles y las boludeces.
Seguiremos yirando por el mundo a ver si lo encontramos. Por lo pronto, ya estamos planificando un nuevo tour por el Lago di Como, con la excusa de comprar pañuelos de seda.
Entonces, aprovechando que estamos a la vera del 2017, procederemos a los pedidos que habitualmente se hacen en estas fechas. A estas alturas nos parece redundante decir, que al momento de pedir, nos unificamos y lo hacemos a título personal.
Quiero El Beso de Klimt, La Maja desnuda, Las Tres Gracias de Rubens, a ser el cadáver inerte de la Lección de Anatomía.
Quiero un tren delantero, un cuarto trasero, y una quinta de cambio en el principado de Mónaco.
Quiero un refractómetro, si supiera para qué sirve, a uno más rápido que la luz, si no me sirve de nada.
Quiero un petit hotel en el culo del mundo, para aposentar mi ídem, y escaparme por un rato de tanta soledad.
Quiero la vuelta al mundo en 564 días, porque ya comprobé que en 80 me canso mucho.
Quiero ser Maggie Simpson para ser eternamente niña, y no ser Oaky, que era un viejo con pañales.
Quiero un no te aseguro de por vida, a una vida asegurada en la mentira.
Quiero un pasaje en el furgón de cola, para escaparme a verte sin que nadie se entere.
Quiero que quieras, como nunca antes quisiste, aferrarte a esta vida, sólo por el hecho de que yo estoy en ella.
Quiero un lamento boliviano, un rojaijú guaraní, un sapucay correntino, al grito desgarrador de mi corazón herido.
Quiero un año nuevo, mi vida vieja y un montón de días en blanco para llenarlos de sueños.
Feliz 2017.





viernes, 23 de diciembre de 2016

Quereres de fin de año

Y como todos los años, llega Papá Noel, y con él, el putísimo mes de diciembre acaba.
A nosotras no nos trae nada. Más bien nos lleva. Se nos lleva un año más...como si nos sobraran...
No nos gusta hacer el balance anual, pero lo haremos porque es lo que el contador nos pide.
Hemos padecido, hemos disfrutado, hemos bailado, hemos viajado, nos hemos caído, nos hemos levantado. Volvimos a viajar, hemos vuelto a caer y casi casi que no repuntamos más, pero aquí estamos, erguidas, estoicas, mirando de frente hacia un futuro incierto.
Lo único cierto de lo que vendrá, es que cumpliremos cincuenta y un años. ¡Qué lo tiró de las patas! Medio siglo más uno. O sea, vendríamos a ser como el peronismo o Boca Juniors, la mitad más uno.
Acercándonos a la Navidá, Añonuevo, Reyes y nuestro cumpleaños, nos ataca la compulsión por pedir. Como dice doña Raquel, para pedir, pedí en grande; el no, ya lo tenés asegurado. Así que a sabiendas de que Papánuel no nos dejará regalitos, acá va la lista de deseos para el 2017.
Quiero la edad de piedra a un camino de ripio. Mis suelas ya están gastadas y no soportarían otro agujero.
Quiero una casa en Andalucía, un patio portugués, un balcón italiano y un ascensor parisino que me lleve hasta la cúpula de tu cabeza, para poder ver un panorama completo de tus pensamientos.
Quiero la satisfacción del deber cumplido, a la desazón del no me acuerdo.
Quiero un portaligas negro con moño rojo, a una liga completa de nudos apretados.
Quiero merecer el cielo, porque el infierno ya me lo he ganado.
Quiero escalar el Kilimanjaro, estremecerme ante el silencio del volcán inactivo a ensordecer por el grito de tu corazón herido.
Quiero ser un pollito a la parrilla, a un renacuajo dentro de un charco de agua sucia.
Quiero mis años veinte, treinta y cincuenta. Los cuarenta son para el olvido y los sesenta, seguramente, no los querré.
Quiero lo que nunca quise, porque queriendo lo que quería, he perdido media vida.
Quiero perderme en el laberinto de Creta, tener las alas de Ícaro, y volar cerca de la Luna, que es donde habitualmente moran mis deseos.
Quiero las historias de mi niñez, relatadas por mi padre, a encontrarlo en una lápida que no me dice nada.
Quiero lo que quiero y lo que no, porque así siempre he querido. Unas veces mucho, y otras poco. Quiero porque quiero, porque no me queda otra, porque soy así, quieriente de alma.
Y para no perder la costumbre que había perdido, quiero a Shorsh, porque sin él no sería Soysola, aunque sospecho que con él sería lo mismo.

jueves, 15 de diciembre de 2016

Sin turbulencia a la vista

Sábado 3 de diciembre y el cielo encapotado.
Pasa Daniel a buscarnos.
Soysola: Daniel, hay pronóstico de tormenta eléctrica en San Pablo.
Daniel: .....
Ante la negativa de nuestro remisero a respondernos, va whatsapp a psiquiatra.
Sosyola: Pablo, van a caer soretes de punta sobre el avión cuando yo esté arriba...¿se va a estrellar?¿Me voy a morir?¿Qué hago?
Pablo: No va a pasar nada. Yo viajé mil veces a Brasil con tormenta y acá estoy.
Soysola: Vos tenés la obligación de no morirte porque sos mi terapeuta.
Pablo: Y vos también porque sos mi paciente.
Ante tan contundente afirmación, no nos quedó más remedio que quedarnos en el molde y encomendarnos a la Santísima Trinidad: San Rivotril, San Alplax y San Quetiazic.
Finalmente el servicio meteorológico brasileño, es igual de malo e impreciso que el nuestro. No hubo rayos ni centellas y llegamos todos sanos y salvos.
 Soysola se fue y volvió, volvió y se fue, y entre medio estuvo acompañada.
Mucha cachaça, mucho petisco, amigos entrañables, arte, joda, diversión y samba.
Hemos pasado por la Bienal, por una chácara bellísima, con anfitriones maravilhosos llenos de encantos mil, garroneado frutas exóticas en el Mercado Municipal, y shopeado boludeces varias sin que se nos caiga la cara de vergüenza.
Ubereamos de aquí para allá, y decidimos que de ahora en más, en vez de tomar taxis comunes con tacheros del orto, llamaremos meninos de Uber, a riesgo de ser interceptadas por las bestias locales. Soysola sigue sosteniendo la teoría de que el turismo debería ser un trabajo rentado, o por lo menos debería buscar sponsors que me garpen todo.
Llegamos a Buenos Aires cansadas pero felices, planificando ya nuestro próximo viaje. ¿Perú? ¿Colombia? ¿El Caribe? ¿Las Toninas?...por ahora Juramento nomás.
Pasemos a querer, porque si antes quería, después de este viaje, ni te imaginás todo lo que quiero.
Quiero un Airbus 320 para mí sola, que me lleve y me traiga a gusto y piacere, sin tener que compartir asiento con niños que lloran dos horas cuarenta y cinco minutos seguidos.
Quiero una quinta en Ibiúna, rodeada de paulistas amables, o en su defecto, un terrenito en La Tablada, con vecinos calladitos.
Quiero un ganso salvaje, a un salvaje que sea un ganso.
Quiero entrar y salir, salir y entrar mil veces y quedarme eternamente grabada en tus pupilas.
Quiero una peluca rosada, un par de zapatos rojos, unas medias de red y pavonearme con el culo al aire por las páginas de Memorias de mis putas tristes.
Quiero una voz angelical, un sinfín de palabras de amor, cien escalones y una nota musical para llegar al cielo.
Quiero un bisturí sin filo, para dejarte marcadas mis iniciales en tu alma.
Ya no quiero a Shorsh, porque él no me quiere a mí. Y no sabe lo que se pierde.





domingo, 20 de noviembre de 2016

Quereres

Hace mucho que no quiero, y esto de no querer nada se nos está haciendo costumbre. Una buena costumbre seguramente, porque no hay nada más lindo que no querer nada, necesitando de todo, a querer de todo, no necesitando nada.
Pero como yo no te soy de no querer, así que cuando quiero, quiero de verdad. Quiero esto y aquello, y también quiero a éste y al otro.
Quiero con el corazón en la mano, y un nudo en la garganta.
Quiero aunque no me quieras, porque me nace,  de papanatas que soy, y sé que queriéndome a tu manera, no merecés ni una lágrima mía.
Quiero desandar este camino, para recorrer uno nuevo. Hasta aquí he llegado viva, pero desgarrada.
Quiero un hospital que cure heridas de amor, de locura y de muerte y resucite pasiones olvidadas.
Quiero la fiebre de un sábado por la noche, a la angina de un do de pecho por la mañana.
Quiero un sujeto con predicado, a un predicador sujeto con alfiler de gancho a su fe infinita.
Quiero el humor que perdí hace unos días en alguna parte de Belgrano, y que me lo devuelvan limpito, fresco y desodorizado.
Quiero cien cartuchos de tinta de calamar, a mil balas de goma de borrar.
Quiero el mundo en un pañuelo, a llorar a moco tendido. Quiero la verdad verdadera, a la mentira que es tu vida.
Quiero mi niñez, mi adolescencia y mi juventud atrapadas en una burbuja, a esta madurez que me pincha el globo.
Quiero cantar si su amor fue flor de un día, porque causa es siempre mía esta cruel preocupación.
Quiero enamorarme de mi sombra, y ser el fiel reflejo de Narciso en la laguna, para morir ahogada en tus mentiras, porque de tus verdades ya me desenamoré hace tiempo.
Quiero ser tu fruta prohibida, una hiedra venenosa, una yarará cuzú, un sapo de otro pozo, y hacer de tu vida una aventura, a una tierna y pacífica paloma blanca, que en cualquier momento te caga en la cabeza.
Quiero lo que quiero, como siempre. Quiero sin sentido, y sin razón aparente. Quiero con locura y descaradamente. Porque esto soy yo, un día así y el otro asá, clara y oscura, pero definitivamente esta.

lunes, 17 de octubre de 2016

Insatisfacción garantizada

Once días son suficientes para darnos cuenta que nuestro propósito en la vida es viajar.
No queremos estar acá. Queremos estar allá. Donde allá sea. Sea más allá, un poco más acá, entre medio de allá y acá, pero definitivamente no acá acá.
Esta semana terminaríamos de ver a todos los que nos faltan , incluido nuestro psiquiatra, y ya podríamos irnos de nuevo.
Estando en modo cotidiano, queremos volver al modo viaje. Y como no tenemos nada mejor que hacer por ahora, queremos.
Hace mucho que no queremos porque teníamos lo que queríamos. Ahora que ya no lo tenemos más, queremos todo de nuevo.
Para quienes dicen que somos unas insatisfechas, sí, lo somos. Nacimos queriendo, vivimos de la misma manera, y moriremos igual. No hay nada más lindo que querer todo el tiempo, porque es un indicador del nivel de inconformidad. Y cuando nos conformamos, cagamos.
Ahora separemos a las otras de mí, así lo que quiero lo quiero para mí sola. Porque si hay algo que soy, es angurrienta.
Quiero bailar flamenco, con vestido a lunares y mantón de manila, para zapatearle la cabeza a más de uno.
Quiero ser andaluza, para tener el salero de las granadinas, antes que ser una hipertensa con cara de tujes.
Quiero ser la Maja Desnuda, la Venus de Botticelli y vivir en El Jardín de las Delicias, a ser Valeria Mazza adentro del country Harrods, Gath & Chaves.
Quiero las ruinas de Cesárea, antes que la cicatriz de la histerectomía.
Quiero los Alcázares de la Reina, antes que mi Juramento renovado.
Quiero surcar el cielo en bicicleta, a echar raíces en el campo y que me pase un tractor por encima.
Quiero la seguridad de no saber, a la pretensión de la sabiduría garantizada.
Quiero a Shorsh porque ya es costumbre, y sin caprichos no me reconozco.
Quiero así, cortito y al pie, porque para largo y tendido hacen falta más vidas.

sábado, 8 de octubre de 2016

La piedra de la discordia

Y llegó el fin del viaje, que como todo lo bueno, siempre termina.
Soysola había dejado a sus otros yos en Europa ya que se dió cuenta que no le servían ni de compañía. Pero las muy guachas vuelven siempre. Las tiene pegadas como sanguijuelas. Apenas un pie fuera del avión, y ahí estaban, paraditas al lado de la aduana, esperando, cagadas de risa viendo cómo Soysolita arrastraba tres valijas. Una por cada una de nosotras.
Volvamos a Madrid. Día de regresar a casa y nos dirigimos al aeropuerto, preocupadas que nos dijeran que teníamos exceso de equipaje. Una vez sorteado el escollo ya que nuestras valijas muy prolijamente pesaban 23, 23 y 23, relajamos, sin suponer lo que luego sucedería.
En Barcelona habíamos comprado una escultura de Joan Serra, bellísima a nuestro ojos, pero con un aspecto un tanto extraño a carbón quemado, o a una piedra rota, o al cubo Rubic pero en negro. La cuestión es que el señor policía sentado al escáner, pensó que adentro de tanto negro, debía haber polvo blanco. Racismo puro que le dicen...
Esta fue la siguiente conversación con dos policías españoles. A partir de ahora Policía 1 (P1), Policía 2 (P2), Soysola (S)
P1: A ver, usted, que adentro de su mochila hay una piedra.
S: No es una piedra, es una escultura
P1: Es una piedra.
S: No, es una escultura, si quiere se la mostramos.
P1: Si quiere no, nos la va a tener que mostrar. ¡González! Lleve a la(s) señora(s) al costado. (Los paréntesis son porque los tipos no se habían dado cuenta que éramos más de una)
P2: Ponga todo aquí y abra la cartera, la mochila, el bolso y el bolsito.
Abrimos todo.
P2: ¿A ver la piedra?
S: Que no es una piedra le digo, es una escultura! Está muy embalada, si fuera tan amable ¿nos daría algo con qué abrirla así se la mostramos?
P2: No tengo.
Buscamos entre nuestras cosas las llaves de casa y procedimos a destrozar el pluribol con la Trabex.
S: ¿Ve que es una escultura?
P2: Esto es una piedra. Funes! ¿Tú qué dices? Aquí está la piedra, mírala!
S: Escúcheme, esto es una escultura que salió mucho dinero, si la rompe, la paga.
P1: ¿Pero qué coño es esto? A ver González, proceda.
S: González, ni se le ocurra romperla!!
P2: ¿Que si esto no es una piedra, entonces qué es?
S: UNA ESCULTURA, respondimos ya un poco hartas y transpiradas.
P2 pasa unos papelitos por todo el contorno de nuestras pertenencias, incluída la piedra...perdón, digo la escultura. Luego los mete en una máquina lectora, que a los gritos dice "negativo".
S: ¿Ve? ¿No le dije que esto es una escultura?
P2: ¡Funes! Qué dió negativo! Esta cosa es una escultura! -Nos mira y pregunta: ¿de qué está hecho esto?
S: De arcilla, que se modela, después pasa por un horno a altas temperaturas, y el resultado es el que usted ve aquí....el de una cosa que parece una piedra, pero no lo es.
P2: Pues no la entiendo!
S: Es que no tiene nada que entender! Es arte!!
P2: Puede irse...
Nuestra conclusión de estos cuarenta y cinco días de viaje, es que las rubias no la pasan mejor, no se levantan más tipos, y también son confundidas con traficantes de drogas.
Que nuestro próximo viaje será a la estepa siberiana, donde no hay que subir y bajar montañas, colinas, castillos y alcázares.
Que España le corresponde a los judíos y a los musulmanes, y que a los que había que echar era a los Reyes Católicos.
Que el año que viene viajamos con lo puesto y vamos comprando valijas en el camino, o en su defecto contrataremos mayordomo como acompañante.
Que las escaleras mecánicas escupen gordas.
Que no hay zapato, zapatilla o chancleta que compense el no haber hecho ejercicio en cinco años.
Que no siempre ser buena es bueno. 
Y que las esperanzas con Shorsh no hay que perderlas mientras el divorcio de Angelina y Brad siga en pie.




jueves, 29 de septiembre de 2016

Andá a Andalucía, Lucía

Tras doce días en Andalucía, todo el resto del viaje, parece haber sido en otra vida.
Llegamos a Sevilla, portando un sillón por las dudas, y nos reencontramos con nuestras compañeras de congreso y joda, Mirtha y Viveca. Graciadió!! Ya no tendríamos que comer solas mirando al techo o jugando al Candy Crush (¿será por eso que no conseguimos novio?), y además podríamos pedir todas las tapas que nos estaban vedadas, por ser porciones para dos. Aunque nosotras seamos tres en una, pa comé se ve que tenemos una sola boca. Menos mal.
Si Córdoba nos había gustado, Sevilla, nos encantó. Al principio estábamos un poco temerosas, porque nuestro GPS apuntaba la flechita para cualquier lado, y a cada vuelta de esquina nos perdíamos. Al rato le tomamos la mano. Si nuestro instinto decía que había que doblar a la derecha, entonces lo hacíamos hacia la izquierda, y así nos asegurábamos de llegar a destino.
Entrenadas desde Israel y Portugal, supusimos que subir a La Giralda, iba a ser papita pa´l loro. Craso error. Si bien la subida es en rampa, son algo así como 35 pisos. Nota mental...esto es algo que nos llama la atención...en casa no te caminamos cuatro cuadras, en Europa sacamos los bofes subiendo y bajando y no te decimos ni mu...¿Será cuestión de vivir en el viejo continente o de dejarnos de joder en Argentina? Nos inclinamos por lo primero, aunque sabemos que nos toca lo segundo.
Los andaluces en general son muy simpáticos, pero se llevan las palmas los sevillanos. Los taxistas sevillanos para ser más precisas. Nos quedaríamos a vivir acá, sólo porque tienen los únicos taxistas buena onda del mundo. El último que tomamos, nos relató una pelea conyugal por un pulpo que había pescado y su señora arruinó. "Que le llevé un pulpo de un metro majomeno, y le dije, María, haz con esto un pulpito a la gallega. Que mire usté seora, que cuando llegué y lo ví, que casi me muero!!  Le digo, María ¿que tu has hecho con esto?, coño! E´incomible! Que te hice el pulpo a la gallega como la hace mi mare. Pue que tu mare que ni tu mare, joder y me cago en la puta mare coño! ¡¿"Pue dígame usté, seora, qué cuánto hay que sabé cociná pa´hacé un pulpo a la gallega?! "
Casi le respondemos a mal puerto fuiste a parar, que no te cocinamos bien ni un huevo frito, pero sólo reímos.
Así partimos de Sevilla, para llegar a Granada.
No entendemos todavía, de dónde sacamos fuerzas a esta altura, para cargar las valijas en el bondi. Charles Atlas al lado nuestro, un poroto. Esta vez tuvimos la suerte de conocer un jóven argentino, que con la promesa de acercarlo en taxi hasta el centro, nos hizo de changarín hasta el hotel.
Bienaventurados los que viajan de mochileros, porque de ellos será el reino de Soysola.  Lástima que lo conocimos en el último tramo del viaje, que si no, por unos euros lo contratábamos de mayordomo.
Granada...eso que canta Plácido Domingo, es cierto a medias. Lo de la tierra bañada de sangre y de sol, es verdad, pero lo de lindas mujeres...no sé dónde están. Se quedaron en Sevilla, que son hermosas.
Subimos a La Alhambra, la recorrimos enterita, y al bajar, le preguntamos a un policía qué camino tomar para ir caminando hasta el Albaycín. ¿Caminando? nos respondió con los ojos como el dos de oros de las barajas españolas..¡Pue que es lejísimo pa ir a pie!
Para hacerla corta, eran veinte minutos...ahí caímos en la cuenta que en cada lugar de España que preguntamos si algún sitio quedaba lejos y nos dijeron pffff, lejísimos, finalmente quedaba a tres o cuatro cuadras. Con lo que inferimos, que los españoles son más culo pesado que nosotras.
Hoy fuimos a Las Alpujarras. No nos pidan la definición exacta, porque a duras penas si pudimos pronunciarlo. Pero vienen a ser los pueblos blancos que hay en la Sierra Nevada de Granada.¿Querés irte a la punta de la montaña? Andate a las Alpujarras.
Nos compraríamos una quintita en alguno de esos pueblitos que se detuvieron en el tiempo pero tienen señal de internet. Lástima que quedan en el borde del precipicio, y nosotras te somos un poco cagonas y tenemos vértigo.
De este recorrido por la Madre Patria, sacamos una conclusión. El pueblo musulmán debe dejar de pedir los territorios de Gaza, y reclamar los de Andalucía, que al fin de cuentas esto era todo de los moros hasta que los rajó la Iglesia.
Ya en la recta final del viaje, andamos extrañando un poco. Queremos quejarnos de nuestra madre, de la casa, del país, del clima y porqué no, de los hombres...
Hace mucho que no queremos nada, y ya es hora. Con esto de que Brad y Angelina se separaron, se renovaron nuestras esperanzas de que Shorsh se pelee con Almohadina.
Eso pedimos. Nada más. Bah, una sola cosa más...
Que nuestro próximo destino sea una llanura.



jueves, 22 de septiembre de 2016

Feliz cumplemes

Hoy cumplimos un mes de viaje. No vamos a soplar las velitas porque estamos un poco cansadas. Además no hay vela que soplar...
Tras una semana intensa de congreso en Barcelona, en la que nos hemos empachado de cerámica, Miró y Gaudí, decidimos que la arcilla no es lo nuestro...Chiste!¡Qué susto eh!
Nuestros días transcurrieron escuchando más catalán que castellano, y mezclando el inglés con el italiano. Descubrimos que no somos políglotas como siempre nos empecinamos en hacerle creer a todo el mundo, incluídas nosotras mismas. 
Esto de tanto viajar por países de habla no hispana, ha terminado por anular la única neurona en donde se acumulaba nuestro saber. O nuestro creer saber. Porque si hay algo de lo que ahora no estamos seguras, es que somos capaces de hablar algún idioma más allá de un balbuceo incomprensible. Nunca entendimos eso del "idioma materno". ¿Es que el paterno no cuenta? ¿Acaso mamá y papá vivían en países diferentes cuando nos engendraron? 
Retomemos el congreso que nos fuimos por la alameda.
Los catalanes son un pueblo especial. Empezando por los nombres. Ninguno termina. Todos se quedan por la mitad. Claudi, Jordi,Adriá, Enric, Ferran y sigue la lista. Eso sí, con el congreso no se quedaron por la mitad. Nos lo hicieron completito. Organizado milimétricamente, hasta que llegaron los ceramistas. No te calcularon que la etnia "ceramic artist" somos un poco dispersos.
Entre que íbamos reconociendo amigos del Facebook, a los que veíamos cara a cara por primera vez, mirábamos las revistas, hacíamos sociales, mostrábamos nuestra obra, intercambiábamos tarjetas, y seguíamos charlando, les cagábamos toda la grilla.
Así fue como llegamos tarde a todos los eventos. Si no era porque alguien se equivocaba de micro, o llegaba fuera de hora, era porque teníamos que parar en la ruta (de ahí el nombre que nos pusieron de "Las meonas"). O porque a una señora mayor de 80, le faltaba potasio y andábamos a la búsqueda de bananas. En España te hay mucho pescau pero poca banana, diría Inodoro Pereyra...
Aprendimos muchas más cosas en esta semana en Barcelona. A saber: que los catalanes están podridos de Gaudí, sus mosáicos y los turistas, que no te hablan en español a menos que sea muy necesario, que hay una turronería Vinces a cada paso, lo mismo con Desigual y que amamos comer pulpo aunque nos impresionen los tentáculos. Bueno, esto último lo aprendimos en Portugal.
Adeu Catalunya y hola Andalucía!
Llegamos a Córdoba, aterrorizadas de caernos al bajar del tren, ya que cargábamos encima con 9348 kg de catálogos, libros, tarjetitas, folletos, y demás etcéteras acumulados en el congreso.
Tomamos taxi y para nuestra sorpresa, los taxistas cordobeses son simpáticos! Evidentemente, en la época de la conquista, todos los andaluces expulsados por la Inquisición fueron a parar a nuestra Córdoba, y en Buenos Aires nos quedamos con el humor de los gallegos.
Preciosa Córdoba. Como era de esperarse de nosotras, porque las tres somos judías, caímos en un hotel en la Judería. Sólo porque extrañamos como en Israel, estar rodeada de paisanos. Sospechamos que acá somos las únicas....
Esta maravilla que tienen los españoles de conservar su patrimonio histórico, no es bueno para nuestra salud. Mucho adoquín y piedra irregular. Ya nos tropezamos varias veces.
Un punto aparte, y más en serio, es pensar en la buena convivencia que había en el 1400 entre judíos y musulmanes, en estos lares, que vinieron a cagar los católicos con la puta inquisición. Como nos dijera un sabio español que conocimos en el camino "perdóneme, pero ya le digo yo a mi mujé, que con todo el dinero que tiene el Vaticano, podrían acabá con el hambre en el mundo. Pero que ellos quieren tener el poder y embrutecé a la gente! Me cago en la santa iglesia y la putísima ma(d)re que loh parió! Perdone usté!" No tenemos nada que perdonarle muy señor nuestro, pensamos lo mismo pero de todas las religiones.
Ya nos caen bien los andaluces...
Marchamos a Málaga a pasear por el día, no queriendo ver nada de cerámica, y sólo disfrutar del encanto malagueño y de una madre que le hablaba a su hijo: "Jesú, sar de ahí que te digo! Jesú, ven pa´quí que te digo! Jesú, sar de ahí, Jesú, ven pa´quí! " Y así sucesivamente, cosa que nos hizo concatenar con la conversación anterior y llegar a la conclusión que este pobre santo, también preferiría la crucifixión, antes que seguir escuchando a su madre.
Ahora a Sevilla, donde más que perder la silla, pretendemos apoyar el culo un rato.
Y olé!


jueves, 15 de septiembre de 2016

Escaleras al cielo

Dejamos Sintra, la ciudad de cuento de hadas y nos dirigimos a Oporto.
Desde el vamos arrancamos mal. Preguntamos cuatrocientas cuarenta y ocho veces, si el tren desde Sete Rios nos llevaba sin escalas a Porto. Cuatrocientas cuarenta y ocho veces nos dijeron que sí.
Bueno...no, no nos llevaba.  Cargadas con un bloque de cemento, que a esas alturas ya era nuestra valija, montamos y desmontamos tres veces más en los comboios. Puteamos mucho al simpatiquísimo chico de la recepción del hotel.
Llegamos a la estación de Porto Campanha, y cuál equecos, logramos bajar del tren. Pantallazo de la situación: valija mediana adentro de valija grande, mochila por detrás con 35kg, mochila por delante con 15 kgs , ya estábamos poco equilibradas, y bolsa eco, onda supermercado Disco, con todas las pelotudeces que nos olvidamos de guardar a último momento. Sep. No nos olvidamos la cabeza, porque la tenemos pegada al tujes.
Marchamos hacia las escaleras mecánicas para bajar a buscar un taxi, nosotras primero y la valija después, como corresponde. Pasamos las soysolas todas juntas, y hete aquí que la muy hija de puta de la valija, decide quedarse trabada ahí arriba en la entrada.
Como si un vaquero nos hubiese enlazado cuál ganado en el rodeo, nuestro brazo quedó agarrado de la maleta, y nuestro agraciado cuerpo, cayó de culo y codo en la Naranja Mecánica.
Mientras esa escalera endiablada nos arrastraba, una señora intentaba ayudar a levantarnos. Já! El Titanic ya estaba hundido.
Toda nuestra vida pasó delante de nuestros ojos en dos segundos, mientras pensábamos: "esta puta escalera nos va a amputar un pie... nos rompimos un brazo...nos reventamos la rodilla... seguro que si la máquina no nos traga nos vamos a morir de un ACV...¿se nos habrá visto la bombacha? ¿cuál nos habremos puesto?"
No muy delicadamente la escalera nos expulsó. Se ve que no come gordas. Logramos incorporarnos con la ayuda de dos personas, imágen patética si las hay, algo aturdidas y en estado de shock.
Arriba, un señor sostenía nuestra valija mientras la escalera seguía andando. Apenas nos levantamos, escuchamos gritos ,desde lo que parecían stairways to heaven, y vemos a nuestra valija salir eyectada cual saeta de Guillermo Tell, directo hacia nosotras, y ...¡Strike! nos voltea como palos de bowling. Vuelta a caer al piso y hacernos mierda lo poco que nos quedaba sano. Mientras todos nos hablaban en portugués, nosotras respondíamos en castellano: "estamos bien las treinta y tres en el refugio. No, no llamen a un médico, si nos rompimos algo ya nos vamos a enterar en un rato. No, moito obrigada, ya está, ahora llegamos al hotel nos tomamos un Rivotril y listo..."
Digamos que la sacamos barata. Un codo lastimado e inflamado, una rodilla ensangrentada, un culo estampado con las rayas de los escalones metálicos, un julepe de aquellos y el orgullo herido.
Ergo, el primer día en la bella Porto, lo pasamos con hielo en el codo y apenas si dimos una vuelta para reconocer el territorio enemigo.
Al día siguiente, ya más compuestas, salimos a pasear. Llegada la hora del almuerzo, nos sentamos a comer un pulpito recién muertito. Polvo le dicen al pulpo los portugueses...Deben ser devotos del antiguo testamento...del polvo venimos y al polvo vamos...porque así lo dejamos al pobre octópodo.
Seguimos paseando y viendo cerámicas, azulejos y más azulejos. Catamos oporto, compramos oporto, y finalmente nos encariñamos un poco con el bello río Duero y la ciudad que casi nos mata.
Contentas de irnos a Barcelona y poder hablar en castellano, nos tomamos un low cost de Vueling, rezando para que el piloto no hiciera lo mismo que el de GermanWings.
Ya empezamos a darnos cuenta cómo viajar sin tener que empastillarnos. Habíamos dicho primero, el  horario de madrugada saca el pánico, y ahora encontramos que estar hechas mierda físicamente, nos hace querer subirnos a un avión antes que tener que bajar por otra escalera mecánica de una estación.
Aterrizamos sanas y salvas en Catalunya, para descubrir, que en cuatro años se quintuplicó la cantidad de gente que habla en catalán. Para encontrar alguno que nos hable en castellano, tenemos que llamar a casa para hablar con nuestro contestador.
Así que aquí seguimos parlando un po d´italiano, english, francés, portugués, castellano cordobés y jeringozo, mientras intentamos aprender a hablar en catalán: No hem trobat cap paraula que coincideixi exactament de donar per cul.



jueves, 8 de septiembre de 2016

De Portugal al Everest

Nuestra primera impresión de Portugal fue: la amamos, el hotel tiene bidé. No podemos entender los países que no tienen ése accesorio en el baño. fundamental para la vida.
Empezamos bien.
Así como en Israel no parábamos de mirar a la gente y pensar, son todos judíos, en este país, no dejamos de decir cerámica, cerámica, cerámica. Hacia dónde miremos hay azulejos. Esos que acá observamos con admiración, y en casa de la abuela le decíamos, sacá esa porquería que ya está vieja.
Pero no por nada crecemos y aprendemos a amar las antigüedades. Bueno, por ahora, los objetos antiguos, porque las antigüedades de carne y hueso todavía no nos gustan. Nos hemos dado cuenta que cada vez miramos tipos más pendejos. Y los miramos con nostalgia pensando ¡quién tuviera edad! Porque si a una conclusión (temprana) hemos llegado en este viaje, es que los turistas están catalogados en dos tipos. Los Under Fifty y los Over Fifty. O sea, la generación 3.0 y la 6.0. La 5.0 anda escaseando, o vienen con una 2.0.
Ya volveremos al tema.
Retomemos Lisboa. Un hotel inmejorable desde todo punto de vista. Ubicación, atención, comodidad, detalles....Tantos detalles tenía el baño, jabones, cremas, gorras, necessaire, toallas para todas las partes del cuerpo, anche la que estás pensando, pantuflas, abanico de cortesía, que cuando encontramos la esponja, pensamos, ¡qué grosos los de este hotel!¡Te ponen esponja y todo!
Así que procedimos a bañarnos muy contentas, para salir de la bañera, ponernos los anteojos y darnos cuenta que nos habíamos enjabonado todo el cuerpo con la esponja para lustrar zapatos. ¿Pero quién nos quita lo bailado, eh?
Lisboa es bellísima. Un poco sucia, pero bella. Los portugueses son muy amables e hicimos un descubrimiento. Veníamos sabidas de que el portugués de Portugal no se parecía ni remotamente al portugués de Brasil. Pero, hete aquí que lo que descubrimos es porqué Portugal se llama así. Es la combinación de portugués y gallego. Portu-Gal. Si prestan atención, se darán cuenta que tenemos razón, que todos hablan un mejunje de gallego y portugués.
Nosotras notamos que nuestro lenguaje mutó. Ya no hablamos ni castellano ni portuñol. Nuestras frases se conforman de la siguiente manera: Bom día, ehhh, usted falha español?¿ inglés? Sta bom, ninguein. So, I need to sacar un billete para el comboio. ¿Cuándo sale? Y de dove? Merci ,gracias y moito brigada. Se dici obrigado u obrigada? Ahhh, según si son mujer u homen. Non capisco nada....
Estamos olvidando el castellano y nos preocupa. Somos como una especie de camaleón. Nos mimetizamos con el local y el extranjero.
Si pensábamos que Buenos Aires era la capital mundial de bares y restaurantes por cm2, no seores, en Lisboa, tenés uno al lado del otro y en dúplex. Y má que bife de chorizo ni bife de chorizo! Vivan las gambas al ajillo, el bacalao al forno y el pastel de belém! Después de haber visitado el oceanario y concientizarnos de la desicticolización de los mares, nos dio un poco de cosita morfarnos unos bichos de mar , pero el veganismo se nos pasó cuando nos trajeron los platos.
Si un consejo tenemos para darles a los que quieran visitar este hermoso país, es, vengan antes de cumplir 50. Acá todo es cuesta arriba literalmente. Y si ya los pasaron, traigan bastones.
Así como en casa, nos peleábamos con los vecinos conservacionistas del empedrado de Belgrano, acá no decimos ni mu.
Cargadas como mulas, llegamos a Sintra. Un lugar de ensueño. Es una mezcla de Colonia del Sacramento y Salzburgo, pero de acá. No debe tener más de 10 km2, con toda la furia. Pero esos 10 km son toditos para arriba. Si te gusta hacer step, este es tu lugar.  Subimos a la Quinta da Regaleira, al Castelho dos Mouros y al Palacio da Pena. Todos bellísimos. Unos jardines impresionantes, unas vistas de locura, pero se quedaron con nuestros pulmones.
Subimos a lo mas alto de la Quinta da Regaleira, nos trepamos a las murallas del castelho dos mouros, del que casi volamos al precipicio, por el viento que había, y por último, nos fuimos a visitar el Palacio da Pena, al que llegamos en bondi. Nos dejaron en la entrada y nos ofrecían subir en un pequeño tranvía. ¿Qué? dijimos nosotras. Ni en pedo. ¡Ya llegamos hasta acá entrenadas! Si la señora OF (over fifty) está subiendo, ¿cómo no vamos a subir nosotras? Son 525 metros nada más hasta la puerta del palacio...Lo que nadie te avisa, es que esos 525 mts son a lo que al Everest 2800 mts.
A medida que íbamos subiendo, veíamos a los UF (under fifty) resoplar, a los OF pedir que los maten, y nosotras llegamos apunadas y con tubo de oxígeno en mano. Eso es hasta la puerta. Todavía nos faltaba subir al castillo!! Resistimos estoicas y lo hicimos...pero hablar, recién pudimos hacerlo a los 20 minutos.
Suponíamos que en este viaje íbamos a bajar de peso...nop...subís, comés, bajás, comés, caminás, comés, y no comés minetras dormís, pero soñás con mariscos.
Ya mañana partimos para Porto, donde no sabemos si también tendremos que escalar montañas hasta para ir al baño, pero lo que sí sabemos es que no nos pondremos en pedo, porque el Oporto no nos gusta.





sábado, 3 de septiembre de 2016

Quetren quetren

Se nos terminó la estadía en Oyveylandia, en dónde no pudimos caminar por la calle sin pensar: este es judío...este es judío... este es judío... todos son judíos y ninguno nos mira! Maldito karma...
Tenemos que volver, sólo para no dar el brazo a torcer.
Dos y media de la madrugada nos pasa a buscar un taxista judío para llevarnos al aeropuerto en donde el 99% son judíos. Estamos en la gloria...no nos habla...y tampoco nos grita.
Cinco treina y cinco en punto, subimos al avión de matrimonio mixto, Iberia/El-Al, y debemos haber despegado en algún momento, pero no nos acordamos.
Encontramos la cura milagrosa para nuestro pánico a volar. Tenemos que viajar en horarios exóticos tipo cinco de la mañana, con 2 mg de Rivotril, y ¡santo remedio! Fue subir, sentarnos, y quedarnos totalmente dormidas, sin placa anti-bruxismo, tapones en los oídos ni antifaz para no ver. ¡Y tampoco rezamos la oración del viajero! Sacrilegio, pero llegamos vivas.
Aterrizamos en Barajas y teníamos boleto de tren/hotel para ir a Lisboa. Nos fuimos hasta la estación de Chamartín, a dejar las valijas en el locker y salir a pasear.  Bueno, pasear...lo que se dice pasear, no llegamos...dimos unas vueltas por la zona, ya que la pasta todavía hacía efecto sobre nuestro intelecto, así que decidimos hacer la gran Tom Hanks, y quedarnos en la terminal hasta la salida del tren.
Las dos primeras horas pasaron rápido, o más o menos. Estábamos entretenidas entrando a todos los negocios de la estación. Las subsiguientes dos horas y media, ya entramos a ponernos de mal humor, pensando cómo carajo hizo Tom para vivir en el aeropuerto. Nosotras no te apoyamos el culo en un baño público ni con Ayudín en la mano. Menos te íbamos a dormir, con el señor que estaba sentado enfrente mirándonos onda buitre carroñero, a la espera de que cerráramos los ojos para adueñarse de nuestros Sugus.
Finalmente abordamos el tren, carroza 23, camarote 55...o eso creíamos. Llegamos a la puerta y vemos: 55/51. Abrimos la puerta y ¡oh surprise! eran camas cuchetas. La cuestión es que la nuestra era la 55, y la 51 supuestamente de alguien más. Obviamente, y como no podía ser de otra manera, la 55 era la de arriba. Imaginate nuestra cara...Alguien que nos explique cómo hacemos para subir toda nuestra humanidad hasta ahí arriba. Por suerte los vecinos de camarote nos explicaron que no podían poner a nadie que no fuese familiar para compartirlo. ¡Menos mal! Estábamos yo, mi otro yo y el otro yo de mi otro yo...uno más no cabía, y como estaba la familia completa, nos acostamos abajo.
Buscamos el baño, y nos damos cuenta que non hay. ¿Dónde querés que pishemos? ¿Por la ventanilla? Eso sí, teníamos pileta para lavarnos el tujes, pero el baño estaba al final del vagón.
Si alguien vio Orange is the new black, digamos que el cubículo en donde teníamos que dormir, era lo más parecido a una cárcel de máxima seguridad. Éramos propiamente Piper Chapman.
La mal llamada cama, tenía una frazada que parecía un trapo de piso Media Naranja, de los grises. Por ende, pusimos prolijamente sobre la cama un pañuelo, y nos acostamos vestidas. Ni en pedo en camisón.
A las 2.30 a.m ya estábamos un tanto entumecidas de dormir casi sin movernos, no vaya a ser cosa que sin querer toquemos esa frazada de estopa. Nos levantamos para ir al baño, y encontramos a nuestros vecinos haciendo cola para mear. La madre en camisón, el muchacho en piyama y medias. ¿Adentro del baño todo meado por el tren entero, en medias??? Se ve que nosotras no tenemos mucho campamento.
Tras nueve horas de un traqueteo intolerable, en el que el tren directo, paró en cuarenta y ocho estaciones, no sabemos para qué, llegamos a Lisboa.
Nota mental para el gobierno portugués: ni un mísero control aduanero. Podríamos haber pasado con treinta y ocho misiles que nadie se enteraba.
Y aquí estamos, en Lishboa, en donde no existe el portuñol, pero te saben el resto de los idiomas.


lunes, 29 de agosto de 2016

Shalom, shekel, shlemazl


Tras nuestro breve paso por Jerusalém, donde aprendimos de religión, política y falafel, llegamos a la conclusión de que no es nuestro lugar en el mundo, por más posibilidades de enganchar un judío que haya.
Hermosa ciudad, de un calor seco intolerable, todo olivos y arena, pura piedra beige monocromática pero llena de misticismo. Tanto nos impactó el aire de religiosidad que se respira, que llegamos hasta el Muro de los Lamentos, apoyamos nuestra frente y le rezamos a Dios: "Baruj atá Adonai, no te pedimos mucho, sólo hacé que Shorsh deje a la mujer y nos encuentre".
Para ser honestas, no creemos que nos haya dado mucha bola, porque había otras mujeres pidiendo cosas un poco más relevantes que la nuestra. Pero, perdido por perdido, quién te dice...¿eh?
Luego subimos al Monte de los Olivos, en donde Jesús fue traicionado por Judas. El famoso beso de Judas...y nos imaginamos la última cena, la de Pesaj, en la que mucho más que aceitunas no debía haber, ya que en esas épocas el monte era una especie de bosque de Sherwood, pero lleno de olivos.
Fuimos bajando, con nuestro guía Allan, judío escocés (cosa rara si las hay) bajo el sol del desierto, por todas las iglesias que no eran iglesias, sino templos y mezquitas, porque A.C, nadie sabía lo que era una iglesia. Nos imaginamos todo el relato bíblico y hasta lo creímos. Luego seguimos bajando por el costado del cementerio judío, que está todito puesto frente a la ciudad vieja, para que cuando llegue el Mesías, todos los muertos se levanten y entren a la Tierra Prometida...O algo así.
Igual nos dio un poquito de miedito imaginarnos la escena de los esqueletos caminando hacia Jerusalém. Aunque nos quedamos pensando...nosotros, los judíos de la diáspora, ¿cómo vamos a llegar ahí? ¿En Iberia o El-Al?
Como notarán, nos imbuye el espíritu religioso. Más allá de cualquier chascarrillo que podamos hacer, Jerusalém vale la pena y volveríamos.
Viernes y debíamos partir hacia Ashdod a ver a nuestra querida amiga Keitty. Encargamos a la recepcionista que nos pida un taxi que nos lleve al Retiro israelí. A los diez minutos nos dice: "su taxi las está esperando afuera". Salimos. Primera mala señal, el taxista ni se acerca a ayudarnos con las valijas. Segunda mala señal, nos empieza a gritar: "dónde estaban? Hace quince minutos que las estoy esperando? Están locas? No tengo dónde parar tanto tiempo...fifteen minutes, fifteen minutes! Oy vey, oy vey!!"
Nuestra primera reacción fue de estupor seguido de pánico. Empezamos a balbucear sin saber muy bien qué decir. Pero reaccionamos rápidamente porque tres días en Israel, son tres días en los que aprendés mucho. Y ahí nomás, y sin subtítulos le empezamos a decir: "¿nos estás jodiendo? ¿Qué carajo nos importa que nos hayas tenido que esperar? ¿Acaso no te vamos a pagar?" Obviamente, todo esto en español, porque nosotras de hebreo, nada.
Finalmente nos tira en la estación, sin decirnos chau. Comprobamos una vez más, que los taxistas del mundo se han unido en contra nuestra.Debe haber un identikit con nuestra cara en todas las paradas de taxis del planeta.
Bueno. Intentamos entrar a la Tajanat Mercazit y nos frenan dos pibes y una mina, que como si intuyeran que no entendemos un carajo el idioma, nos empiezan a hablar en hebreo. Sospechamos que creían que éramos terroristas porque nos señalaban nuestra mochila. Finalmente nos dimos cuenta que debíamos entrar por otra puerta para escanear el equipaje.
Llegamos a Ashdod, pensando que al tener playa, el clima iba a mejorar. Hete aquí que no. Es el Sahara con playa. Hermosa playa, pero una calor que casi nos desmayamos.
Bello reencuentro con nuestra amiga a la que no veíamos hacía dieciséis años y salimos a caminar por la costanera a la noche. Menos mal que era shabat y sólo había tres personas en la calle. Dos de ellas éramos nosotras, las que tuvieron que vernos meter un pie en un pozo macrista, para aterrizar casi de cara al piso. ¡Traumatólogo a la derecha! diría el Dr. Raúl Alfonsín. Estamos casi seguras que nos reventamos los meniscos, pero no es hora de anda quejándose que todavía nos falta el 90% del viaje.
Próxima estación Tel Aviv. Ciudad!! Mucha gente joven, mucha joda, mucha comida, mucho todo.
Dicen que Tel Aviv es una ciudad gay-friendly, pero descubrimos que en realidad es hetero-friendly porque son los que menos abundan. Si creímos que acá íbamos a conseguir novio, nos equivocamos de lugar. 
Next stop Lisboa. Nos vamos acercando a un idioma un poco más conocido...



martes, 23 de agosto de 2016

La vuelta al mundo en 24 horas

Lunes 9 a.m pasa a buscarnos Daniel, como cada vez que nos vamos de viaje.
N: Daniel, el día está demasiado lindo ¿no será de mal augurio? Siempre viajamos con lluvia...
Daniel mira, y ya no responde...está acostumbrado a nuestras pelotudeces.
Check in y se acerca un chekinero y nos dice ¿le podré cambiar de asiento para que esa pareja se siente junta? ¿Nos van a cambiar de asiento?¿Qué tiene? ¿Está roto? ¿Nos van a dar un asiento roto y vamos a salir eyectadas del avión? ¿Están poniendo en riesgo nuestras vidas para que ése matrimonio de 200 años se siente junto? No, no, no, no, mirá si nos cambian de asiento y el avión se cae, pero la parejita se salva porque estaban en nuestro lugar? Nos están cambiando la cábala!! Y ahora qué hacemos? Nosotras tenemos pánico!
Ante la atónita mirada del personal de Iberia, y con temor a que el resto de la tripulación se negara a despegar con nosotras arriba, nos mandaron directo a business para compensar la angustia.
Así vale la pena angustiarse, y para reforzar la idea, nos clavamos el cuarto Rivotril del día.
Subimos.
En business los asientos son un sofá-cama de plaza y media. Comimos, bebimos, dormidos despatarradas, y escuchamos roncar a nuestro marido de turno, un señor español que vió películas toda la noche y diez minutos antes de aterrizar se durmió como un sapo.
Pero no todas son rosas en la clase superior. Nos dieron un bellísimo necessaire con tutti li fiocchi, pero vaya a saber quién fue el turro que mientras babeábamos dormidas, nos lo afanó, con la funda para la placa antibruxismo y dos tiras de rivotril sublingual adentro. ¡Con lo caro que está el Rivotril!! El avión se movió bastante, pero acostadas en una king size, ¿a quién le importa?
La hacemos corta. Bajamos en Madrid, más dormidas que otra cosa, esperamos cuatro horas y nos volvimos a montar en otro Iberia con destino a la Tierra Prometida.
Llegamos a Tel Aviv sin raya en el tujes, tras 17 horas de vuelo desde que salimos de casa.
Debíamos conseguir traslado hasta Jerusalém y ahí nos dirigimos a la parada de shuttles. Si nosotras nos quejábamos de los tacheros de B.A, aquí encontramos a los peores.
Estos te gritan, pero en hebreo. Y nosotras que te estudiamos doce años, al pedo, no entendemos más que dos palabras de mierda.
Pero descubrimos otra cosa. En Israel todos gritan. Aparentemente tienen un problema crónico de sordera, posiblemente heredado de cuando Moisés nos sacó de Egipto, y al cruzar el Mar Rojo, a más de uno le debe haber entrado agua en los oídos.
Y henos aquí en Jerusalém, con la misma sensación que cuando vinimos a los 17 años...que no somos profetas en nuestra tierra...Más bien, nos sentimos bastante goy.
Fuimos a dar una vuelta para conocer los alrededores, y mientras anochecía, de paso cenamos.
No pregunten qué. No tenemos idea. El plato se llamaba Jerusalem Mix. Lo único que distinguimos fue el pepino. Lo demás nos lo comimos sin preguntar, porque acá la comida coista cara. Creemos que era pollo, con cebolla y algo más que no supimos distinguir, pero que los gatos callejeros supieron devorar agradecidos. Con lo cuál calculamos que era hígado o testículos de algún animal diminuto y kosher.
Mañana empezamos la dieta y la caminata ...y a llorar al Muro de los Lamentos!

lunes, 15 de agosto de 2016

Soysola y los diez mandamientos

Y se viene una nueva aventura en solitario. Soysola se va a la Tierra Prometida.
No sabemos mucho qué es lo que nos promete , pero ahí vamos. Cargadas con bizcochitos de grasa, caramelos Sugus y alfajores para nuestra expatriada amiga Patricia, amén de toda la pasta prescrita por nuestro psiquiatra.
Entramos en la etapa pre viaje, en la cuál todas las fantasías habidas y por haber, ya han cruzado por nuestras cabezas. Yo y mis otros yo, no te paramos de pensar boludeces, a saber: seremos acuchilladas por un terrorista en el Muro de los Lamentos mientras le pedimos a dios que nos mande un novio. Nos perderemos en la ciudad vieja, y seremos confundidas con un fósil en las excavaciones. Bajaremos al Santo Sepulcro y quedaremos atrapadas con un judío convertido en goy. Iremos al Mar Muerto y nos subirá la presión por la cantidad de sal que contiene el agua. Sufriremos un infarto en el avión y de sobrevivir, cómo viviremos el resto de nuestras vidas siendo enfermas cardíacas...etc.
Todo esto, ya le fue expresado a nuestro terapeuta, que nos pidió permiso para citarnos en su próximo libro "Pensamientos intrusivos, anticipación al pedo y los efectos nocivos en los lectores de Soysola". Los ejemplares se venderán con una caja de Rivotril sublingual.
Así que henos aquí, mientras miramos los juegos olímpicos, vamos preparando las valijas. Una con ropa, la otra con medicación psiquiátrica.
Como es costumbre, pasaremos a los pedidos del día, y volveremos a unificar nuestras personalidades en una, porque ya sabemos que te somos egoístas y no compartimos.
He aquí los diez mandamientos.
Quiero ser campeona de salto en largo y con una sola zancada llegar de Buenos Aires a Madrid.
Quiero a la Torre de Tandil, para treparme a su cabeza y decirle, sos el mejor, no dejes que nadie te diga lo contrario.
Quiero un falafel sin sal, un shawarma calentito y un Soysolo israelí picante.
Quiero los cuarenta años en el  desierto de Moisés antes que el paraíso prometido por Donald Trump.
Quiero sacarme una foto montada en un burro blanco en el Monte de los Olivos y decirte soy la Mesías que vino a salvarte de tu soledad.
Quiero creer en lo que no creo, porque creyendo lo que ya creo, creo que no voy a ninguna parte.
Quiero recorrer el mundo con mis pies, antes que tener el mundo en mis manos.
Quiero ser una siempreviva antes que una hiedra venenosa y llenarte de ronchas cuando te me acerques.
Quiero un asado con la costilla de Adán, antes que otra vez sopa.
Y por último después de una sobredosis de olimpíadas, quiero un Usain Bolt, que todavía puede correr hasta alcanzarme antes que a Shorsh que por más que lo busque, sigue sin encontrarme.

lunes, 8 de agosto de 2016

Domingo de Resurrección o I see dead people (la saga)

Esto de ir a almorzar con nuestra madre se estaba tornando algo monótono. No por nuestra señora mamá , sino porque estábamos empezando a sentirnos como esas hijas de antaño, que se quedaban para vestir santos.
Todos los domingos lo mismo. Previa reserva telefónica, a las 13.15 en punto, cita con mother en Covadonga. Sí, porque si nos resultaba un tanto deprimente el fin de semana, el nombre del comedero no es un dechado de alegría. No es como para decir, uyy, qué onda tiene Covadonga! No. Pero se come bien. Bien caro.
Es el típico restaurante de barrio cheto, con ancianos por doquier. Lo que se dice, un programón. Como si con ser Soysola no bastara!
Aparcamos nuestros tujes en la zona del mozo Ricardo, pedimos la comanda, clavamos el primer bocado de lomo y escuchamos un: "ayuda por favor! se me cae! Papi quedate conmigo, mirame, no te vayas!"
Era el pedido desesperado de una señora a la que el marido se le estaba descomponiendo.
Salimos eyectadas, cual saeta, y corrimos a poner una silla detrás del señor para que no se estrolara contra el piso. Acto seguido, gritamos ¡médico por favor! y nos sentimos como Alfonsín en el 83.
Descubrimos que la famosa solidaridad argentina no es tal. En un salón con 40 comensales, sólo nos levantamos dos personas a asistir al cuasi muerto.
Mientras el cajero llamaba al Same, nosotras hacíamos lo propio al 911 y la futura casi viuda, llamaba a su hija. Demás está decir, que el resto de los covadonguenses no movieron el upite del asiento.
No vaya a ser que las papas fritas no esperen...
Entre tanto, nuestro bife de 226 pesos se enfriaba en el plato, y nosotras nos debatíamos entre convertirnos en Florence Nightingale y la voz de papá diciéndonos: pidieron el lomo, sale caro, ahora se lo comen aunque esté frío.
Allá en la puerta seguía sentado, al borde del abismo, el pobre señor, blanco como un papel debatiéndose entre el más allá y el más acá.
Nuestra madre, no paraba de decirnos, me parece que se muere, está muy pálido, ¡qué cosa con el Same que no llega!¡Te podés morir antes que llegue la ambulancia!
Ante semejante panorama, nosotras nos levantábamos cada dos segundos a ver si el hombre respiraba o no. Bueno, nos acercábamos un poco, porque sabido es, que te somos un poco aprensivas, por más solidarias que seamos. Volvimos a la mesa en cuanto vimos que el susodicho abría los ojos. Sin occisos la cosa ya no tenía gracia.
Miramos a doña Rujele, y con la delicadeza que nos caracteriza le dijimos: mamá, ¿ves por qué tenés que estar contenta? Porque todavía estás viva!
Acto seguido cortamos un cacho de carne y lo manducamos...
Quiero un sistema de salud presente y no un presente para el sistema.
Quiero la solidaridad bien entendida empieza por casa, y no el sálvese quien pueda.
Quiero una línea directa al corazón, y no un 0800-FUNERARIA.
Quiero un kilo y dos pancitos, y no una panera llena de bolas de fraile inútiles.
Quiero el sexto sentido alerta y no el séptimo cielo.
Quiero tocar la mandolina, pero no quiero tocar el arpa.
Quiero una sinfonía de Beethoven, la primavera de Vivaldi, y el Danubio Azul, antes que la Cumbia de un solo dedo.
Quiero dormir en paz, pero no quiero el sueño eterno.
Quiero que seas lo que yo quiero, para que cuando te encuentre, te diga, ahora sos mi Shorsh.





miércoles, 20 de julio de 2016

Soysola, la mejor amiga del hombre.

Así como dios nos ha desprovisto de novios, nos ha llenado de amigos.
Somos las mejores amigas del hombre. Como los perros. Vendríamos a ser unas perras salchichas poilishes. O sea un wurscht.(embutido, fiambre)
A nosotras nos gusta más compararnos con unos galgos afganos, estilizados, elegantes, pero para ser honestas, nos parecemos más a un San Bernardo.
Somos leales, confiables, cariñosas y rescatamos almas perdidas. Es por eso que en el universo de los soysolos, somos de lo más requerido.
Como Roberto Carlos, tenemos un millón de amigos. Amigos de toda la vida, de media vida y de corta vida. Están aquellos que nos acompañaron en los malos momentos, en los buenos, en los más o menos y en esos tiempos que es mejor olvidar.
Hay amigos inolvidables, y de los olvidables también. Pero como mencionábamos anteriormente, como los canes, ante la caricia del amo, perdonamos todo.
En pocas palabras, somos fáciles.
Somos amigueras. Tenemos facilidad de oratoria, en tanto y en cuanto el Rivotril nos lo permita.
Hemos heredado el gruñido de madre doberman, y el ladrido de padre ovejero alemán. La lealtad de un pitbull, la delicadeza de un perro callejero, y el sarcasmo del zeide Salomón, que no era un animal pero merecería serlo. (zeide z´l te amo).
Y todo esto venía a cuento de que comienza hoy, otro nuevo Día del Amigo.
A los amigos de la vida, saben que los amamos, que los guardamos en el corazón y que siempre cuentan con nosotras.
Y a los señores que hoy se acercan en plan amistoso, les estamos eternamente agradecidas. Pero pasamos. El cupo de amistades masculinas está cubierto. Y muy bien cubierto. Lo que buscamos es otra cosa. ¿Capisce?
Así, que hoy los quieros se los dedicamos a las/os perros atorrantes que nos acompañan en el vagabundeo de la vida.
Como ya sabemos, a la hora de querer, nuestras múltiples personalidades vuelven a reunirse en una sola,  por una simple cuestión sintáctica.
Quiero recorrer el arcoiris y que al final del mismo, en vez de la olla de oro, los encuentre a ustedes.
Quiero ser el león de la Metro Goldwyn Mayer, en vez de Humpty Dumpty sentada en al borde del precipicio.
Quiero legarles lo único que no me han sacado las sanguijuelas. Mi amor.
Quiero una parcela en el paraíso, el monumento a la paciencia, y un sinfín de perlas cultivadas, para enhebrarlas en la horca.
Quiero la inestabilidad de mi vida, a la vida ordenada de los que creen en la verdad absoluta.
Quiero escuchar alguna vez, hello from the other side, I must have called about a thousand times, to tell you I´m sorry.
Quiero pescar un Clooney en los lagos de Como, y devolverlo al agua, porque sí. De resentida nomás.
Y por último, no quiero menos que decirles a todos los que quiero, cuánto los quiero no sin querer, sino queriendo.


sábado, 2 de julio de 2016

El segundo semestre

Acá andamos, empezando el famoso segundo semestre, esperando, como el gobierno, que las cosas mejoren.
Ya vamos por la segunda mitad de nuestros cincuenta, y el pescado sigue sin vender.
No es que estemos desesperadas, es simplemente que si seguimos a la espera, los sesenta nos encontrarán mucho antes que el Príncipe Azul ya tirando a Verdoso.
Les diría a los candidatos que se apuren, no vaya a ser cosa que cuando nos encuentren, estemos momificadas.
Anoche, en nuestro habitual desvelo, empezamos a pensar en años venideros. Pse...se nota que no tenemos bolsa de agua caliente ...
Ya hemos considerado todas las opciones habidas y por haber para el futuro.
A saber:
1) Chongo rentado. Descartado. Nos da miedo meter en casa a cualquiera. Bueno, a cualquiera...A cualquiera es un decir, porque por Juramento han pasado muchos cualquiera. Sabido es, que nosotras no te sabemos decir que no.
2) Adoptar un perro o un gato. No te sabemos cuidar un potus, imaginate a un perro paseándose solito por las Barrancas de Belgrano, con su doggy-bag porque nos olvidamos de darle de comer.
Fuera de la cuestión antes que alguien nos denuncie a M.A.P.A.
3) Lesbianismo. No es la opción que más nos entusiasme, porque nos siguen gustando los hombres. Aún cuando estemos pensando que Shorsh hizo bien en casarse con Aladina, y la estemos mirando con buenos ojos. ¿Cómo era? A falta de pan, ¿buenas son las tortas?. Pero no. Gracias. Pasamos. Estamos a dieta.
4) Visitar el cementerio de La Tablada más seguido a ver si enganchamos algún viudo.
Nos queda lejos. Una hora y pico de bondi, llegaríamos con el tujes más aplastado de lo que ya lo tenemos. Además quién te dice que el viudo no llegue al arpa demasiado rápido. MmmmNop. Paso. Queremos uno que nos dure unos añitos.
5) Convertirnos en monjas de clausura, que en apariencia hoy, es la única manera de conseguir que un tipo te garpe algo. Quién te dice, aparece un Joséi Lopesky, con nueve palos y a la bolsa.
No. Después tendríamos que andar dando explicaciones a Comodoro Py, con lo que detestamos dar explicaciones. Descartado.
6) Último, y la mejor opción, es la que venimos barajando hace años. Un buen geriátrico en Miami.  Con eso, nos aseguraríamos que nuestras sobrinas nos vayan a visitar una vez al año.
Yo y mis otros yo estaríamos chochas de chochera absoluta, rodeadas de otros ellos, que no sólo tendrán múltiples personalidades, sino que es muy probable además, no nos recuerden a ninguna de nosotras, ni nosotras a ellos. Con lo cuál, siempre sería como conocer alguien nuevo.
Así que a ustedes, hombres, les decimos: vayan viniendo de a muchos, porque de a pocos tampoco están viniendo.


lunes, 13 de junio de 2016

Soysola reloaded

Luego de un viernes en donde nos comportamos nuevamente como viejas locas, puteando al vecino de al lado por su segundo cumpleaños del mes, decidimos perder toda compostura y responderle (sic) : nos chupa un huevo la ley, la próxima te hacemos una enema de cd´s ".
Con total honestidad, debemos decir, que el muchacho en cuestión no se amedrentó en lo más mínimo, o sí, no lo sabemos, porque tras la feliz frase, dimos un portazo y nos clavamos un Rivotril.
Esta vez, no salimos a la puerta con el camisón de Betty Boop y medias, sino con uno tipo enagua con puntillas, con lo cuál suponemos que el que tuvo que empastarse para borrar esa imagen de su cabeza, fue el muchacho en cuestión.
El resto del fin de semana, transcurrió en la más absoluta serenidad. Sospechamos que ahora tiene miedo de salir del departamento, no sea cosa que se vuelva a cruzar con nosotras en alguno de nuestros otros camisones en decadencia. 
Dicho esto, llegamos a tres conclusiones. Una, deberíamos ser un poco más tolerantes y recordar nuestra adolescencia antes de putear a un púber. Dos, los cincuenta nos pegaron duro y parejo, despojándonos de toda hormona de la empatía y simpatía. Tres, definitivamente debemos comprarnos camisones un poco más sensuales.
Lo de los camisones bien podríamos tomarlo como una inversión si es que aún pretendemos que Shorsh pose sus ojos sobre nosotras...bah...Shorsh o cualquiera a estas alturas.
Hemos decidido por otra parte, en un acto de total madurez, que dejaremos que los demás elijan por nosotras al candidato, postulante, aspirante u/o solicitante, al puesto vacante de "novio para Soysola", ya que nosotras donde ponemos el ojo, nos volvemos ciegas. Somos las lamentables poseedoras del talento de la equivocación sin retorno.
Por lo tanto, es hora de pedir.
Quiero un homo sapiens, un homo erectus, o sencillamente un homo.
Quiero una película romántica que no termine con un "te lo dije".
Quiero un globo aerostático que sobrevuele la imaginación, a una bombita de carnaval pinchada.
Quiero la grasa de un salame de milán, a un milanés grasa y salame.
Quiero un amante de Paganini, a uno que me deje de garpe.
Quiero un tesoro perdido, una paraíso encontrado, y un eterno deseo de seguir queriendo.
Quiero el pasado pisado, el presente feliz y el futuro digno de admiración y no de lástima. 
Quiero las mañanitas que cantaba el Rey David, pero no quiero ser un santa y que me las canten a mí. 



martes, 17 de mayo de 2016

Vieja tu madre!

Sabido es, que los consorcios son una mierda. Y el nuestro no es la excepción.
Tenemos la leve sospecha que terminaremos siendo parte protagonista de alguna película de Alex de la Iglesia.
Noches pasadas, sábado para ser más precisas, el inquilino del 5to B, decidió, como todos los putos fines de semana, hacer la famosa "previa" en su minúsculo departamento. 
Dicho sea de paso, el muchacho en cuestión, está un poco grandecito para las previas, y ya nos parece hora de que las rinda y se deje de romper las pelotas.
Para quienes no saben que son las "previas", esto es lo que dice el Diccionario de la Real Academia de Racing: "Previa: adj. fem-. Reunión de pendejos y semi pendejos del orto, que se juntan para alcoholizarse y fumarse unos porros, previo a salir de joda al boliche, donde seguirán fumando marihuana y tomando alcohol, porque de bailar y garchar, nada."
No es que nosotras seamos jodidas, no. El tema es que su departamento y el nuestro, está separados por una pared de 3 milímetros de espesor. Por ende, el pibe y sus invitados se tiran un pedo, y nosotras lo escuchamos amplificado por frecuencia modulada.
Retomando el hilo, esa fatídica noche, el vecino no tuvo la mejor idea que meter 438 personas en un dos ambientes, dejando obviamente la puerta abierta para poder respirar.
Nosotras, que ya veníamos con los ovarios por el piso de festicholas pasadas, dejamos que el reloj diera la 1:30 a.m. Nos asomamos por la puerta y... a continuación, transcribimos la cordial conversación.
Nosotras en camisón: "Disculpen que los moleste, pero ¿no podrían bajar un poco el volumen de la música y la voz?" 
Como era de esperarse, la respuesta de los mancebos (de ahora en adelante PO, pendejos del orto), fue: "Nosotros no somos de acá, pero ahora avisamos".
Nosotras:"Gracias" .
Pasados los 30 minutos reglamentarios, que indican todos los manuales de cortesía, volvimos a salir a la puerta.
N: "Chicos, por favor, son las 2:00 de la madrugada, podrán dejar de joder un poco?"
PO: "Nosotros no somos de acá, pero ahora avisamos"
N:"Bueno, vos que no sos de acá, si no sos de acá, qué carajo hacés en el pasillo?"
PO:"Es que estamos bajando para abrir la puerta a otra gente"
N:"Ok, mientras bajás, le podrás avisar al dueño que ya me estoy empezando a enojar?"
PO: "Sí, sí"
2:20 a.m...Ya sacadas, salimos con el batón y los ruleros a las puteadas limpias.
N: "Escuchá flaco, ¿vos nos estás tomando por pelotudas? Si en dos minutos no bajan la música y el griterío, llamamos a la cana y listo! Total, lo único que te pueden encontrar es una fiesta ilegal, con alcohol y drogas."
Automáticamente se escucha de boca de uno de los PO:"Che, vení que se calentó la vieja de al lado."
Sale corriendo, como puede dado su avanzado estado alcohólico, nuestro bienamado vecino y se nos planta en la puerta.
VO (vecino del orto):"No, no, no, por favor! Ya nos estamos por ir! Lo que pasa es que estaba festejando mi cumpleaños!
N:"¿Todos los sábados cumplís años? Ya debés andar por los ochenta y cinco vos...  
VO: "Perdón, perdón, ya nos vamos"
Cierra puerta, baja el telón.
A estas alturas no sabemos si lo que nos molestó fue el ruido que hacían o que nos llamen "la vieja de al lado".



viernes, 22 de abril de 2016

Protesta gremial

¡Abran cancha que ahí llegamos!
No, no nos perdimos. Subimos al Arca de Noé y encallamos. Nos deslizamos de culo en la calle, cuál foca amaestrada en Sea World.
Ya lo dijo el profeta: lo que mata es la humedad.
Durante los eternos veinte días de lluvia se nos llenaron de agua las neuronas, y decidimos que no era cuestión de andar haciendo alarde de nuestra falta de imaginación.
Ante los acontecimientos de público conocimiento, a saber: inflación, despidos, ruta del dinero K, dólar futuro, Hotesur, Uber, droga, etc, se suma la desgracia de una pérdida de agua en nuestro flamante trono, más conocido como inodoro.
A ocho meses ocho, de haber re-estrenado casa, el inodoro chorrea, la pileta de la cocina pierde y las llaves de paso están duras como piedra. Y todo gracias a la sabiduría y pericia de Rocky Balboa He-Man, nuestro plomero. Porque si hay algo que tiene este plomero, son músculos. Huevos parece que no. Lo llamamos para que nos solucione el bello canal de Venecia que tenemos en el baño, pero el muchacho no tiene tiempo. Anda por ahí, en calzas, arreglando cloacas ajenas. Ajenas a la nuestra, porque por acá ni apareció.
Y fue así como nuestro día comenzó a oscurecerse ante el bello sol de la mañana. ¡Plomero del orto y la remil puta que te parió! fue lo primero que salió de nuestros labios, para luego expresar también nuestro amor por todos los gremios. Ya que estamos puteemos al resto, total, si no se lo merecen hoy, seguramente mañana sí. Porque esto es así, una cadena de favores. Yo puteo al plomero, el plomero al albañil porque probablemente hizo mal la pendiente, el albañil al arquitecto que es el que dirige el proyecto, el arquitecto al constructor de mi edificio porque está mal hecho, el constructor al ingeniero que trazó mal los planos, el ingeniero a la UBA, la UBA al Estado, y el Estado nos termina cagando a nosotras, que somos las boludas que les pagaron a todos.
Por lo tanto decidimos hacer un piquete en Comodoro Py, con la bandera al frente que diga: "Sindicato de Boludas Agremiadas, Cincuenta Años Reclamando Plomeros y Gasistas Con Huevos. Juicio y Castigo para los Plomeros del Orto."
Quiero ejercer mi derecho a putear libremente y porque se me canta, a tener que depender de la buena voluntad de quién no la tiene.
Quiero tirar la casa por la ventana, literalmente.
Quiero agua en una pileta para nadar como una sirena y no en el piso de mi baño, como mojarrita muerta.
Quiero mudarme de departamento, de barrio, de ciudad, de país y de universo. Pero no quiero mudarme de mí misma.
Quiero lo que quiero, que no es mucho y no es poco.
Quiero a vos y a mí por ahí, pero ya no quiero a Shorsh porque el muy pelotudo sólo quiere a su esposa.







lunes, 14 de marzo de 2016

PAP

Tras una semana de vacaciones de nosotras mismas, bien merecidas por otra parte, en dónde nos quemamos cuál holando-argentina en Cancha Rayada, circulamos entre galenos, agricultores, aseguradores y químicos, sin que se percaten de nuestra presencia, volvimos a casa.
Así como nos fuimos, volvimos. Solas. Para no variar, porque a nosotras no nos gusta el cambio.
No te somos de Cambiemos. De lo anterior tampoco, que quede claro. Nosotras te somos independientes. Nuestro lema es: no sé de qué se trata pero me opongo. Somos opositoras por naturaleza. No importa quién esté. Este u otro, nos oponemos. De puro jodidas nomás!
Nos fuimos por las ramas, como de costumbre. Es que no nos queda más remedio, porque este país es como un árbol que quiere germinar y no puede...Paaaaaa loco! Qué frase! Vinimos afiladas de las vacations!
Así estamos, en una etapa reflexiva, profunda. O sea, estamos muy al pedo. No queremos conectarnos con la realidad, entonces pensamos. Total, pensar es gratis. Si cobrara por eso, sería millonaria.
Hay que inventar la carrera. Ya sabemos, la filosofía existe desde que el mundo es mundo. Pero esta sería la de Pensador al Pedo. O sea, PAP. (Sí, como el Papanicolau). El título te habilitaría para pensar pelotudeces sin que te traten de pelotudo. Obvio, un doctorado, porque con la licenciatura no nos conformamos. Así seríamos Dra. en PAP y disertaríamos en el Primer Congreso de Pensamientos al Pedo. Hasta ganaríamos el Premio Nobel. ¡Y ahí te quiero ver! Andá a discutir de pelotudeces con nosotras! ¡¡Seríamos imparables!! E impagables...por ende, volveríamos al mismo estado de hoy. El de la más absoluta pobreza neuronal.
¿A qué venía todo esto? No sé, no me acuerdo. Son los efectos post-vacacionales. Mucha tranquilidad y sol, te dejan en este limbo alzheimeresco. O a lo mejor es Luis Majul el responsable de nuestra gaguez. Está gritando en la tele y necesitamos evadirnos por un rato.
Volvimos para querer, porque si no quisiéramos no seríamos las mismas.
Queremos una casa en Punta del Este, con vista al mar, amarradero, barco, barquito, lancha, lanchita y servicio de catering.
Queremos un protector solar a prueba de nubes, de litro y medio, para no quedar acebradas en las tardes de verano.
Queremos una brocha gorda para maquillar las heridas de la vida.
Queremos cien plumas de colores, porque Tres Plumas ya no se vende.
Queremos vermouth con papas fritas y good show, porque los chizitos tienen mucha grasa.
Queremos tres tristes tigres y un cuatro de copas, porque el as de espadas se fue con la reina.
Queremos Roma, París y Venecia, para navegar la felicidad en góndola.
Queremos un atardecer a medida, un amanecer largo y tendido, y la noche atravesada de estrellas.
Y como hace mucho que no lo queríamos, y no vaya a ser que se ofenda, queremos a George Clooney sirviéndonos un Nesspreso en la terraza del manicomio.

martes, 23 de febrero de 2016

Sangre, sudor y balanza.

Andamos flojas de toda flojera. Se nos aflojaron las piernas, las neuronas y las ganas.
Después de nuestras cortas vacaciones, encaramos el nuevo estado, el de la mediana edad, con pocas ganas de todo.
Esto de llegar a los cincuenta, nos hizo reflexionar sobre las cosas que quedaron atrás, las que ya no podremos hacer, y lo que nos viene por delante. Digamos..., nada de qué alegrarse.
Pero así de esperanzadas y todo, decidimos que era hora de hacer algo por lo poco que queda de aquella Soysola que conocimos una vez. El último intento de adelgazamiento.
Nos inscribimos como corresponde en un programa multidisciplinario. Médico, nutricionista, gym, grupo de contención y cero hidratos. Llevamos una semana de abstinencia y ya se nos nota el cambio. Adelgazamos 0,0002 gramos e hicimos media hora de gimnasia para obesos en la cuál perdimos 300 litros de sudor. Pero bien eh! Estamos contentas! Descubrimos que no somos las únicas que sacan los bofes cuando tienen que levantar una gamba. Hay quienes están peor. Mal de muchos, consuelo de tontos. O sea, soy una idiota feliz.
Pero a no desesperar...calculamos que dentro de unos cinco años, cuatro meses, diez días, veintitrés horas, diez minutos y cuarenta segundos, estaremos listas para correr la media maratón de la vuelta manzana, sin desmayarnos.
Henos aquí, otra vez en modo low fat, preparándonos para una vejez digna... de lástima.
Decidimos que para querer nos volvemos una sola, porque ya tenemos bastante con compartir en la terapia de grupo.
Y como no por mucho madrugar amanece más temprano, pasaremos a los pedidos de este nuevo estado gravitacional.
Quiero churros con dulce de leche light, y bolas de fraile con rocío vegetal.
Quiero la sanguchera, el sánguche y la máquina de hacer sanguchitos, antes que la yoghurtera 0%.
Quiero papas fritas al por mayor, o al mayor papa frita que exista.
Quiero vino patero antes que al Pato Donald y sus sobrinos.
Quiero regresar al planeta de los simios y vestirme de rosa aunque mona quede
Quiero el estandarte de tu piel dorada, y las manos cálidas en la espalda.
Quiero los jardines de Luxemburgo y la Tahití de Gaugin.
Quiero el otoño en Nueva York, el verano en Acapulco, la primavera de Vivaldi y el invierno en tus brazos.
Quiero las Islas Órcadas y el Kilimanjaro, porque sí.
Quiero lo que quiero y si no, no quiero nada.


lunes, 8 de febrero de 2016

Mamysitter

Prefacio:
Amo a mi madre y no quiero ser mal interpretada. Este relato, si bien es bastante cercano a la realidad, no implica que de un modo masoquista, no lo esté disfrutando. Fue mi decisión y no soy ninguna santa. Sólo me considero una buena hija. Todo lo que aquí se escriba, no debe ser tomado al pie de la letra. Madre hay una sola, y no sé si la cambiaría. Hay peores.


Capítulo I:
Help, I need somebody help! Not just anybody, help!
Los Beatles nos dedicaron esta canción hace cincuenta y un años. O sea, uno antes que naciéramos. Como todos sabemos Lennon era un visionario. En abril del año 65 intuyó que Mother se embarazaría de nosotras y previendo nuestro destino, compuso Help. Lamentablemente, si bien fuimos la musa inspiradora, no cobramos regalías.
Tres veranos atrás, decidimos ganarnos el cielo, por lo cuál dedicamos una semana entera al año a vacacionar con nuestra queridísima madre que nos parió, que de otro modo se quedaría en casa cagándose de calor.  Por siete, le hacemos de enfermera, mucama, vestuarista, madre, hija y terapeuta ocupacional. No nos quejamos, simplemente nos arrepentimos.
Este año, la Crucifixión nos cayó en Carnaval aunque el Rey Momo no nos está clavando.
Llegamos al hotel, y nos pusieron la pulserita como la de las maternidades. No sea cosa que nos cambien a mamá por otra. A esta ya la conocemos de sobra, y no andamos con ganas de criar madres ajenas.
Mother o La Reina (de ahora en más ése es su nombre), tiene sus mañas. Todo debe estar en el orden que ella exige y en el momento que ella quiere. O sea, si en su casa quiere que le traigan medio tomate pelado, todo bien, pero que en el hotel pretenda que le traigan la rúcula sin el cabito, vamos mal. Así empezamos las vacaciones. Con la rúcula que tiene palito, el pan que tiene mucha sal, el melón que está duro, la cama que es muy alta, el aire que está muy fuerte, los chicos que gritan mucho y la tele que se corta. Esto, por mencionar sólo algunas cosas.
Nosotras tendríamos ganas de decirle algo, pero nos contenemos, admitiendo que nos parecemos bastante a la Reina, cosa que nos convierte en una Princesa insoportable. La única diferencia está, en que la rúcula no nos encanta, así que si fuese por nosotras, se podrían meter el cabito en el tujes, con rúcula y todo.
Siendo absolutamente honestas, debemos decir que si ella es feliz, nosotras también. ¿Querés poner la tele en TVMonde? Buenísimo, nosotras practicamos francés...¿Querés subir el volúmen a cincuenta y cinco? Ok, para eso nos trajimos tapones para los oídos. ¿Querés ir al baño trescientas cuarenta y cuatro veces en diez minutos? Genial, tenemos que hacer ejercicio nos dijo el médico...
¿Querés compartir el plato porque te resulta muy grande? Ni en pedo! No nos jodas. Hasta ahí llegó nuestro amor. No nos toques las papas fritas porque te cortamos un dedo por más madre nuestra que seas.
Mañana sacamos carnet de pileta. Ahí vendrán el : abrí la sombrilla, cerrá la sombrilla, corré la silla para acá, mejor correla para allá, hace calor, tengo frío, poneme protector, no tanto, acompañame a la pileta, pero no me mojes, quiero un cortado, mitad y mitad, un poco más de leche que de café, pero no lágrima, y una jarrita de leche caliente por las dudas.
Este año no tenemos, como el año pasado,a las madres del Rally Dakar para decirnos que les gustaría tener una hija como nosotras. Habrá que buscar entre los huéspedes del hotel quién nos levante el ego...No les pedimos que nos levanten otra cosa porque pesa.
Y aquí estamos, en el primer día de Geriatría I, aprendiendo lo que el día de mañana le enseñaremos a nuestras sobrinas, si pretenden heredarnos.




martes, 12 de enero de 2016

El 50 por ciento.

 Contra todos nuestros pronósticos,yo y mis otros yos llegamos a los 50. ¿Cuándo vinieron? Ni idea. Nosotras estábamos perdidas entre tanta pastilla, nos dimos vuelta y ahí estaban.
Los agarramos para no dejarlos tirados porque para algo nos van a servir. Nosotras te juntamos zapatos, carteras, camperas y años. Si se es compulsiva, se lo es en todo.
Por las dudas, para que no se pierdan, ya nos los pusimos encima. Uno por uno los cincuenta.
El tema es que no supimos distribuirlos correctamente, y ahí andan, haciendo estragos en nuestro cuerpo. Las curvas se convirtieron en rectas, los párpados en dos black out, los brazos en alas sin plumas y los pelos nos crecen en donde no deberían. Pero ahí vamos. Con la cabeza erguida y las tetas por el piso.
La madurez nos pegó raro. Por fuera somos eso que describimos, y por dentro unas pelotudas de 16. Sí, 50 dividido 3 (yo, mi otro yo, y el yo de mi otro yo) da 16,6666 para ser exactas. Tres boludas a falta de una.
Si hay algo que te traen los años, es ceguera. No importa lo que diga el calendario, ni el reflejo del espejo, en el fondo seguís viéndote como una adolescente... con 50 años. O sea, una vieja patética. Es triste, ya sé...Pero mirale el lado bueno...No hay Arjona cantándole a la menopausia. No creo que se atreva a tanto.
Por ahora no le estamos encontrando tanto beneficio a esto de haber llegado a la mitad de la vida. No nos replanteamos nada, porque de hacerlo, deberíamos admitir que nos hemos mandado cien cagadas por año y no es cuestión de venir ahora a asumir culpas. No lo hicimos nunca, ¿para qué ahora que estamos más cerca del arpa que del violín, no?
Pero a festejar se ha dicho, y a celebrar que todavía las neuronas nos funcionan. Sólo se cumple medio siglo una vez en la vida!
Hoy, a la hora de soplar las velitas, mis deseos serán, a saber: el espejo de la madrastra de Blancanieves, el cuerpo que tenía a los 30, y un novio que no supere el centenar de años.
Happy birthday to me!

viernes, 1 de enero de 2016

Las doce han dado y espero

Llegó! Después de convocarlo mediante sesiones espiritistas, el 2016 está acá!
Doce meses de mierda, salpicados con algunos días de felicidad, dieron la resultante de, por primera vez en nuestras vidas, esperar un nuevo año con ansias.
Todo llega, dicen, y a nosotras nos tocó a la vera del medio siglo. Tarde pero seguro. A las 00.00 del 1 de enero, NO lloramos.¡Milagro del niño Jesús! O de Moisés... o del vino rosé ...No sé, no importa, sea quién sea el que produjo el milagro, logró lo que ni el Foxetín en años.
Madre, hermana, sobrinas y amiga, cuál reunión de ninfas, amazonas o brujas, levantamos la copa y brindamos por un 2016 sin pálidas.
Noche de paz, noche de amor, pan dulce, champagne , tres cañitas voladoras del orto, y eso fue todo el festejo en el Barrio de Belgrano. Si hay crisis que no se note.
Como estábamos luchando con el corcho de la botella a la hora señalada, nos olvidamos de pedir los famosos deseos, cosa que pasaremos a hacer a continuación.
Doce son los meses del año, doce las campanadas de medianoche, doce serán nuestros pedidos.
1) Quiero que el puto HD de Cablevisión no me pixele los canales y pu.da v.r y es.u.char un pro.r..ma ent.ro sn cor.es.
2) Quiero que Ladristar me deje recibir llamadas sin que entren directamente al contestador. No vaya a ser que llame Shorsh y se encuentre con el número solicitado no corresponde a un abonado en servicio.
3) Quiero una varita mágica que me adelgace 20 kilos en 11 días. U 11 kilos en 20 días...O 20 kilos en 11 años...o 20 gramos cada 11 siglos...
4) Quiero que mi cuerpo aprenda la Ley de Gravedad que dice que todo lo que sube baja. En el año 82, supimos rendir bien Física de 4to año, pero nuestro organismo insiste en refutar a Newton, haciendo que todo lo que sube, siga subiendo.
5) Quiero ser la bailarina de Degás, el grito de Munch y la bruja Cachavacha.
6) Quiero que el forro que me hackeó la computadora, reciba la maldición lanzada:  quien se mete en mi sistema, será contaminado por el virus del herpes genital.
7) Quiero ser antes que pertenecer. Si bien pertenecer tiene sus beneficios, prefiero pagar cash, y seguir siendo del exclusivo club de Hago Lo Que Se Me Canta.
8) Quiero un sobre con brillantina, desparramarlo por el camino de ladrillos amarillos y amanecer en Oz.
9) Quiero un ramo de petunias, el tridente de Poseidón, y una cadena con eslabones de aire que me ate a tu cintura.
10) Quiero un pasaje a la estratosfera, en primera clase, y dar la vuelta a la Vía Láctea sólo para encontrarte.
11) Quiero un globo rojo, un acordeón con boina, un disfraz de indiecita, y las ramas del caucho de Plaza Francia.
12) Quiero doce deseos más, doce apóstoles, doce signos de Capricornio, doce de enero, y doce docenas de vidas para visitar los doce continentes que viven en mis únicas doce neuronas.