martes, 20 de junio de 2023

Directo: adjetivo desconocido

 No hay mucho para relatar sobre la residencia en Faenza, porque casi toda nuestra obra resultó un fiasco. Solo se salvaron pocas piezas. No sabemos muy bien qué fue lo que nos pasó. Suponemos que la inundación nos afectó más de lo que creímos, pero el motivo principal, es que caímos en la cuenta que mamá ya no está más. Duelo se llama. Y nosotras te lo hicimos en Italia.

Partimos de Faenza con la promesa de volver el año próximo por dos meses para realizar un trabajo digno, después de habernos jurado nunca más hacer un viaje tan largo.

¡Vamos por la presidencia Soysola! Total que nuestra palabra vale lo mismo que la de un político argentino.

Con eso en mente, partimos para Suiza.

Tomamos el tren en Faenza con destino a Milán para hacer la conexión a Zúrich.

La puntualidad no es un don italiano, y llegamos veinte minutos tarde a la estación, con la consecuente pérdida del tren a Suiza.

Tras dos horas de vagar por la Constitución milanesa, cachamos el tren siguiente rumbo a la capital del chocolate.

Hay algo que es común en Europa, y es el absoluto desconocimiento por parte de quienes dirigen los ministerios de transporte, de la palabra “directo”.

Un tren directo, hace al menos cuatro paradas.  Alguien que nos explique por favor, en dónde queda lo directo.

Como si esto fuera poco, arribamos a Bellizona, Suiza, en donde se nos comunica que questo treno, por problemi tecnici, no funca más(en tu cabeza decítelo en alemán). Ahí vamos corriendo los cuatrocientos pasajeros, con bártulos incluídos, al otro tren.

Así como no te conocen de puntualidad, tampoco saben lo que es la paciencia. Les chupa un huevo, verte sacar los bofes con tus dos valijas, que te apuran para que subas, porque en menos de un minuto, ellos, que llegaron tarde a todos lados, te cierran las puertas.

Ma ndá cagar, querés decirles, pero tú alemán no es bueno.

Llegamos a Zúrich, en medio de la Gay Parade. Tomamos un taxi, y casi como si hubiera nacido en Buenos Aires, el tipo nos paseó por toda la ciudad con la excusa de los cortes de calles. ¡En Suiza! ¡Con lo caro que es todo! Con lo que pagamos podríamos haber comprado un depto de un ambiente. O por lo menos la seña para el alquiler…

Si pensábamos en este viaje, que podríamos conocer a alguien, la pifiamos de itinerario.

Tel Aviv, capital gay por excelencia . Mykonos, todos gays. Faenza, compañero de taller gay. Zúrich, caímos justito para no conocer a nadie…

Deberíamos entonces, volver a perseguir a Shorsh, que parecería ser la opción más viable.

Suiza, es hermosa por todos lados. Para qué vamos a detallar. Todo es lindo y todo es caro.

Mañana entramos en la recta final del viaje. Milán para ver la Última Cena (no la nuestra, la de Jesús) y doppo Roma antes de volver al Rivotril para subir al avión.

Necesitamos con urgencia volver a hablar en charrúa.

Esperame con el porongo debajo del brazo, bo, que ya llego.

Auf Wiedershen y arrivederci. Chi vediamo el anno prossimo Uropa!






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