miércoles, 24 de diciembre de 2014

Jo Jo Jo Jodete

Llegó el 24 de diciembre y nació Papá Noel. ¿O no era así el cuento?
Bueno, no importa. Lo importante es que nosotras armamos la valija, bolso y bolsito, para llevar a nuestra madre a pasar unos días ajuera de la ciudá. Por ahí, en el campo y más allá la inundación.
No tenemos idea lo que metimos en la maleta, sólo sabemos que seguramente llevamos ropa al pedo y nos olvidamos cosas importantes, como por ejemplo, la maquinita de afeitar para las piernas.
A medida que pasan los años y vamos haciéndonos mayorcitas hay que hacer una lista de los enseres para las vacaciones. O, en su defecto, preparar la valija tres semanas antes como lo hace nuestra queridísima señora madre.
Veamos. Repasemos.
1) Mallas y algo para cubrirte las cachas. Checked.
2) Libros. Checked
3) Protector solar factor alto. Esto es así. A medida que cumplís años, el protector va escalando posiciones hasta llegar a la pantalla total. Por ejemplo, voy a cumplir 49, me toca ya el 50. Entonces, Sapolán Ferrini factor 50, Checked.
4) La trilogía mágica: Alplax, Foxetin y Rivotril. Checked.
5) Bombachas, corpiños y camisón largo. Checked.
6) Knishes, empanadas, duraznos, servilletas y agua mineral para la primera noche de hotel. Checked y morfado.
7) Mi mamá. Checked.
Y ahí marchamos a estas mini vacaciones dedicadas a la madre que me parió, para que respire algo más que smog.
Hotelito bien afuera de la city porteña, donde te reciben con un "bon jour" y vos te sentís de nuevo en Francia, pero con la leve diferencia que los turistas son todos argentinos de cuarta. Incluídas nosotras.
Por supuesto, una vez arribadas nos damos cuenta que nos olvidamos el cepillo de dientes y la placa antibruxismo, con lo cuál, la lista de arriba fue al pedo. ¿Quién podrá defendernos ahora que el Chapulín se murió? 
Estando en el medio de la nada misma, nos queda lavarnos los dientes con alguna oruga que encontremos por ahí, o un junco de los que abundan cerca del río, y rezar que nuestra histeria no se manifieste de noche así no nos fracturamos los dientes e implantes.
Ya que a nosotras nos gusta pedir, le podemos pedir a Papá Noel que nos traiga un Gum chiquito en lo posible fucsia, o se haga una corrida con el trineo hasta mi casa. Total, ¿qué son para él 62 kilómetros? Los renos te son rápidos cuál gacelas en el aire, mi tujes no, y en plena fiesta andá a conseguir un remise.
Menos mal que no tenía que traer el papel higiénico que si no, ya me veía escurriéndome de noche al lago a lavarme el upite.
Entonces acá estamos, mi mamma y yo, en el pesebre, festejando que nació Jesús.
Eso sí, doña Rujele te tiene una especie de compulsión por el zapping. Desde que llegamos ya vimos 74 de los 75 canales que hay, para terminar mirando a unos sopranos hombres, o como se llamen, cantando música sacra por la TV.
Más tarde nos asomaremos a ver los fuegos artificiales porque esta es la manera en que dos judías veneran al Nigno Dios.
Hecho el relato del primer día de nuestras vacaciones, sólo nos resta desearles a todos que tengan una hermosa Nochebuena y una Feliz Navidad, ho ho ho ho!!





miércoles, 3 de diciembre de 2014

Money, money

Hola, ¿qué tal? Vi luz y subí.
Me acordé que se estaba terminando el año y decidí pasar a saludar antes que sea tarde.
Ya sé que se me demoré un poco, pero por lo menos la memoria pasada no la perdí. La reciente, hace mucho.
Quiero saber a dónde se fue el año, y que alguien me lo traiga de nuevo. No tolero la idea de haber desperdiciado doce meses de mi vida, sin acordarme qué hice.
Quiero el pan de cada día, light, de salvado y sin sal, por mi hipertensión.
Quiero el submarino amarillo, que no me acuerdo si alguna otra vez lo pedí, para sumergirme en las aguas bautismales del Mar Rojo, y teñir mi alma de azul.
Quiero portar el estandarte del mal gusto, para andar siempre desvestida sin que me importe un pepino.
Quiero diez centímetros más de altura y quince kilos menos escritos con q de queso.
Quiero el atardecer en el Este y la salida por el Oeste. Ituzaingo, Morón, Hurlingham, etc.
Quiero pensar que no pienso y que mis no pensamientos me lleven a la tierra del olvido. A la de la memoria ya fui, me dolió y por eso la olvidé.
Quiero El Beso de Klimt para envidiar a esa bella mujer vestida de amarillo como el submarino.
Quiero andar de costado como los cangrejos, y cantarle cangrejito, cangrejito,cangrejito de coral, cangrejito patas chuecas que no sabe caminar, como me cantaba no sé quién cuando era chiquita.
Quiero publicar en el diario que estoy loca, que vengan los especialistas del mundo entero a investigarme y desmentirlo.
Quiero ser el Dalai Lama. No sé para qué. Seguramente no para ser perseguida. Perseguida ya estoy, pero por mí misma.
Quiero la piel de durazno, sin carozo, orgánico no transgénico, y plantarme en el umbral de mi casa para dar peras.
Quiero salud, dinero y amor. O amor, salud y dinero. O dinero, amor y salud. O salud, amor y dinero. Mejor quiero dinero, que con eso pago el amor y la salud. Lo demás vendrá solo. La paz mundial no la puedo comprar.
Quiero un tintero lleno de palabras que se escriban al revés y se lean con derecho a ser interpretadas.
Quiero un poder no escrito, tácito o implícito, da lo mismo para el caso, que me dé permiso para decir una cantidad de estupideces con sentido, sin que nadie vete mi derecho a ser inteligente.
Y quiero lo mismo pero al revés.
Quiero tres gatos, dos asnos, un burro y cuatro buitres, y tener mi propio programa de televisión.
Quiero patentar la honestidad. Parece que el que tenía anteriormente los derechos los perdió.
Quiero las altas cumbres borrascosas, y caminar por ellas con paraguas en mano.
Y por último, quiero tener la melena de José Luis Rodríguez, o el pelo corto de Ma.Martha Serra Lima y cantar "voy a perder la cabeza por tu amor".



miércoles, 19 de noviembre de 2014

Pedir no cuesta nada

El otro día quería uno, dos y tres, y hoy para no ser menos quiero cuatro, quiero cinco y quiero seis.
De pedigüeña nomás que soy. No es que me falte nada, más bien me sobra. Me sobra grasa, cansancio, dolor de cuello, de cintura, años, canas, y unas ganas tremendas de irme a la mismísima mierda.
Ah! Y me sobra mucho, pero mucho pesimismo.
Quiero ser una Chica Superpoderosa, Bellota o alguna otra fruta seca, menos una pasa de uva, porque me parecería a mi misma dentro de un par de añitos.
Quiero ser Jessica Rabbit en contraposición a la pasa rubia de la línea de arriba.
Quiero un rascador de espalda que tenga bien hecha la manicura, para rascarme de arriba abajo, o mejor dicho de dorso a dorso, que vendría a ser de punta a punta y a lo ancho de mi pectoral de atrás.
Quiero El Grito de Munch, porque mi garganta está un poco cansada a esta altura del año, de gritar boludeces a los cuatro vientos.
Quiero pavimento para todos y empedrado para Pedro y Wilma Picapiedras.
Quiero diez cabritos en una montaña. No sé para qué los quiero, ni siquiera me gusta el queso de cabra.
Quiero ser un pez, para tocar mi nariz en tu pecera, aunque dudo que las burbujas sean de amor, más me huele que son gases.
Quiero el mundo entero para recorrerlo despacio y con tiempo, de Ushuaia al lado de enfrente del Estrecho de Bering, en territorio ruso, y poder decir spasiva con un gorro de piel en la cabeza, como Illya Kuriaky sin los Valderrama.
Quiero ser más consistente y menos voladora, porque mis pensamientos pesan más que lo que el aire puede levar sin ponerle un motor.
Quiero mis ojos anteriores de vuelta, porque estos que tengo no ven más que la realidad que quieren ver.
Quiero un changuito cargado de frustraciones, para dejarlo en la casa de otro, y decirle: una vez que la mercadería traspasó su puerta no tiene devolución.
Quiero un pasaporte al más allá, con o sin fecha de caducidad, para ir y venir cuando se me da la gana, decirles los amo, darles muchos besos y un abrazo eterno.
Quiero a Shorsh porque ya es costumbre, aunque también quiero a Mr. Downey Jr. que me va a dar la misma bola que me dieron Paul Newman, Robert Redford y De Niro en su momento. O sea….como Shorsh.
Quiero las manos de Camille Claudel, el parque de la casa de Rodin en París, y el monolito de Óbelix a quién ya me parezco.
Quiero a mis tres neuronas en fila, porque van a tomarnos asistencia y pretendo pasar de grado.
Quiero vivir la vida día a día y no que un día venga algún vivo a querer vivir la mía.
Quiero ser un ser no pensante por un rato, o como diría mi amado viejo, decime dónde está el switch así lo apago.
Quiero reencontrarme conmigo misma, esa que perdí en algún lado de tanto encontrar otras dentro mío.
Quiero subir las escaleras, peldaño a peldaño, hasta que me canse de andar, quiera volver atrás y ya no pueda.

sábado, 8 de noviembre de 2014

Pavimento sí, adoquines no

Hemos ganado premios, hemos perdido batallas, pero no todo está dicho en la senda del señor. Del señor juez, quiero decir, que deberá decidir si pavimentamos para todos y todas, la avenida Juramento. Así como el gobierno nacional no considera a los belgranenses ciudadanos, porque desde que nací he oído decir que Belgrano es un país, el señor Pro ha decidido incorporarlo al territorio de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Somos lo que D´Elía llama: los blancos de mierda. Eso sí, tenemos que aclarar que de unos años a esta parte, en el país de Belgrano tenemos bastante inmigración china, dominicana, africana, española, francesa, anche mexicana y colombiana, sin desmerecer a los hermanos bolivianos y paraguayos. O sea vendríamos a ser unos eurosudakachinos de mierda. Así que yo, como habitante de la Nación de Barrancas de Belgrano, exijo elecciones poco democráticas urgentes, para echar a los confines de la Concha de la Lora, a los anarquistas herejes, opositores a la re-pavimentación de la Avenida Juramento, que vendría a ser algo así como las oficinas gubernamentales de mis otros yos. Un adoquín un voto.
Mientras redactamos la nueva Constitución, al fondo del pasillo, los vecinos de la nación belgraniana, están festejando con antelación, nuestro día de la Independencia. Ya nos independizamos de Oscar (alias el ex portero usurpador), ahora nos toca hacerlo de la ONG (Onanistas No Garchamos) o Conservacionistas de los Adoquines Usados por Su Excelencia Don Juan Manuel de Rosas en el año 1850.
Presidente: Yo
Vice-Presidente: Mi otro yo
Secretaria: El yo de mi otro yo
Vocales: Yo III, Yo IV y Yo V
Queda constituída la Nación por obra y gracias de las múltiples personalidades aquí presentes, y decretamos:
Art.1: Juramento se pavimenta como corresponde.
Art.2: A quién se oponga, se le inoculará vía anal un adoquín untado en brea, para permitir su mejor deslizamiento dentro de la zona genital. Mano dura sí, tortura no.
Art.3: Los habitantes del nuevo país, tienen el derecho a festejar y manifestarse en las calles, de 12 a 13 hs, y dentro de sus casas de 21 a 22 hs. Si se extienden en el horario, deberán invitar a toda la plana mayor del gobierno. Si no, no vale.
Art.4: Los adoquines retirados, podrán ser usados también, para construir refugios anti-flatulencias de la población mayor incontinente.
Art.5: Podrán utilizarse dichos adoquines también, para tirárselos por la cabeza a los escupidores profesionales.
Art.6: Todavía no lo pensamos. Somos nuevas en esto.
Por consiguiente, proclamo a viva voz (porque los pendejos del B gritan y no me escucho a mí misma) el día 8 de Noviembre de 2014, Día de la Independencia Adoquinal.
¡Ha muerto el Rey!¡Que viva el Rey!
O algo así….



martes, 4 de noviembre de 2014

Cortito y al pie

Quiero uno, quiero dos y quiero tres.
Quiero la chancha, las veinte y la máquina de hacer chorizos.
Quiero darle margaritas a los chanchos, en retribución a los chori y los jamones.
Quiero el Enterprise y el Arca de Noé. La primera para irme a la Nebulosa de Orión, que está cerca de su cinturón y andamos necesitando contacto con la zona pelviana.
La segunda, para subir a los amigos , a la buena gente y dejar abajo a las cucarachas y todo bicho que camina y va a parar al asador.
Quiero un pasado que me condene, y un presente que me libere.
Quiero una foto en color sepia para guardarla en el fondo del corazón y mirarla cuando me sienta triste.
Quiero perderme en el olvido y olvidar lo que quería para poder arrancar de nuevo con todo lo que me había olvidado.
Quiero hacer borrón y cuenta nueva, para evitarme muchas malas decisiones. Quiero poder decidir sin la emoción a flor de piel, y deshojar un crisantemo para saber hacia dónde dirigir el amor.
Quiero el amor con manual de explicaciones y al hombre que lo sepa leer sin dificultades.
Quiero la complejidad de mi ser, y la simplicidad de la otra que llevo adentro y se niega a salir.
Quiero un país con menos hipócritas, empezando por los de arriba, y un pueblo más pensante que llegue a sus propias conclusiones sin aceptar a pie juntillas los discursos populistas y demagogos.
Quiero tener la aptitud de comunicar sin enredarme en mis propias palabras. Quiero tener la lengua más corta y los oídos más abiertos. Quiero saber escuchar sin decir lo sé todo.
Quiero aprender de mis errores para no seguir cometiéndolos. Pero antes debería querer. Sólo querer. Querer.Así de simple.



miércoles, 29 de octubre de 2014

Tras la tormenta vuelve Soysola

Después de toda tormenta viene la calma. Eso dicen. Llueve y truena sobre Buenos Aires, y esperemos que esto no sea el diluvio final, porque más hundidos de lo que estamos dudo que podamos estar.
Nosotras zafamos porque venimos con salvavidas incorporado.
Aryentain está bajo agua y cuando emerja flotará sobre un mar de mierda. ¡Sí que estamos positivas hoy! Y eso que en el Facebook nos nominaron para cinco días de posteos positivos con tres puntos sobre las íes. Pero ya avisamos que nosotras tenemos el positivismo prohibido por religión y sólo se nos permite pensar algo lindo una vez cada seis meses, así como pedimos perdón una sola vez al año.
Esta semana ya nos pasamos de rosca y adelantamos pensamientos hasta el 2056.
A saber: 1ro- nos alegramos y bailamos en el casamiento del hijo de nuestra amiga aún cuando no comulgamos con el apartheid jasídico. Cortina mediante, sombreros voladores y pelucas modernas, fuimos felices por ocho horas ocho, y hasta aceptamos bendiciones, deseándole a los recién casados una vida plena y muchos hijitos.
2do-Tras una semana de furia loca, amainamos los vientos y decidimos darnos una segunda oportunidad en el amor. Pasamos de Soysolaotravez a Soysolasemiacompañadaporahorayaveremossientendistealgo.
3ro- Vimos convertirse en Lic. a un ser amado, y nos emocionamos de saberla convertida en una mujer, profesional, capaz, con un futuro brillante y un ser humano bellísimo.
4to- y último decidimos llegar a los 50 en forma. O con forma mejor dicho. No redonda sino al menos cilíndrica.
Suficiente de buenos sentimientos para mí y mis otros yos. Tengan conmiseración por favor, que no sabemos si nuestro cerebro puede con semejante presión.
Nuestro psiquiatra no va a estar contento, le estamos quitando una fuente de trabajo. No importa. Mañana no tomamos la medicación y vamos a terapia sacadas, cuestión de conformar a todo el mundo.
Sigue soplando el viento en Belgrano, y no trae buenas nuevas. Más parece que se las va a llevar.
Para no perder una buena costumbre, vayamos a los pedidos del mes.
Quiero a George de nuevo, ahora que me ví linda en una foto. Quiero publicarla en internet y cuando GC se googlee a sí mismo, encuentre la foto con un epígrafe que rece: "Mirá boludo lo que te perdiste".
Quiero no convertirme en lo que no soy para seguir siendo una de las tantas que ya habita dentro mío. Van saliendo de a poco y cada una tiene su turno.
Quiero un palo borracho cargado de vino rosé y algodón de azúcar. ¿O quiero el borracho que está al palo? No sé. Sólo sé que no sé nada, en este momento y nunca.
Quiero ser la reencarnación de Tutankamón para ir a Titanes en el Ring y hacer de la Momia.
Quiero no volver a escuchar alguien (adulto) que me pregunte si en Budapest hay muchos templos budistas, y al responderle porqué se le ocurre semejante barrabasada, con toda seriedad me conteste: porque los que viven en Budapest se llaman budistas.
Quiero un cuadro de Renoir, el Palacio Real de Pekín, la Pirámide de Egipto y el pelo de Rapunzel.
Quiero ser locamente amada que amar a un demente.
Quiero participar en un capítulo del Crucero del Amor, y que Isaac Washington me prepare un daikiri de frutilla.
Quiero irme y volver. Volver e irme cientos de veces. Crear el diccionario de Soysola, y que la primera palabra con A sea Alplax, y la última con Z, Zoloft.
Quiero encarcelarme en la Atlántida, rodeada de guardianes delfines y compañeros orcas, para no sentirme la única ballena asesina.
Quiero seguir queriendo lo imposible, porque lo posible, posiblemente ya lo tenga y evidentemente es lo que me enloquece.
Quiero ser Soysola hasta la muerte, aún cuando la misma me encuentre acompañada.









domingo, 19 de octubre de 2014

Tanto tiempo sin vernos

Hola, ¿que tal? ¿Puedo pasar? Soy yo, Soysola de nuevo.
¡Sí señores, he vuelto y somos millones!
Estamos yo, mi yo primario, el secundario, el terciario, el universitario y ahora también, señoras y señores y porqué no lactántricos, el geriátrico!
Tras un período de nosoysolez, aquí estamos todas nosotras como si el tiempo no hubiese pasado.
Hemos tenido fiestas en familia numerosa, con y sin peluca, pero siempre con knishes y lajmashin. Ahí notamos que el famoso paso de los años, es absolutamente real y tangible,por varios motivos. Ejemplos. Te sientan en la mesa con tu mamá, tus hermanas y los abuelos varios del plantel jóven de la otra sociedad familiar. Ya no bailás tanto como antes en virtud de que la pista está ocupada por los treintañeros y pequeños saltamontes. Además vos y tus otros yos, no están en condiciones de romperse ninguna cadera y menos un implante dental. Ni te cuento si en algún zarandeo jasídico te vuelan los multifocales que te costaron, literalmente, un ojo de la cara. Y por ultimo, en tu carterita de fiesta o "clutch"(que no sabremos nunca qué significa), en vez de tampones, llevás Omeprazol.
Pero volviendo a la situación que nos aqueja, la chotez se manifiesta en formato sentimental. 
Tenemos un Soysolo que te corteja, y a nosotras nada nos viene bien. Que si te quiere mucho, te asfixia, y si te da poca bola, ¿quién corno se cree que es que no se da cuenta la(s) mina(s) que tiene al lado? 
Se va y por un lado respiramos, pero por el otro, nos deprimimos al encontrarnos un sábado de madrugada, escuchando a Maria Martha Serra Lima cantando en Crónica.
No sólo nos deprime que cante"Como toda mujer" o "La tercera es la vencida", sino que nos asusta darnos cuenta que tenemos el mismo diámetro que la señora. Y esto, lo notamos, mientras masticamos una oblea rellena bañada en chocolate.
Entonces hoy, para hacerla breve, queremos: la capacidad de volver a ser una sola y no quinientas.
Quiero la locura que tengo, pero más quiero la que no tengo. 
Quiero saber decir no, en vez de asentir sin sentir de verdad.
Quiero la paciencia perdida, los años mozos, los mozos con pocos años y la mesa servida.
Quiero ser pasional sin morir en el intento, y quiero morir sin intentar morir en el intento.
Quiero tener la voz de Doña Serra Lima, y cantar a viva voz mis ganas de estar enamorada y encender el fuego de tu piel amada, como está cantando la señora.
Quiero que la gente me entienda sin tener que explicarme todo el tiempo, y encontrar mi Dr Spock que lea mi mente sin que yo abra la boca...ni la mente.
Quiero ser las bailarinas de Degas, y ponerme el tutú, ya que no sé manejar.
Quiero irme de viaje al infinito y decirle al mundo Ay amor, si yo pudiera abrazarte ahora, y que la vacuidad me responda al son del eco Ay amor, ay amor, ay amor, hay amor...
Quiero dejar de ver Crónica porque me está volviendo sociable, sensible y romántica, cosa que nos negamos rotundamente a ser.

jueves, 9 de octubre de 2014

Gataflorismo al por mayor

Soysolanotansola necesita aire fresco, pero para eso tiene que hacer cambios drásticos en su monoambiente cerebral.
Quiere ser soysola y sus otros yos no la dejan. Tampoco la deja él, que es él con sus otros eles.
Igual nadie supera a mis otros yos, que están mucho peor que yo y el primer otro yo que apareció allá lejos y hace tiempo.
Soysola no está acostumbrada a compartir cama, porque no entra en la suya tanta gente. Y esto no significa que sea polígama o amante de las orgías. Simplemente ya somos demasiadas nosotras mismas, como para andar regalando el poco espacio que nos queda. Además ellos roncan. Y si hay algo que no nos gustan son los ronquidos que traspasan los tapones de siliconas.
 Acostumbrarnos al quilombo de los bondis nos llevó veinte años (que es mentira que no es nada) y ahora pretenden que en veinte días nos banquemos ronquidos, codazos, piernas que te buscan a la noche, brazos que te despiertan en la madrugada y no para lo que estás pensando, sino para nada. Tenemos varios moretones a la altura de la cintura y antebrazo gracias a los movimientos incontinentes del ser humano que habita en la otra punta de la cama.
Todo tiene su precio, si querés pagarlo. He ahí la question diría el amigo Shakespeare.
Por ende queremos: estar acompañadas pero no pagar caro. Queremos libertad de movimiento nocturno y diurno también. Queremos un acariciador con mango de madera, motor y mano de silicona suave para no ser reclamadas a cada rato cuando nos pudrimos de sobar una mano por cuarenta y cinco minutos seguidos. Ya que estamos también pedimos a la sociedad de inventores físico químicos u odontológicos, que se salgan con algún aparato que te mantenga la sonrisa intacta ante cada chiste incomprensible.
Soysola no está segura de nada. Quiero la libertad absoluta de hacer lo que se me venga en ganas, y quien quiera seguirme, me siga sin hacer demasiadas preguntas.
No quiero ser desagradecida a la vida, pero soysola lo es, que vendrían a ser mis otros yos y otros más que me aparecieron en estos días, las que están como locas sin saber qué hacer. Quiero que se invente el amor a control remoto, personal e impersonal a la vez. Quiero una casa para cada uno y dos planetas de distancia. Quiero un mucho de paz y un poco de amor. Quiero ser siempre soysolapuntocom paseando por el mundo, y que el mundo se adapte a mí. Quiero a mis otros yos siempre conmigo, porque asumí que la vida así es mucho más divertida.
Quiero que deje de llover, porque se vuelven cataratas de amor incontenibles.
Quiero y no quiero, como la Gata Flora, que cuando se la ponen chilla y cuando se la sacan llora.


lunes, 22 de septiembre de 2014

Feliz primavera y Shaná Tová

Mi Buenos Aires querido, cuando yo te vuelva a ver…Tras quince días de aclimatamiento visual, sonoro, emocional y supermercaderil, aquí estamos nuevamente yo y mis otros yos.
Sí, volvieron. Duró poco el idilio conmigo misma, y decidí de inmediato que necesitaba con urgencia la contención de mis compañeras de viaje. Allá no me ayudaron con las valijas, acá esperemos que ayuden con cualquier cosa. Todo soporte emocional será bienvenido.
La primera semana de nuestro retorno, defendimos a rajatabla el suelo que nos vió nacer. Una semana más tarde, ya estábamos extrañando Francia, los marselleses escupidores, el Chivo Eau de Toilette y los paros de trenes sorpresivos, que por ser franceses tienen más glamour que los argentinos.
Ahora los taxistas europeos nos parecen una delicia de silencio ante la catarata abrumadora de quejas y reclamos que vierten los nuestros ante cualquier cosa. Allá lo único que teníamos que oír era: cazzo, mascalzone, putain, merde, y acá la cosa es así: inflación, Cristina, Macri, dólar, elecciones, paros, asaltos, asesinatos y Rial y la Niña Loly.
Hoy preferimos quedarnos con la merde y los gargajos ajenos, antes que volver a oír hablar de Luciana Salazar y Redrado, cosa que nos importa absolutamente tres carajos menos que las aventuras de Hollande.
Ahora nos damos cuenta que además de la familia y amigos, lo único que extrañábamos era el bidet.
A pesar de los cuarenta y cinco perros por habitante en la Galia de Ásterix, los dos por familia bien constituída en Argentina, cagan más que el Regimiento de Granaderos a Caballo. O estamos teniendo un problema con Manliba, Cliba o como cuernos se llame ahora.
Dos meses y medio de viaje para volver como cuando te fuiste. Chota.
Sí, ya sabemos. Nos quejamos como las viejas. ¿Y qué? Para eso hemos trabajado toda la vida. Además para qué mentirnos, somos lo que se llama la mediana edad, la puta que lo parió.
Sin ir más lejos, el fin de semana tuvimos una fiesta divina, en la que notamos el paso de los años.
Nos hicimos un vestido para la ocasión, y la diseñadora, que es nuestra sobrina, nos dice, con toda la onda y tratando de que no suene mal: las de tu edad ya no usan los brazos al descubiertos y el ruedo por arriba de la rodilla. Mi amor, te amamos de acá al infinito, te bancamos a muerte, pero la próxima vez que insinúes que estamos gordas y viejas, te desheredamos.
Llegás a la fiesta. Con todo el cariño te arrimás a la pista para acompañar a los padres de la criatura en los bailes rituales y quedás relegada al borde de la misma, porque los adolescentes ocupan el centro, saltando y empujándose, y vos que todavía no tenés osteoporósis, pero pronto, no vas a arriesgarte a una fractura doble.
Otro tema es ir al baño después de media hora de bailar como Silvana di Lorenzo en Música en Libertad. Entrás, las niñas están sacándose selfies y mirándose al espejo. Para tus adentros pensás, nena, mirate ahora todo lo que quieras porque dentro de treinta años no vas a querer hacerlo.
Pasás al toilette. Bajarte la faja, las medias y la bombacha para pishar, no es un inconveniente. El problema viene cuando te las querés subir y vos estás toda transpirada. Empezás a pujar entre la necesidad de subirte las medias y la incertidumbre de romperlas. ¡Ahí te quiero ver! Te convertís en la contorsionista del circo, y ni que hablar una vez que lo lograste, subirte la faja!
Por suerte, tus amigos, son gente piola, y en el momento donde los pibes ya están cansados, te ponen música de los ochenta y vos revivís para volver a sentirte de quince.
Pero basta de cháchara como decía Don Saadi, y pasemos a querer, que hace un rato que no queremos nada.
Queremos la madurez que tenemos, pero con veinte años menos. Queremos un camino de espinas lleno de rosas. Un atardecer en Solanas con el clericó de Oasis. Queremos volver a los diecisiete, después de vivir un siglo, y no un siglo teniendo diecisiete de presión. Una faja que te esculpa el cuerpo sin necesidad de ahogarte. Queremos un barco a vapor, para navegar tiempos lejanos. Un cuadro de Cezanne, y una casa llena de lirios. Queremos ser más románticas y menos pragmáticas. A George ya no lo queremos porque demostró ser un tarado y de viejo va a ser feo. Ahora queremos a cualquiera de los modelos de Armani Homme, en talle 42, modelo 75 y no de 75.
Por último queremos que nuestro cuerpo vuelva a tener elasticidad, aquella perdida durante el viaje, y un masajista con cama adentro, que nos descontracture cada vez que lo necesitamos, por no decir todos los días.
Feliz primavera y Shaná Tová para todos y todas.




miércoles, 10 de septiembre de 2014

Air France anuncia el arribo de Soysola

Setenta días diciendo que me quería volver a casa, para llegar a la última semana en París, y querer quedarme a vivir. No soy una nueva Gata Flora, sigo teniendo el síndrome del gataflorismo de toda la vida.
Sí, no están leyendo mal. Hablo en primera persona. Sin las otras. A las otras las dejé en la ciudad luz el primer día. Las perdí de vista en el Metro y me dije: ¡que se arreglen como puedan ahora! ¡No me levantaron una valija en todo el viaje, ahora que aprendan a descifrar las líneas de subte solitas!
Y ahí deben de andar yirando todavía, entre la línea cuatro y la tres, porque la siete está cerrada.
Mis otros yo me acompañaron durante un par de años en estos viajes, ayudando a no sentirme tan desamparada. Pero en París, acompañada por amigas con quienes las pasé bárbaro, ¿para qué corno cargar con exceso de equipaje? Así que adiós (por ahora...nunca se sabe) a mis otros yo.
Llegamos al aeropuerto Charles de Gaulle…sí, llegamos bien digo, yo, mis dos valijas, bolso de mano, y cartera al hombro cargada cuál yak en la tundra. Check in listo en la máquina que te escupe los tickets  del equipaje, porque así es Europa, todo te escupe. Ya lo vivimos en Vallauris y en Marsella, y también en el Palacio de Versailles donde la competencia Medio Oriente-Lejano Oriente, por ver quién ganaba la Copa Mundial al Escupitajo, llegó a su máximo exponente con un anciano chino, que se la pasó regando los jardines de María Antonieta ante mi incontrolable sensación de náusea.
Volvamos al aeropuerto. Me presento al mostrador de despacho de equipaje y una empleada Airfrancesa me dice: usted tiene derecho a dos valijas de 23 kilos cada una, y a dos bolsos que no superen los 18 kg entre ambos.
Papita p´al loro dije. Subo, sacando los bofes, las maletas a la cinta y ahí mismo me dí cuenta que los cálculos no me daban. Menos mal que le habíamos apostado al rojo. ¡Colorado el 27!¡Colorado 32! Gané! dije saltando de alegría. No, me dice la señorita en un perfecto castellano, va a tener que pagar €320 de exceso de equipaje. ¿Lo qué? digo yo. ¿Qué hago ahora?
Hagamos una cosa, me responde la francolatinoamericana, redistribuyamos el peso de las valijas. Saque algunos objetos y póngalos en el otro bolso que tiene.
Ahí nomás, me arremangué las calzas francesas, el pañuelo de Galerías Lafayette pasó a ser una bandana, y empezamos la ardua lucha de rehacer dos valijas dos, en menos de cinco minutos. Abrimos primero la violeta. Sacamos UN libro de cerámica, dos pantalones, y con eso sólo la Samsonite pasó de 27 a 19.5 kgs. La roja, mientras, esperaba su turno. La abrimos, sacamos otros dos libros de cerámica, tres pares de zapatos, un toallón, y otros dos jeans, y cuando sube a la balanza, seguíamos teniendo un superávit de prendas al pedo.
Desesperada, chorreando sudor como si estuviese en el sauna de los orientales de más arriba, le digo: ¿sabés qué? Cobrame algo de exceso de equipaje, porque no me dan más los brazos ni la cabeza para resolver esto.
La mina, con súper buena onda, agarra mi nuevo bolso que sobrepasaba el "equipaje de cabina", saca cosas de adentro, y lo mete dentro de la valija violeta que era la menos pesada a esa altura. Desparramados por el piso de Don de Gaulle, quedaban varios libros, el toallón, dos pantalones y un par de zapatos. La miro a la señorita y le digo: ¿qué hago? ¿Me llevo esto en la mano arriba del avión?
Muy gauchita la chica, que ya debe estar acostumbrada a los compradores compulsivos que pasan por París, me entrega una bolsa blanca de plástico, y mete todas mis cosas ahí adentro. Esta bolsa está permitida arriba del avión, me dice. Listo. Solucionado el problema, pensamos ambas. Pero no.
Vuelve a pesar todo, y seguíamos teniendo 9 mil kilos de exceso. Ante mi estado de desesperación y menopausia, me mira compasiva y me dice: ¿sabe qué? Para mí, está bien así. ¿Qué son unos kilos extra? Vaya, vaya tranquila, yo le doy el ok, y listo. Y ahí marché, con dos bolsas en la mano que me pesaban 48 kilos, y me cortajeaban los dedos. Cuando ustedes se preguntan qué carajo hago viajando sola, acá tienen la respuesta. Para poder comprar y que la gente diga: pobre mujer! Tan mayor, cargada como un camello y encima es soysola!!
Para el próximo viaje me dejo las canas sin teñir y quizás me asciendan a primera clase, sólo de lástima.
Medicación sublingual donde corresponde, y a duras penas llegamos a sentarnos en el cómodo asiento de Air France antes de quedarnos dormidas. Ni nos enteramos del carreteo del avión, hasta que en el despegue nos despertamos, sintiéndo un mini pre-infartito. ¿Ataque de pánico a esta altura del empastillamiento? Imposible.¡Marche otro sublingual para el asiento 12 K pasillo de la izquierda!
Al rato, con 400 mg de droga en sangre, me despierto al clamor de ¿pasta o poio? como diría mi amiga Paula. Y por primera y única vez, marchó una pasta a 12 mil pies de altura, cosa que no volverá a ocurrir mientras siga subiendo a aviones y la quetiapina no haga efecto. Prefiero esperar al desayuno asqueroso pero medianamente comible.
Y llegamos a EZE, mis valijas, bolsos y yo, para encontrarnos con el caos aduanero argentino, y 18 puntitos de presión arterial cotizando en alza.
Así que quiero: seguir siendo soysola por el mundo pero en compañía, más no sea para levantar valijas.
Quiero tener mucha guita o millas acumuladas para viajar en primera y que me den algo de comer como la gente.
Quiero un jumbo privado con cama doble, baño completo con hidromasaje, catering del Palacio de la Papa Frita, y azafatos vestidos de Gucci.
Quiero acercar los continentes para no tener trece horas de viaje. Quiero una París para mí sola y el resto que se lo dividan entre los que quieran.
Quiero ser argentina con acento francés, y que Louis Vuitton venda carteras truchas para poder adquirirlas y que sean trucho-verdaderas o verdaderamente truchas.
Quiero una Francia sin patisserie, para no engordar tanto. Y de paso con quesos sin sal, porque los hipertensos enloquecemos cuando pasamos por una fiambrerie.
Quiero un id y vuelta de la vuelta al perro,  menos perros con collares de brillantes y más niños con comida en la mesa.
Quiero una sociedad otorrinolaringológica que le enseñe a los escupidores a no contaminar las calles con gérmenes.
Quiero un viaje corto al Planeta de los Simios y uno eterno al Paraíso Perdido.
Quería estar en mi casa, y lo logré. Ahora quiero una nueva aventura de soysolaporelmundo, pero soysoleando en compañía. Masculina si se puede.



jueves, 4 de septiembre de 2014

Placer Amor Romance Idilio Siempre, París

Sentadas en el cómodo asiento de TGV con destino a París, ya medio adormecidas antes de partir, porque el tren es nuestro nuevo Alplax, nos enteramos que debíamos bajarnos porque el bendito aparato no salía. Paro de controladores de trenes. Parece que hicieron un curso acelerado en pocos meses, con Aerolíneas Argentinas y Metrovías, para que cuando llegáramos a Francia nos sintiéramos como en casa. Así que vuelta al levantamiento de pesas, cargamos nuestras valijas y salimos corriendo cuál Jugos Olímpicos para el andén F. Aclaramos, nuestras valijas con cuatro rueditas cuatro, ya no ruedan. No por rotas, sino por llenas, al igual que nuestra silueta desdibujada.
Nuestros compañeros de la primera formación, eran unos cuántos franceses, una familia colombiana y nosotras. Si no nos gustaban los brasileños en marzo, ni los marselleses árabes en agosto, no les puedo contar, lo que detestamos a los colombianos en septiembre. En cualquier momento empezamos a odiar al resto del mundo y completamos el mapamundi.
Nos tocó un adolescente  caribeño, con tono monocorde insoportable. Insoportable su tono y el pibe.Sus estupideces eran a saber: mama, mama, mama, ponte el sombrero para la foto. Mama, mama, mama, ponte el sombrero para la foto. Mama, mama, mama, y no hace falta que diga el final porque durante cinco minutos escuché lo mismo. Tras eso, saca un papel y se pone a leer un rezo.¡Cagamos! pensamos nosotras.¡Hare krishna no son, deben ser infiltrados de EI, y van a volar el tren! No, si para exageradas no nos andamos con chiquitas…Y ni les cuento cuando nos sentamos en el segundo ferrocarril y el Reverendo Alegría, dice: Mama, seguro que nos cambiaron de tren porque había una amenaza de bomba en el otro.¡Bomba, bomba, bomba! Cantaba el imbécil. No lo ahorcamos porque estamos en contra del maltrato animal. Pero se ve que la cosa venía de familia, porque la tía, o abuela, no entendimos quién era en la foto, le dice: (sic) eh tú!, pareces un "mongólico", no se te entiende cuando hablas por estar todo el tiempo delante de los jueguitos esos de la internet!
No sabemos el número de teléfono del Inadi colombiano, porque correspondería hacerle una doble denuncia por discriminar a los que padecen síndrome de down y a los nativos de Mongolia. Ninguno merece ser comprado con semejante energúmeno de Barranquilla.
Y por fin llegamos a destino. París reivindica a los franceses. Retiramos lo dicho sobre ellos hasta el día de la fecha. Amamos la ciudad luz y sus habitantes. Como diría nuestra estimada CFK, a los habitantos. A las habitantas las envidiamos. Para quienes gustan de la moda masculina, les cuento que el azul es el nuevo negro. Toddddos trajeaditos de azul marino, con pantalones tipo chupín. Dato al pedo que damos, pero que describe a la sociedad francesa al fin, y delata el hecho de que ya conocemos todos los museos y estamos disfrutando de mirar nomás. Acá hay menos olor a chivo también. Algo cambió desde nuestro último viaje. O cambiaron las cañerías y funciona mejor Eau Français, o descubrieron para qué inventaron los perfumes... vaya a saber!
Ya tenemos un enamorado gastronómico como todos los años. Llámese esta vez Ahmed o Sanjay, porque no le sacamos todavía el origen, que todas las mañanas cuando vamos a desayunar nos dice: Bonjour Argentine! Petit déjeneur pour madame! No sabemos cómo puede estar tan contento a las ocho de la mañana…NADIE en este mundo puede estar contento a esa hora. A esa hora se duerme, carajo!
Seguimos sosteniendo y ahora más que nunca, que el ser turista es un trabajo que debería ser remunerado y con vacaciones y aguinaldo pagos. Levantamos peso (valijas, bolsos, bolsas de shopping, libros que llevamos, souvenirs y etcs), dormimos poco, nos arruinamos la salud porque comemos en exceso cosas que no deberíamos, sea por ahorrar o sea porque pasamos por una patisserie. Estudiamos un poco de cartografía para descifrar el mapa de los metros y buses. Hacemos colas de horas para entrar a ver antigüedades y cosas rotas, y como si todo esto fuera poco, nos empobrecemos económicamente porque todo cuesta en euros. ¡Exigimos sindicato ya!
Este año, decidimos tomarnos París con calma y recorrerla sin mapa, porque ya no nos perdemos tanto. La tercera es la vencida. Así que caminamos, y caminamos como nuestro famoso y bienamado Pepinucho Coliflor (N. de la R. ver posteos anteriores para saber la historia de Pepinucho). Aprendimos también a tomarnos los subtes fganceses, que al principio nos parecían chinos, hasta que los entendimos.
Y, nos fuimos a Versailles. Ahí entendés la Revolución Francesa. Dicho lo cuál, pasamos a los quiero.
Quiero el Château ídem, con todos los châteaucitos circundantes. Quiero los jardines para hacer raku, y el lago para bañarme en bolas, total, es tan grande que nadie te ve.
Quiero el salón de los espejos para bailar el minué o lo que se bailara en ésa época, y colgarme de las arañas como Tarzán de las lianas.
Quiero la cintura de María Antonieta, aunque no quiero al Delfín porque parece una Mojarrita. Tampoco quiero la cabeza de María Antonieta.
Quiero un señor que mantenga mi château de Versailles, en la provincia de Buenos Aires aunque sea.
Quiero encontrarme a mí misma en los laberintos del Grand Trianon, y dejar perdidos por ahí a mis otros yos.
Y quiero en un día como hoy en el que perdimos creativos, que deje de morirse gente talentosa, que hay poca, y que partan al limbo desconocido, todos aquellos que sólo hacen de este mundo, un lugar peor.



sábado, 30 de agosto de 2014

Salen unas fritas a la Provenzal

Como Marsella nos recuerda a La Boca, el Riachuelo y el Once todo junto, decidimos recorrer la Provence, de punta a punta. Nos fuimos a Avignon a bailar y cantar en el puente, pero no a coser ni a lavar como las lavanderas, porque no te lavamos en casa, menos te vamos a lavar en el Ródano. Nos fuimos a visitar el Palacio de los Papas, y puteamos un poco al Benedicto XII y al Clemente VI, que mandaron a construir un palacio lleno de escaleras. Igual, te digo, que al lado del Vaticano, esta es la casa del mayordomo. Se ve que los Papas siguientes prefirieron estar un poco más cómodos y cerca de Via Condotti, donde podían acceder más fácilmente a los baúles Louis Vuitton.
Queríamos ir a ver los famosos campos de lavandas, pero ya los habían decapitado en julio, ahora que está de moda la decapitación.
Después pasamos por Aix en Provence, lindo, muy lindo, pero tiene una onda Palermo Soho. De toda casa antigua hicieron un local comercial. Nos perdimos un poco, porque a esta altura del viaje, largamos los mapas. Ocupan lugar al pedo.
Como queríamos un poco de cultura, decidimos tomarnos el bondi número cinco e ir hasta el tallercito que tenía Paul Cezanne. Los franceses no sólo tienen un problema con el olfato, sino también con los cálculos matemáticos. Cuando preguntás si queda muy lejos, te dicen, no, es acá nomás, tendrá unos diez minutos de autobús y después dos minutos más a pie. Cosa que se traduce en : subirnos al bus, y resulta que nuestra parada era la última, o sea unos veinte minutos en bondi, y tres segundos a pie, con el consecuente: ¡me moiro, a dónde fuimos a parar, nos pasamos y ahora no vamos a poder volver NUNCA más a casa! O en su defecto pueden decirte, es acá nomás, a doscientos metros, y ponernos a caminar lo más campantes, pensando que en cinco minutos a pata llegamos, con la resultante de caminar por media hora, para llegar a la puerta del museo y que encima sea arriba de una colina.
Nos imbuímos en el espíritu de Cezanne y respiramos el mismo aire que él, que murió de pulmonía, para darnos cuenta que nosotras, de artistas, no tenemos nada.
Así que para reforzar la idea, al día siguiente nos fuimos a Arles, a ver a nuestro ídolo Van Gogh. La oreja no la encontramos porque el tipo en realidad pintaba en las afueras de la ciudad. Y con la experiencia previa, no quisimos arriesgarnos al acá nomás de los francesesasí que tuvimos que conformarnos con ver una fundación medio trucha, con un par de cuadritos de Vincent, que no por cuadritos dejaban de ser Vangoghcitos.
Ya que estábamos en el lugar, marchamos hacia las Arenas, donde luchaban los gladiadores. Otra vez mucha escalera, mucho escalón alto de piedra, mucho piso desnivelado, y nos dijimos: todo muy lindo, pero de ahora en más, antes de pagar, preguntamos: ¿hay que subir para ver lo bueno? Si la respuesta es sí, entonces preferimos ser brutas antes que seguir perdiendo salud.
Hoy, partimos hacia Cassis, lugar recomendado por las amigas María y Victoria. Previo, ya que nos andaban criticando por nuestra falta de femineidad, y salir en todas las fotos a cara lavada, por consejo de la amiga Corita, nos dijimos: estamos en La Francia ché, a ver si nos compramos algo digno de fotografiar. Y ahí fue que adquirimos un bellísimo par de anteojos de sol y un sombrerete, y nos pusimos un poco de rouge, para parecer al menos una mujer con sus otros yos. Divinos los Burberry´s, pero no vemos un carajo sin aumento.
Ya casi al final de este larguísimo e interminable viaje, empezamos a entender algunas palabras en francés, que no utilizaremos jamás, y que olvidaremos la próxima vez que vengamos para estos lares.
Por ejemplo: calanques, son acantilados, o eso creemos, por lo que vimos. Jusque es hasta, palabra que estuvimos usando mal durante todo el viaje. A todo le ponemos un voudrai por las dudas, y aprendimos que los encornetes no son cuernos que te ponen sino que son calamares tipo rabas. Boir no es ver, sino beber. Antes nos los quedábamos mirando unos minutos cuando nos preguntaban :¿Pour boire? casi al borde de contestarles, ¿qué querés que mire?¿No ves que ya te estoy mirando? Plat no es plato, sino sin gas, y cuillère no tiene nada que ver con culear, sino que es una cuchara. ¿Cuántas veces a lo largo de estos dos meses y medio necesitamos una cucharita y sólo podíamos hacer el gesto de revolver para que nos entendieran? Y un sac es una bolsa y no un saco. ¿Voulez vous un sac? Y nuestra reacción automática era mirarnos a ver si teníamos puesto un saquito, ante la mirada desconcertada de la señora cajera del supermercado.
Pero nos vamos aprendiendo otras cosas más fundamentales: cómo cagarnos en los demás, y empezar a comportarnos como europeos (justamente es cagarse en los demás).
Ahora partiremos a París, como la boluda de Manuelita, que finalmente y como todos saben, se vino sólo a hacer unas cirugías estéticas, para volver arrugadísima a Pehuajó porque el botox dura poco.
Vamos dejando atrás a Musulmania/Marsella, con sus mujeres tapadas de pies a cabeza, hombres que sólo juegan a la raspadita, y la música árabe en el Vieux Port todos los santos días que ya nos taladra el cerebro.
Si el nuevo grupo islámico EI, pretende conquistar Europa de los infieles, buen trabajo han hecho en Francia ya.
Queremos no oír hablar en francés por un buen tiempo. Al que dijo que era el idioma del amor, lo invitamos a que venga al sur de Francia, y después nos cuente si no le gritaron por lo menos una vez al día en la calle.
Queremos un nuevo viaje a una planicie donde no haya que subir ni siquiera un montículo de tierra.
Queremos nuestra cama, nuestros toallones y más que nada, nuestro amado jabón que lava.
Queremos más a los que siempre quisimos, y también nos queremos un poco más a nosotras mismas. A los que no quisimos nunca, seguimos sin quererlos.
Este es el último viaje de mis otras yos, que se están enterando en este momento que fueron despedidas.
Queremos un mundo libre de fanatismos y la evolución a la involución.
Queremos el color turquesa del Mediterráneo y ser Joan Manuel Serrat para decir: ay, si un día para mi mal, viene a buscarme la parca, empujad al mar mi barca, con un levante otoñal y dejad que el temporal desguace sus alas blancas, y a mi enterradme sin duelo, entre la playa y el cielo(…) cerca del mar, porque yo, nací en el Río de la Plata.


lunes, 25 de agosto de 2014

Marsella, la capital de Musulmania. O desaprendiendo geografía con Soysola

Y finalmente nos ganamos bien ganada nuestra libertad condicional. Nos fuimos de Vallauris, pero seguimos en Francia. Ya estamos empezando a tenerle un poquito de fastidio a los monsieures y madames, con perdón de los amigos francoargentolatinoamericanos.
Así como el otro día habíamos decidido que ya no sabíamos hablar el idioma, hoy a fuerza de no tener más remedio, nos largamos como si fuésemos no foráneas.
Ya anoche, para pedir un taxi, tuvimos que hacernos entender por teléfono. Acá no había lenguaje de señas que valga. ¿Parlez vous anglais? No, fue la respuesta del otro lado. D´accord y ahí nomás arreglamos horario y lugar por donde nos pasaba a buscar.
Salimos tempranito de la ville, así teníamos tiempo de bajar y subir las escaleras, hacia el andén, con nuestros 800 kgs de exceso de equipaje y panza. Conste que una semana antes, mandamos 2 (dos) cajas con un total de 30 kg, entre materiales, libros y ropa usada. Lo que comúnmente para la aduana se llaman "efectos personales"si logramos convencer al aduanero. Nosotras para reforzar la idea, pusimos un toallón sucio arriba de todo.
Nos fuimos a Cannes, y de ahí, cambio de formación hasta la ville de la mer. Lo oís llegar, chucu-chu, chucu-chu, el Intercity número 16438 con destino a St. Raphaël, Toulon, y Marsella. Eso, señores, es un tren directo en la France. Nosotras chochas…hasta que se abren las puertas, y vemos los cuatro escalones cuatro, a cincuenta centímetros del piso, los cuales tenemos que subir con senda valija y bolso. Decidido, cuando llegamos a BA, urgente clases de yoga y estiramiento. ¿Cómo hacemos?¿Subimos nosotras primero y vamos tironeando de la manija de la valija reventando las rueditas de la Samsonite?¿Hacemos a la una a las dos y a las tres y tiramos el bolso como bola de bowling, o trepamos primero y agarramos el bolso después? Todo una cuestión, que en tres años de viajando sola con soysola, no hemos logrado dilucidar. Por supuesto en cada una de estas incursiones de los indios ranqueles, nos decimos: es el último año que traigo tanta ropa! La próxima, dos bombachas, dos remeras, un saquito y dos pantalones. Y zapatos, nada! Sólo vendremos con los puestos, si no es que venimos descalzas! Bah, esto último es una utopía, porque descalza en el sur de Francia, te arriesgas al pie de atleta como mínimo, y como máximo a contagiarte de hepatitis ABCD, por pisar el meo y los escupitajos de los señores habitantes de la Costa Azul y Provence.
Se hace un llamado a los señores/as médicos/as que quieran venir a hacer una investigación científica sobre la costumbre de estos lares, de andar aclarándose la garganta a los gargajos limpios (limpios es un decir) y largarlos a modo de flema inmunda, al lado de los pies de los transeúntes desprevenidos (en este caso, nosotras)
Como siempre que llegamos a un lugar nuevo, nos perdemos. No importa que miremos puntos de referencia, igual a los dos minutos el Alzheimer no nos los deja recordar. A veces les sacamos fotos para no olvidarnos, pero cuando las vemos, nos preguntamos ¿dónde carajo quedaba esto? Por eso, para empezar, nos tomamos un taxi. El señor, un árabe bastante rústico, que nos hablaba en no sé qué, y lo único que le entendimos es "iala, iala". O su traducción, vamos gorda, apurate.
Desmitifiquemos la Côte D´Azur. Todo es muy bello la primera vez que venís. La segunda ya empezás a verle todo lo malo. Dejemos de quejarnos de nuestra maravillosa Argentina, y vayámonos todos a vivir a Punta del Este que esas sí son playas!
Por ahora no nos perdimos mucho en Marsella, porque solamente nos animamos a la caminata obligada por el puerto, Vieux Port, y a las Galerías Lafayette, a comprar una valija que no me haga sacar músculos como los de Sylvester Stallone en Rambo CCCXXII.
Mañana iremos a ver al Conde de Montecristo, que si llega a estar, lo más probable es que nos peguemos un jabón de aquellos. Y hablando de jabones, llegamos a la conclusión de que los hacen de cera. Siguen sin lavar.
Nos queda toda una semana de aventuras en la ciudad de la mafia marsellesa, en dónde todo el mundo nos recomienda no salir de noche, cosa que no cumpliremos, seguramente.
Y sí, fue acá nomás donde se inventó La Marsellesa. ¿Originales, no? Ya nos la vamos a aprender de memoria para cantarla en contraposición a la Marcha Peronista.
Soysolaporelmundo ya ha decidido que en próximos viajes, se deshará sin miramientos de ningún tipo y factor, del resto de sus otros yos. No la ayudan con el equipaje, ni tampoco a pensar en otro idioma. Todo lo contrario, sólo le piden pain au chocolat y la hacen gastar guita al pedo.
A bientôt, o a maltôt!! (que vendría a ser lo mismo)

jueves, 21 de agosto de 2014

Vamos que venimos

Después de varias idas y vueltas, como ya casi todos saben, he decidido, no sin antes consultar con mis otros yos, cancelar la exposición. Y bueno, de tanto ver cosas de Picasso, tanto bovino y tanta España, había que tomar el toro por las astas y lo hice sin dudar. Nomiarrepiento de nada nomeiarrepiento.
Todo concluye al fin, nada puede escapar, pero yo sí. Y lo hice a tiempo. Vengo a ser la Houdini de la cerámica. Siempre y cuando no termine como él, pero en vez de ahogada en agua, en esmalte de alta temperatura. Mucho más caro y algo tóxico. O sea que lo de morir ahogada sería lo de menos, porque antes moriría intoxicada y pobre.
Pero bueno, como dice un amigo nuevo ¡a dar vuelta la página! Y así lo hemos hecho. Yo, mi otro yo, el otro yo de mi otro yo, y la nueva Soysola que descubrimos que tenemos adentro. Una con mucha paciencia hasta que la pierde, pero la pierde con aplomo y cordura. Porque si éramos pocas, parió la abuela. Soysolaygrande. Grande en todos los sentidos. En madurez, en edad, y en tamaño fundamentalmente. Esto último, gracias a los franceses y su puta patisserie.
Francia.
Hasta este fallida experiencia, creíamos que amábamos Francia y a los enfants de la Patrie. Pero con decirte que hoy, en el tren, nos cruzamos con un grupo de brasileños y los quisimos más que nunca, significa que algo huele mal en Dinamarca. Nunca olí a los daneses, pero no creo que sea peor que lo de acá. Hazte la fama y échate a dormir, dicen.
Soysolaygrande y toda la prole se fueron a pasear y a disfrutar de lo que queda del viaje. Al principio fuimos a los lugares ya conocidos. Cannes, Antibes, Golfe Juan, Niza, como para ir despuntando el vicio. Pero nos aburrimos. Cannes es la Bristol a principios de enero. Antibes, un San Telmo con Puerto Madero. Golfe Juan, vendría a ser Miramar mezclado con el Riachuelo, y Niza, Constitución con playa.
Así que hoy decidimos incursionar un poco más lejos y nos fuimos casi hasta la frontera con Italia. Menton. Que no tiene nada que ver con César Banana Pueyrredón (chiste malo y obligado). Hasta ahora, va puntero en la lista de posibles lugares de retiro jubilatorio. Estás en Francia, lejos de los franceses. No estás en Italia, pero podés estarlo en cualquier momento y comprarte zapatos italianos. De vecinos tenés a los monegascos y a los Alpes. No joden para nada. Los primeros porque viven en una burbuja de pedo, y los segundos porque son montañas que no van a ningún lado. Si no fueron a Mahoma, imaginate si te van a ir a vos.
Las playas francesas. Pura piedra. Tenés para empezar una intifada. No vamos a entrar en terrenos políticos, pero te digo que si a nosotras nos tirás con una piedra del Mediterráneo, no sabemos con qué somos capaces de responderte. Los tamaños varían desde el medio grande, hasta el grandísimo. Podrías construír otro Macchu Picchu, y te sobra para jugar a la payana con los dinosaurios.
El tema de irte a pasear a otros pueblos, es el tener que volver a Vallauris. Que salís de acá, salís. Ahora ¿cómo hacés para volver? Cual Cenicienta sin zapato antes de las 20.30 hs. Hasta ahí tenés bondi. Después, arriesgate a volverte a pata por las rutas de Grace Kelly. Acá son todos Reutemann en el circuito de Monza. Corren como si tuviesen algo que hacer. ¡Loco estás en la Costa Azul!¡Acá nadie labura, ¿qué tanto apuro? La mitad son multimillonarios, la otra mitad son desocupados que se rascan el tujes sentados en el bar de la esquina jugando a la raspadita.
Hemos descubierto otra cosa sobre el aroma o la falta de él. No es privativo de los caballeros. Ayer se nos sentó al lado, en la parada del colectivo, una bella jóven de unos veintipocos años, leyendo a Michel Foucault. La chica en cuestión, tenía la filosofía del no desodorante. Queríamos preguntarle el motivo de la negación a oler bien, pero decidimos que preferíamos seguir conteniendo la respiración hasta morir, antes que abrir la boca y explotar como los sapos cuando tragan humo.
Ya nos vamos de la villa en pocos días, pero seguiremos por la Galia. Descubriremos si los marselleses escribieron la Marseillaise y si todavía está Montecristo en la isla de If.
A tout a l´heure o a tout olor!


sábado, 16 de agosto de 2014

Buenos vecinos

Ya falta poco, y cada día menos para mudarnos de barrio. Se viene el big opening big, si es que no cancelamos, y gracias a dios marcharemos para otros rumbos. La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida, y esta fue una. Medio fulera pero de todo se aprende.
Si bien hicimos, siempre las tres juntas, una acuarela del barrio, corresponde que hagamos un cuadro al óleo como para pintar de cuerpo entero la villa.
Bien llamada la villa. Mugre y caca de perro por todos lados, amén de los escupitajos que te tiran cada dos pasos los habitantes del viejo mundo. Menos mal que nosotras somos rápidas de reflejos que si no, más de una vez, nos ligábamos una lavada de pies gratis.
Los vecinos.
Tenemos al ya famoso señor no portero parado sin hacer nada de 9 a 5. La señora del local de al lado, con venta de cerámicas y cuadros, que abre sólo para regar las plantitas y sentarse en la plaza a charlar, porque después no vende nada. De éstos está plagado Vallauris.
Mis amigos musulmanes del bar de la esquina.
De 7.30 a 21 están siempre sentaditos los mismos. Nosotras creemos que nacieron con la silla pegada al culo, y compadecemos a la madre que los parió porque no entendemos cómo por el canal de parto salió una silla de plástico con un bebé adosado.
Hay uno especialmente, que toma café a las 9 en la esquina, a las 9:45 en el de la otra cuadra, a las 10:15 en la vereda siguiente y así sucesivamente hasta llegar a Golfe Juan. Doy fe porque todos los días lo veo de camino al taller.
También tenemos al borracho alegre que nadie banca. A las 8:45 del día de ayer, estaba desayunando dos bananas con una botella de whisky. La botella se le cayó y rompió en mil pedazos, y el tipo reía alegremente mientras gritaba "no estaba destinada a mi". Lo que no está destinado a vos, pensábamos nosotras, es el trasplante de hígado al que no vas a llegar por muerte prematura.
Luego tenemos a los caboverdianos.
Esos son un mundo aparte. Están parados en una esquina todo el día, y no sabemos muy bien qué hacen ahí. No hablan francés, no hablan inglés, tampoco es portugués ni castellano. El caboverdiando habla francoportunglés. Al único que algo le entendemos, o imaginamos que entendemos, es a un viejo con bastón, que habla como el tío Iosl. Oy vey, oy vey es lo que nos parece oír. Gesticula como el tío y se agarra la cara igual que él. O es nuestra imaginación…o andamos extrañando a la familia.
La tercera edad. 
Frente al café de mis amigos, hay un banco de piedra. Ése vendría a ser el centro de jubilados del pueblo. Se juntan todas las mañanas a charlar y discutir vaya a saber qué. Se ríen, gritan, se caen a pedazos, pero ahí están, firmes tout les jours. Por supuesto, jamás saludan a las extranjeras, o sea nosotras. Sólo nos miran y murmuran. Seguramente todos los días lo mismo, porque Vallauris vendría a ser como la película El día de la marmota (para quién no la vio, Bill Murray se despierta todas las mañanas y revive siempre el mismo día).
Hemos descubierto otra cosa en los viajes. La gente te habla en su idioma natal, entiendas o no. Les importa tres carajos. Así que desde hace unos días, nosotras decidimos hacer lo mismo. No nos importa en qué idioma nos hablen, nosotras respondemos je ne parle pas français, sólo español.
Total, que igual nos entendemos. Además, nos dimos cuenta, que de tanto intentar otras lenguas, comenzamos a hablarlas cada vez peor. Si nuestro inglés hasta hace unos meses era decente, hoy tiene un tono francés mezclado con alemán y bien a lo bruto argentino.Ya no nos preocupamos por pronunciar bien, si total acá hasta hablan francés como el orto!
No llores por mí Argentina, quedate tranquila que volvemos a casa! Decididamente Francia no es nuestro lugar en el mundo.




domingo, 10 de agosto de 2014

Manifiesto costumbrista

Y acá seguimos. Yo, mi otro yo, y el otro yo de mi otro yo. Trabajando como arado, de sol a sol, aún cuando los únicos arados que hemos visto no aran... Ni trabajan.
Soysola está empezando a querer cosas de nuevo. Hacía mucho que no quería nada, porque ni tiempo para eso tenía. Además se da cuenta, cosa que le preocupa bastante, que está empezando a hablar en tercera persona, como Diego Armando. Y es porque tiene el cerebro quemado, como el Diez.
Pero nosotras sí somos Dios. Hicimos 23 esculturas en 25 días. Deberíamos entrar en el Libro Guiness de los Récords...pero no, porque tres de esas 23, se rompieron, y no damos con el número solicitado, que no corresponde a un abonado en servicio. Así que hoy andamos bizcochando (para los neófitos en la materia, quiere decir la primera horneada de las esculturas) y esperemos que los 20 estemos bien y en el refugio.
No vamos a hablar de las Fête Picasso, des Paysan y de la Poterie, porque este año fueron bastante pobretonas y no hicimos mucho por el cansancio que nos acontece. Es más, hoy mientras nos teñíamos el pelo, y escuchábamos la algarabía de la gente en las calles, decidimos salir a mezclarnos entre las multitudes (llámese multitudes a unas 500 personas). Pero apenas abrimos la puerta de la calle, escuchamos : Alors, bon soir et vous voir l´année prochain!! Buenas noches y nos vemos el año que viene!! O algo así, porque pasan los días y seguimos como cuando vinimos de España, sin entender nada. Así estamos, un poco desfasadas de horario y de sentido de la oportunidad. Sólo nos falta ir a la playa cuando llueve, y cantamos bingo.
Lo único decente de contar, es habernos encontrado cara a cara, como ya dije en otro lado, con el yo de nuestros otros yos, y resultarnos absolutamente insoportable. Se pide a la población amiga, enemiga y conocida circunstancialmente, que ante la sola sospecha de la presencia de la susodicha, tengan a bien, darle con un garrote en la cabeza.
Siendo las 2 a.m y en medio del silencio que gracias a Buda, reina en el pueblo, tras una noche de serenata bajo la ventana, de los choborras del pueblo, podemos proceder a los pedidos, antes de irnos a dormir.
Queremos irnos ya a los campos de lavandas y que no haya ni una avispa. Queremos que las avispas que abundan en esta zona, no se la agarren con nosotras porque somos alérgicas a las picaduras.
Queremos dejar de soñar con nuestros ex´s, porque después nos despertamos teniéndoles compasión y cariño, cuando en realidad todavía los seguimos odiando.
Queremos que Francia deje de hacer la patisserie que hace, porque si no, volveremos rodando y con millones de kilos extra. También queremos que algunos habitantes dejen de oler a chivo, siendo que viven en el país de los perfumes y el vino rosé. Si no te vas a perfumar, por lo menos olé a vino.
Queremos paz y amor, y esculturas sin rajaduras.
Queremos volver caminando para atrás, el camino recorrido, y volverlo a andar por la misma senda.
Queremos que no nos aparezca ningún otro yo, porque con los que ya tenemos no damos abasto.
Queremos tener un metro cuadrado de terreno frente al Mediterráneo, para poner una silla y sentarnos todo el día a mirarlo.
Queremos volver siendo otras, y si así no lo hiciésemos que Dios y la Patria nos lo demanden.

lunes, 28 de julio de 2014

Lecciones de francés con Soysola

Y henos aquí, las tres, yo, mi otro yo y el yo de mi otro yo. Hemos vuelto y seremos millones.
Nuestra casa ahora se llama Vallauris. Somos franco-argentinas aunque nuestro francés se ha deteriorado notablemente en estos últimos dos años. Volvimos a ser el bicho raro del pueblo. Lo extrañábamos.
¡Oh Vallauris, Vallauris! ¡Cuánta falta nos hacía encontrarnos con la mugre de tus callecitas angostas, los cuatrocientos perros por habitante, la mala onda de los árabes y caboverdianos, el aroma a chivo cada dos pasos…!¡Oh Vallauris, Vallauris! Tus cucarachas son las más grandes que ví en mi vida, y tus mosquitos se enamoraron de mí. ¿Qué más puedo pedir?
Me preguntan porqué no escribo. Nuestra rutina en estos quince días, ha sido, de casa al supermercado, del supermercado al taller, del taller a casa, de casa a la cama. Bueno, la cama está en la casa.
Mis conversaciones han sido: bonjour madame, bonjour monsieur, est ce que je peux…y la oración queda ahí sin completar, porque no sabemos cómo se sigue, ah! y café cremme decafeiné s´il vous plait.  Así y todo nos las arreglamos para comprar una tarjeta SIM para el celular y un módem para la compu. Ya que estamos, agradecemos a nuestra amiga Victoria, que nos hizo de intérprete cuando el módem dejó de funcionar. No es que haya solucionado mucho, pero por lo menos la mina del negocio supo que yo tenía mi propio Chapulín Colorado para defenderme.
Lo que se ha desarrollado notablemente en nosotras, es nuestra capacidad para inventar un nuevo lenguaje de señas franco-argento-inglés. Dado que sólo entendemos medio pito de lo que nos hablan, nuestras frases con la chica de Bouygues Telecom (léase Buig), pasaron a ser algo así: Bonjour madame, c´est coso ne marche pas (gesto de degollar un cuello). ¿Et bon, qué hacemos?(montoncito con los dedos juntos, y cara de fastidio al mismo tiempo, funciona a la perfección) Tras la cara de desconcierto de la mujer, comenzamos a hablar en inglés. Ella nos entiende perfectamente, pero nos sigue contestando en francés. Imposible repetir sus palabras. No porque me haya insultado, sino porque sigo sin tener la más puta idea de qué me dijo.
(Palmas para arriba con brazos semi extendidos) ¡Je intenté recharger veinte veces esto, avec le computer, et ne me permite pas! Still doesn´t work! ¡Eh! Miré avec votre yeux (señalando la pantalla).
Esta situación se repitió durante una semana.
Salma, así bauticé a la chica, con la mejor onda, llamando a Buig Telecom para ver porqué joraca no me dejaba recargar online, terminó sabiendo mi nombre, apellido y mi número de tarjeta de crédito de memoria. Espero que no lo use en mi contra.
Solucionado el tema módem, nuestro nuevo problema era recargar el celular con una clave que te dan. Llamás al 630 y te va diciendo los pasos a seguir…si entendés francés! Nosotras, sólo entendimos: si quiere recharger con la carte bleu  (me llevó días entender que era la tarjeta de crédito) marque 1, si quiere recharger avec el papelito, marque 2. Y nosotras marcábamos dos. Después, que sea lo que Dios quiera. No sabemos a qué número le recargamos, ni cuánto tiempo tengo para navegar o llamar por teléfono. Obviamente no puedo llamar al exterior, así que tengo como 40 euros cargados al pedo.
Terminado el tema conexiones.
Pasemos a los vecinos. Mi ventana da a la Rue des Grands Horts, obviamente. No podía ser de otra manera. Al lado de ella, hay una mezquita, que da la onda cueva de Alí Babá, y te cantan día y noche como los pastores evangelistas. Además, gritan mucho y con la nueva guerra en Medio Oriente, nuestra imaginación vuela, y el cerebro elucubra reuniones secretas de Hamás, planes de invasión a nuestro departamento, porque averiguaron que somos judías y toda paranoia posible dado los tiempos que corren.
Otro personaje es el señor que está parado, desde que me voy a la mañana, hasta que vuelvo a la noche, en la puerta del edificio de al lado. No, no es el portero. Eso no existe acá. Aunque sería un buen laburo para los tipos, que no hacen nada en todo el día.
El susodicho no me dice ni bonjour ni bonsoir. No me dice. Me ignora. Lo que es imposible de ignorar es su odeur de chèvre, u olor a chivo.
Pero he tenido una revelación importante en cuanto refiere a Francia y los franceses, y su fama de haber inventado el perfume para no bañarse. Es una falacia. Se bañan. Y lo hacen todos los días. Lo que pasa, es que el jabón no lava. Ya hemos pasado por varias marcas de jabón y geles para duchas, y ninguno te lava. Te pasás el jabón por el cuerpo, y no queda, es como si se resbalara. Y vos te fregás y fregás, y finalmente desistís, y te decís: ¡má sí, para que carajo me sigo bañando! Y de ahí la leyenda.
La experiencia en el Laverap local, fue algo especial. Día de lavar, te decís, y ahí marchás con sábanas, toallas, toallones, anche pantalones. Pero el lavadero es literalmente automático. No hay nadie para atenderte. Te atendés solo. Y sola estaba, hasta que llegó un señor. ¿Parlez vous anglais? No, me dice el tipo. Así que cargo mi lavarropas número 7 e intento imitar los pasos del hombre.  El único problema, es que no retengo instrucciones. Mi cerebro no está diseñado para eso. Me vino sin la parte de la memoria reciente, o tengo Alzheimer. Una de dos.
Con lo cuál, mi lavarropas terminó haciendo un lavado completo con centrifugado y todo, pero sin el jabón en polvo pertinente. Me fui hasta el taller de Sandrine, la hice hablar con el número de emergencia del lavadero, y me anotó las instrucciones, cuál madre a un hijo bobo, en un papelito. Y hacia allí marché nuevamente. Esta vez puse el jabón.
Y así, las tres nos vamos arreglando en Francia…nuestra ropa tiene olor a jabón inodoro, no sabemos qué comemos porque no entendemos el menú ni al mozo, compramos artículos de limpieza para limpiar vaya a saber qué, porque no sabemos lo que dice la etiqueta …y así todo. Pero resistimos estóicas.
La formule. Viene a ser entrada, plato y postre, más agua. Así que ya engordamos un tanto porque ¿quién se niega a una formule con patisserié francesa?
Se come raro en Francia. Para mí que la famosa cocina francesa la inventamos nosotros, los argentinos. Como el dulce de leche , el bondi y la birome Bic.¿Qué haría el mundo sin nosotros?
Lástima que el 95% de la población mundial, no tiene idea dónde carajo queda Argentina, que si no, seríamos una potencia.
Au revoire, me voy a dormir con la misión cumplida.¡Vive la France! ¡Vive el asado y la parrillada entera!¡Cómo te extraño hermano, como te extraño, hic! (el hic, leáse en francés)

viernes, 18 de julio de 2014

Odisea Trenitalia, Misión Ventimiglia/Vallauris

Y la Unión Obrera Ferroviara ha llegado a Italia. Ahora se entiende de dónde sacan las ideas los compañeros cuando te hacen paros sorpresivos.
Domingo 13 no te cases ni te entrenes (subirse a un tren), dice el refrán y era cierto nomás.
Partimos de Milán, yo y todos mis yos, ya sabiendo que había huelga de trabajadores ferroviarios en tutti l´Italia, pero habiendo confirmado la salida de nuestra locomotora. Non avutto dei problema, signora, quédese tranquila que salimos. Listo el Pollo Sobrero, me dije, y me subí a la carrozza número 2, asiento 55.
Compartimiento con familia ensamblada inglesa, ella china, él british y las chicas no entendí muy bien cuál era de cada uno. Pero muy educados y amables, y nos dormimos todos.
Primera parada del tren lechero, Génova. Hay que saber que no existe tren directo a Francia desde Milán, sin pasar por cuanto pueblito del orto haya.
Prosigo. Llegamos a Génova, y nos despertamos. A los tres minutos, empiezo a percibir un raro silencio, pero cansada como hormiga obrera, decido darme vuelta y seguir durmiendo.
Pasa el guarda del tren, nos mira, y como si supiese que no hablamos italiano nos dice: dovranno scendere dal treno perché sta guidando uno sciopero e hanno deciso di concludere il nostro viaggio a Génova.
¿Lo qué? le contesto yo. Scendere, scendere , me hacía con la mano el tipo. Los ingleses me miraban desorbitados. ¿Que nos tenemos que bajar del tren? pregunto. Si, me responde. ¿Y a dónde querés que vaya? le digo. Non lo so, me contesta, ma questo trenno no va más.
Los británicos me preguntan qué está pasando, y les cuento.¿Y a dónde vamos? me preguntan. No sé, pero hay que bajar, contesto. Bueno, nosotros te seguimos a vos, ¿no John? dice la mina. Y ahí, me hice de una nueva familia.
Les recuerdo a todos, que mis valijas pesaban tanto como Charles Atlas después de crear el método del mismo nombre. Bajo del trenno, con sendas escaleras y me voy hasta la boletería a ver qué corno tenía que hacer. Intercepto un huelguista y lo increpo: decime bo, ¿qué merda hago yo ahora con questo biglietto?¿Tengo que comprar otro o con éste puedo seguir? Quise suponer que lo que me estaba respondiendo era algo así como: tu boleto todavía sirve, si es que podés subirte a algún tren, je, je.
Mi familia putativa, seguía pegada a mí como sopapa.¡Síganme los buenos! les digo. Hay un tren que sale a Ventimiglia a las 17.43, del andén 11. Y allí partimos los cinco, cargando yo, mi Samsonite de 348 kgs y un bolso de 67, decidida a deshacerme de mis otros yos, que no ayudan con las valijas. Para ir al andén 11, ya habíamos bajado y subido escaleras. Llegamos. 3000 personas para saltar al Sarmiento. Pasada media hora de espera, escucho que un flaco viene y le dice a los suyos: cambiaron de andén, ahora sale del 17. Y ahí van, todos en fila india a dicha plataforma. Los ingleses, me pedían subtítulos. Les digo, come on, let´s go, no queda otra. Vuelta a bajar del 11 para subir al 17…con equipaje.  Mientras esperamos en el andén, viene otro tipo y le dice a su mujer: parece que cancelaron este tren y el de las 19hs. Así que sólo nos quedaba el de las 18.55, a mí, a la familia Ingalls, y a los otros 2995 pasajeros. Nos dirigimos al binario (andén) 14, y a los empujones nos subimos al tren, yo, mis otros yos y el cortejo real. Nos sentamos, cuál siameses sin separar, y en menos de lo que canta un gallo, viene otro guarda y nos dice: non salimos niente. Bájense porque ahora el tren sale del andén 20. Incrédulos, nos miramos todos, y nos bajamos a las puteadas. ¡Va fanculo!¡Porca miseria!¡Cazzo! ¡Attaccante di merda! mientras corríamos como en Carrozas de Fuego, hacia el andén número 20. Me separo de mi nueva familia, esperando no volverlos a ver más, porque ya bastante tenía conmigo misma , las valijas y mis fantasmas, como para bancar más peso. Me subo como puedo, o sea, empujando y pidiendo ¡permesso, scusate, muoversi per lo sfondo madonna santa! ¿No va y que me toca en el vagón una división de adolescentes en vacaciones a Cannes con su profesora de francés? ¡Mamma mia! ¡Y no está Meryl Streep para cantarme! Mis otros 500 compañeros de vagón, eran unos yanquis, un sudafricano, chinos, alemanes, francoárabes y una pareja de viejitos italianos, dignos de una película de Campanella.
La cuestión, es que siendo la única multilingüe, de pronto me convertí en traductora oficial del Intercity 2894 con destino a Ventimiglia. ¿Dove sei lei? ¿Argentina? Si, contestaba yo en italiano. ¡Oggi la partita!! ¡La finale! ¡Argentina, Argentina! gritaban las tanitas.¡ Aspeta que llamo a mi mamá para ver cómo va el partido! Y así me fui enterando de cómo nos garcaban los deutche welle. El sudafricano cada dos minutos me preguntaba ¿qué dicen?¿qué dicen? No sólo qué decían las chicas, sino qué decían por los altoparlantes. Las niñas decían adolescentadas, y los parlantes nos iban avisando que en cada estación deberíamos parar por lo menos 45 minutos, por problemas de huelga y de locomotora. ¡Ha  morto il trenno!¡Viva il trenno! En una hora viene el reemplazo. Finalmente, previo Rivotril en boca, partimos a las 21.30 de la estación de Savona. Obviamente ya todos habíamos perdido la conexión de Ventimiglia a Francia.
Volvamos al sudafricano. Una vez que el sublingual empezó a hacerme efecto, decidí tomarme todo con alegría. Y me puse a conversar con el susodicho. He aquí su historia. Iba a Antibes a reencontrarse con una vieja novia. Hacía 15 años tenían que verse en Antibes, y él llegó tarde. Ella se fue, y meses después se casó con otro. Quince años más tarde, seguramente por el Facebook (tanto no indagué) se reencontraron, y ambos estaban solteros.¿Qué decidieron hacer? ¡Encontrarse en Antibes! Eeeapepé!! ¡¡Y él llegaba tarde de nuevo!! Los dos nos encomendamos al maquinista, y suplicábamos que el tipo pudiese llegar antes que la mina se le vuelva a ir. Arribamos finalmente a la frontera, y nos comunican que la municipalidad había puesto micros para aquellos que teníamos que cruzar a Francia. Pero, nos llevaban hasta Niza. Como si fuesen argentinos, todos se abalanzaron sobre los buses, y oh sorpresa! me encuentro a mi familia postiza! Ahora no sólo los tenía a ellos, sino que tenía uno más . Como el señor ,del cuál nunca supe el nombre, pero yo bauticé Mandela, no tenía más que una mochila, no lo dejaban subir al micro. Prioridad, los que teníamos valijas. Así que Santa Elizabeth de todos los Turistas, le dijo: vos quedate al lado mío, que yo les digo que sos mi marido. En cuanto el chofer empezó a las puteadas porque había mucha gente en el micro, yo le grito, bajame las mías valissas que me voy en el siguiente. ¿Cuántos lugares necesita? Seis le digo: cuatro para la mia sorella y su familia, y dos para nosotros: il mio marido y yo. Y ahí subimos los seis rumbo a Niza.
Bajamos todos en la estación, obviamente cerrada, y mi hermana con su prole se dirigió a Montecarlo, y mi pseudo marido y yo, comenzamos a buscar hotel, a las 2 de la mañana. Vale aclarar, que finalmente él se fue a un hotel barato y yo terminé pagando un huevo por no tener horas de entrenamiento en un gym y no poder siquiera arrastar la valija con rueditas.
Para otra ocasión será el relato del conductor del autobús, que en plena madrugada no sabía el camino. Y estábamos en camino de cornisa….
No llores por mí Argentina, que estoy en Italia y es lo mismo que estar en casa!
Vallauris here I come.

domingo, 13 de julio de 2014

Porca miseria

Soysola llegó a Italia dejándo atrás Múnich y su appfel strudel, al que va a extrañar profundamente.
Sonno arrivata a Venecia, luego de un viaje de 6 horas en tren, con unos compañeros de compartimiento yanquis, simpatiquísimo él y muy correcta la mujer, que no me miraba ni con malos, ni con buenos ojos. No me miraba directamente. Las chicas, divinas. Él se la pasó hablándome cinco de las seis horas, haciéndome recordar a mi ex suegro, que en paz descanse.
Nuestros pasajes llegaban sólo hasta Mestre, y como buena argentina vieja nomás que soy, conseguí que el guarda nos dejara bajar en Santa Lucía, ahorrándome €15 yo, y ellos €60, con lo que me convertí en la nueva Evita Perón de los americanos.
Salgo de la estación, y mi gps del celular no funcaba. ¿Hacia dónde vamos? Me pregunto asustada. Voy hasta donde venden los tickets de escape, y le digo en mi mejor italiano a la mina: ¿taxi?
¿Taxi? se me caga de risa. ¿Dove ves un taxi acá vos? Bueno, digo yo, un vaporetto o como se llame!
¿Cuál me deja en San Marco? El número uno, a la izquierda por favor. Grazie mille! que vendría a ser como el abrepuertas a la menor cara de culo de los tantos.
Cargada cuál camello en el desierto, me subo al vaporetto onda el sesenta, que para cada dos cuadras. Como es costumbre en nosotras, cuando no conocemos una ciudad, o sea nunca, le vamos preguntando al que corta los boletos : ¿en qué parada me tengo que bajar? ¿En San Marco Vallaresso o en la otra San Marco?¡ En San Marco! me contestaba el tipo ya con cara de pocos amigos. Si, ya sé, respondo, pero ¿en Vallaresso o en San Marco Zaccaria? Respuesta : ¡Signora, te l´avevo detto mille de veces, en San Marrrcooo!! Ma si! Va fanculo, casi le digo, pero me callé la boca.
Me bajé en la que supuse era mi Juramento y O´Higgins. Siguiendo mi instinto de supervivencia, me dije, si en media hora no encuentro el hotel, pasaré la noche dando vueltas por Venecia hasta que termine llorando sentada en alguna góndola. Sin mapa, sin gps, y sin saber para qué lado quedaba mi hotel, empecé a caminar, con cuarenta y cinco kilos a cuestas, más mi gordura. En tres cuadras aprendí que ningún veneciano es de Venecia, porque no tienen idea en qué calle están parados, ni cuál es la de la esquina. Io no lo so, no sonno di qui!! es la más común de las respuestas. ¿Y de dónde carajo sos si hablás en italiano y estás atendiendo un negocio de souvenirs? tenés ganas de preguntarle, pero te contenés porque no querés hacerte enemigos si suponés que vas a pasar la noche yirando en esas callecitas oscuras.
Pero el Papa Francesco existe y hace milagros. A los pocos minutos, sin indicaciones locales, encontré el hotel. Dato para viajeros a los que les falta la neurona del sentido de la orientación: vayan a Venecia que como es un laberinto, te perdés pero no vas a ningún lado. De la isla no salís, eso seguro. Siempre encontrás el camino a casa, como Hansel y Gretel. ¡Hasta terminé dándole indicaciones a otros turistas!¡ Tomá pa vos! Es muy fácil ubicarse. Llegás a Prada, doblás en Louis Vuitton, seguís hasta Gucci, pasás por Missoni, doblás a la izquierda donde está Ferragamo y terminás en
 Piazza San Marco.
Ranking de ciudades preferidas en este viaje: Praga 2- Viena 0. Venecia 1- Milán 0. Budapest 1- Múnich 1. Empate.
Dejamos la bella ciudad de los gondolieris y el turismo, y nos dirijimos a Milán, a perdernos nuevamente con gps y mapa, en la capital de la moda.
Los milaneses están buenísimos, las milanesas no. Mucho huevo y mucha harina. Las odiás porque están siempre bien vestidas con ropa y zapatos italianos. Te sentís un lechón salido de La Salada. Paseo obligado Il Duomo, y Alla Scala de Milán. 
Si en el Caribe creíste que los brasileños eran plaga, no te cuento los rusos y los japoneses. Se reproducen como esporas. Y los rusos no son lo más educados que conocí en la vida.
En la Scala, me pasaron doscientos por encima, para adelantarse en la fila, cosa que por un lado agradecí el que me vieran tan flaquita y no notaran mi presencia, y por otro lado los puteé en castellano más de una vez, como si les estuviese diciendo "spasiva".
La cuestión es que los señores no sólo me enervaron a mí, sino que a uno de los guardianes de la sala, que se cansó de decirles: ho detto que senza flash signores, gritaba cada dos segundos. Y los rusos con su mejor cara de "no te entiendo" seguían haciéndose los dolobus. Tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe…Y el hombre se rompió: ¡Porca miseria! decía a viva voz, para quienes quisieran escucharlo. ¡Porca miseria questo turisti!! Y yo le decía: ¡te banco a muerte te banco!
Cuatro días en Milán es mucho, si no tenés guita para comprarte todo. Para unas compradoras compulsivas como yo y mis otros yos, es casi una cámara de tortura de la época de la Inquisición. No te alcanzaría con vender cuatrocientas esculturas para comprarte un cinturón de plástico.
Fuimos a Génova. Único lugar en Europa que conseguí comprar un tollón. Ahora se entiende el chivo eau de toilette en las calles.
Saludamos a Colon y su hijo Cristobalito, y el sábado embusamos (salida en bus) al Lago di Como en búsqueda de nuestro Shorshhh. No fui la única. Nosotras, como Pancho por su casa, pero las chicas en el barquito estaban como locas, buscando la casa de mi novio que no sabe todavía que es mi novio. Se casa con Sherezade, así le va a ir….Todas maquilladas, bien vestidas, anche io. O por lo menos anque io no tan fashionista,  con rimmel y delineador. Si me va a rechazar, que me rechace con los calzones puestos. Llegamos. Te digo que G es bastante modesto a la hora de elegir casa para que vivamos juntos. Le vi nada más que veinticinco ventanas, con lo que auguro que no me entra la ropa en los vestidores. Toqué timbre, y me presenté: vengo a buscar a George que está esperándome desde hace diez años, pero recién hoy pude encontrar un ratito para venir a verlo. Pase, pase, me dice Alfred, el mayordomo. Siga derecho por ése pasillo, baje al subsuelo, pase por la cueva de Batman, cuando vea el Batimóvil, doble a la izquierda, vaya hasta al fondo a la derecha, entre al batitoilette, siéntese, cague y espere a que la fuerza centrífuga del batiinodoro, haga su trabajo. Después, cuando encuentre la salida por las cañerías de desagüe, haga la cola con las demás tarúpidas como usted.
Un divino Alfred, super correcto y educado. Cuando lo vea a George, me tengo que acordar de decirle que lo despida. Cabizbaja y rechazada por el mismísimo mayordomo de mi amado, decidí dejarlo que se arruine la vida, casándose con esa pendeja , que parece Michael Jackson resucitado, y que cuando él cumpla los sesenta, lo va a dejar por uno de cuarenta, llevándose media fortuna. Jodéte Clooney, mucho Ocean 11, 12, 13 pero poca calle. ¡No tenés idea lo que es bueno! ¡Yo, en vez de hacerte gastar, te hubiese ahorrado los € 15 del trayecto Mestre/Santa Lucía! Me quedo con mi chico, que es mucho más lindo, bueno y amoroso que vos!
Más allá de este pequeño episodio, Como y Bellagio son hermosas, y definitivamente es mi lugar en el mundo. Ya vimos un par de lugares donde poner el taller.
Ahora, en marcha a Vallauris, que se terminó la joda. ¡A laburar se ha dicho! Saco chip italiano, y pongo uno en francés/inglés.
Cambio y fuera, porca miseria!!


sábado, 5 de julio de 2014

Schnitzel mit gurken (o algo incomible)

Soysola viajera anda con problemas de sentido de la orientación. Último día en Viena y fui a ver las cosas que me faltaban, cuál maratón de Ñuyork en alpargatas.
Lluvia. Y la lluvia no es buena consejera, eso dicen las viejas. Para ir a ver la catedral que según mi mapa estaba a tres cuadras, recorrí novecientos ochenta y cinco metros, que no son lo mismo que trescientos. Ya sabemos que acá y en toda Europa, las calles pueden tener cien, como quinientos metros cada una. Pero el problema no fue a la ida, sino a la vuelta. Soysola es caprichosa y se dijo, esto es una papa, vuelvo sin mapa, total, es encontrar la paralela y llegar al hotel. No creo necesario decir a esta altura, que caminé durante cuarenta y cinco minutos en círculo, hasta que encontré mi strasse. Odié Viena y sus salchichas. No vi ningún ganso volando sobre la ciudad, según la mitología arbiseriana.
Sissi la emperatriz no era tan querida como nos hizo creer Romy Schneider y lo único memorable que me llevo de Vienissima de Tres Cruces, son los cuadros de Egon Schiele y Gustav Klimt. 
Partimos hacia Múnich todos mis yos y yo, dubitativas ante la elección del destino, por obvias razones siendo hija de un sobreviviente del Holocausto. Pero hete aquí que llegando a Baviera, descubrimos no sin cierto estupor, que la ciudad nos gustaba más que la Sachertorte.
Tomamos un taxi y haciéndome la canchera le digo en yiddish alemanizado por la intención que pongo en el acento: Herzog-Willhem Strasse ajtundtzvontzik (calle fulanito de tal número 28). El hombre se me queda mirando y mueve la cabeza de un lado al otro, como negando y dice: oy, oy, oy…oy, oy, oy (parecido al oy vey de mi tía Raquel). Al toque le digo en inglés: ¿nou? Nain me dice. ¿Cómo nain? respondo. Y ahí me doy cuenta, es la misma raza taxista universalizada.
Llegamos al hotel que quedaba casi casi ahí a la vuelta, muy oronda hago el check in y subo a la habitación. Muy moderno todo, pero sin frigobar ni teléfono. Bajo a quejarme y por respuesta obtengo: todas las habitaciones son iguales, no por nada somos el hotel más barato de Múnich. ¡Barato para vos que vivís en euros! mascullo para adentro, y respondo:¿y si tengo una emergencia en la mitad de la noche cómo llamo? ¿Chasqueando los dedos? A lo que me responden: auschglanstudtelefon mit spretzls. O eso es lo que entendí.
Al día siguiente nos arriesgamos a la aventura de tomar subtes y trenes en Alemania, para volver a Austria porque nos quedamos con ganas de conocer Salzburgo. De ida fue fácil. 
Salzburgo es donde vivían Julie Andrews y Christopher Plummer, o La novicia rebelde y los Von Trapp. Así como te lo muestran en la película, así es. Salvo que para ir a girar como hacía María, en los verdes prados, primero tenés que sacar los bofes subiendo y bajando colinas.
Volvemos contentas de Salzburg, con la convicción de que ya teníamos junada la vuelta. ¡Hier können Sie sehen wollen! O ¡acá te quiero ver! Nos quedamos dormidas, porque nosotras somos como los bebés, sólo te dormimos si nos acunan de alguna manera, y nos pasamos de parada. La cuestión, para resumir, es que casi me pongo a llorar en el medio de la estación de trenes-subtes, porque andá a adivinar en los carteles escritos en alemán en dónde corno estás. Son todos nazis me digo, hacen esto a propósito. Escucho hablar en inglés y me abalanzo sobre ellos con cara de carnero degollado, y lloriqueo, estoy perdidísima! Nosotros también me responden muy cordialmente. Por suerte uno de los señores era un GPS humano y me empuja literalmente adentro del tren que estaba por salir. A lo lejos escucho que me grita: bajate en Marienplatz y ahí buscá la combinación de subtes para llegar a Sendlinger Tor!¡ Suerte y ojalá llegues a destino! Con esa voz de aliento no me quedaba más remedio que rezar que no me estuviesen llevando a un campo de concentración. Llegué sana y salva, puteando bajito, porque no quería interrumpir el partido Alemania-Francia.
Me siento a comer en la única mesa que quedaba libre, para cuatro, en todo Múnich, y como sobraban tres lugares y nadie te pregunta, se me sientan Schwarzenegger, antes de los anabólicos y señora, con el hijo que tenía pinta de complejo de Edipo. Viene la moza, y da por sentado que estábamos los cuatro juntos, aún cuando ellos le hablaban en alemán y yo en inglés. Señoras/es, cuando estén en un país donde no entienden un joraca, copien como monos lo que hacen los nativos. Si ellos piden caca, ustedes también. Bueno, no es lo que nosotras hicimos. Ellos se pidieron una magra sopa y un plato de vaya a saber qué cosa, que tenía una pinta magnífica, y yo un kleine carne de no sé qué con una pelota de miga de pan, inmunda, bañada en una salsa que vaya a saber qué con mermelada y una ensalada al costado. Menos mal que vino la ensalada. Lo demás era incomible. Pido la cuenta, y la moza nazi  me trae un ticket. € 68,30. Imaginate mi cara. ¿Esta mierda y me cobrás 68,30 euros? le pregunto. Cuando leo detalladamente la cuenta, veo que me esta cobrando las novecientas cervezas y los seis platos de comida de la familia Schwarzenegger. Niet! le escupo en la cara, a mi con avivadas no, eh! Yo te pago esta carne del orto y mi agua sin gas! Mientras, los germanoparlantes, se hacían los boludos. Pago finalmente, y ahí me dicen: ¿pagó lo suyo no? Ia, andá a la puten que te parió, les digo con mi mejor sonrisa y acento alemán. Total, mañana ya nos vamos y andá a cantarle a Gardel.
Domani a Venecia a perderme por los canales. Menos mal que sé nadar un poco.


martes, 1 de julio de 2014

Somo todas Sissi emperatriz.

Llegamos a Budapest mis otros yo y yo, y si pensábamos que el checo era difícil, no te cuento el húngaro. Debe ser una mezcla de mongol, sánscrito y ruso de los Urales. No pude ni siquiera aprender a decir hola. La gente, amable. Los taxistas, ursos de dos metros y medio de diámetro por cuatro de alto. Meten un poco de miedo, sólo hasta que los conocés. Después meten miedo igual, pero con más simpatía.
Durante años pagaste clases de inglés, para llegar a esta parte de Europa y empezar a hablar con acento alemán. ¡Perdón Miss Any!
Si en República Checa todo te parecía caro por los números que manejan, en Hungría la inflación debe ser del 347% mensual, porque todo cuesta de 2500 para arriba. Los miles de florines se te escurren como agua sucia del Riachuelo entre los dedos.
Bella Buda y bella Pest. Si hablaran en castellano, nos podríamos quedar a vivir acá. Si los carteles de las calles estuviesen escritos en español, también. Sólo me entendí con un policía que me daba indicaciones en húngaro y yo le respondía en castellano. Tuve un dejà vu de una vez que entré a la oficina de mi viejo y estaba discutiendo en yiddish con un chino.
Vamos a la estación de trenes Keleti, que no sabemos qué quiere decir. Por las dudas a cuanto húngaro se nos acerca a ofrecernos algo, le decimos que no. Pero (siempre hay un pero) a mí me toca uno que me pregunta ¿usted tiene ticket de primera clase? Yes, le digo con acento húngaro. Venga conmigo. Y me lleva a la sala VIP de la estación. Divinor total. El  budapestino se va, y vuelve a la hora de entrenarse (léase tomarse el tren). Se lleva la valija y la sube al vagón. Yo feliz de no tener que convertirme en fisicoculturista para levantar mi equipaje. Saco 500 florines de propina (25 pesos argentinos) y me dice: No, eso es poco para mí. Mínimo 1000. ¡Otra que un trapito!
Tren lechero hasta Viena y van…La odisea fue salir de la estación, una pareja de irlandeses y otra de canadienses, decidieron confiar en mi poco sentido de la orientación. Por supuesto, en vez de en la salida de taxis, aparecimos en el andén contrario como si nos volviésemos a Budapest.
Tras media hora de yirar, y preguntarle a los vieneses que tienen cara de masita pasada de fecha, cómo salir de ahí, milagrosamente lo logramos. Y acá volvemos al problema universal. Los taxistas. Llegué a la conclusión de que el gremio de los taxistas está expandido por el mundo entero y más que bien asesorados por el hijo de Moyano. Todos putean, todos corren y frenan de golpe, todos manejan como el culo, y todos te pasean un poco por las dudas. O sea, como en casa.
Si en Buenos Aires no podía levantarme antes de las 10 a.m, no sé cómo hago para estar despierta acá alas 7 de la mañana. Hay que aprovechar ¿vistess?
Como no está mi psiquiatra por estos pagos, me encaminé a la casa del Dr. Sigmund Freud a ver si me daba una sesioncita, a preguntarle si parte de mi mambo con el cuerpo viene de la Emperatriz Elizabeth, alias Sissi. No, andaba ocupado interpretando los sueños de los ángelitos.
Palacio va, palacio viene, y si vuelvo a escuchar un vals de nuevo en mi vida, juro que me explotan los ovarios. O para ponerlo de una manera fina: tengo los valses llenos de ovarios.
Así que procedamos a los pedidos de viajera frecuente.
Quiero que no me mientan más, el Danubio no es azul, es un verde lechoso inmundo.
Quiero volver a idealizar a Sisi emperatriz, ahora que sé que era anoréxica, flor de turra y egoísta. Sáquenme los genes de los Habsburgo, o dénme el cuerpo de Sisi/Nono.
Quiero que se levanten todos los muertos de la cripta de los Capuchinos, y salgan a asustar a los que vienen a visitarlos.
Quiero que la Zächertorte tenga dulce de leche en vez de esa mermelada inmunda.
Quiero un café vienés descafeinado y un strudel de manzana que no engorde.
Y por último quiero encontrarme a la familia Von Trapp y que me canten Edelweiss.
Dank inhern sher por su atención y Auf Wiedersehen, goodbye.