miércoles, 19 de noviembre de 2014

Pedir no cuesta nada

El otro día quería uno, dos y tres, y hoy para no ser menos quiero cuatro, quiero cinco y quiero seis.
De pedigüeña nomás que soy. No es que me falte nada, más bien me sobra. Me sobra grasa, cansancio, dolor de cuello, de cintura, años, canas, y unas ganas tremendas de irme a la mismísima mierda.
Ah! Y me sobra mucho, pero mucho pesimismo.
Quiero ser una Chica Superpoderosa, Bellota o alguna otra fruta seca, menos una pasa de uva, porque me parecería a mi misma dentro de un par de añitos.
Quiero ser Jessica Rabbit en contraposición a la pasa rubia de la línea de arriba.
Quiero un rascador de espalda que tenga bien hecha la manicura, para rascarme de arriba abajo, o mejor dicho de dorso a dorso, que vendría a ser de punta a punta y a lo ancho de mi pectoral de atrás.
Quiero El Grito de Munch, porque mi garganta está un poco cansada a esta altura del año, de gritar boludeces a los cuatro vientos.
Quiero pavimento para todos y empedrado para Pedro y Wilma Picapiedras.
Quiero diez cabritos en una montaña. No sé para qué los quiero, ni siquiera me gusta el queso de cabra.
Quiero ser un pez, para tocar mi nariz en tu pecera, aunque dudo que las burbujas sean de amor, más me huele que son gases.
Quiero el mundo entero para recorrerlo despacio y con tiempo, de Ushuaia al lado de enfrente del Estrecho de Bering, en territorio ruso, y poder decir spasiva con un gorro de piel en la cabeza, como Illya Kuriaky sin los Valderrama.
Quiero ser más consistente y menos voladora, porque mis pensamientos pesan más que lo que el aire puede levar sin ponerle un motor.
Quiero mis ojos anteriores de vuelta, porque estos que tengo no ven más que la realidad que quieren ver.
Quiero un changuito cargado de frustraciones, para dejarlo en la casa de otro, y decirle: una vez que la mercadería traspasó su puerta no tiene devolución.
Quiero un pasaporte al más allá, con o sin fecha de caducidad, para ir y venir cuando se me da la gana, decirles los amo, darles muchos besos y un abrazo eterno.
Quiero a Shorsh porque ya es costumbre, aunque también quiero a Mr. Downey Jr. que me va a dar la misma bola que me dieron Paul Newman, Robert Redford y De Niro en su momento. O sea….como Shorsh.
Quiero las manos de Camille Claudel, el parque de la casa de Rodin en París, y el monolito de Óbelix a quién ya me parezco.
Quiero a mis tres neuronas en fila, porque van a tomarnos asistencia y pretendo pasar de grado.
Quiero vivir la vida día a día y no que un día venga algún vivo a querer vivir la mía.
Quiero ser un ser no pensante por un rato, o como diría mi amado viejo, decime dónde está el switch así lo apago.
Quiero reencontrarme conmigo misma, esa que perdí en algún lado de tanto encontrar otras dentro mío.
Quiero subir las escaleras, peldaño a peldaño, hasta que me canse de andar, quiera volver atrás y ya no pueda.

sábado, 8 de noviembre de 2014

Pavimento sí, adoquines no

Hemos ganado premios, hemos perdido batallas, pero no todo está dicho en la senda del señor. Del señor juez, quiero decir, que deberá decidir si pavimentamos para todos y todas, la avenida Juramento. Así como el gobierno nacional no considera a los belgranenses ciudadanos, porque desde que nací he oído decir que Belgrano es un país, el señor Pro ha decidido incorporarlo al territorio de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Somos lo que D´Elía llama: los blancos de mierda. Eso sí, tenemos que aclarar que de unos años a esta parte, en el país de Belgrano tenemos bastante inmigración china, dominicana, africana, española, francesa, anche mexicana y colombiana, sin desmerecer a los hermanos bolivianos y paraguayos. O sea vendríamos a ser unos eurosudakachinos de mierda. Así que yo, como habitante de la Nación de Barrancas de Belgrano, exijo elecciones poco democráticas urgentes, para echar a los confines de la Concha de la Lora, a los anarquistas herejes, opositores a la re-pavimentación de la Avenida Juramento, que vendría a ser algo así como las oficinas gubernamentales de mis otros yos. Un adoquín un voto.
Mientras redactamos la nueva Constitución, al fondo del pasillo, los vecinos de la nación belgraniana, están festejando con antelación, nuestro día de la Independencia. Ya nos independizamos de Oscar (alias el ex portero usurpador), ahora nos toca hacerlo de la ONG (Onanistas No Garchamos) o Conservacionistas de los Adoquines Usados por Su Excelencia Don Juan Manuel de Rosas en el año 1850.
Presidente: Yo
Vice-Presidente: Mi otro yo
Secretaria: El yo de mi otro yo
Vocales: Yo III, Yo IV y Yo V
Queda constituída la Nación por obra y gracias de las múltiples personalidades aquí presentes, y decretamos:
Art.1: Juramento se pavimenta como corresponde.
Art.2: A quién se oponga, se le inoculará vía anal un adoquín untado en brea, para permitir su mejor deslizamiento dentro de la zona genital. Mano dura sí, tortura no.
Art.3: Los habitantes del nuevo país, tienen el derecho a festejar y manifestarse en las calles, de 12 a 13 hs, y dentro de sus casas de 21 a 22 hs. Si se extienden en el horario, deberán invitar a toda la plana mayor del gobierno. Si no, no vale.
Art.4: Los adoquines retirados, podrán ser usados también, para construir refugios anti-flatulencias de la población mayor incontinente.
Art.5: Podrán utilizarse dichos adoquines también, para tirárselos por la cabeza a los escupidores profesionales.
Art.6: Todavía no lo pensamos. Somos nuevas en esto.
Por consiguiente, proclamo a viva voz (porque los pendejos del B gritan y no me escucho a mí misma) el día 8 de Noviembre de 2014, Día de la Independencia Adoquinal.
¡Ha muerto el Rey!¡Que viva el Rey!
O algo así….



martes, 4 de noviembre de 2014

Cortito y al pie

Quiero uno, quiero dos y quiero tres.
Quiero la chancha, las veinte y la máquina de hacer chorizos.
Quiero darle margaritas a los chanchos, en retribución a los chori y los jamones.
Quiero el Enterprise y el Arca de Noé. La primera para irme a la Nebulosa de Orión, que está cerca de su cinturón y andamos necesitando contacto con la zona pelviana.
La segunda, para subir a los amigos , a la buena gente y dejar abajo a las cucarachas y todo bicho que camina y va a parar al asador.
Quiero un pasado que me condene, y un presente que me libere.
Quiero una foto en color sepia para guardarla en el fondo del corazón y mirarla cuando me sienta triste.
Quiero perderme en el olvido y olvidar lo que quería para poder arrancar de nuevo con todo lo que me había olvidado.
Quiero hacer borrón y cuenta nueva, para evitarme muchas malas decisiones. Quiero poder decidir sin la emoción a flor de piel, y deshojar un crisantemo para saber hacia dónde dirigir el amor.
Quiero el amor con manual de explicaciones y al hombre que lo sepa leer sin dificultades.
Quiero la complejidad de mi ser, y la simplicidad de la otra que llevo adentro y se niega a salir.
Quiero un país con menos hipócritas, empezando por los de arriba, y un pueblo más pensante que llegue a sus propias conclusiones sin aceptar a pie juntillas los discursos populistas y demagogos.
Quiero tener la aptitud de comunicar sin enredarme en mis propias palabras. Quiero tener la lengua más corta y los oídos más abiertos. Quiero saber escuchar sin decir lo sé todo.
Quiero aprender de mis errores para no seguir cometiéndolos. Pero antes debería querer. Sólo querer. Querer.Así de simple.