Hace mucho que no quiero, y esto de no querer nada se nos está haciendo costumbre. Una buena costumbre seguramente, porque no hay nada más lindo que no querer nada, necesitando de todo, a querer de todo, no necesitando nada.
Pero como yo no te soy de no querer, así que cuando quiero, quiero de verdad. Quiero esto y aquello, y también quiero a éste y al otro.
Quiero con el corazón en la mano, y un nudo en la garganta.
Quiero aunque no me quieras, porque me nace, de papanatas que soy, y sé que queriéndome a tu manera, no merecés ni una lágrima mía.
Quiero desandar este camino, para recorrer uno nuevo. Hasta aquí he llegado viva, pero desgarrada.
Quiero un hospital que cure heridas de amor, de locura y de muerte y resucite pasiones olvidadas.
Quiero la fiebre de un sábado por la noche, a la angina de un do de pecho por la mañana.
Quiero un sujeto con predicado, a un predicador sujeto con alfiler de gancho a su fe infinita.
Quiero el humor que perdí hace unos días en alguna parte de Belgrano, y que me lo devuelvan limpito, fresco y desodorizado.
Quiero cien cartuchos de tinta de calamar, a mil balas de goma de borrar.
Quiero el mundo en un pañuelo, a llorar a moco tendido. Quiero la verdad verdadera, a la mentira que es tu vida.
Quiero mi niñez, mi adolescencia y mi juventud atrapadas en una burbuja, a esta madurez que me pincha el globo.
Quiero cantar si su amor fue flor de un día, porque causa es siempre mía esta cruel preocupación.
Quiero enamorarme de mi sombra, y ser el fiel reflejo de Narciso en la laguna, para morir ahogada en tus mentiras, porque de tus verdades ya me desenamoré hace tiempo.
Quiero ser tu fruta prohibida, una hiedra venenosa, una yarará cuzú, un sapo de otro pozo, y hacer de tu vida una aventura, a una tierna y pacífica paloma blanca, que en cualquier momento te caga en la cabeza.
Quiero lo que quiero, como siempre. Quiero sin sentido, y sin razón aparente. Quiero con locura y descaradamente. Porque esto soy yo, un día así y el otro asá, clara y oscura, pero definitivamente esta.
Pero como yo no te soy de no querer, así que cuando quiero, quiero de verdad. Quiero esto y aquello, y también quiero a éste y al otro.
Quiero con el corazón en la mano, y un nudo en la garganta.
Quiero aunque no me quieras, porque me nace, de papanatas que soy, y sé que queriéndome a tu manera, no merecés ni una lágrima mía.
Quiero desandar este camino, para recorrer uno nuevo. Hasta aquí he llegado viva, pero desgarrada.
Quiero un hospital que cure heridas de amor, de locura y de muerte y resucite pasiones olvidadas.
Quiero la fiebre de un sábado por la noche, a la angina de un do de pecho por la mañana.
Quiero un sujeto con predicado, a un predicador sujeto con alfiler de gancho a su fe infinita.
Quiero el humor que perdí hace unos días en alguna parte de Belgrano, y que me lo devuelvan limpito, fresco y desodorizado.
Quiero cien cartuchos de tinta de calamar, a mil balas de goma de borrar.
Quiero el mundo en un pañuelo, a llorar a moco tendido. Quiero la verdad verdadera, a la mentira que es tu vida.
Quiero mi niñez, mi adolescencia y mi juventud atrapadas en una burbuja, a esta madurez que me pincha el globo.
Quiero cantar si su amor fue flor de un día, porque causa es siempre mía esta cruel preocupación.
Quiero enamorarme de mi sombra, y ser el fiel reflejo de Narciso en la laguna, para morir ahogada en tus mentiras, porque de tus verdades ya me desenamoré hace tiempo.
Quiero ser tu fruta prohibida, una hiedra venenosa, una yarará cuzú, un sapo de otro pozo, y hacer de tu vida una aventura, a una tierna y pacífica paloma blanca, que en cualquier momento te caga en la cabeza.
Quiero lo que quiero, como siempre. Quiero sin sentido, y sin razón aparente. Quiero con locura y descaradamente. Porque esto soy yo, un día así y el otro asá, clara y oscura, pero definitivamente esta.