lunes, 27 de marzo de 2017

Tristeza não tein fim

Podría empezar por relatar mi maravillosa semana en Playa del Carmen, pero dadas las circunstancias, lo voy a dejar para el fin de mi viaje.
¿Qué circunstancias se preguntarán? Apenas aterrizada en Miami, recibo la triste noticia que la madre de mi hermana del alma, falleció. Rosita, Reizale, Rosi, madre postiza. Ella mi segunda madre, yo, su séptima hija. Así nos llamábamos siempre.
Orgullosa madre de seis, amante abuela de catorce y bisabuela de cuatro y medio.
Aguantadora de amigos de hijos permanentemente aposentados en su casa, Rosita siempre tenía lugar para uno más.
Tengo un millón y medio de anécdotas de estos últimos cuarenta y dos años.
Pero vamos a resumirlas en las dos que la caracterizaban como el personaje que era. En el primer viaje fuera del país con toda su familia, se animó a llevarme a mí, que tenía trece años. Fuimos a Brasil. Éramos alrededor de doce personas. El avión salió con demora y perdimos la reserva del hotel.   Llegamos y nos encontramos que el batallón no tenía dónde dormir. Rosi, ni lerda ni perezosa, se paró en la punta de la escalinata del hotel, y cuál Dama de las Camelias, apoyó su mano en la frente y comenzó a gritar :" agárrenme que me desmayo! Ahora qué hacemos? A donde nos vamos? Yo me desmayo! Me desmayo!" Raudamente, la merecedora del Oscar a la mejor actriz, consiguió que nos dieran la suite presidencial. Si ya la amaba, ése día se convirtió en mi heroína.
Y la segunda, y que no habla bien de mí, pero sí de ella, es que en la adolescencia, mi deporte favorito, era ratearme del colegio. Como mi madre no me dejaba faltar a menos que estuviera con un pie en el cajón, yo llamaba el día anterior a Rosita y le decía: " Rosi, mañana déjame la puerta entreabierta a las 7 de la mañana, que me rateo". Cualquiera podría pensar que mi segunda madre era una irresponsable, pero no. Ella prefería que yo me quedara durmiendo en su casa, antes que estuviera yirando por la calle toda la mañana, a riesgo de que me agarrara la policía, ya que estábamos en épocas de dictadura.
Ésa era Rosita. Mi segunda madre. La que me dió la mejor hermana de la vida que una pueda tener.
Gracias Reizale por tanto. Te voy a extrañar mucho.


sábado, 4 de marzo de 2017

Boda 1 - Sosyola 0

Febrero pasó como un suspiro, y con él el casamiento de nuestra sobrina.
El casamiento. Un tema que ya hemos desarrollado en otras ocasiones, pero no por eso, menos conflictivo.
Estos chicos no te son como los de antes. Hoy se casan en días rarísimos como un lunes 27 de febrero, en la loma del tujes y al atardecer. Eso es ser jóvenes... No tienen en cuenta los mosquitos, ni que vos estás entrada en kilos y años y que ponerte un vestido largo con 40 grados a la sombra, no es la situación ideal a los 51 años. Pero sos la tía de la novia, y ajo y agua....a joderse y a aguantarse.
Ya desde que nos terminaron de maquillar y peinar, empezamos a transpirar como chanchos. Bueno, eso si los chanchos están menopáusicos como una.
Para que los chicos no se nos ofendan, vamos a aclarar, que estaban hermosos, que el lugar era un sueño, que la fiesta fue maravillosa, que exultaban felicidad, y nosotras por ende, estábamos igual de felices. Cuando no tenés hijos, entregar a una sobrina, es lo mismo que si fueras la madre. Te cuesta. Pensás ¿este pibe se merecerá a nuestra nena? ¿La va a tratar bien? ¿La va a hacer feliz? Y toda duda se disipa, cuando lo ves darse vuelta en el altar para recibirla, y la emoción y el amor le brotan por los poros. Ahí, mission accomplished,  respirás tranquila.
Volvamos a lo que nos atañe. La edad...
Apretujadas en un bellísimo vestido largo, emballenado, para quienes no son doctos en el tema, las ballenas no son mamíferos, son lo que te ponen en el corsé para que te mantenga las carnes en su lugar, nos dirigimos al salón.
Cabe decir, que si una vale su peso en oro, yo debería ser, para estas fechas, multimillonaria.
Mientras seguíamos chorreando agua como si estuviésemos en un sauna húmedo, no dejábamos de notar que al sentarnos, nuestra pechuga subía al nivel de la pera. ¡Putas ballenas! ¡Se suponía que nos tenían que adelgazar, y no empujar lo que sobraba hacia arriba!
Comodísimas estábamos....
Los jóvenes bailaban en el medio de la pista, dejándonos a los que pasábamos los 50, apenas un costadito en la alfombra, o sea, fuera del ring.
Ni que hablar que nosotras no estábamos ya para ser aplastadas en medio del frenesí jasídico. Así que el sueño que acuñábamos desde que las nenas eran chicas, de bailar una ronda judáica abrazada a nuestros pollitos, se esfumó en dos Hava Naguilas.
Volvamos a la indumentaria. Repasemos: vestido largo con mangas porque ya no estamos para mostrar los puentes colgantes de Babilonia que tenemos en lugar de músculos. Zapatos con taco de 12 centímetros, para disimular la baja estatura,faja reductora, carterita de fiesta y abanico en mano. Una pinturita. O una acuarela...porque seguíamos transpirando y empezábamos a derretirnos cuál maquillaje de muñeca de porcelana en una película de terror.
La pauta de que te estás convirtiendo en una vieja chota, es que en este tipo de eventos, te la pasás diciéndole a la gente jóven: "mi amor ¿no te parece que ya tomaste suficiente? " O, "soy la tía de la novia" mientras ponés cara de babosa recordando cuando le cambiabas los pañales.
Y por último, el mayor síntoma de ancianidad, es cuando se te cae el celular al piso, te agachás para  levantarlo, se acerca corriendo un muchacho, y te dice "señora, yo la ayudo a levantarse" y vos, orgullosa le respondés "no te preocupes que puedo sola", para, a los dos segundos mirarlo y decirle "¿sabés qué? Mejor ayudame".
Conclusión, para el próximo casorio, en vez de faja envolvete en papel higiénico como La Momia de Titanes en el Ring, usá una túnica a lo María Martha SL, maquillate con productos Acme y hacé mutis por el foro, total, que para pasar desapercibida, ya vamos por la vida.