Resumir 18 días de vacaciones, puede ser tedioso, o puede ser breve.
Vayamos por lo breve, porque no queremos aburrirnos de nosotras mismas.
Playa del Carmen. Paraíso dentro del paraíso de un all inclusive.
Casi nos casamos con un bello muchacho local, al que muy gentilmente rechazamos diciéndole : güey, estás muy padre, pero casi que podría ser tu madre. Más tarde nos fuimos todos a menear el bote a CocoBongo, bien chido, al saludo de ¡qué onda carnal!
Hemos nadado en el Río Secreto, al grito de síganme los buenos, y hasta nos animamos al Sea Trek, caminata por el fondo del mar, a la que llamamos, los treinta minutos que duró, Star Trek.
Vale decir que los buzos e instructores te dicen qué señas hacer por si querés que te suban a la superficie. Bueno, a los cinco minutos de sumergidas, comenzamos a hacer señas desesperadas para que nos subieran, pero se ve que los buzos no nos creyeron mucho, que a través de dichas señas, dijeron: seguí caminando y no rompas las bolas... O eso interpretamos...Continuamos con la caminata subacuática, en medio de un ataque de pánico, pensando: ahora nos sube la presión, y la cabeza nos explota llenando de sangre la escafandra...¿y si se me cortan los tubos de oxígeno? ¿saldremos en los diarios: una argentina murió practicando buceo en el parque Xcaret?...¿se darán cuenta si me agarra una embolia?...¿y si la raya que vienen nadando por ahí, siente mi pánico y me lanza el aguijón?
Así, disfrutamos la maravillosa experiencia del Sea Trek, sumergidas seis metros bajo el agua. De más está decir que cuando emergimos, juramos que lo volveríamos a hacer.
Mientras, mis amigos seguían buscándome un novio nativo. Pero los mayas nos quedan cortos. Por primera vez en nuestras vidas, nos sentimos Gulliver.
Pasada la mejor semana de vacaciones en la Riviera Maya, nos embarcamos a Meamee chico. ¿Y qué vas a hacer en Meamee? Tomamos sol, compramos, compramos, comimos ribs, compramos, cafeteamos, compramos, comimos cheescake, compramos. Vimos amigos, compramos. Cenamos, compramos. Paseamos, compramos, y finalmente tan aburridas de comprar estábamos, que seguimos comprando.
Ahí sí que no buscamos novio. Si no eran argentinos, eran rusos de Rusia misma, y los yanquis se parecían tanto a Homero, que preferimos seguir comprando.
Tras la reprogramación de nuestro vuelo, gracias a Moyano y todos los putísimos sindicatos del orto, partimos con un día de demora y unos cuántos morlacos menos hacia el aeropuerto de Miamichico.
Podrían suponer que después de tantos aviones y aeropuertos, viajaríamos sin medicación, pero la verdad es que a medida que pasa el tiempo, descubrimos cuánto nos gusta empastarnos, así que le damos al Rivotril sin asco.
Ya con 250 grs de droga en sangre, placa antibruxismo y tapones en los oídos, toda una pinturita, se nos apareció nuestro nuevo Shorsh. Alfonso Prat Gay.
Sí señores, hemos cambiado, luego de tantos años de esperarlo a Shorsh, por otro. Obviamente por otro que no nos dará bola, pero por lo menos está más cerca.
Este vive acá, y no me hace gastar guita sacando pasajes para ver si lo encontramos en algún recóndito lugar del planeta. Éste no nos mirará, ni sabrá de nuestra existencia, acá mismo y economizando.
Algo de bueno tiene esto de ir poniéndose mayor...te vas acercando a una realidad imposible, sin salir de tu casa.
Vayamos por lo breve, porque no queremos aburrirnos de nosotras mismas.
Playa del Carmen. Paraíso dentro del paraíso de un all inclusive.
Casi nos casamos con un bello muchacho local, al que muy gentilmente rechazamos diciéndole : güey, estás muy padre, pero casi que podría ser tu madre. Más tarde nos fuimos todos a menear el bote a CocoBongo, bien chido, al saludo de ¡qué onda carnal!
Hemos nadado en el Río Secreto, al grito de síganme los buenos, y hasta nos animamos al Sea Trek, caminata por el fondo del mar, a la que llamamos, los treinta minutos que duró, Star Trek.
Vale decir que los buzos e instructores te dicen qué señas hacer por si querés que te suban a la superficie. Bueno, a los cinco minutos de sumergidas, comenzamos a hacer señas desesperadas para que nos subieran, pero se ve que los buzos no nos creyeron mucho, que a través de dichas señas, dijeron: seguí caminando y no rompas las bolas... O eso interpretamos...Continuamos con la caminata subacuática, en medio de un ataque de pánico, pensando: ahora nos sube la presión, y la cabeza nos explota llenando de sangre la escafandra...¿y si se me cortan los tubos de oxígeno? ¿saldremos en los diarios: una argentina murió practicando buceo en el parque Xcaret?...¿se darán cuenta si me agarra una embolia?...¿y si la raya que vienen nadando por ahí, siente mi pánico y me lanza el aguijón?
Así, disfrutamos la maravillosa experiencia del Sea Trek, sumergidas seis metros bajo el agua. De más está decir que cuando emergimos, juramos que lo volveríamos a hacer.
Mientras, mis amigos seguían buscándome un novio nativo. Pero los mayas nos quedan cortos. Por primera vez en nuestras vidas, nos sentimos Gulliver.
Pasada la mejor semana de vacaciones en la Riviera Maya, nos embarcamos a Meamee chico. ¿Y qué vas a hacer en Meamee? Tomamos sol, compramos, compramos, comimos ribs, compramos, cafeteamos, compramos, comimos cheescake, compramos. Vimos amigos, compramos. Cenamos, compramos. Paseamos, compramos, y finalmente tan aburridas de comprar estábamos, que seguimos comprando.
Ahí sí que no buscamos novio. Si no eran argentinos, eran rusos de Rusia misma, y los yanquis se parecían tanto a Homero, que preferimos seguir comprando.
Tras la reprogramación de nuestro vuelo, gracias a Moyano y todos los putísimos sindicatos del orto, partimos con un día de demora y unos cuántos morlacos menos hacia el aeropuerto de Miamichico.
Podrían suponer que después de tantos aviones y aeropuertos, viajaríamos sin medicación, pero la verdad es que a medida que pasa el tiempo, descubrimos cuánto nos gusta empastarnos, así que le damos al Rivotril sin asco.
Ya con 250 grs de droga en sangre, placa antibruxismo y tapones en los oídos, toda una pinturita, se nos apareció nuestro nuevo Shorsh. Alfonso Prat Gay.
Sí señores, hemos cambiado, luego de tantos años de esperarlo a Shorsh, por otro. Obviamente por otro que no nos dará bola, pero por lo menos está más cerca.
Este vive acá, y no me hace gastar guita sacando pasajes para ver si lo encontramos en algún recóndito lugar del planeta. Éste no nos mirará, ni sabrá de nuestra existencia, acá mismo y economizando.
Algo de bueno tiene esto de ir poniéndose mayor...te vas acercando a una realidad imposible, sin salir de tu casa.