domingo, 19 de abril de 2020

Día 457 de cuarentena

Acá estamos, no nos habíamos ido a ningún lado. No porque no queramos, si no porque no se puede. El único viaje que hicimos fue hacia el interior nuestro, y no nos gustó lo que vimos, por eso volvimos. El paisaje no era muy agradable y se tradujo en nuestros sueños.
No sólo soñamos que volvíamos con marido número dos, también soñamos que volvíamos con marido número uno. Anoche, soñamos que estábamos de novias con Ginés González García, ministro de salud actual, señor que podrá ser inteligente pero no muy agraciado. Se ve que estamos empezando a sufrir el confinamiento y la falta de contacto con seres humanos, que ya nos pondríamos de novias con señores que ni siquiera son de nuestro gusto artístico. Solo falta que soñemos que volvemos con marido número tres y cantamos bingo.
Nuestra vecina sigue con los zapatos puestos.
Se levanta a las 8.30, se calza, y empieza a caminar. Suponemos que hace precalentamiento, porque  escuchamos lo que creemos una carrera corta del dormitorio al living, luego elonga, se acomoda bien los tamangos y empieza con el famoso salticado de la profesora Basso. Así nos tiene más o menos dos horas. Contrariamente a lo que cualquier ser humano común haría, que sería sacarse las zapatillas, en este caso los zapatos, y darse una ducha, ella sigue calzada hasta las 3 de la madrugada que se va a dormir. Sucia. Calculamos que también duerme con los botines puestos porque la escuchamos cuando baja a pishar. Cuando termine la cuarentena le vamos a regalar un par de zapatos nuevos porque seguro que a estos ya se les gastó el taco.
Ahora nos resta conseguir un novio para no seguir soñando boludeces. Socorro, pandemia.

miércoles, 8 de abril de 2020

Día veintialgo de aislamiento, Feliz Pesaj

El encierro está empezando a afectarnos. Hoy tuvimos sesión vía Skype con nuestro psiquiatra y nos dijo que no estábamos tan mal como creíamos. Parece que el aislamiento también le estaría afectando a él y a su expertise. Nosotras no le pagamos para que diga que estamos bien, si no todo lo contrario y más aún en estos tiempos de pandemia. Si nos da el alta cagamos. Ahí sí que no tendríamos con quién más hablar y decir tantas boludeces impunemente.
Volvieron los tacos de la vecina del sexto. Empieza a las 8:30 am, que se calza, suponemos que para atender online a sus pacientes. Ni que los pacientes le fueran a ver los pies... Ella asegura ser psicóloga, nosotras por las dudas no la recomendamos. 
Hará unos meses le dijimos: che, de onda, ¿qué hacés con los zapatos puestos hasta las 2:30 am? Nos respondió que ella no era. Aclaremos que vive sola. Si no es ella, serán los zapatos de Pepinucho Coliflor (el cuento que nos contaba nuestra madre para hacernos llorar....dormir! perdón!, en el que los zapatos decidían caminar y caminar sin darle respiro a Pepinucho).
No la entendemos a la del sexto. No es que nos interese tampoco, pero estamos tentadas de ir y regalarle un par de Crocs y ver si nos ayuda con el tema de los ruidos molestos. Creemos que no va a entender nuestra indirecta, así como no entendió la directa.
Mientras escribimos, 21:25 hs,  la del sexto está pasando la aspiradora...Le conocemos la casa y no tiene alfombras...O sea, es oficial, no se la recomendamos como psicóloga.
A las nueve salimos como todas las noches a aplaudir a todos aquellos que tienen que trabajar en esta pandemia. Eramos pocos. Se ve que los de este barrio son los que estuvieron pidiéndole a médicos y enfermeras que no entren a sus edificios. No les da la cara para aplaudir, o como empezó el otoño, antes de seguir saliendo al balcón quieren darse la antigripal.
Si fuera por nosotras, nos mudaríamos a la Villa 31, cosa que la mayoría no nos recomienda.
Hoy comenzó la Pascua judía. Seguimos como en la época de Moisés, esclavizados a la lavandina en este caso. Si Dios es justo, en este momento debería estar marcando nuestra casa, que bien judías somos, para que el Covid-19 pase de largo, así mañana cuando tengamos que bajar a comprar carne y pollo, se nos abra Juramento como el Mar Rojo y crucemos solitas hasta la carnicería.
Y como les digo en cada posteo, no salgan, cuídense, que el virus no distingue a los inteligentes de los boludos.

lunes, 6 de abril de 2020

Día 18 o 19 ya no sé....

Ya perdimos la cuenta de cuánto hace que estamos encerradas en casa. Suponemos que a los presos les pasa algo similar. En cualquier momento empezamos con los palitos en la pared. Tizas tenemos y si no una de las treinta y cinco biromes que no andan, servirán para el mismo propósito. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, tacho la doble.
Volvieron nuestras pesadillas. Anoche soñamos que nos volvíamos a casar con marido dos, dios nos perdone. Hacíamos una fiesta a la cuál asistían todas nuestras ex compañeras de la secundaria, incluídas aquellas que no invitamos. Especialmente las que no invitamos. También estaba nuestra hermana del medio, que curiosamente estaba de muy buen humor porque había tenido una beba a los casi sesenta años. Algo que no nos sorprendía vaya a saber porqué.
Nuestro vestido de novia era un conjunto de pollera y blusa negras. Se ve que el inconsciente nos estaba avisando que volver con marido dos no era una buena idea.
Así y todo nos casábamos felices y cuando llegábamos a la cama empezábamos a discutir. O sea, lo que hicimos durante los cuatro años que estuvimos juntos en la cama, en la mesa, en el trabajo, en la calle, en la.... Lo miramos, en el sueño, y pensamos: es por esto que nos separamos la primera vez, y ahí nos despertamos. Menos mal. A ver si se nos pegaba el entusiasmo de nuestra hermana por tener hijos a esta edad.
Nos queda todavía una semana más de aislamiento, y seguimos sin tocar un ser humano. Creemos que cuando termine esto, tampoco vamos a tocar otro ser humano hasta bien entrado el año que viene. Con suerte.
La bitácora de la cuarentena se está agotando. No vamos a contarles todos los días que limpiamos toda la casa y miramos series. Un embole lo que se dice. A falta de salir a la calle y caminar hasta el supermercado, estamos caminando por nuestra casa. Hoy nos dimos cuenta que ya estamos trotando, cosa que vamos a dejar de hacer en lo inmediato, no sea que no nos muramos de Covid-19 pero sí de un infarto. Al pedo.
Veremos qué soñamos hoy, es el único entretenimiento que nos queda.



jueves, 2 de abril de 2020

Día 457890275

A estas alturas del confinamiento, ya no sabemos ni en qué día vivimos ni qué hora es. No es que nos interese demasiado, sería bueno saberlo nomás para teñirnos el día que tengamos que salir.
Hoy se produjo la primera baja por coronavirus en nuestra casa. Una cucaracha murió bajo los efectos del virus del Raid. Decimos que fue por el Covid-19, porque es lo que nos tiene encerradas en casa y porque tampoco queremos confesar que la matamos. No lo lamentamos, era asquerosa. El aislamiento está sacando lo peor de nosotras. La poca compasión por las cucarachas. Podríamos haberla adoptado como mascota en estos tiempos de soledad, pero no, más vale muerta que reproduciéndose. No vaya a ser que nos llene de nietitos cucarachitos.
Ayer decidimos, como lo venimos haciendo desde que esto comenzó, salir a caminar por nuestro departamento. Partimos desde el dormitorio y fuimos por la cocina y el living, saludamos a los adornos que vienen reclamando que los limpiemos, pero hicimos oídos sordos y seguimos nuestro camino. Volvimos al dormitorio y repetimos el circuito hasta que llegamos a los 2 km. No nos vamos a vanagloriar por esto, pero en un departamento de 70 mts no nos pidas la maratón de los 42K.
Y acá estamos, por suerte no engordando, porque nos interesa poco la cocina y ella agradecida que no la toquemos.
Nuestra preocupación ahora, es el día que tengamos que volver a la calle. No sabemos si nos animaremos. Vamos a ir haciendo la prueba de salir en estos días, ahora que nos quedamos sin huevos. Los ovarios todavía los seguimos teniendo bien puesto.
Sigan quedándose en casa que este puto virus no distingue entre inteligentes y boludos.