sábado, 28 de noviembre de 2020

Free Soysola

 Ya pasó una semana de nuestro aislamiento social obligatorio en las playas del este, y hoy repetimos el hisopado.

Hay algo que no nos queda claro del procedimiento. Te meten un palo en la nariz, de un lado y del otro. ¿Cuál vendría a ser el motivo de torturarte de ambos lados? ¿Podemos tener Covid en una sola fosa nasal y en la otra no? Tendría sentido si todos fueran como Soysola, que tiene más de una personalidad. Ahí sí, una narina podría tener el virus y la otra no. Pero nosotras fuimos como una sola, o por lo menos eso es lo que decía el documento, por lo que entendemos, que si una narina es negativa la otra también y viceversa. Vaya a saber!

La cuestión es que nos escarbaron hasta la neurona más remota y ahora estamos rezando por el negativo así podemos ir al supermercado.

Para aquellos que tienen pensado venir, les contamos que para poder bajar a hacernos el hisopado tuvimos que pedir permiso a la administración del edificio. Nos autorizaron bajo las siguientes recomendaciones.

Cual leprosas en la era A.C. debíamos  bajar hasta el garage, con guantes y barbijo, y salir por la puerta de atrás sin cruzarnos con nadie. Y lo mismo a la vuelta, asegurándonos de tomar el  ascensor por el cuál habíamos bajado. Ése debe ser el ascensor Covid dudoso y los demás Covid negativo. Vaya de nuevo a saber! Los uruguayos, mis compatriotas, tienen esas cosas...

Free Soysola!!, gritan las multitudes desde la playa. Las multitudes de pescados, porque dudamos que al resto de la humanidad le importe que estemos encerradas.

Seguimos sin entender cuál es el problema de los charrúas con los caños de escape. Deben tener alguna connotación sexual. De ser así les diríamos sin ningún miramiento que se los metan en el culo.

Punta del Este 2 = Soysola 0 (por ahora)

domingo, 22 de noviembre de 2020

Charrualandia

Tras trece horas de viaje desde Buenos Aires, (como si nos hubiésemos ido a Siberia) , acá estamos, mirando el mar y oyendo en vez del rumor de las olas, una sierra eléctrica. Nosotras nacimos para ser seguidas por el ruido. No somos perseguidas políticas, ni étnicas, somos perseguidas acústicas. 

Nos vinimos a Uruguay, tras veinte años de soñarlo, buscando paz y tranquilidad, huyendo del smog y ruido de la avenida Juramento. Soñábamos con este momento. El tema es que nuestro timing nunca es el correcto. Nos olvidamos que miles y miles de argentinos huían del Covid-19. Y de la otra pandemia también.

Alquilamos un lindísimo apartamento con vista al mar. Bien ubicado para alguien que no maneja. Ni céntrico ni muy alejado, cosa que podamos ir caminando a cualquier lado. El tema de cuando una no conoce mucho la vida diaria de un lugar como este, es cuando mete la pata.

Habíamos olvidado que los uruguayos además del mate, son amantes de las motos con caños de escape recortado. Todos sin excepción te rompen los tímpanos.

Si en Juramento teníamos ocho líneas de colectivo en nuestra puerta, y vecinos fiesteros, acá tenemos moto chica, mediana y grande, una disco que pone música punchi punchi y un vecino que, por lo que vimos por el balcón, le gusta los domingos darle a la lijadora eléctrica. Siendo las 13.39 en punto, van cuantro horas ininterrumpidas de lijada.

Debe ser nuestro karma. A veces nos ponemos a pensar qué habremos sido en otra vida, que en esta estamos pagando con los oídos. Se nos ocurrieron varias. Una, monja de clausura con voto de silencio, añorando escuchar algo más que la voz de Jesús. Dos, una cantante lírica frustrada que le gorgojeaba sin pausa a su familia. Tres, la creadora de la tortura china y cuatro, Cleopatra, porque toda mujer que se precie dice haber sido Cleopatra en otra vida.

La cuestión es que acá andamos, cuarenteneando en el paraíso sin tapones de silicona.

Punta del Este 1 = Soysola 0